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Dinastía Joseon por AquaDreams

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Notas del fanfic:

Taemin es mayor, 23 años.


Kibum es Menor 18-19. 


 

Notas del capitulo:

~ Lo escribí hace unas semanas, pero hoy pude terminarlo.

 Nos remontamos en el año 1910 en la dinastía Joseon. Él es un príncipe sumamente frío, egocéntrico y narcisista, no le echamos la culpa, él fue criado de esa forma y no puede revertirlo porque esa es la imagen que tiene de sus familiares.

— Señorito Lee Taemin —. Dijo una mujer de cabello negro como un ágata. Mientras hacía una reverencia completa, con su cabeza recostada en el suelo.

— ¿Qué sucede? — Habló en un tono despectivo, pero no iba a usar su mejor vocabulario con su empleada.

— Sus posibles kisaeng están en la sala principal — Aviso mientras seguía en esa pose mostrándole su lealtad a su superior.

— ¿Y mis padres? — Preguntó él, mirándola desde su alto sofá.

— Están con los guerreros, están tratando de hacer cambiar de opinión al imperio japonés, pero parece que no llegan a un acuerdo.

— Está bien, vamos… — Dijo parándose y acomodando su hanbok color azul marino. Una vez su sirvienta se paró la siguió a una distancia prudente, por no decir demasiado alejada.

— Están ahí — Menciono la mujer mientras agachaba la cabeza y abría la puerta corrediza, dejando ver a seis muchachas uniformadas, de rodillas sobre el suelo de madera que cubría esos metros cuadrados. Anna, la muchacha, guío al joven a su asiento, enfrente de estas seis chicas de belleza indescriptible.

— Tan flacuchentas… — Murmuró lo suficientemente fuerte como para que ellas escuchasen. Ninguna levanto su cabeza en ningún momento. — Veremos su resistencia y habilidades — Dijo con desdén. Se levantó en un tonó muy frío obligo a las mujeres levantarse y que fueran al jardín del reino. — Primero, veré cuan habilidosas son, no importa en qué situación se encuentren, deben ser buenas para todo. — Añadió.

Las mujeres fueron colocadas en filas, por edad.

— Veamos… no están tan mal. Anna, dales los juegos de té — Algo muy importante era la hora del té, la cual podía durar mucho en sí, mientras que el príncipe seguía sus charlas con nobles de su puesto social.

Todas tenían una exquisita sincronía, pero había una, la más baja y por ello su belleza se veía opaca, traía sus manos temblando, haciendo que Taemin, el príncipe, se pusiera histérico.

— Tú, maldita inservible… deja eso — Añadió con furia mientras señalaba a la muchacha— No la quiero aquí — Señaló a sus demás sirvientes, Tao y Luhan, dos nobles chinos que luego de que el imperio chino Xi hubiera sido revocado y por ello caído a una baja posición social fueron vendidos como ciervos encargados de velar su protección al igual que acatar sus órdenes, si uno no cumplía con lo mandado o si el príncipe era lastimado ellos eran sacrificados para ser sucedidos por otros.

Ambos muchachos tomaron de los brazos a la mujer, sin cuidado alguno, sacándola del predio de la familia Lee.

El suspiró molesto, aburriéndose de las pruebas a las cuales esas mujeres pasaban sin problema.

De las seis quedaron cuatro.

Pero ninguna le convencía, eran bellas, pero su posición baja las hacía menos que la basura.

— Anna, llévalas al cobertizo… — Añadió echando una mirada fría— Quiero ver si su resistencia es suficiente como para pasar la noche ahí, desnudas, en el completo frío.

Las mujeres palidecieron pero si ese era su prueban harían lo posible para que las eligieran, o comprarán.

 

Al día siguiente, Taemin estaba en una de sus normales visitas por el pueblo, estaba sentado en una gran silla en el centro de la villa. Mirando como mujeres, asquerosas según el, hacían su vida cotidiana, haciendo compras y velando por sus maridos. Como era obvio, algunas nobles, hijas de reyes habían ido a hacerle una visita, pero solo por una cosa…

Para ganarse su corazón y ser su esposa, aunque sea por simple interés.

Dos bonitas princesas, hermanas, se acercaron a él, ambas con una belleza superior y anhelando ser suya, pero ninguna llegaría ni siquiera a sus talones, por más que quisieran. Él sonrió con superioridad al verlas haciendo una gran venia frente a él, la gran voluntad. Bostezó aburrido de que siempre sucediera lo mismo cuando saliera de su reino. Mujeres se avecinaban hacía el sin ningún tipo de pensamiento sobre lo que Taemin pensaba sobre ellas:

Unas simples inservibles que necesitan a alguien para mantener su estatus.

Pero él simplemente dejaba de pensar en ello y les sonreía amistosamente después de todo el si pertenecía a un rango de estatus sobre elevado al de ellas y debía ser ejemplo a seguir.

— Jessica… Krystal — Dijo ante una hermosa sonrisa, escondiendo sus verdaderos pensamientos. — ¿Qué hacen por aquí?

— Oh, hemos oído que tendrás otra kisaeng… dinos ¿Cómo va eso? — Preguntaron mientras se arrodillaban frente a la gran deidad.

— Normal, están en el cobertizo.

— Señor, las mujeres están aquí — Menciono Anna mientras llevaba a las mujeres al frío y sucio suelo. — ¿A quién elije?

Se quedó pensando, las cuatro muchachas eran bonitas y habían sobrevivido, por lo que decía que eran fuertes pero… cuando estaba por hacer una elección vio un bonito rostro en la panadería a unos diez metros suyos.

— ¿Quién es esa, Anna? — Preguntó sin poder despegar el rostro de esa mujer.

— Es él, señor, se llama Kim Kibum y es el hijo del panadero — Murmuró la mujer confundida.

— Lo quiero a él.

— Pero es un hombre señor…

— Y tu una imbécil y aun te tengo, así que cállate y ve por él. No importa si se niega, lo quiero… — Miró con suficiencia — Y ustedes… lárguense, no las quiero ver, dan asco— Dijo por las cuatro mujeres quien ante la confusión se marcharon.

— Pero Tae… No puedes juntarte con esa bajeza — Dijo Jessica.

— ¿Acaso me dijiste Tae? ¿No sabes rendir respeto a tus superiores?

— Yo… L-lo siento — Murmuró avergonzada.

— Váyanse ustedes dos igual, no quiero volver a verlas hasta que yo lo diga — Impuso.

 

 

— Le daré un millón de monedas de oro, es lo que puedo ofrecerle por su hijo— Dijo el pelinegro de mirada profunda, con un gran delineado en sus ojos.

— Mi hijo no está a la venta, señor — Dijo el hombre haciendo una venia.

— Pero… podría estarlo — Murmuro impaciente — Sino quiere que su maldita panadería quede en cenizas debería considerarlo ¿no cree?

— ¡Usted no haría algo como eso!

— ¿Acaso no sabes que sucedió con la costurera de dos calles?

El hombre palideció

— No puedo, es mi único hijo…

— Con más razón lo quiero, aunque su estatus sea de por bajo de mí, lo quiero y usted, escúcheme bien, usted no puede hacer nada al respecto. Soy su superior ¿entendió? Si no acepta por las buenas será por las malas.

— Está bien, está bien…

— Así me gusta. Un gusto hacer tratos con usted señor Kim. Anna, lleva al chico al reino y prepáralo. ¿Entendido?

— Si, mi señor

 

 

 

— ¿Cómo es tu nombre, cariño? — Menciono la anciana, una costurera de la familia.

— Soy Kim Kibum… — Dijo desanimado, su burbujeante mirada se había apagado después de recibir la noticia que sería la kisaeng del príncipe, sucesor del rey, Lee Taemin.

— No pongas esa cara larga, vamos… el príncipe es alguien bueno cuando quiere, muy dulce y amigable… solo trata de no hacerlo enojar ¿sí? Como no fuiste criado para esto debes tener en cuenta que tendrás un vigila, por si intentas escapar, no lo hagas, mi nieta lo intento hacer y ahora… debe estar en algún lugar de ese frío y horripilante calabozo.

— ¿Calabozo?

— Si cariño, no quiero que haya más gente allí así que, por tu bien, no lo hagas enojar y haz todo lo que él te diga. Si quiere té tú se lo das, si quiere un masaje se lo das, si quiere pasear debes ir con el si te lo pide y recuerda… siempre mantente a una distancia prudente y por detrás ni se te ocurra ir delante de él. — Advirtió— Tampoco puedes dormir más de cuatro horas y tu lugar de descanso es los pies de la cama del príncipe.

— ¿El suelo?

— Eso me temo — Dijo mientras terminaba de acomodar el hanbok— Bueno Kibum ah, puedes irte, él te está esperando en la salida. Cuando lo veas saluda cordialmente y una reverencia— Sonrió amigablemente.

— Muchas gracias señora…

— Oh MinHye — Menciono la mujer sonriente.

— Entonces, gracias MinHye sshi — Dijo haciendo una venia y deslizándose por el corredizo de piso de madera.

Una vez vio a su superior dio una pequeña sonrisa, hizo una venía y dijo:

— ¡Buen día, señor!

— Mírame — Ordeno y este acató. — ¿Qué edad tienes?— Preguntó abrazándole por la cintura.

— T-tengo 18 s-señor… — Se había asustado, y por un lado un creciente sentimiento de vergüenza llenó su interior provocándole un pequeño sonrojo que no paso des adverertido ante los ojos de Taemin.

— Bien, tienes tiempo aún… — Dijo soltándolo y regalándole una bonita sonrisa, los ojos de Kibum mostraban sorpresa, no creía que ese rostro tan inexpresivo pudiera dar una sonrisa tan brillante como esa. — Conocerás a quienes debes tratar como tus propios superiores, son nobles así que cuidado como les tratas — Dijo mientras empezaba a camina, Kibum le siguió a paso lento y a una distancia prudente.

Entraron a una sala dónde había tres chicos de carismáticas sonrisas.

— Él es Jinki, el hijo del imperial budista. — Señalo a un muchacho de vista amigable — Este de aquí es Jonghyun, hijo del sacerdote de la familia. — Su dedo se dirigió a un chico de piel canela y vista de cachorro. — Y por último, este de aquí es Minho, mi primo e hijo del Rey Minwoo del imperio Choi.

Kibum hizo una venia.

— ¿Quién es ella? — Preguntó Jonghyun

— Es Kibum — Dijo manteniendo una mirada seria, incomparable a la sonrisa que hacía minutos había puesto. — Es mí kisaeng.

Kibum se sentó en una esquina, mirando a la nada, manteniéndose al filo de escuchar conversaciones ajenas. Todo aquello se le hacía tan complejo, ir como faldero del príncipe, pero que iba a hacer si hacía algo seguramente le deparaba un mal futuro. Respiraba tranquilamente, sin querer largar ningún suspiro de molestia, pues estar sentado sobre sus piernas no era muy cómodo y después de que se les hubieran dormido las extremidades ahora le dolían.

 

 

 

— Lávame la espalda, Kibum — Dijo él mientras se acomodaba en un taburete de madera, cubriendo sus partes nobles con una toalla.

— Sí, señor — Menciono un poco avergonzado. Camino lentamente hasta él, con cuidado de no tirar nada y tomo un poco de jabón, haciendo espuma entre sus manos y pasándola por la gran espalda de su superior, notando unos simpáticos lunares en la parte de la columna. Sonrió y procedió con su trabajo. Arrodillado, seguía lavando la ancha espalda con un color tostado tan bonito.

— Detente. — Dijo el mayor — Enjuágala.

— Sí, señor.

 

 

— Bien, ¿para que eres bueno? — Preguntó el muchacho de cabello negro mientras se ponía un pantalón de dormir de tela gruesa.

— Mi padre es pastelero, soy bueno en eso.

— ¿En cocinar? — Dijo en tono burlón. — ¿En nada más?

— Se redactar y escribir poesías.

— Eso me gusta. Pero… deberías aprender algo que es primordial para hacer a tu superior feliz. Solo porque eres tú tienes esta exclusividad.

— ¿Qué puedo hacer para hacerlo feliz, señor? — Dijo mirándolo expectante. El de cabello azabache le miro desde arriba y sonrió de lado.

De pronto… lo abrazó por su pequeña y estrecha cintura mientras se relamía los labios. Lo tomo entre sus brazos y sin cuido alguno lo tiro sobre ese gran colchón.

Acarició las piernas del rubio, las cuales quedaron descubiertas porque su hanbok se había desacomodado por la brusquedad del otro. Ahora traía un hanbok blanco y no tan aparatoso, era similar a una bata de baño pero con una tela más fina.

— ¿S-señor? — Pregunto incomodo mirándolo fijamente.

— Debes saber que esto me hace feliz ¿no es así?

El otro asintió asustado, era obvio, era su primera vez después de todo, la primera vez que mantenía contacto con un hombre que no fuese su padre, la primera vez que alguien le tocaba de esa forma… se sentía asustada y no tardo mucho para empezar a temblar.

— Hueles de maravilla Kibum… — Su nariz se había pegado al cuello del níveo era tan la suavidad que quiso probarlo— ¿Sabrás igual de bien? — Sus labios se pegaron al cuello de este, dejando pequeños besos y lamidas, algunos mordidas también. Sintió como el pequeño empezó a temblar y eso le enfureció.

Levanto su rostro y notó las pequeñas lágrimas de Kibum, aunque tuviera los ojos cerrados y mordiendo su labio inferior notaba que estaba asustado. A él le gustó Kibum desde que lo vio, sino fuera por eso lo hubiera hecho contra su voluntad. Pero no quería que Kibum se creyera cosas que no eran por lo que dijo:

— Está bien… no tengas miedo. No lo haré porque es tu primera vez aquí y eres menor. — Bufó— ¿Cuándo cumples los diecinueve?

— En dos semanas — Dijo tartamudeando un poco.

— Bien, prepárate mental y físicamente para ello.

Kibum asintió.

 

 

 

— Por más que sean nobles, no importa que sean mis amigos, no le des el consentimiento de nada ¿Me entiendes? — Dijo severo, el más bajo asintió temeroso y entro en ese cuarto.

— Taemin, Kibummie — Dijo Jonghyun amistoso.

 

 

La mañana había pasado sumamente lenta, pero aun así llegando una templada tarde. Taemin y los nobles estaban sentados en unos bloques de madera mirando las colinas nevadas a lo lejos. Mientras que él, simplemente estaba ahí sin despegar su mirada de Taemin.

— Onew, cuida a Kibum mientras acompaño a estos dos a su carruaje.

— Descuida, lo vigilaré de cerca — Sonrió mientras parecía que sus ojos desaparecían.

— Y Kibum, recuerda lo que te dije esta mañana. — Le susurró en el oído.

— Sí, señor

 

¿Esa mañana? ¿Qué había dicho esa mañana?

Ellos no son de fiar.

Pero… si eran sus amigos, seguramente era uno de esos superiores que se pasaban de posesivos, aunque era raro ver unos así.

— Dime… ¿Acaso sucedió algo ayer en la noche? — Pregunto Jinki, mirándole con una ceja enarcada.

— N-no sé de qué me hablas— Murmuró tímido.

— Vamos… todas las primeras noches del superior y su kisaeng es unirse en uno, relaciones sexuales.

— N-no… — Sus mejillas se habían teñido de un rojo fuerte.

— Vaya, vaya… quien pensaría eso de Lee Taemin

— ¿Eh?

— ¿No lo sabes? — Sonrió de lado, quien diría que esa persona con sonrisa brillante era una vil careta. — Taemin es conocido como… quien abuso de más de sus propias kisaengs, por eso… no te confíes en el.

Kibum palideció.

— Es verdad. Pero… podrías venir conmigo y no correrás peligro, yo te protegeré — Dijo llevando su mano a la barbilla de Kibum mientras que este simplemente no podía hacer nada, miraba asustado al castaño mientras que este se acercaba más  a su rostro, pegando su cuerpo al suyo y el sin poder hacer nada, indefenso ante los fuertes brazos de ese noble. Quiso replicar  y gritar, pero estaría mal buscar ayuda cuando sabe su posición.

Estaba a punto de besarlo y él no quería eso.

Cerró sus ojos fuertemente, solo esperando que lo que estuviera que pasar pasara.

¡POWN!

Abrió sus ojos rápidamente luego de oír ese sonido, y vio a Taemin frente suyo, y Onew en el suelo.

— ¿Qué te dije?

— Y-yo… l-lo siento — Agacho la mirada.

— No importa… ¿estás bien?

— Si… gracias.

— Tao, no lo quiero ver más por estos lugares. Asegúrate de darle su merecido, si alguien te dice algo dile que yo te mande y si no te creen ven rápidamente hasta mí.

— Sí, señor.

 

 

 

La noche había caído apaciguado cualquier luz, dejando ver las brillantes estrellas sobre el gran firmamento que estaba sobre ellos. Cerró la puerta corrediza dejándola lo suficientemente abierta como para que un poco de luz de la luna entrara.

— Estás extraño desde la tarde ¿Qué pasa?

— N-no es nada, señor — Sonrió desganado.

— ¿no es nada? ¿Seguro? ¿Qué te dijo Onew? — Preguntó — Soy tu superior, dímelo.

— Dijo que… — Dudó — Que usted… — Empezó a temblar, por un momento deseo que aquello fuese falso — usted… abuso de sus antiguas… kisaengs

— ¿Él te dijo eso? — Preguntó mirando hacía la ventana próxima. Kibum asintió temeroso de la respuesta— A partir de ahora, no tienes de que preocuparte ¿eh? Mi pasado es mío y no le incumbe a nadie. Ahora, solo me escucharás a mí, serás sordo ante otras personas que no sea yo.  ¿Entendido?

— Sí, señor.

 

 

Taemin estaba viendo como el señor Jung estaba haciendo una venia delante de él y al lado su hija Jessica.

— Está bien, acepto sus disculpas. Jessica, hablemos.

— ¿Eh? Si, está bien — Sonrió la muchacha.

— Bien, hija, iré con tu madre, dejaré tu carruaje afuera. Siwon te llevará.

— Si, padre.

Taemin camino hasta su cuarto con la muchacha y Kibum detrás.

— Kibum, espera aquí ¿sí? — Dijo el sonriendo, Kibum asintió, la puerta se cerró enfrente de él. Suspiró y se sentó a un lado de la puerta.

No había razón por la cual debía sentirse mal ¿no? Solo era una kisaeng, una más de las tantas que el príncipe había tenido. Aunque no era su culpa sentirse así de mal, era culpa de su superior, por hacerle sentir tan a gusto y especial, como si el mayor sintiera algo por él, pero… le clavo un puñal en la espalda, si se podría decir.

Aun que era imaginación suya.

No tenía por qué sentirse traicionado.

Era un idiota, un completo idiota.

Estaba durmiéndose, cuando antes de darse cuenta la puerta fue abierta y con ella la muchacha se iba, luego de darle una mirada despectiva, llena de burla y asco hacía su persona. El solo inclino la cabeza.

— Que tenga un buen día — Dijo Kibum mientras intentaba no quebrar y que su voz sonase de lo más normal.

— Kibum, ven aquí — Habló Taemin, abrió la puerta corrediza y camino unos cuatro metros hasta llegar a la habitación del mayor. No supo que había pasado ahí dentro, pues las paredes estaban lo suficientemente bien hechas como para que el no haya podido oír nada. Entro al cuarto y vio a Taemin sentado en el suelo, encima de un almohadón.

— ¿Qué pasa señor?

— Siéntate aquí — Señalo sus piernas, Kibum acató aquello e hizo lo ordenado. Camino lentamente y se sentó delicadamente sobre las piernas de su superior. Taemin le sostuvo fuertemente por la cintura y pegó su cabeza al pecho de Kibum, aspirando su dulce aroma.

— ¿Le sucede algo, señor? — Pregunto sintiéndose incomodo ante la acción de Taemin.

— No, solo… quédate un rato así. 

Taemin subió su mirada, sus ojos de color miel, pero aun así era tan profunda y ese delineado en color negro resaltaba la profundidad y misterio que ese hombre emanaba.

El pelinegro sonrió y llevó sus labios a lo de Kibum, dando un pequeño masaje, inocente y dulce.

Kibum no me movió ni un centímetro, le sorprendió esa acción del contrario, pero se sintió demasiado tranquilo, sin saber muy bien porque y de qué.

 

 

 

— Feliz cumpleaños Kibum — Dijo Taemin abrazándolo por la espalda y dejando besos en su cuello, la obscuridad reinaba la habitación a no ser por unas velas. El mayor se tomó la libertad de empezar a deslizar el hanbok blanco que Kibum llevaba, dejando besos en sus hombros y espalda, sostuvo la tela en la cintura del más bajo, sin permitir de que se cayera por completo y se dedicó a besar y acariciar su cuello, hombros y espalda. Dejaba caricias en los blancos brazos, sin ninguna imperfección visible.

— Señor, ah… — Gimió, cuando sintió la visible erección de Taemin contra su trasero.

— Por un momento deja de decirme señor… no soy tan viejo y creo que deberías decirme Taemin, después de todo es mi nombre, Bummie — Murmuró en su oído produciendo un escalofríos en el menor.

— Ah, Tae

— Así me gusta.

Taemin se encargó de desnudar completamente a Bum, mientras empezaba a acariciarle entero. El más bajo empezaba a suspirar ante las atentas manos de Taemin, no sentía miedo, solo sabía que quería que Taemin le hiciese suyo, hasta el amanecer si era posible.

El pelinegro lo volteo lentamente, pegándose a su pecho y uniendo sus labios, Kibum abrazó a Taemin por el cuello y sintió las manos del mayor en su trasero, impulsándolo a colgarse. Taemin le llevo hasta el colchón cercano, y se puso entre sus piernas. Siguió besándolo.

Ambos estaban desnudos, abrazándose y acariciándose entre sí, sus suspiros no se hacían de desear y sucumbían la noche al igual que leves gemidos.

— Tae, ah… por favor — Rogó

El mayor empezó a jugar con sus pezones, cuales estaban muy sensibles ante el toque, le empezaba a gusta aquello, no sabía cómo era que su cuerpo podía elevar tanta temperatura y sentirse tan bien. Luego de torturarle un rato, llevo dos dedos para que el menor lamiera sus dedos, cuando vio que estaban lo suficientemente mojados bajo sus dedos hasta el virginal pasaje de Kibum.

Fue introduciendo un dedo lentamente, notando como el rubio empezaba a tensarse alrededor de su dedo, le sostenía fuertemente de la mano libre, por la fuerza ejercida notaba que le dolía mucho.

— Ah, Tae… — Se quejó cuando el contrario había empezado a mover el dedo en su interior.

— Tranquilo, si no hago esto te dolerá más y, quiero que sepas, que no quiero lastimarte. — Dijo en un tono demasiado dulce y embriagador. Kibum soporto, no solo por él sino por Taemin. Introdujo otro dedo, viendo la mueca de dolor que el otro generaba, le beso el rostro lentamente para que al menos se distrajera. — ¿Cómo se siente?

— Raro… mmm… ah, ah… se está… s-sintiendo bi-bien — Musitó con un leve gemido.

Cuando vio que el interior del contrario estaba lo suficientemente estirado retiro sus dedos obteniendo un quejido por parte de Kibum.

— Voy a entrar, dime si te duele. — Avisó Taemin mientras perfilaba su miembro en el ano de Kibum e iba presionando para introducirse lentamente en ese cálido y estrecho interior.

— Ah, Tae ¡Duele! — Empezó a ladear su cabeza de un lado a otro, intentando contener las lágrimas, algo que fue imposible.

Taemin se mantuvo quieto, mientras empezaba a moverse lentamente, bajo su mirada viendo como el otro sangraba, palideció.

— Tranquilo… — Le tranquilizo el otro — Es normal, soy virgen después de todo, no te preocupes. — Le regaló una abrazadora sonrisa.

— ¿Enserio está bien?

— Si, es normal… como dije. Vamos, muévase, por favor.

Taemin había empezado a moverse lentamente en el profundo y estrangulaste interior de Kibum. Oh, se sentía de maravilla. Kibum empezaba a disfrutarlo al igual que Taemin y parecía no poder acallar sus gemidos y no es como que aquello le molestara a Taemin, de echo le gustaba, le fascinaba ser el quien escuchará esos deliciosos gemidos, y más saber que él era quien los producía con un simple movimiento de pelvis.

— Ahh, ah… ¡Se siente bien! Ah, señor…

— Tae, dime… Taemin, por favor — Gruño extasiado.

— Mmm, Tae… me encanta, más, más por favor — Rogó mientras sostenía fuertemente las sábanas bajo su cuerpo. — Más fuerte…

— Ah, puedo hacerte daño.

— No, no importa… por favor.

 

 

 

— Te amo

Murmuró Taemin una vez terminaron y Kibum había caído dormido, por primera vez desde que llego, en una cómoda cama.

 

El cálido sol daba contra sus cuerpos desnudos, cubiertos por una fina sabana, el olor a lo que había sucedido en la noche anterior.  

Taemin se despertó observando el rostro de Kibum, su cabello desparramado por su rostro, ese bonito lunar en su clavícula le hacía querer besarlo. Llevó sus manos a las mejillas sonrosadas y sonrió como un idiota, sabía que el amor llegaba cuando y con quien menos lo esperaba… pero no creía que iba a ser con el hijo de un panadero.

Kibum se despertó ante la atenta mirada de Taemin, quien le sonrió, solo le limito a imitarlo y antes de darse cuenta los labios de Taemin masajeaban los suyos en un furtivo beso de pequeño picos que les dejaban con ganas de más.

 

 

La muchacha de cabello rizado pasea por los corredores, hasta buscar al príncipe. Krystal de dedica a tararear una canción mientras abre la puerta lentamente, sus ojos se abren en un gran impacto al ver lo que sucedía en el interior de la habitación del príncipe.

Un superior y un inferior.

En la cama

Besándose

El príncipe Lee y su Kisaeng Kibum.

Diciéndose palabras melosas y de amor.

Corrió de la sala, hasta dónde estaba la madre de Taemin, quien había llegado hace unos días, espantada y entre tartamudeos le dijo lo que pasaba, aún que la mujer no entendiera.

 

El sonido de los zapatos retumbaba en los suelos de madera.

 

La puerta es abierta bruscamente mientras ellos dos seguían en la cama.

 

 

— ¡Madre! — Grito Taemin enojado — ¡No puedes hacer tu santa voluntad! — Dijo abrazándose al cuerpo sollozante.

 

 

Cuando la mujer vio esa escena, y con un hombre principalmente, sabiendo que su hijo iría enserio le dio unos trapos a Kibum y lo arrastro hasta la sala principal. Tomándole del cabello y tirándolo al suelo.

— S-señora… — Dijo el asustado.

— ¡Cállate perra! — Se enfureció golpeándolo con una vara de cuero. — ¿Acaso estás aquí para revolcarte con mi hijo? — Dijo furiosa, sin importarle que muchos de los empleados estuvieran ahí. Kibum sintió más humillación que nunca.

— N-no es así… déjeme explicarle

La mujer mando a dos hombres sostenerlo de los brazos.

— Cállate — Volvió a golpearlo — Me das asco maldita prostituta, un hombre… y encima diciendo esas cosas, deberías entender tu maldita posición. No quiero que te juntes con mi hijo.

Le dio una cachetada.

De pronto esos hombres no lo sostenían más y sintió unos brazos cálidos.

— ¡Madre! — Grito Taemin enojado — ¡No puedes hacer tu santa voluntad! — Dijo abrazándose al cuerpo sollozante.

— ¡Tu cállate!

— No, tu cállate ¿Qué pasa? ¿Tienes miedo? ¿Miedo de que todo se repita? ¿De que todos se enteren que papá te engañaba con su Kisaeng?

— Cállate.

— ¿Por qué debería de hacerlo? Tu estatus es basura, no eres más que eso.

— Tú — señalo a Kibum — Estas desterrado del pueblo.

— ¿Qué está pasando aquí? — Menciono el hombre de barba gris — Taeyeon ¿Qué haces?

— Tu hijo, tu hijo se revolcó con este pobretón.

El hombre rio irónico.

— Tú lo eras… así que cállate. Deja que nuestro hijo haga lo que quiera.

 

 

 

 

— ¡Taemin! Tus padres, ellos, se enojaran, te buscaran y… perderás tu nobleza.

— No me importa, vámonos… lejos de ellos, haciendo nuestro propio reino, en un lugar mejor.

 

 

Notas finales:

Espero les haya gustado. Dejen su rw si les gustó.


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