-Para... por favor, para...- Len sollozo fuertemente.
-¿Qué te hace pensar que pararía por un niño como tú, ah?- El castaño lo pateo, tirándolo al suelo.
-Solo te pido que pares, ¿Que te cuesta?
-Me cuesta mucho, precioso.- Se puso encima de él.
-Ya basta...- sintió como se acercaba.- ¡Basta, Kiyoteru!
-¿Me dices a mí que pare?, ja, déjame reírme.- lo golpeo con el látigo que tenía en la mano.
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-Nana, no me mientas, ¿Dónde lo viste?
Estaban Kaito, Gakupo y Nana. Sentados en la sala de su casa, tomando café y haciéndole algunas preguntas sobre la desaparición de Len.
-Mi boca esta sellada, lo siento.- Nana negó con la cabeza y dejo la taza en la mesa.
-¿Por qué nos quieres decir?- Silencio.- ¿Hay algo que te preocupa? - otra vez silencio.- ¿Tienes miedo?
-Me pidió que no diga nada.- Bajo la mirada.- No es un simple miedo, tú lo conoces Gakupo, sabes lo que podría llegar a hacer.
-Y tú, ¿Quieres que siga haciendo lo mismo?- Gakupo le sonrió.- La única persona a la que le tendrías miedo seria a él.
-En verdad lo siento, lo siento mucho.- una lágrima resbalo por la mejilla de Nana.- Kiyoteru me da mucho miedo.
-No importa, al menos nos diste una pista.- Kaito también le sonrió reconfortante.- pero, ¿Para qué lo quiere a el?
-Len es muy puro, al menos parece muy puro.- Nana pensó un poco.- Kiyoteru quiere romper su pureza y convertirla en locura.
-¿Pero para qué?- La miraron atentamente.
-Para que sufran.- hablo claramente.- el desconfiara de todo al recordar lo que le hicieron.
-¿Y eso? ¿Por qué quiere hacernos eso a nosotros?-los dos vampiros se miraron inquietos.
-La desconfianza de las personas solo las hiere.- Nana se levantó del sofá.- Es hora de que se vayan.
-Pero—
-No.- Nana les quito la taza de las manos y la dejo en la mesa.- Por favor, váyanse.
Gakupo y Kaito se dirigieron a la puerta y salieron de la casa apresurados por Nana, casi sin despedirse.
¿Qué haremos?
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-¿Ahora lo recuerdas?- Kiyoteru golpeo la mejilla de Len, dejándola roja.
-Si…- Len respondió fríamente.
-¿Qué recuerdas?
-A Gakupo y a Kaito besándose.
-¿Quieres recordar más?- paso una mano por la mejilla anteriormente golpeada, sintiendo todavía su calor.
-No.
-¿Abandonaras tu verdadero objetivo?- Len levantó la cabeza, observando aquella torcida sonrisa.
-Borra mis recuerdos...- Susurró.
-¿Que dices, habla más alto?- Lo tomó del cabello.
-Borra mis recuerdos.- Casi gritó.- Borralos, no los quiero ¡No necesito recordar, tampoco quiero hacerlo!
-¿Por qué?
-Me estan acribillando cruelmente, llevandome a la locura.- Sus ojos no se humedecieron, ni siquiera mostraban dolor. Sus facciones no mostraba tristeza, ni mucho menos que estuviera afligido.
-Te estas volviendo insensible.- Kiyoteru lo soltó, dejandolo caer al suelo.- ¿Quieres salir?
Len no repondio y permaneció en el suelo, no se movió ni un centímetros ya que no tenía por que hacerlo, despues de todo ahora no era puro, ya no sentía nada.
Kiyoteru, al ver que el niño no se movía, se acercó nuevamente y soltó los grilletes con los que lo tenia prisionero.
-¿Que haces?- Len se sentó en el suelo.
Kiyoteru le sonrió y se paró alado de la puerta.
-Sal.- Quito el seguro y la abrió un poco.- Ven aqui, y sal.
Lo miró sin comprender, ¿Lo iba a liberar? ¿Lo estaba dejando irse? Iba a poder irse con su hermana y su madre, se iría y nunca volvería allí. Nunca tendría que sufrir más, no regresaría con Kaito ni con Gakupo. Viviría plenamente, tal vez llegando a ser feliz.
Se paro lentamente y caminó hacia el. Cuando estuvo lo suficiente cerca corrió a la puerta, solo para sentir un golpe de su rostro y el frío suelo. Se levantó de nuevo y volvió a correr a la puerta, Kiyoteru lo golpeó en el estómago y lo empujó otra vez. Len se levantó mareado y caminó unos pasos, Kiyoteru lo tomó del cabello y lo jaló hasta golpearlo contra la pared. Tomo su cabeza entre sus grandes manos y la golpeó unas cuantas veces contra la pared con fuerza. Len jadeo fuertemente y perdió la conciencia.
Sonrió al verlo soltar algunas lágrimas y cerrar sus ojos. Su cabeza habia comenzado a sangrar, pero eso se podía curar. Le dio una última cachetada, haciéndolo despertar. Lo dejo caer al suelo y volvió a poner los grilletes en su lugar.
-El objetivo de que estes aqui, es que pierdas la cordura.- Pronunció antes de salir por la gran puerta de metal y cerrarla con seguro.- No pienses que saldrás sano y salvo de aquí. No pienses que saldrás.