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Nos une la misma luna por Shizu Chan

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Notas del capitulo:

Hola a tod@s... Wohaa si que debo responder reviews :D Así que este resumen será largo... otra vez XD


Primero llegó el de Ener, de quien estoy muy feliz que lea mi fic :D es más, ahora al final de las notas dejaré los links de ciertas cosas que describo que son propios de esa época... y dos imágenes que edité de Jess y Sasha :3


Segundo el de Cris... dejame decirte que amo ese nombre, es más, pensaba ponérselo a Lyod... Pero finalmente quedó Lyod porque voy a usar Cris en otra historia XD No sé si eres chica o chico... pero si eres un fundashi, eres el primero que me lee (que emoción) :_: y si eres chica, pues bienvenida, hermana fushoji :3 Espero que te siga gustando el curso de la historia.


Luego llegó el de Empeoleon... y mira una cosa, mi querida lectora, ya sé que lees yaoi, pero hay quienes leen en su normal dosis, y quienes lo hacen hasta que les cae la baba y les empieza a sangrar la nariz (como es mi caso) XD Así que queda aclarado eso -.- jajajaja... Oye, no te metas con el aroma a fiebre de Jessy, es sólo de él :3 ¿Viste? Koi ni nare es tan *sdjadajsdsajsa* que mata de la ternura...

Damma ♥ Esto lo edité para ti  ♥ Gracias por leer y dejar tus comentarios tan dulce :3 Me das mucho animo ♥ ¡Tu fic me encanta! :D Creo que me enamoré de Christian :Q

Esto lo acabo de añadir para ti, Jazz. Lei tus comentarios de los otros caps y queria que sepas que me alegra muchisimo que te guste la historia y que espero que pronto te pongas a corriente... tardare un oco en actualizar asi llegas :3 si tienes algo para compartirme, si escribes tambien, o si quieres no se recomendarme alguna serie o algo que te guste tw invito a hacerlo nwn Gracias por leer!! si quieres me puedes añadir a facebook, soy "Shizu Chan" ...

Saludos y muchos agradecimientos!!

Capítulo 5



Dejó las llaves sobre la mesilla de la entrada, entre jadeos. Había corrido toda la noche por la ciudad, buscando el automóvil color perlado por doquier, sin resultado alguno. Sus tíos ya se habían ido a dormir, pero antes dejaron la denuncia hecha en el distrito estatal el lugar. De todas formas, no era la primera vez que sucedía. Conocían a Jess y ese espíritu aventurero en él.

Pero Lyod no podía dormir tranquilamente con la idea de que estaba allí fuera, lejos suyo. Se acarició las sienes. Le latían al punto de estallarles.


"Piensa, algo debes recordar del conductor... Algo..."

Recurrió a esos sitios olvidados de su mente, esa mirada fugaz al automóvil... Descubrió que debería ser un Peugeot por la apariencia, que tenía las cubiertas negras... Pero, algo se le escapaba...

" ¡Eso es, el conductor tenía el cabello rubio, de eso estoy seguro!"

Se levantó en medio de la sala, y al caer en la cuenta de sus recuerdos, presionó la mano en un puño.

"Ese bastardo..."









Sentía su respiración tranquila y acompasada sobre la nuca. Era tortuosamente dulce. Se volteó para mirarlo de frente. Era mucho más fácil al verlo dormido, sin esos ojos negros que lo ponían tan incómodo. Le acarició los mechones color ceniza que le caían sobre la frente.


"A veces creo que si no lo toco despacio... podría romperse"

El hombre reaccionó ante su tacto y se inclinó sobre sus dedos. El calor que desprendía su cuerpo desnudo era abrasador, como las llamas de una fogata. Pero guardaba ese tono pálido, ese misterio tan magnánimo que sólo podía poseer la luna. Esa magia indescifrable.

Jess se acercó y a pesar de su bochorno, amagó a besarlo otra vez, pero cuando estuvo a pocos centímetros de su boca, oyó que murmuraba por lo bajo:

—Emily... Emily, no... No te vayas...

Extedió la mano y tomó al muchacho en un abrazo asfixiante contra su pecho. Desde ese ángulo podía observar lo maravillosamente largas que eran sus pestañas, pero Jess apenas tenía noción de todo a su alrededor en ese momento. Sentía un enorme dolor que le comprimía el pecho.

"¿Quién es Emily?"










Aproximadamente a mediados de las horas de la tarde, Jess Owen llegó a su hogar con la cabeza gacha y un fuerte aliento a yuyos caseros. Cuando le preguntaron dónde diablos había pasado la noche, se limitó a fingir ignorancia y observó por el rabillo del ojo que Sasha venía tras él. Sus tíos se quedaron de piedra al verlo, y no se hizo faltar la voz apremiante de Lyod, que corrió a abrazar a Jess.

— ¡Yo sabía que reconocí ese cabello! ¡Ese bastardo violó la inocencia de...!

— ¡L-lyod!—el niño le cubrió la boca para que se callara— E-estás exagerando.

A pesar de su latente irritación, Sasha fingió una cálida sonrisa.

—Siento mucho haberles hecho pasar un mal momento, pero Jess apareció otra vez en mi casa anoche, y no podía traerlo en medio de la noche gélida con lo delicado que se encuentra... Se ha apegado mucho a mí, no lo culpen.

" ¿Qué? Pero si fue un secuestro ¡En mi contra!"

Ante la sorpresa de Jess y su primo, la pareja se mostró muy agradecida con Sasha. Le estrecharon la mano, y tía Mary añadió con los ojos llorosos:

—Ahora que Jessy está tan solo necesita un modelo de padre.

—Oh, no. No estoy tan viejo... Es más bien como un hermano menor para mí—estiró la mano y revolvió los cabellos del castaño, alejándolo adrede de Lyod.

"No sabía que los hermanos pasaban la noche juntos"

Ante su propio pensamiento, Jess se ruborizó y retrocedió unos pasos hasta ir a la cocina, donde sus primitos se atiborraron para darle la bienvenida.

—Alex, la próxima vez llámanos. Estábamos muy preocupados.

—Saben cómo son las líneas allá. Inna las ocupa constantemente—se excusó Sasha, poniendo los ojos en blanco— Pero sepan que él está bien conmigo. Jess no es un niño insensato. Si huye irá con quien confía—añadió la última parte mirando directamente a Lyod, con adrede sorna.

—Yo lo vi sobre un auto. Usted lo rapto.

—Si lo hubiera hecho no lo traeria de vuelta, cariño—rió su madre.

— ¡Yo lo vi!

—Seguramente confundiste las cosas—añadió Sasha, alzándose de hombros.

—Alex es un buen tipo, deja de desvariar, muchacho—finalmente el comentario de Karl fue suficiente para lograr el enfado de Lyod, que se fue refunfuñeando del lugar.—No le hagas caso, está en una edad difícil.

—Sí, yo también la he sobrevivido.

— ¿Quiere tomar algo, profesor?—Sussy se acercó hasta ellos con una sonrisa cortés en su rostro aniñado.

—No, ya me estaba por ir, cariño. Pero gracias de todas formas.

—P-puede quedarse un momento más—murmuró Jess.

Compartieron una larga mirada. Finalmente el rubio soltó un suspiro.

—Supongo que si no lo hago luego vienes en medio de la noche a buscarme...

Ante las risas de sus tíos, el castaño se volvió completamente rojo.

—Ven, Alex. Haré un poco de té.

—Eso suena delicioso, Mary.

Se sentaron alrededor de la pequeña mesa. Karl se puso a comentarle el estado del almacén, las transacciones que guardaba con las grandes industrias, y le pedía consejos para sus inversiones. Sasha escuchaba atentamente, y procuraba darle la más certera visión. Los cautrillizos se mostraban curiosos, oyendo conceptos totalmente desconocidos para ellos.

—Diría por mi parte que rechaces una oferta tan baja, Karl... Oh, Mary, qué amable—tomó la taza de té humeante que le pasaba, y sopló el vapor húmedo que escapaba de ella— Es mi mejor consejo.

—Voy a tenerlo en cuenta, Alex.—Dio un sorbo rápido a su ración de té, y soltó una maldición— ¡Diablos, está hirviendo!

Sus hijos se descostilaron de risa al ver esa reacción. Sasha soltó una risilla.

—Eso me pasa por ser distraído...

—Oh, Karl, eres como un niño—su esposa se acercó y le secó la boca con su delantal de cocina—A ver, ¿calma?

El hombre la tomó por los codos y le robó un beso apresurado, que provocó la huida de los niños hacia el parque, soltando quejidos de desagrado.

—Como desearía algo así...—murmuró Sasha, y miró de reojo a Jess significativamente.

—Debería casarse a estas alturas—añadió el almacenero, con sinceridad en su voz— Es un hombre noble. Cualquier mujer lo querría.
—Oh, no me halagues tanto que terminaré creyendo que te gusto a ti, Karl.

Comenzaron a carcajearse.

—No, no, eso no es de buenos cristianos.

—Oh, yo he conocido a una amiga que su hijo se le ha vuelto homosexual—comentó Mary, acomodando las flores que adornaban la mesa— Debe ser algo horrible. No hay que bromear con eso.

Un silencio se apoderó de la sala. Sólo se oía el piquetear de los dedos de Jess sobre sus rodillas. Estaba con la mirada fija al suelo, casi perdida. Sasha le revolvió los cabellos.

— ¿Estás bien, Jessy?

—Hum, sí.

—Hijo, hace poco me llegó una carta de tu padres—Karl sacó de su bolsillo una epístola y se la entregó al muchacho— Hoy por la mañana fui a recogerla al correo. Se había extraviado.

Jess la desdobló. Por la caligrafía debería estar escrita por su padre: su pulso recto y cargado de expresividad.



Miércoles, 8 de marzo, Kansas, EEUU

Querido Jess:

Tu madre está desquiciada ya de cómo te extraña. Ayer se acercó hasta mí Lucy y se puso a llorar muy descosoladamente. No puede dormir si no la arropa su hermano mayor. Hasta el pequeño Tomy ya aprendió a hablar, y sin que estés dice tu nombre. Sabes cómo son Luke y Sunny, nunca van a demostrar que te echan de menos, pero yo sé que lo hacen tanto como tu madre y yo.

Espero que pongas tu mejor esfuerzo y vuelvas pronto. Necesito a mi camarada para levantar la cocecha. Tu amiga May Bell estuvo hace unos días bastante extraña, y hoy descubrí que está preñada ¡Sí, vamos a tener corderitos! Espero que al volver puedas verlos nacer.

No quiero ser sentimental. Eso es labor de tu madre. Así que sólo espero que puedas terminar tus estudios como se debe, y regresar a casa, donde siempre te esperamos.

PD: Lamento si la carta llega atrasada, el correo es pésimo últimamente. Si quieres en vez de escribirme puedes llamarme el sábado. Haría feliz a tu madre.

Joseph Owen.



— ¿Tu padre se llama Joseph?—la voz de Sasha le puso los vellos de punta al aparecer a su lado, ojeando la carta a escondidas.

—S-sí. Mi mamá se llama Diana.

—Tienes muchos hermanos...

—Jess es el mayor. Los demás deben tener trece, diez, ocho, y un año y medio—terció su tía, con una sonrisa.—El bebé es tan tierno. Es muy parecido a Jess cuando era pequeño.

—De seguro eras tan pequeño como una cría de cachorro—comentó el profesor, pellizcándole una mejilla.

El joven se quedó pensativo un momento, con su mirada vidriosa. Sasha lo contempló minuciosamente. No estaba seguro de si comenzaría a llorar o si simplemente estaba hundido en sus recuerdos.

— ¿Hoy qué día es?

—Viernes, hijo—respondió Karl.

— ¿Puedo ir contigo al pueblo mañana, tío?

—Claro que sí, cariño. Y yo también iré para platicar con Diana—añadió Mary, acariciándole los cabellos de la nuca.

Observó una vez más la carta, y le pasó los dedos sobre su superficie. Sentía una gran vacío en el pecho. Su vida era eso; levantarse temprano para ayudar a su padre, que su madre ordeñara las vacas y él le alcanzara los potes de metal, que su hermanita Lucy se sentara en su regazo y le pidiera que le narrara historias anscestrales de princesas y dragones, que Luke riñara todo el tiempo con él sobre quién ocuparía la cama de arriba y quién la de abajo cuando iban a dormir en el camastro de hileras superpuestas, ver a Sunny peinándose horas enteras su largo cabello frente al espejo y que le pidiera a él que le pasara el cepillo, contemplar la sonrisa desdentada de su hermanito más pequeño que estiraba los brazos rogando su abrazo.

Eso era él, de lo que estaba hecho su espíritu. Sentir el aroma que espedía el trigo por la mañana, ver el ocaso sobre el horizonte, manchando de pinceladas irregulares el firmamento anaranjado... Prender una vela y leer ante su vacilante llama... Vivir del hoy, no del ayer ni del mañana...

—Quiero hablarles..

—Bien, por hoy creo que me retiro—el rubio se acomodó su saco de lana negro. Le echó una mirada a Jess— Si quieres puedes faltar mañana y venir a la clase el domingo. Para que hables tranquilamente con ellos.

Karl torció el gesto, y alzó los brazos con extrañeza.

—Los domingos se debe descansar, Alex, como todo buen cristiano.

—Digamos que no soy un buen cristiano entonces—repuso el hombre, con una sonrisa a medio nacer.

—Iré el lunes—respondió Jess.

Su pofesor se quedó un momento callado, pero luego terminó por acomodarse el cabello y sacar las llaves de su bolsillo.

—Bien, te esperaré ese día entonces. Nos vemos, señores—alzó una mano en gesto de despedida.

—Hasta luego, Alex.

—Descansa el domingo, hombre.

—Ya sé que te gusto, Karl, pero no seas tan obvio.

—Ya quisieras...—sacudió la cabeza y le devolvió el ademán del saludo con una mano— Adiós, muchacho.

El rubio se quedó un momento mirando a su alumno, quien apenas podía observarlo a los ojos sin comenzar a ruborizarse.

—Nos vemos, Jess.

—Nos vemos, Sasha.

Lo vio perderse tras el umbral de la puerta, y oyó el sonido de las llantas cirriando sobre el pavimento.

— ¿No deberías decirle "señor profesor"?—inquirió Mary, en ademán divertido, limpiando la mesa con una franela de algodón.

—Hum... L-lo olvidé.

—Jess y su cabecita de enamorado—le revolvió los cabellos ante el rubor pudoroso de su sobrino.

—N-no es cierto.

—Mira, por más que tu mamá llore, nada de querer abandonar los estudios, niño—la voz de Karl fue tajante— No voy a dejar que te vayas hasta que termines el secundario. Además, ya me encariñé contigo... Ven acá—se levantó y lo presionó contra su pecho, a pesar de los rezongos del joven, revolviéndole los cabellos sin ningún tacto.

— ¡Auch, auch...!

—No seas brusco, cariño—su esposa lo tomó por las orejas para alejarlo de su sobrino.

Vio a sus tíos abrazarse como una pareja de jóvenes adolescentes. Sintió su amor mutuo. La forma en que ella lo miraba, y cómo Karl la tomaba en sus manos como el más frágil tesoro. Bajó la mirada y se sobó las manos.

" ¿El amor es sólo algo que pueden disfrutar los buenos cristianos?"












Las manecillas del reloj eran tortuosamente lentas. Soltó un bufido de irritación. a no soportaba más la espera. Balanceó las piernas sobre la cama, y se acomodó sus faldas sonrosadas.

—No tengo todo el día, chico—golpeó con los puños la superficie de la puerta del baño—Mi padre y mi hermano vendrán en unas horas, hay que apresurarse.

—I-inna—la vocecita quebrada se oyó del otro lado—N-no creo que esto sea buena idea.

—Vamos, no seas tímido.

Abrió el umbral sin tener la delicadeza de pedir permiso, y dejó al descubierto la fachada totalmente ruborizada del joven, que llevaba sobre su cuerpo tan pálido como las nubes, nada más que un delantal de cocina de color rojo con motitas blancas, y sobre sus cabellos dorados un cinta del mismo color.

— ¿Para eso tanto tiempo?

—A-ah... Creo que mejor iré a cambiarme... N-no...

—Ah, ah... Nada de eso—lo tomó por el codo y arrastró su cuerpo grácil hasta la cama, donde lo posó con cuidado sobre las mantas. Por un momento el muchacho creyó que esa voz no era de una jovencita, sino que venían de un hombre, y esos ojos inocentes ahora estaban ardiendo de lujuria cuando lo miraban— Ahora eres todo mío.

Para la completa sorpresa del muchacho rubio, ante sus ojos azorados, Inna se quitó el vestido, y no pudo dar crédito al descubrir que el brassier que llevaba estaba relleno de retazzos de telas abultados, y que a la altura de la entrepierna se veía su sexo erguido, latente...

— ¡Eres un hombre!... N-no dijiste eso, pero... ¡Qué diablos...!

—Sshh... No estés tan alterado—su voz se tornó más grave, y ahora se quitó la peluca que eran sus rizos largos, dando a la vista su cabello corto y liso que le caía sobre la frente y tras las orejas, de un tono claro. Ahora parecía aún más la finsionomía de un chico— Si te decía la verdad no ibas a acceder, ¿o sí?

Su vñictima se quedó helada en su sitio, y apenas logró tartamudear unas frases ininteligibles. Inna no perdió el tiempo y lo ató en los extremos de la cama, impidiéndole toda negación de su parte.

Bajo la luz artificial del cuarto, su piel brillaba mucho. Le combinaba perfectamente con sus ojos castaños y el cabello rubio oscuro. Su rostro era delicado como el de una mujer, pero su mirada tenía esa pizca ardiente que sólo un hombre podría poseer.

— ¿Voy a tener que amordazarte o sabes mantenerte callado, cariño?

—N-no hace falta... Nhmm... No, no...

Hundió la boca hasta el sexo del muchacho, y comenzó a degusarlo de a poco. A pesar de sus rezongos, de a poco sus quejidos fueron pasando a ser gemidos bajos de placer. Inna soltó una risilla y le mordió con fuerza el glande del miembro, haciendo que la espalda del joven se arqueara como la de un gato.

Aprovechó su posición y le introdujo un par de dedos en la entrada. Era caliente y se amoldaba muy bien a sus yemas. Contempló con arrobo cómo este se retorcía bajo su tacto, con los ojos vidriosos por el contacto tan brusco en su intimidad. Su delantal de cocina se arrugó compleamente remarcando los músculos nudosos que llevaba en el pecho, y los anchas de sus espaldas.

— ¿Cómo te llamas?—se acercó hasta su oído y le mordió el lóbulo, pasándole su lengua aspera y corta, como la de un felino.

—Ph-phillips...

Se posó contra su pecho. Ese rostro aniñado y su pecho pálido le daban un aspecto casi angelical. Sus ojitos no dejaban de coquetearle con la mirada.

— ¿Si te suelto no te gustaría tocarme a mí?

Asentó con fervor, esprando a ser liberado. Por un momento, cuando ya no tenía la presión de las sogas, amagó a huir, pero el aspecto de esa ciratura era tan indefenso... era un hombre, lo sabía porque sus pechos no eran reales, y por el miembro viril y propio de un jovencito que mostraba... pero aún así, ese rostro poseía tanta delicadeza, que se dejó llevar por esa corriente.

Lo acorraló contra la cama, y hundió la boca en su cuello, dejándole un marca amoratada or el roce. Inna se revolvió bajo su peso y lo paresuró a ser más brusco tactándole su entrepierna, buscando otra erección.

El joven rubio se quitó la vestimenta que "ella" le obligó a usar, y trató de ponérsela a Inna, con sus manos torpes.

—No, eso no es para mí.

—Pero...

— ¿Pensaste que iba a dejarme ser el pasivo tan fácilmente?—soltó una risilla provocativa, cubriéndose esa boca abultada y humeda.

—Pero...

—Date la vuelta—lo alejó de un empujó y se puso él sobre su cuerpo— Te voy a enseñar cómo se hace primero.

Phillip cedió bajo su coerción, y se puso boca abajo, dejando peligrosamente al descubierto sus nalgas bronceadas y jugosas. Sintió la fricción mojada, y para su mayor sorpresa, increíblemente grande, que era el miembro de Inna. Su primer reacción fue soltar un grito ahogado, y luego mordió la almohada, tratando de que no se oyera su voz excitada.

Se abría paso en su interior con dificultad, siendo absorbido por su intimidad. Se aferró a las mantas y silenció un grito al sentir las estocadas que comenzaba a darle, moviéndose rápidamente.

Inna lo tomó por las caderas. Esas espaldas eran anchas y bien formadas. Le pasó los dedos sobre los montículos de la columna, que formaban una hilera hasta subir a su nuca. Phillip se estremeció ante el contacto.

—Ve... v-ve más despacio...

—Te dije que estuvieras callado—le cubrió la boca con su mano, y comenzó a introducirle los dedos dentro de ella, obligando a que se los lamiera de a poco—Así es, sé un buen niño.

Ante su voz lujuriosa y sus movimientos rítmicos, el joven dejó de ejercer tanta tensión, y se mostró más calmado ante la intromisión de su miembro. Por ello Inna comenzó a moverse más rápidamente, hasta el punto de sentir cómo su extensiónhúmedo rozaba tan dulcemente las paredes del joven..
.
Pero llamaron con un par de golpes fuertes a la puerta, arruinando por completo su momento de orgasmo. Frustrado, alzó la voz hasta volverla chillona como de costumbre:

— ¿Quién es?

—Abre ahora o voy a entrar por la fuerza.

Soltó un bufido. Otra vez el aguafiestas de Sasha. Se limitó a usar su tono de voz grueso y habitual.

—No quiero. Estoy en medio de algo.

Como siempre, sin importarle realmente un cuerno de nada de lo que él dijera, Alex abrió la puerta, y sin inmutarse para nada de la situación, sacó s du hermano de la cama por las orejas, haciéndole un gesto al otro de que se marchara. Este salió corriendo hacia el baño.

—No puedo dejarte solo más de media hora, Misha.

— ¡Qué mal hermano eres!

—Ponte el vestido que papá puede llegar en cualquier momento.

—No, no quiero—se cruzó de brazos.

—Vamos, ya sabes cómo terminará todo... Misha—el joven alzó sus ojos hasta Sasha, que lo contemplaba con compasión— Sabes que a mí también me duele todo esto. Hace catorce años vives así. Deberías haberte habituado ya.

—No es eso, es que...—hizo un mohinde disgusto con sus mejillas redondeadas—Quiero poder acostarme con quien se me dé la gana. Acepté por papá vestirme así y comportarme femeninamente, pero no me sirve de nada si no es para ser un buen anzuelo con los chicos.

—Es una enfermedad, no hagas abuso.

— ¡No es eso! Tú lo dices porque es fácil ser heterosexual... Nunca tendrás problemas con nada en ese sentido—se cubrió el cuerpo con las mantas— No soy mujer. Es una mentira las cosas que dijo papá. Que tenga este rostro no significa que deba seguir siendo así.

—Nadie dijo que fuera hetero o no... pero eso no va al caso. Sasbes lo que dijeron los médicos. No es lo mismo. Son muchas hormonas femeninas. Por más que quieras verte como un hombre, seguirás teninedo esa voz y esa complexión de cuerpo—se alzó de hombros— Es casi un hecho que todos van a darse cuenta y van a aprovecharse de ti. No quiero que te lastimen, Misha—le acarició los cabellos.— Sólo por eso estoy de acuerdo con esto.

—Siendo mujer no me garantiza respeto.

—Pero es una buena excusa para que no puedan burlarse de ti ni usarte.

Misha permaneció inmóvil un momento, con sus ojos perdidos en sus pensamientos. El joven acompañante de cama que tuvo hace unos instantes salió del cuarto de baño con rapidez, y antes de irse saludó con una reverencia a Sasha. El hombre le respondió secamente.

— ¿Quién es?

—El chofer nuevo.

— ¿Hace falta que te acuestes con el primero que se te cruza por el camino?

El joven se mostró ofendido.

—Es una necesidad biológica.

—Cámbiate y vamos a cenar... "eso" es una necesidad biológica, niño—le dio un golpe en el morro— Apúrate.

Se vistió apresuradamente con su vestido largo, se puso la peluca y amagó a salir sin su brassier, hasta que reparó en él y se apresuró a ponérselo. En el comedor lo esperaban Alex y Zina sentados, siendo servidos por Cindy, que les dejaba los platos frente a ellos. Corrió a sentarse con una sonrisa en su rostro.

—Hoy tengo mucha hambre.

—Eres una troglodita, Inna—rió la rubia, cubriéndose el rostro con una mano.










Pasó los dedos sobre la superficie cenicienta del cuadro: estaban Jess y él sentados a la rivera del río, con sus lanzas de pescar. Eran tan pequeños que incluso Karl no debió aljarse tanto para tomarlos de cuerpo entero. Recordó sus risas, sus conversaciones completamente triviales, pero que para él eran demás importantes. Vino a su mente el rostro sonriente de su primo menor, cómo sus mejillas regordetas se volvían sonrosadas y sus ojos azules brillaban inmensamente cuando les daba los rayos del sol.

Cada mínima cosa que pensaba de él no podía generarle más que ternura, completo apego y cariño. Soltó un sspiro y lo dejó a un lado. Era obvio qwue ese sentimiento sólo venía de su parte, y era algo jamás correspondido.

—Lyod.

Era su voz. Suave como la bruma. Se volteó y le sonrió.

— ¿Qué pasa, Jessy?

—Quería hacerte una pregunta... es algo tonta...—se acercó a su lado y tomó asiento sobre la cama de sus tíos. Estaban en el caurto matrimonial, de paredes color salmón empapeladas con motivos de flores silvestres. Se sobó las manos con nerviosismo antes de murmurar:— ¿Cómo se llamaba ella?

— ¿Quién?

—La chica que viste a Sasha golpear.

Lyod se rascó la barbilla, circunspecto.

—Creo que Routh... o algo así... ¿Por qué?—lo tomó de las manos, y observó su cuerpo con atención— ¿Estás bien, te hizo algo acaso?

—No, no es eso... Sólo tenía curiosidad.

—Hum.

Tomó asiento a su lado. El aroma de Jess siempre era dulce como la vainilla. Rozó adrede sus codos. Este se alejó, notando que estaba demasiado pegado. Lyod lo acercó pasándole un brazo sobre los hombros.

—No voy a morderte.

—No tengo miedo de eso.

Aprovechó su cercanía, y trató de alcanzar sus labios. Jess le detuvo con una mano, atento a sus movimientos.

—Ya no vas a tomarme de sorpresa.

—Oh, vamos. Dame al menos una oportunidad.

El castaño sacudió la cabeza fervientemente, haciendo un mohín de molestia con sus mejillas.

— ¡N.no! Quiero que respetes eso.

Lo tomó por la barbilla, alzando su boca.

— ¿Y qué si no quiero hacerlo?

El sonido de pasos llegó hasta la puerta, y la abrió de un movimiento. Mary se quedó petrificada en el umbral, con la canasta de ropa sucia en sus manos.

— ¿Qué hacen los dos aquí?

—Quería proponerle matrimonio a Jess, mamá.

La mujer comenzó a reirse, lo que calmó un poco el agitado corazón de su sobrino. Se levantó de un salto y salió del lugar, sonriéndole con nerviosismo a su tía al pasar.

—No lo molestes, es sensible, Lyod.

—Es que eso genera más ganas de molestarlo.

Mary dejó las prendas a un lado del suelo, y se acercó para cariciarle el flequillo a su hijo.

— ¿Por qué no vuelves, cariño?

—Ya sabes que no pasará eso.

— ¿Es algo que hicimos tu padre y yo?

—No. Es algo que yo debo hacer.

La mujer contuvo las lágrmas y le sonrió cándidamente, entrelanzando sus manos ásperas por los constantes trabajos con as joviales y suaves de su hijo mayor, que le brindaban el calor suficiente para levantarle el ánimo.












Trató vanamente de acomodarse la corbata del traje, y pegó un respingo cuando sintió el peso de una mano sobre el hombro. Se volteó para ver la cara totalmente azorada de Cindy.

—Hum, lo siento.

— ¿Pasa algo, muchacho?

—Oh, no es nada, señora... Es que comencé hace muy poco, y estoy confundido...—se sobó las manos con nerviosismo— Una pregunta, ¿el señor Ivanov tiene dos hijas "mujeres"?

La sirvienta comprendió rápidamente su significado oculto. Soltó un suspiro y tomó al joven del hombro en un gesto fraternal. Habló por lo bajo, para que nadie pudiera oírlos. Más en una casa donde las paredes parecían hablar.

— ¿Te dejaste llevar por la señorita Inna?

—A-algo así.

—Mira, Phillip. Este lugar está lleno de secretos... Voy a contarte algo. Pero esto muere aquí entre nosotros.

El joven asentó con la cabeza.

—El señor Ivanov es un hombre muy bondadoso, que ama a sus hijos con todo el corazón. Tuvo a Zinaida, a Sasha y su último hijo fue un niño. Al menos nació como un niño, y fue llamado Misha. Yo comencé a trabajar para ellos cuando Misha tendría alrededor de ocho años, cuando su sexualidad era ya indomable. Acosaba a todos sus compañeros de escuela, y al traerle profesores particulares fue peor. Pero no sólo por el hecho de su temprano interés sexual; sino porque buscaba hombres.

—Pero... tenía un aspecto tan femenino que yo crei que...

—Sí, su aspecto suele confundir mucho. Por ello, el señor Ivanov, viendo que su hijo no era un hombre entonces, hizo todo lo posible por darle una vida digna, y cambió su identidad así a la de Inna. Es obvio que ese chico tiene mucho más de mujer que de hombre. Es más, si el señor Boris logra convencerla, va a hacer que le consigan los implantes y pues, bueno... que le quiten su sexualidad—se alzó de hombros.— Imagínate el dolor de tener un hijo que no puede darle descendencia, no puede engendrar nietos, y que como hija tampoco puede casarse con un hombre que la cuide, pues, tarde o temprano se dará cuenta y la rechazará.

Este oyó atentamente, asentando con la cabeza.

—He escuchado decir al señor Boris que ya encontró una clínica para la transmutación de Inna. Así al menos podrá tener una aspecto más acorde a su sexo. De todas formas, ella no tiene otro futuro que cuidar de su padre hasta la muerte, y luego estará bajo la tutela de un Convento. Si no es que su padre a encierra antes de que vuelva a salirse de control.

— ¿E-está enfermo... digo, enferma?

—Según los psiquiatras que la trataron, tiene una desviación muy grave. Es un hermafrodita de un raro calibre. Tiene poca testosterona y hormonas femeninas de más. En cuanto a su interés sexual tan excesivo, sólo se puede deducir que es para llamar la atención. Ser el hijo menor de una familia que se cae a pedazos no es nada fácil. En ese tiempo el señor Ivanov se estaba divorciando de su mujer, y sus hermanos casi no le prestaban atención en medio de la constante riña. Ahora las cosas se han adormecido bastante... Sin contar los muchos años que el joven Alex se fue de la casa. Fue un golpe muy fuerte para Misha. Incluso se paseaba por la casa desnudo, y se negaba a usar la peluca. Casi le cuesta la reputación a la familia Ivanov... Imagínate, Phillip: una familia como ellos, que su hijo menor sea homosexual. Una desgracia.

El joven chofer miró hacia el jardín de la mansión, hundido en sus pensamientos. Fernando estaba persiguiéndose su propia cola, en medio de los árboles que adornaban el lugar.

—Es que la señorita Inna tiene siempre esa sonrisa... Pensé que era feliz. La niña mimada del señor Ivanov.

—Oh, es su niña consentida, claro que sí. Porque Boris no puede negar un hijo de su sangre, y no puede pedirle nada a cambio, pues Misha no se lo puede dar. Además, como dije, Boris tiene un corazón inmenso.

—Hum... Pero está negando su problema.

—No, está intentando repararlo... Y deja de estar en contra del señor, que si te oye perderás el empleo—le dio un suave golpe en el brazo— Vamos, llévame al pueblo que iremos a traer algunos víveres.

Se acomodó el sombrero con presurancia y le abrió la puerta del coche. Fuera, las nubes comenzaban a cubrir el cielo peliagudamente, dando el indicio de una nueva tormenta.

¿Podría la luna sobrevivir y dejar que fluyeran sus rayos platinados a pesar de todo? ¿O moriría en el ocaso de la noche?

Notas finales:

Les aviso que edite los caps anteriores y corregi errores :3 Asi que la historia está mejor ♥

Saluditos :D


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