Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Recambio por Kristy

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

 

Este oneshot se me ocurrió este verano, mientras estalló el “escándalo”  de la novia de L.

Entre una cosa y otra, el otro día me di cuenta que no lo había publicado así que... ¡aquí lo tenéis!

Está situado antes del escándalo y por supuesto de la partida de la gira mundial de Infinite. Evidentemente, aunque trataron de taparlo, está claro que si tenía novia los compañeros debían saberlo… ¿Cómo se sintió su superamigo Sungyeol al respecto? Y este fue el resultado. El presente está en letra normal y los saltos temporales en cursiva, para que no se pierda nadie.

Gimió.

En medio de la oscuridad de aquella habitación, solo iluminada por la luz potente de las farolas de la calle, dos cuerpos se retorcían sobre aquella cama deshecha.

Sungyeol  se detuvo un segundo, levantando la vista de aquel pezón duro y estimulado, arrugado y oscuro, calibrando la agitada respiración del hombre que tenía dominado bajo su cuerpo.

Sacó la lengua, húmeda, y agachó la cabeza, para recorrer con la punta de la misma la distancia entre el pezón izquierdo, ahora mojado, hasta el otro pezón que permanecía expectante, mientras sentía el subir y bajar de la caja torácica del contrario. Cerró los ojos.

 

- Sungyeol… ¿puedo confesarte algo?

La cara de L estaba ruborizada, lo cual  era extraño, y tenía una expresión radiante en su normalmente cínico rostro (su gesto normal, cuando no tenía que poner su pose seria como visual). Habían estado ensayando durante horas, como locos poseídos, para preparar las diferentes actuaciones de la gira a nivel mundial que tenían previsto iniciar dentro de un mes. Estaban agotados, nerviosos y expectantes ante los meses que se avecinaban. Pero, por otra parte, no podían estar más orgullosos e ilusionados al respecto. ¡Una gira mundial de verdad y que no abarcara solo Asia! ¡El sueño de cualquier artista de K-pop! Ya podían considerarse artistas respetados de verdad.

Asintió, ignorante, bebiendo a sorbos un poco de aquella bebida isotónica que tenía que beber, tras haberle prohibido el médico tomar tantos cafés al día.

- Me gusta.

Sungyeol levantó una ceja, interrogante. ¿Eh? ¿Qué le gustaba a Myungsoo? ¿El qué? Lo vio carraspear, inseguro, y dubitativo. Eso le puso en alerta.

- Ella. 

 

Un gemido más fuerte escapó de aquella garganta, cuando la lengua de Sungyeol bajó hasta su ombligo, mientras sus dedos “retorcían” los pezones.

- ¡Joder! -Yeollie esbozó una extraña media sonrisa, al escuchar aquella voz. Le había pedido que se estuviese callado, pero comprendía que, bajo algunas circunstancias, evidentemente no se podía cumplir. Dio otro lametón al ombligo y se separó, irguiéndose. El pene del hombre ya estaba erguido y turgente. Su cuerpo temblaba de excitación y expectación. Sin moverse, miró a sus ojos, marrones y oscuros de placer, y a aquellos finos labios todavía enrojecidos, del anterior ataque de besos que se habían dado, después de desnudarse enteros.

- Date la vuelta.

Su voz sonó extraña, grave y demasiado seria. El joven moreno, de piel clara, le miró con curiosidad y comenzó a girar sobre sí mismo, hasta quedar completamente boca abajo. Las manos de Sungyeol bajaron hasta agarrar su cadera y lo empujo hacia arriba con suavidad, hasta que el otro entendió cuál era la postura que buscaba: a cuatro patas, como un perrito. Cuando lo situó en la altura que deseaba, soltó la mano derecha y se la llevó a su propio pene. Despacio, subió y bajó por su extensión, todavía no erecta del todo, dejando un par de veces el pulgar en la punta, presionando ligeramente sobre su líquido preseminal. Fue su turno de jadear.

- No te toques hasta que yo te lo diga.

Escuchó un gruñido por parte del contrario, que no dijo nada. Lo vio recolocarse, para apoyarse sobre sus antebrazos, apoyando su frente contra el colchón. Mejor.

 

Doyeon era la novia de Myungsoo. La que le gustaba. Con la que salía cuando tenían tiempo libre. Sungyeol había sido el último miembro del grupo en enterarse. Esa muñeca artificial. Una mujer cuya única profesión era ser “mona”. La que le iba a joder la vida y la del grupo. Seguro. Sungyeol nunca fallaba en sus pronósticos.

- ¿Quién es ella?

- Kim Doyeon.

Aquella estúpida sonrisa de enamorado, que había querido borrarla de un plumazo, apareció en su estúpida cara. Miró a su amigo en silencio un rato, sin saber qué decir.

-Um…  ¿Felicidades?

- ¡Quiero que la conozcas! –Se le tiró encima, meloso.

¿Qué la conociera? ¡¿A esa hija de puta?! ¿En qué cojones estaba pensando su mejor amigo? ¡¿En qué?!

- Vale.

 

Dio una palmada, que sonó más que dolió, en uno de los redondos glúteos que tenía a su disposición. Sin mucha contemplación separó ambos, dejando al descubierto ese agujerito que dentro de poco tendría que penetrar. Demasiado estrecho. Estaba demasiado tenso.

- Mastúrbate. Pero muy, muy despacio. No quiero que te vengas antes de tiempo.

El otro hizo lo que se le ordenó, mientras el vocalista de Infinite acercó su rostro a su culo, sacando su lengua de nuevo. Rozó el perineo en un contacto lento y suave, presionando, hasta llegar a la parte trasera de los testículos, “mordiendo” el escroto. Sintió un par de tirones, casi desestabilizándose, hasta el punto que le tuvo que sujetar por las piernas.

- Dime que no te has corrido.

- No.

Pero estaba muy cerca, lo sabía por la respiración errática que tenía y el tono de voz estrangulado con el que había hablado. Se volvió a separar.  Se bajó de la cama y se fue hasta la mesilla. La caja de condones estaba abierta, junto con el bote de lubricante. Cogió un condón, agarró el lubricante, abrió la tapa mientras sujetaba el condón entre sus labios, dirigiéndose de nuevo a la cama, avanzando sobre sus rodillas y echando el líquido resbaladizo en la palma de sus manos. Con las manos pringadas, comenzó a hacer círculos sobre los músculos externos del ano, notando cómo se iban relajando. Dejó caer el preservativo que aún tenía sujeto con los labios sobre el colchón y masculló.

- No te muevas.

Otro gruñido de respuesta.

 

- ¡Dime! ¡Qué te ha parecido!

Yeollie intentaba tragar aquel trozo de pizza, sin atragantarse. La chica en cuestión se había ido al baño, a hacer dios sabe qué, mientras Myungsoo parecía que iba a brincar, chillar y colgar un letrero gigante de “ESTOY SALIENDO CON ELLA”. Estúpido Myungsoo. ¡IMBÉCIL!

- No está mal.

Sus pequeños ojos oscuros brillaron con intensidad y aquel nuevo comportamiento casi subnormal de L, como si estuviera drogado con la felicidad, estalló en un grito que a duras penas contuvo. El más alto se volvió a servir más Soju. Era ya la tercera botella que se tomaba.

- ¿Qué pasa, tío? ¿Por qué bebes tanto? Venga, que si no te pierdes la fiesta

Asintió. ¿Qué le iba a decir? ¿Qué se estaba poniendo ciego de alcohol para no agarrar a esa zorra y arrancarle esa melenaza de cuajo? ¿Qué estaba a punto de morirse de celos porque él era feliz y no podía serlo con él?

- Ya estoy, cariño.

Ahí estaba, su irritante voz. Sus suaves y estudiados movimientos corporales, todos diseñados para ser “contemplada” mientras se exhibía y se pavoneaba como si fuera un pavo real. Era una lástima que los mencionados animalitos no fueran capaces de hablar, porque estaba convencido que harían una manifestación a favor de sus derechos de imagen.

Consiguió tragar el último trozo de pizza. Le sobrevino una arcada. Agarró el vaso de soju y tragó de un bloque, en un vano intento de controlar su asco, de controlarse.

- ¿Seguro que estás bien?

Sintiéndose un hipócrita de primera y bajo la asquerosa vista de aquella insoportable muñeca, Sungyeol asintió.

- Venga, os invito… pareja.

 

Otro gruñido. El alto no se detuvo en su acción. Sacó los tres dedos calientes y escurridizos y se limpió con la sábana arrugada que tenía a sus rodillas. Rompió a duras penas el envoltorio del condón con los dedos, atrapó el depósito entre el índice y el pulgar y lo apoyó sobre la cabeza de su pene, deslizándolo hasta el final.

Con sus propias rodillas, separó las rodillas del contrario, que no se había movido de su posición, temblándole ya las piernas por el esfuerzo, obligándole a bajar un poco de altura.  Le parecía un milagro que hubiera aguantado hasta ese punto. Tal vez el dolor inicial de la penetración con los dedos, no había sido lo que se dice muy sutil, había retrasado el momento. Pero eso le daba igual. Había localizado la próstata del chico y pensaba embestir contra ese lugar hasta perder el sentido. Con la mano derecha envolvió la cintura, pegándose a él, mientras su pierna derecha se adelantaba, para envolver la inestable como punto de apoyo.

Y sin aviso alguno, le penetró.

 

La música machacona le taladraba la cabeza. Tal vez no hubiera sido muy buena idea beber soju, pero es que tampoco hubiera resistido a aquella pegajosa pareja durante la cena.

Ahí estaban en la pista, como si fueran dos desconocidos cualquiera, unos ciudadanos anónimos de la gigante metrópoli de Seúl, bailando, besuqueándose, manoseándose, mientras “bailaban” antes sus narices. Sin importarles que les pudieran fotografiar, o la prensa saltar con un escándalo. Ajenos, envueltos en su jodida burbuja de felicidad.

Sungyeol no pudo evitar llorar, sentado y oculto entre las sombras, asqueado de sí mismo, con ganas de morirse y volarse la tapa de los sesos ahí mismo. Vamos, como un dorama con dramático final. Al menos, conseguiría la atención de su amado en el último instante de su vida en el planeta Tierra.

Myungsoo enamorado. Él enamorado de Myungsoo desde el mismo instante que se conocieron. Enamorado de su mejor amigo. Cuando se le declaró, dos años atrás, realmente lo hizo porque malinterpretó por completo todas las acciones de Myungsoo. Pero no le abandonó. Siguió siendo su amigo, dejándole claro que sólo le podría corresponder si por algún extraño giro del destino, se volviese homosexual. Lo había intentado. Dios sabía que lo había intentado. Volverle gay, claro… Pero nada. Ahora tenía que joderse vivo, viendo aquella patética escena ante sus narices. Otra arcada. Hora de ir al baño y vomitar todo ese asco.

Nadie le reconoció entre la oscuridad y su pésimo aspecto. Alcanzó el servicio, abriendo aquella puerta pringosa y buscando el habitáculo donde vomitar hasta el último pedazo de su alma. Lo encontró y vertió todo su estómago. Cuando consiguió estabilizarse sin darle arcadas de nuevo, escuchó un gimoteo irritante. Indeciso, abrió la puerta del compartimento de al lado y se topó con una cara deformada por la angustia y las lágrimas.

Un rostro conocido. Habían coincidido con él varias veces en los stages y en algunos programas. De los cinco miembros de la banda, él era el que mejor le caía, un tipo muy alegre y optimista. ¿Cómo había acabado el miembro de un reputado grupo (por no meterse en líos), en el baño de una de las discotecas más famosas de Seúl, llorando a pleno pulmón, como si se quisiera morir en ese momento?

Ambos hombres se miraron y comprendieron mutuamente el por qué de su lamentable estado. Tristeza, asco, resentimiento, autoflagelación… Demasiado difícil de explicar. Sungyeol se agachó, agarró su bonito rostro (ahora afeado) y lo besó en los labios, sin permiso.

 

El moreno ya no podía dejar de jadear, decir algo que solo resultaban incoherencias,  en medio del sonido del choque de ambos cuerpos, mientras Sungyeol embestía contra su próstata, a veces rápido, a veces lento, sin soltar el férreo agarre de su cadera, moviéndose y cambiando de ángulo en cada embestida.  El alto cerró los ojos, a punto de llorar, porque sabía que no podría llegar al orgasmo (si es que podía alcanzarlo) sin poder imaginar que al que estaba “follándose” era a Myungsoo.

Porque no era Myungsoo.

Pero iba a pensar que sí.

Que el calor y las paredes que le estaban envolviendo mientras penetraba era la del culo de su Myungsoo. Myungsoo jadeando arrítmicamente, temblando, sudando y gritando de placer cada vez que alcanzaba su próstata sin piedad. Cada vez, más fuerte, más violento.

- No… Ah… Ba…

- Córrete cuando quieras.

 

Sungyeol y su afligido acompañante abandonaron la discoteca. El de Infinite no se molestó en despedirse de la parejita. ¿Para qué? Ya le mandaría un mensaje y listos. Si él podía jugar a que era el amiguísimo, Sungyeol también podía jugar a ser el tío guay que ya no estaba enamorado y aprobaba su relación.

Vagaron por las calles, ajenos a las miradas de los demás. Al cabo de un rato, Sungyeol dio con lo que buscaban y necesitaban. O creían necesitar. Un polvo rápido con un “desconocido” que les permitiese seguir adelante sin autodestruirse antes. Era mejor que quedarse ciego de alcohol y al menos desfogabas la rabia. O eso pensaban... Creían... O querían convencerse mutuamente.

La ventaja de aquel motel era que no había recepcionista. Seleccionabas la habitación, pagabas el tiempo que creías que ibas a necesitar, expulsaba una llave y listos para follar. Había otra máquina que expulsaba condones y otra con lubricantes. La leche. Dentro de la habitación, cuya luz ni se molestaron en buscar, empezaron a desnudarse, sin tocarse.

- Preferiría que hablaras lo menos posible, mientras… -Dijo Sungyeol, mientras observaba cómo se quitaba los calzoncillos.

- Yo también. –Le interrumpió, seco, aun acongojado.

-Puedes decir su nombre si quieres. Cuando lo necesites, digo.

Lo vio asentir, inseguro, agachando la cabeza como si fuera un crío y no un hombre que se iba prestar a un acto sexual, un acto de adultos.

- Lo mismo te digo.

Apenas terminó de hablar y atacó sus labios. El beso no fue tierno. Tampoco cariñoso. Fue un beso urgente, violento, rabioso. Con sabor salado, de las lágrimas que aún estaban sin secar cerca de la comisura de su boca, mientras agarraba sus glúteos y lo arrastraba hasta la cama, donde lo dejó caer, sin cuidado alguno.

 

- Ba… ¡BARO!

- Myung…

Todo el cuerpo en tensión, mientras el semen salía disparado contra el colchón, escurriéndose entre los dedos de Sungyeol, que aún le embestía. Sungyeol, ignoró los gritos de Gongchan y dio una última estocada, en la que su mente se dejó ir, mientras su cadera seguía moviéndose, disfrutando de los últimos coletazos del orgasmo, apoyándose en la espalda del otro. No había sido el más intenso, pero le había dejado satisfecho.

 Por ahora.

Despacio, salió del interior de su inesperado compañero de cama, quién se había derrumbado sobre el colchón, ajeno a él, perdido en su mundo. Se quitó el condón, le hizo un nudo y lo tiró al suelo. Ya lo recogería después. Se tumbó al lado del más joven, perdido en sus pensamientos. No hubo abrazos, ni besos.

- Hyung… -Adormilado, apenas escuchó el llamado.

- ¿Sí?

- Gracias. –Su voz sonó triste, apagada y lejana.

¿Gracias, por qué? ¿Por haberle follado? ¿Por haberle usado? Iba a decir algo, cuando el maknae de B1A4 le interrumpió.

- Me preguntaba si… bueno… lo que acaba de pasar… -Sungyeol escuchó mascullar, masticar las palabras, inseguro. Pero sabía que debía hacer algo al respecto.

- ¿Estás intentando preguntar que si puedes llamarme si alguna vez necesitas follar?

Un silencio incómodo se interpuso entre los dos, en aquella habitación impersonal que apestaba a sexo. Gongchan no contestó. Se quedó quieto, sin moverse, con los ojos entrecerrados.

El vocalista de Infinite giró su cabeza, por primera vez y lo contempló. Era hermoso, tenía buen cuerpo y era muy raro verle en esa personalidad tan deprimente. ¿Baro? Recordaba ligeramente sus gimoteos maldiciendo al rapero de B1A4 de camino al motel, diciendo que le había encontrado poniéndole los cuernos con una de las cantantes de A pink, ya ni recordaba el nombre de la susodicha. ¿Tenían esa clase de relación o el maknae también lo había malinterpretado todo como él años atrás? Qué más daba. Los dos estaban jodidos. Muy jodidos. Pero el sexo había estado bien.

- ¿Gongchan?

- ¿Umm?

- Puedes llamarme cuando quieras.

Vio mover su cabeza en lo que entendió que era un asentimiento mudo y se giró, para acercarse a él.  Nunca había estado en esta clase de situación, así que no sabía cómo proceder.  Gongchan pareció dudar un momento y luego se movió despacio, hasta pegarse a él. Así se quedaron, regulando la respiración y sucumbiendo al sueño.

El móvil de Yeollie parpadeó, con ráfagas de luz, desde la mesilla. Con desgana, lo cogió y leyó el mensaje. Era Myungsoo preguntando que dónde estaba, aún en la discoteca. Se quedó mirando la pantalla con ganas de estrellar el móvil contra la pared.  Pero no lo hizo. Le escribió que no se preocupara por él, que había ido “a divertirse”, que se divirtiera con su novia.

Myungsoo ni se molestó en escribirle de vuelta para decirle “pásatelo bien” o algo así.

No. No lo iba a hacer.

Tal vez necesitaba un recambio.

Uno nuevo que le hiciera olvidar al original.

Miró a su lado, al chaval que estaba respirando pausadamente, dormido, y con los ojos hinchados de llorar.

Tal vez Gongchan sería un buen recambio…

Maldito Myungsoo…

Notas finales:

Desde hace tiempo, siempre veo que se saludan cuando coinciden (hay fotos por ahí, igual que las que saluda a Tao, Gongchan digo), por lo que me pareció adecuado. Los shipeo mucho cuando coinciden y se saludan...  Aquí tenemos un Myungyeol frustrado y un bachan frustrado. Pobres…

Me encantaría saber vuestra opinión, así que no dudéis en comentar en reviews :D

¡Espero que os haya gustado porque escribir el lemon me ha costado dios y ayuda! Jajajaja.

Nos leemos.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).