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Buscándote. [Banglo] por byeongari_me

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b31;Capítulo 2b31;

•¿Dónde crees que vas?
-Yo... Yo no quiero problemas, no he hecho nada, déjenme ir por favor... -la voz del joven se quebró, él temblaba-
•¡Cállate! -el hombre que antes sonreía se abalanzó sobre el y empezó a golpearlo sin ton ni son con la vara de metal. El jovencísimo maknae cayó al suelo y fue entonces cuando creyó que era el fin. Todos los hombres lo rodearon y lo patearon y golpearon, dejándolo prácticamente inconsciente. Antes de irse, el delincuente de la gran sonrisa se despidió. 
•Adiós, pequeño. Dulces sueños. -Soltó una gran risotada que Zelo ya no pudo oír, se había desmayado envuelto en aquella voz que de cierto modo le traía a la mente a su amado Yongguk-

Los integrantes de B.A.P. volvieron al apartamento y no se alarmaron al no encontrar a Yongguk. Ya se habían hecho la idea de que él iría a buscar al maknae, a su ojito derecho, de nuevo. Siempre había mostrado un gran interés y cuidado por él, pero aún más estos meses atrás. Se sentaron en el suelo de la sala principal, formando un semicírculo. Se miraron entre ellos y comprendieron el mensaje sin articular ni una sola palabra. En ese instante Himchan sacó su móvil y llamó a Yongguk, poniendo el altavoz.
•Hyung. ¿Dónde estás? Hemos vuelto a casa.
+¿Van a llamar a la policía, no? Yo seguiré buscando, no puedo volver estando él ahí fuera, solo, indefenso. Tú más que nadie sabes cómo es el mundo de peligroso. Todos lo han visto ya. 
•Yongguk-ah... No quiero faltarte al respeto, pero estás poniendo en peligro la integridad de B.A.P. Deberías volver y la policía hará su trabajo. Si las fans te ven harán preguntas y finalmente sacarán una conclusión. Somos personajes públicos, ¿recuerdas?
+Himchan, sabes de qué va la cosa. No soy capaz de volver, ¡lo sabes mejor que nadie!
•¡Ya basta! ¡Tiempo has tenido de solucionarlo! ¡Ahora ven y respeta el duro trabajo de tus compañeros!
+¡Dongsaeng, calla ya! No iré, ¡amo a Zelo!
El mayor colgó el teléfono y Himchan sintió en ese momento las miradas recriminatorias de sus compañeros, que mil veces le preguntaron que había entre el mayor y el maknae, preguntas a las que él jamás respondió.

Yongguk llamó infinitas veces a su bebé, pero éste no respondía a sus llamadas. Un desesperado y enfadadísimo líder golpeaba fuertemente las paredes de los edificios, llegando a hacerse daño en los nudillos, que empezaron a sangrarle un poco. Cerró los ojos, suspiró fuertemente y rompió de nuevo a llorar, recordando todas las ocasiones en las que pudo confesarle su amor al maknae y no lo hizo por miedo. Pensar en sus labios lo hizo sonrojarse, lo cual le dio aún más rabia. Su pequeño podía estar pasándolo mal y no sabía por qué. No lo había sabido proteger.

El joven fue cobrando el sentido lentamente. Paulatinamente empezó a sentir sus pies, sus piernas, sus abdominales, sus brazos, sus manos y finalmente su cabeza, que le dolía inmensamente. Al abrir los ojos descubrió un pequeño charco de sangre junto a él. Le sangraban la nariz, el labio y la garganta. Por si fuera poco, no podía casi moverse, estaba destrozado. Cada movimiento, por mínimo que fuese, le dolía muchísimo. Descubrió su teléfono móvil a unos metros, con suerte aún funcionaría. Así era. Consiguió deslizar su brazo por el suelo poco a poco y llegar hasta él. Entre quejidos consiguió traerlo hasta sí y marcar el número de su líder, ignorando los cientos y cientos de llamadas perdidas de sus compañeros y, sobre todo, de él. Según se dio cuenta de que su llamada había sido respondida, susurró que lo ayudara. Y en ese momento volvió a desmayarse, a perder el conocimiento.
Las lágrimas del hyung cesaron. Escuchar la voz de su niño, del príncipe de sus sueños, las calmaron. 
+¿Dónde estás? ¡¿Dónde estás?! ¿¡Zelo!? ¡¡Zelo!!.. Mierda... Mi niño...

Yongguk colgó y llamó inmediatamente a Himchan.
+Zelo me ha llamado para pedirme ayuda. No sé dónde ni cómo está, pero registraré cada rincón de este país para encontrarlo.

Ni un segundo tuvo Himchan para responder, su hyung ya había colgado. Sus compañeros lo miraban con los ojos como platos, esperando respuestas que Himchan no estaba dispuesto a dar. 
•YoungJae: ¿Qué pasa, hyung? ¡Dinos ya! ¡Nos preocupa cómo están nuestro líder y nuestro maknae! ¿Qué hay entre ellos?
•Himchan: Lo mismo que entre tú y yo, tonto. 
Un sonrojado Himchan rodeó el cuello de YoungJae con sus brazos y lo besó despacio, sin importarle que sus compañeros averiguasen qué ocurría. No quería esconderlo más. 
•YoungJae: Te amo, hyung.

Yongguk decidió tomar un tren y trasladarse a otra zona, dudaba que Zelo continuase allí. Las lágrimas afloraban de sus rasgados ojos sin tan siquiera pretenderlo. Sólo pensaba en encontrar a su pequeño.

Zelo pronto volvió a recuperar el conocimiento. A trompicones consiguió levantarse y arrastrar sus huesos apoyándose en cada muro. Pronto llegó a la puerta de una pequeña tiendita junto a la que se sentó. Escuchaba cómo en ella la gente habla de un modo extraño. Junto a él un letrero aún más grande anunciaba que se encontraba en la calle Park Hyun. Recibió en ese instante una llamada de su hyung, Yongguk.
+¡Zelo! ¿Estás bien? ¿Tienes idea de dónde estás?
-E-eh... Yo.. N-no veo muy bien p-pero... Creo... Creo que estoy en Busan... La gente habla... Parecido a Dae... Estoy en.. En..  Calle Park Hyun...
+Vale, ¿qué te ocurre? En seguida voy para allá. 
-Creo... Creo que me voy a desmayar... No.. No tardes por favor... 
+¿Zelo? ¿Ze...? Mierda. 
Yongguk corrió hacia la estación y una vez más tomó un tren, esta vez en dirección Busan. No hacía más que repetirse a sí mismo.
+Park Hyun, Yongguk, no lo olvides, Park Hyun. 
Tan pronto como llegó a su destino y sin tan siquiera llamar a sus compañeros para facilitarles la nueva información, corrió hacia una parada de taxis en la acera frente a la salida de la estación.
+Calle Park Hyun, por favor. 
El taxista lo llevó hasta allí y en pocos minutos estaba en uno de los extremos de la calle. 
+Gracias. 
Yongguk extendió un fajo de billetes al taxista y salió del automóvil, comenzando a recorrer la calle mirando en todos los rincones. No entendía cómo nadie había ayudado a su niño, si estaba en medio de la calle. Corrió por la calle mirando en todas las puertas de las tiendas y los callejones hasta que a lo lejos lo vio. Era su Zelo, pero estaba prácticamente irreconocible. Se encontraba tirado en medio del suelo con el móvil en la mano, hecho añicos. Su cara se encontraba llena de hematomas, le sangraban la nariz y la boca en gran manera y tenía los ojos cerrados, desmayado. Yongguk corrió con todas sus fuerzas hacia él, se tiró al suelo y lo agitó desesperadamente. 
+Zelo!! Zelo despierta!! Zelo por dios...

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