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Buscándote. [Banglo] por byeongari_me

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-Zelo +Yongguk •Psec

b31;Capítulo 1b31;

Era una noche normal. Todos estaban durmiendo, agotados. Eran las 2 AM y hacía sólo unos treinta minutos que habían llegado de ensayar. Comieron algo rápido, se dieron una breve ducha y se fueron a dormir. Sólo Zelo, el más joven, no podía dormir, ya que algo le preocupaba. Dándole vueltas a la cabeza y buscando una posición cómoda para intentar dormir se hartó y decidió levantarse. Vagó sigilosamente por la casa y finalmente decidió ponerse un sweater y unas deportivas y salir de casa entre las sombras de la noche. A pocos pasos de la puerta, notó que una mano lo detuvo, agarrándole el hombro derecho y susurrando por la izquierda.

+¿A dónde vas a estas horas?
-Yongguk, yo... He oído que eres algo sonámbulo.. Mejor no te hago mucho caso, lo siento hyung. Voy a salir a despejarme un rato.
+No soy sonámbulo. Sólo me gusta saber que las sombras no atacan a los míos. No puedo dejarte marchar, es peligroso y más a estas horas. Ya son las 03:27 de la madrugada, ¿o es que no lo sabes?
-Hyung, lo siento, me voy.

Ejerciendo un poco de fuerza para apartar a su hyung del camino, salió corriendo de aquel apartamento, poniéndose los cascos con el volumen al máximo mientras sonaba una canción de su propio grupo, Warrior. Escuchar la voz de Yongguk lo perturbaba, casi tanto como la fuerte lluvia que caía sobre él.

Un preocupado Yongguk se dirigió a su habitación y se puso la primera chaqueta que encontró

•¿Qué ocurre?... ¿No duermes?

El dormido Daehyun observaba de reojo, planteándose si acudir a ayudar al aparentemente afligido Yongguk, pero el cansancio pudo con él e inconscientemente volvió al mundo de los sueños. Yongguk miró corriendo el reloj: 03:30 de la madrugada, no podía andar muy lejos. Salió corriendo de allí, recorriendo las calles cercanas cada vez más rápido, más desesperado. No encontraba a Zelo, y lo peor es que no sabía si estaría bien, tanto porque era una hora peligrosa como porque si el pequeño había necesitado salir tan repentinamente es que estaba realmente mal.

Había perdido incluso el sentido de la orientación. Las lágrimas afloraban de los bellos ojos del maknae, que no podía hacer más que pensar, sollozar y huir de aquella realidad que tanto daño le hacía. Al llegar a la estación decidió tomar el primer tren que saliese, sin importarle demasiado a dónde se dirigía. Se adentró en él, encontró un asiento solitario cerca de un grupo de borrachos y se sentó en el, hundiéndose aún más en su miserable existencia.

Llamadas. Infinitas llamadas hizo a su dongsaeng, todas sin respuesta. Recorrió todas y cada una de las calles de la ciudad, hora tras hora. Volvió desesperado y desalentado al apartamento a eso de las 09:30 de la mañana. Todos dormían aún, pues era una de las pocas mañanas de sábado que tenían libres. Según entró, gritó.

+¡¿Zelo?! Zelo por favor... Zelo...

Recorrió la casa a toda velocidad, deprimiéndose aún más al descubrir que no estaba, ni tampoco su móvil ni su cartera, pero sí sus llaves. Zarandeó a todos sus compañeros para despertarlos.

+Zelo no está.. ¡Tenemos que buscarlo! -rompe a llorar desesperadamente, acurrucándose junto a Daehyun, agotado de tanto buscar.

Pronto todos estaban en pie e iniciando la búsqueda. Yongguk les había contado lo ocurrido entre sollozos y tartamudeos. Sus compañeros lo miraban atónitos. El varonil y líder Yongguk estaba destrozado, y eso no era para nada normal en él. Nunca mostraba sus debilidades. Se dividieron por calles intentando no levantar sospechas, todos encapuchados para tratar de no ser reconocidos. La desaparición de Zelo podía generar un enorme caos entre los fans y entre el mundo del K-Pop en general. Dijeron a Yongguk que se quedara en casa descansando, que ya había hecho mucho. Prometieron que si en esa misma mañana no lo encontraban llamarían a la policía. Aún así, Yongguk no aguantaba la tensión. Se sentía encarcelado entre esas paredes. Cogió más dinero del que llevaba encima y salió de allí, sin saber realmente a dónde iba ni si iba a volver.

Poco tardaron aquellos borrachos del tren en comenzar a molestar al jovencísimo Zelo, tan aparentemente  seguro de sí mismo como perdido en aquel mundo que lo confundía. Primero le hablaron diciendo cosas sin sentido, pero el maknae no los escuchó, pues seguía escuchando una y otra vez la voz de Yongguk, esta vez en Coma. Entonces se acercaron más, rodeándolo y acorralándolo en la esquina en la que estaba sentado. Él alzó la vista e intentó no alterarse, sino ignorarlos el máximo posible cerrando los ojos. Quizás así se irían, pero no. En la siguiente estación decidió bajarse, lo último que quería era llevarse más disgustos. Caminó unos metros y pronto se dio cuenta de que alguien, o mejor dicho, unos cuantos lo seguían. Oía pasos tras él. Siguió avanzando, acelerando un poco el paso, pero la persecución no llegaba a su fin. Subió rápidamente las escaleras que lo llevarían al piso superior, en el que esperaba no estar tan solo, tan solo ante el peligro. Ante su sorpresa, no encontró a nadie más que a un par de mendigos que hablaban cosas sin sentido. Quizás sea Satoori, se decía a sí mismo. Se encaminó rápidamente al primer acceso que encontró y ya en la calle comenzó a correr sin sentido, sólo quería huir de allí. Corrió calle tras calle, extrañamente no había nadie aunque ya serían cerca de las once. Poco después se dio cuenta de su error. Desorientado, había dado a parar a un callejón sin salida. Se dio la vuelta, con la esperanza de encontrarse solo, pero no fue así. Unos  hombres estaban caminando hacia él, pero no parecían ebrios, sino todo lo contrario. Le daban mala espina. No es muy normal que avancen hacia uno sin conocerlo y tan malhumorados. Los recorrió uno a uno de arriba a abajo con la mirada, todos llevaban unas gruesas y aparentemente pesadas varas de metal. Uno de ellos sonrió y le guiñó un ojo, lo que lo puso aún más nervioso.  El maknae se mordió el labio nervioso y avanzó con seguridad hacia ellos, pretendía echar a correr cuando estuviera más cerca, quizás así conseguiría escapar. Se quitó los cascos, colgándoselos del cuello. Fue entonces cuando uno de ellos le gritó con una voz muy grave.


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