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Nos une la misma luna por Shizu Chan

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Notas del capitulo:

Hola a tod@s :')


¡Al fin pude terminar este capítulo... luego de rendir dos parciales estaba muerta en tiempo y en inspiración! TwT

Bueno, lo relei una y otra vez y no estaba segura en cuanto a cómo había desarrollado los hechos. Así que voy a darles una aclaración muy importante. Todos sabemos, hombres y mujeres, que nosotras no somos las únicas complicadas... los hombres también lo son y a veces mucho. El personaje de Sasha e intentando y creo que lo logré perfectamente, hacerlo netamente escorpiano (me refiero a su signo zodiacal. Sí, me gustan esas cosas, si a alguien no le interesa pues no lo lea, lo respeto) y quise hacerlo así porque en verdad mi pareja es escorpiano, y a veces es tan pero tan caprichoso, fácil de enfadarse, y muy propenso a decir cosas que te lastiman, sin notarlo, pues él lo hace en un momento típico de los escorpianos que yo llamo: "la furia ciega". Pero cuando se arrepienten, si realmente aman a esa persona, tienen una manera tan dulce de disculparse que simplemente son irresistibles :3 Yo creo que es el signo más complicado de tratar, pero cuando lo conoces y sabes cómo hablarle, es un compañero fiel para el resto de tu vida :3 lo siento estoy enamorada... No. Mi novio no es un ruso de un metro ochenta de pelo rubio... pero si tiene esos ojitos negros irresistribles ♥

En cuanto a Jess creo que lo hice parecido a mí... ya que ambos somos de acuario. No en su totalidad, pero sí en ciertos rasgos. La personalidad a veces madura y de a ratos como un chiquilín. Además posee una fuerza impulsiva que al sentirse herido lo lleva incluso a ser capaz de engañar a Sasha T.T

Bien, no digo más... ♥Corre fic♥

Capítulo 9



Cada gota caía agónica sobre sus manos. Se las echó sobre el rostro y se secó la contextura de sus mejillas con la toalla. Tenía los ojos henchidos y unas profundas ojeras bajo los ojos.

"Dios, estoy hecha un desastre"

Antes de salir del baño se acomodó sus bucles castaños. Fuera aguardaba su padre, sentado sobre el sofá de mullidos cojines bermejo, que combinaba muy bien con las paredes revestidas en mármol.

El Imperio Bubbier se eregía sobre el centro de París. El gran caserío que heredó su padre de su abuelo, y su abuelo de sus antepasados empresarios, era una aunténtica reliquia.

Varias generaciones de banqueros, que amenazó con quebrarse en los años 30 y revivió de las cenizas con la ayuda de la familia Ivanov. Debieron ceder ante los socialistas, y ocultaron sus afines relaciones para no levantar sospechas. Su prima Zara incluso fue tras Alexandr y estaba viviendo en Moscú, pleno centro de Rusia bajo el legado de Stalin.

"Maldita Zara, escapando de todo esto como si nada"

Tomó asiento junto a su padre, manteniendo las manos juntas sobre sus largas faldas y la mirada baja.

— ¿A qué se debe esa cara, Emily?

—Pierre se fue ayer en la noche. Tras ella... ¡Tras esa zorra de arrabal, esa...!—alzó la voz con impotencia.

—Eso es porque no le permitiste disfrutar de su juventud. Todo hombre tiene derecho a satisfacer sus pasiones juveniles, y luego dedicarse a la familia.

La muchacha quería gritarle frente a la nariz aguileña de su padre, en tono espetante: "¡Me vale un cuerno los hombres y sus pasiones!", pero en su lugar asentó como una oveja mansa bajo el peso de su vara.

—Ahora el problema será buscarte otro esposo tan virtuoso como Pierre.

—Más virtuoso que él, diría yo—murmuró ella entre dientes.

—No desprecies nunca a un hombre.

—Lo siento, padre. Guardan mucha verdad sus palabras.

La puerta de entrada se abrió de par en par, e ingresó la señora Bubbier, tomándose de los hombros del anciano chofer de la casa. Estaba desvariando a causa del alcohol. Este la dejó sobre uno de los sillones, y saludó al amo de la casa con una cortés reverencia.

— ¿Otra vez llevó a mi esposa al bar? Creí darle terminantemente las normas de no...

— ¡Como si yo fuera a hacerle caso a un idiota como tú!—la mujer cayó hacia tras, descansando su cabellera negra sobre su rostro. Apenas se lograban vislumbrar sus ojos rojos—Emily, no escuches a los hombres. Van a decirte que eres menos porque ellos no están acostumbrados a que su pene sea pequeño... ¡Sí, eso va para tí, señor Bubbier! Tú que...

El hombre se puso de pie de un salto. El sonido de la bofetada que recibió la mujer retumbó en toda la sala. Le hizo un gesto a la sirvienta, que disimuladamente limpiaba los estantes sobre la chimenea.

—Llévela a su cuarto. No está en condiciones de hablar.

Desde las cortinas verde oscuro, las estatuillas fundidas en oro y plata, los millares de títulos colgados en las paredes, hasta cada copa de plata en la repisa de bebidas. Cada recodo de la mansión retumbó bajo los chillidos de la mujer, que se retorcía bajo las manos de la sirvienta. Prácticamente debió arrastrarla sobre los peldaños para llevarla al cuarto.

El señor Bubbier efectuó un movimiento con su dedo índice, haciendo que su hija se pusiera de pie a su lado.

—Emily.

—Dime, padre.

— ¿Qué debo hacer ahora contigo? ¿Volverás con los Stefano? ¿Con los Russo? Te estoy dando la posibilidad de elección. Espero que sepas aprovecharlo.

La muchacha frunció los labios. La nefasta experiencia que tuvo con el hijo mayor de los Stefano, el joven italiano que vivía tratando de meterle las manos bajo el escote, y lo aburrido que fue el mes de noviazgo que mantuvo con el hijo de menor de los Russo, un muchachito que ni siquiera sabia dar un beso, no eran justamente los mejores partidos para elegir.

Era una joven hermosa. Muchos hombres se libraran en peleas por quién era el digno de tenerla. Pero ninguno de ellos valía la pena.

El único capaz de soportar sus frivolidades siempre, enamorado de ella incluso cuando lo maltrataba, había sido...

—Padre, preferiría la tercer opción.

El hombre alzó una ceja.

— ¿Y esa familia a quién responde?

Ella alzó sus ojos azules, que brillaron con un destello de seguridad.

—Alexandr Ivanov.

Su padre frunció la boca.

—Pero, tu prima Zara...

—Oh, papá, hace años que nada sucede entre ellos. Es todo una falacia ese matrimonio arreglado. Conozco perfectamente a Alex. Él no la quiere.

Los zapatos de charol del hombre comenzaron a andar por el lugar. Se rascó la barbilla cubierta de incipientes vellos color caoba oscuro.

—No me gusta nada ese muchacho. Creí que siendo el hijo mayor de un gran hombre como Borya sería un reconocido abogado, pero en lugar de eso va y arruina su reputación para ser un profesor de cuarta. Es irresponsable. Te dará un muy mal futuro. Ninguna hija mia...

—Oh, papá. Es obvio que si contrae matrimonio, madurará. Además, el buen señor Borya nunca lo dejará excento de dinero si se esposa con la hija de su socio, ¿no es así?—esbozó una sonrisa de suficiencia. Su padre alzó una ceja— Desde hace tiempo buscan la manera de unir las dos familias. No sería bueno desaprovechar la ocasión...

—Pues es verdad, pero...

—Además, si no es Alex puede ser su hermano menor. Ese niñito que tenía Borya... ¿Cómo se llamaba?

Se quedó muda al ver la tez seria del hombre.

—Borya tiene sólo un hijo varón, y dos hijas mujeres. Sabes eso perfectamente.

—Que le guste usar una peluca no significa que no siga siendo un hombre—repuso Emily, poniendo los ojos en blanco. Al recordarlo, chasqueó los dedos— ¡Misha! Así se llamaba.

—Ese nombre no existe. Sólo conozco a Alexandr, Zinaida e Inna. A nadie más—alzó un dedo en modo reprensivo— Estás agotando mi paciencia, jovencita. Dame una buena razón para que no te mande al Convento otra vez.

Emily sintió que perdia todas sus fuerzas. No volvería a ese lugar en toda su vida. Jamás podía ver la luz del sol, debía soportar las templanzas de las Hermanas y los constantes regaños de las Madres Superioras. Era una cárcel. Preferiría perder su reputación y ser una mujer de mala vida antes que convertirse en una monja.

— ¡No! Por favor, padre—se arrodilló frente a él, juntando las manos— Sabes que soy la única de tus hijas que puedes conseguir un buen marido. Ellie es un desastre con los muchachos, y Marie apenas puede hablarles de lo tímida que es. Por favor, sabes que no voy a defraudarte.

La miró por encima, alzando la barbilla.

— ¿Cómo pretendas que convenza a los Ivanov de esto?

—Alex se me declaró cuando tenía quince años, padre, ¡es obvio que dirá que sí al instante!—se puso de pie, extendiendo las manos— Es más, lo negué y cuando cumplí dieciocho años volvió a pedírmelo, pero para entonces yo estaba con Pierre y pues... lo tuve que volver a rechazar.

—Creí que odiabas a ese muchacho.

La joven se quedó un momento circunspecta.

"A decir verdad no siento nada por él... pero es el mejor recurso que tengo ahora. Además, si tengo la posibilidad de ir a América, entonces... entonces podré verla a Ella"

—Soy la más sabia de tus tres hijas, padre. Sé que los Ivanov son una gran familia, y quiero ser parte de ellos también.

El señor Bubbier soltó un largo suspiro.

—Tienes razón. Puede que esté juzgando mal a Alexandr. Al fin y al cabo, es hijo de Borya. Algo debió heredar de su padre.

"Sí, su mal genio"

—Oh, padre, claro que sí. Al menos siempre fue muy firme en sus decisiones. Él dijo que haría todo lo posible por ser mi esposo, y lo intentó, aunque en un principio no lo haya logrado...

—Ese es mi temor, Emily. Un hombre no espera toda su vida por una mujer. Han pasado cinco años desde la última vez que vino a verte.

—Digamos que él sí es esa clase de hombre.

— ¿Cómo estás tan segura?

La luna comenzaba a vislumbrarse tras los ventanales de la mansión. El Imperio Bubbier resplandecía quedamente bajo sus rayos platinados. Emily se acercó al alfeizar y rozó el vidrio empañado con las yemas de sus dedos, finos y delicados, casi formados en porcelana.

—Porque él me ama.













Sentía cómo el nudo en la garganta le subía y bajaba. Le daba vueltas la cabeza. Cuando lo vio descender los peldaños en su dirección, con su cabello rubio brillando bajo las lámparas del lugar y sus ojos negros sonriéndole, todo el rencor que pudo sentir, todo su enfado, se desvaneció en un segundo. Sólo le quedaba... la tristeza. Una profunda y lóbrega tristeza.

—Buenos días, Jess—se acercó y le acarició una mejilla— ¿Te encuentras bien? Tus ojos...

El muchacho se alejó varios pasos, bajando la cabeza.

—Mmh... ¿Sucede algo?

El silencio fue su respuesta. Sasha se cruzó de brazos y meció su zapato negro con impaciencia.

—Jess.

—Oh, qué sorpresa—una voz femenina rompió la tensión del ambiente. Era Zina que venía del jardín, con el cabello rubio revuelto— Buenos días— Le dio al pasar un beso en la mejilla a Jess. Fue hasta su hermano y se apoyó en su hombro— No sabía que hoy tuvieras clases, Sasha. Creí que...

—Cuando termine mi clase iré contigo. Recorreremos por el norte.

Observó de reojo a Jess, quien había alzado sus ojos azules y contemplaba a Sasha con... ¿qué era eso que se vislumbraba bajo sus párpados? ¿Acaso tristeza? ¿Por qué se mostraba tan triste?

Intentó tocarlo. El muchacho volvió a negarlo.

— ¿Por que nunca me dices nada?

Las gotitas de rocío resbalaban por los vidrios de las ventanas. Era tal el silencio que reinaba en el lugar que podían oírlas derramándose hasta morir en el alfeizar.

—Dices algo pero luego callas. Nunca terminas de contarme la historia. No sé si aquello que omites es para ocultar tu pasado, si es para confundirme, o si en verdad nunca eres sincero...

—Zinaida, vete. Jess, ve a la biblioteca.

La voz tajante de Sasha detuvo el discurso de su pequeño alumno. Su hermana se interpuso con enfado, tomando a Jess de los hombros.

—No, yo tengo derecho a oirlo. Siempre metes la pata, Alex. Una vez en la vida puedo verte feliz con alguien, no vas a arruinarlo...

— ¿Señorita Zina, usted...?

El muchacho alzó la cabeza para mirarla con curiosidad. Ella le sonrió. Era increible el parecido que tenía con su hermano.

—Nunca dudes de la intuición femenina, Jess.

—Me vale un cuerno tu intuición—el rubio la fulminó con la mirada— Esto lo resuelvo con él.

Por un momento sus ojos se cruzaron. Jess desvió la mirada, con gesto ofendido. Sasha soltó un largo suspiro y se acarició las arrugas de la frente.

—Bien, supongo que él no querrá hablar con un mentiroso como yo, ¿no es así? Porque parece que eso es lo que soy entonces...

—No dije eso. Es sólo que hay tantas cosas que no me dices...

— ¿Cómo qué? —comenzó a alzar el tono de voz.

— ¡Todo esto! —Se abrió el saco y lanzó las cartas al suelo. Emitía apagados jadeos de rabia— ¿Ahora vas a decirme que sólo eran "ilusiones" de esa chica?

Sasha echo un vistazo al manojo de cartas y ni siquiera se molestó en tomarlas. Amagó a marcharse, pero su hermana lo tomó del codo. Alzó cada una de las epístolas y las leyó frente a ambos.

—Espera un segundo, Sasha... Esto está mal—se dirigió al castaño— Reconozco que este idiota nunca debió escribirle a esa loca de remate, pero es imposible que esto lo haya escrito él... ¿"Hermosa, dulce, tierna"?— observó al hombre con gesto divertido— Esas palabras ni siquiera las conoces, hermanito.

— ¿Qué?—tomó las últimas tres cartas y les echó un vistazo.— ¡Maldita seas, Zina!

— ¿Y ahora qué hice?

— ¿Tú escribiste esto a mi nombre?

—Claro que no... está bien que me gusten las mujeres, pero no voy a fijarme en esa rata de biblioteca...

La aflijida mente de Jess apenas comprendía. Zina se dirigió a él y soltó una risilla al verlo tan confundido.

—Oh, mira su carita... Eres un idiota, Alex.

—De acuerdo, insúltenme los dos...

—No te vayas, bobo. Míralo, mira su carita... está triste.

Al notar que ambos se quedaban observándolo, Jess endureció su semblante y se cruzó de brazos.

—No quiero dar lástima, quiero que me diga la verdad.

— ¿Quieres la verdad?—adelantó un paso y le señaló el pecho con su dedo índice—Te dije toda la verdad que jamás le dije a nadie—sus ojos oscuros se empañaron un momento por la nostalgia—, pero aun así sigues dudando de mí.

Quería abrazarlo. Quería besarlo. Odiaba esa situación. No podía tenerlo tan cerca y fingir que estaba molesto... pero no podía calmar el peso que le oprimía el pecho.

— ¿Entonces esas cartas?

—Fue antes de conocerte.

—No me importa, quiero saberlo.

Zinaida le tendió una de ellas, una de las primeras.

—Mira bien la parte de atrás. Es de hace cinco años, Jess—el muchacho comprobó que era cierto. En el retazo de papel citaba en una esquina "1967"— En ese tiempo yo misma le traía las cartas que esa niña dejaba bajo las rocas. Mil veces te dije, Sasha: "No le respondas, esa chica tiene otras intenciones contigo" ¡Pero no! como buen hombre es terco hasta la médula.

— ¡Ya, cállate!

—No. No me callo. Yo sabía que esa chica volvería a hacer de las suyas—gopeó las cartas con la palma de la mano— Seguramente notó que algo había entre tú y Jess y está queriendo arruinar todo.

—Estás exagerando, Zina...

—Conozco a las mujeres, Sasha, ¡yo soy una! —se señaló el pecho con indignación— Es obvio que con un mal fin hizo esto.

La vocecita quebrada de Jess se hizo oír.

—Ella estaba llorando cuando la vi. Ella no hizo esto adrede. Alguien está jugando con sus sentimientos.

—Pues si tanto la defiendes te hubieras quedado con ella entonces—el tono de Sasha a esta alturas ya estaba teñido por la rabia.

— ¡Alex, cierra esa boca!— su hermana le golpeó la nuca —Si Jess vino hasta aquí y está tan enfadado es porque te quiere, sino no le interesaría. Lo mismo con Emily. Siempre metes la pata con las mujeres, eres torpe...

—No menciones a esa persona.

Jess cerró los puños. Había oído antes ese nombre.

— ¡No puedo hacerlo si ocultas todo! ¿Qué sucedió realmente con Routh? ¿Quién es esa Emily?... ¡Te oí llamarla la otra noche!

Los ojos de Sasha se dilataron un momento por la sorpresa. Evadió la mirada de Jess. En esta ocasión logró zafarse de las manos de su hermana, y subió las escaleras hasta su cuarto.

— ¡No quiero oír más nada! Si quieres irte, vete, Jess.

— ¡Alex, ven aquí! Diablos...—soltó un bufido. Le tomó un hombro al muchacho en gesto fraternal— No le hagas caso. Cuando se enfada dice muchas tonterías.

—Ya lo sé... —murmuró por lo bajo.

—Jess— los ojos verdosos de la joven brillaron al verlo— ¿Puedo preguntarte hace cuanto estás... pues, con mi hermano?

El muchacho se ruborizó inconscientemente.

—Y-yo no soy nada de Sasha, es que...

—Vamos, no mientas. Estás así de los celos, es obvio—al ver que los nervios atosigaban al castaño, le acarició la espalda— Esucha, no voy a presionarte. Pero debes creerme. Hace cinco años Sasha le escribió a esa chica. Para ese entonces esa niña debía tener quince años como mucho... Se lo ha tildado de muchas barbaridades, pero mi hermano no es un mal hombre. Si le escribía era para hacerle compañía— Zinaida soltó un suspiro— Sí que es una larga historia...

Jess alzó sus ojos empañados con atención.

—Cuando esa chica comenzó a asistir a las clases de Alex, al poco tiempo sus padres murieron en un accidente de tránsito. Y ya sabes como es ese bobo, si ve a alguien indefenso intentará mejorar su situación. Pero ella confundió las cosas y tomó el trato de Sasha como algo más... algo que nunca existió, por supuesto. No malinterpretes las cartas, aún debes leer las otras.

El castaño soltó un suspiro.

—¿Aun hay más?

Ella soltó una risilla.

—Las cartas que ella le mandaba a él. No, no hay más cartas que estas tres. —alzó las primeras, cuyo papel era más amarillento— El resto...—le tendió las más blanquecinas a Jess— no son de mi hermano. Alguien más las hizo.

Observó un momento sus manos en pose circunspecta.

—Creo que deberías ir y hablar con Routh. Ella merece saber que no es Sasha quien la ilusionó.

—Pero...

—Y una cosa más... ¿Sasha en verdad no te habló nunca sobre lo de Emily?

Una puñalada le cruzó el estómago. Negó con la cabeza a duras penas.

—¿Quién es ella?

Zinaida mantuvo silencio por un momento.

—Eso debe decírtelo él.

El pecho de Jess se infló al aspirar una gran bocanada de aire. La presión estaba bajando, pero continuaba esa molestia, esa duda que atosigaba su alma... Miró hacia los pisos de arriba. Sasha debría estar encerrado en su cuarto, Quería verlo. Quería abrazarlo, sentir su calidez nuevamente en cada centímetro de su piel... A pesar de estar tan confundido, había algo que sabía con seguridad: lo amaba y eso no iba a cambiar.

Lanzó las cartas a un lado y corrió peldaños arriba. Zina no lo detuvo.

Abrió la puerta despació. Vio su sombra mirando por la ventana. La luz del ocaso le teñía los cabellos de un tono casi rubio cobrizo.

—S-sasha.

Se volteó. Un velo cubría la mirada de sus ojos, uno tan denso que no podía vislumbrar si estaba triste o molesto con él.

Una palabra no puede matar a nadie. No es más que eso... una palabra. Pero cuando ese hombre, esa persona que para Jess era el mundo, la ternura infinita... cuando su boca djo esas palabras, tan graves que Jess jamás olvidaría cada una de ellas, su corazón se resquebrajó en mil pedazos...

—No quiero volver a verte.













Daba una vuelta tras otra alrededor de la puerta, como una fiera acechante. Desde la tarde anterior que Jess no regresaba a casa. Sus tíos, ya cansados de ir tras el jovencito cada vez que desaparecía, como si se tratase del cuento "Pedro y el lobo" llegó a tal punto que ya no se preocupaban por él. Obviamente Lyod no tuvo esa actitud tan pasiva, y por poco de los nervios se comía las paredes. Por suerte estaba Misha para sosegarlo con su ternura infinita...

—Basta, quédate quieto... ¡Ya fastidias, Lyod!

—No, no voy a parar hasta que venga.

—Oh, por favor, no tiene cinco años.

— ¡No me importa!

Los padres del muchacho habían salido a comprar varias cosas al pueblo, unas herramientas que precisaba Karl para la camioneta. Los cuatrillizos como siempre acostumbraban fueron con sus padres; nunca se perderían una salida, mucho más cuando eran muy escasas veces las que tenían la posibilidad de hacerlo.

Apenas conocieron a Misha se mostraron rápidamente conformes con el joven. Al ser tan extrovertido y chillón, se ganó su confianza rápidamente. Es más, hasta Benjamin que era el más tímido, solía sentarse a su lado y oír las historias que Misha le contaba... mayormente inventadas y totalmente alocadas.

La noche anterior les relató cómo un grupo de alienígenas lo capturó cuando tenía nueve años, pero que no pudo atestiguar lo que vio porque apenas ingresó a la nave lo dejaron inconsciente. La pobre Sussy se lo creyó completamente y esa misma noche se despertó llorando tras haber tenido una pesadilla donde la raptaban unos seres enanos cubiertos por una piel verdosa.

En ese preciso momento, Misha deseaba que esos seres extraespaciales lo abdujeran en sus naves y lo libraran de la tortura de soportar todo el día los murmullos fatídicos de Lyod. Harto de escucharlo, se cubrió los oídos con ambas manos, cerrando con fuerza sus ojos chocolatosos.

—Ese bastardo debe estar lastimándolo. Yo lo vi cuando lo rapto en el auto, y nadie me cree. Bastardo, maldito bastardo, ojalá que...

— ¡Aghh! Eres insoportable.

Dio un puñetazo a la pared, haciendo que el menor diera un respingo.

—Esto es suficiente. Voy a buscarlo.

Tomó sus llaves y amagó a salir, pero Misha se colgó de la manga de su chaqueta. Intentó apaciguarlo acariciándole el antebrazo.

—No seas así, le dijiste a tu mamá que no saldrías. Ven, no seas terco—fue convenciéndolo con su vocecita suave hasta lograr que se sentara en el sillón de la sala. Se puso frente a él. No dejaba de retorcerse las manos— ¿Qué te tiene tan nervioso?

El muchacho fijó su mirada en Misha. Soltó un suspiro.

—La persona que amo está allí fuera y no sé qué podría sucederle ahora. ¿Eso es lo que querías oir?

—Mmhhh...—se acuclilló frente al joven y apoyó los brazos sobre su regazo, ladeando la cabeza— ¿Tanto te gusta?

—Claro que sí.

—Pero dijiste que no te gustaban los bajitos... y ese niño es más pequeño que yo incluso—frunció los labios— Además, te trata como un desconocido.

"Si las miradas mataran..."

Lyod fulminó prácticamente a Misha con sus ojos, que de la rabia se tornaban a un color esmeralda.

—Estoy enamorado. Es independiente de mis gustos... Además eso no es cierto, ¡me trata así porque está confundido, pero él me adora!

— ¿Entonces qué diablos te tiene mal?

—Ese tipo, su profesor, no es de fiar. Algo pasa. Yo lo sé...

" ¿Sasha?"

Misha observó a Lyod con extrañeza.

— ¿Estás dudando de su profesor? ¡Eres un maldito enfermo de los celos!

—Pero tengo mis causas. Ese tipo vive detrás de Jess como una bestia hambrienta. Me enferma sólo verlo.

Al pequeño rubio no le agradaba en lo más mínimo oír que decían esas cosas de su hermano mayor, mucho menos con lo serio que era Alexandr en cuanto a su labor como profesor. Pero tampoco era tan torpe como para desvelar su identidad anterior... a la que jamás volvería.

Tomó las manos del moreno y rozó sus dedos contra los de él. Eran cálidos.

—Lyod.

La puerta de entrada se abrió de un golpe, y la figura de un jovencito cruzó cual saeta hasta el cuarto de baño. Lyod se lanzó hacia él para detenerlo, pero le cerró la puerta en pleno rostro. Misha soltó una carcajada al ver la impotencia que tenía el moreno.

—Sí, él realmente te adora, amigo.

—¡Cierra la boca!—se pegó a la superficie, tratando de forcejear con el pestillo— Por favor, Jess, abre. ¿Qué sucede?

— ¡Vete, no me molestes!—la voz del muchacho se oyó desde el otro lado, cargada de enfado.

— ¡No me pienso ir, abre ya!

Tomó impulso retrocediendo unos pasos y se lanzó a toda carrera contra la puerta, derribándola así con el peso de su hombro. Cedió sobre sus gozes con un chirrido. La figura de Jess estaba oculta tras las cortinas de baño, y se cubría el rostro con sus pequeñas manos temblorosas.

Misha se coló por la entrada, y se quedó observando cómo el mayor se inclinaba sobre su primo, tomándolo con fuerza entre sus brazos, como si se tratase del más preciado tesoro para él.

"Hum... Supongo que hay personas que pueden ser amadas"













Era una tarde calurosa de primavera. Como de costumbre, salieron a cazar mariposas con la red que su padre les preparó. El pequeño de ojos azules las recogía alegremente, pero al ser tan bajito no lograba atrapar demasiadas. Su primo lo tomó entre sus brazos para que tuviera una mejor perspectiva de los campos frente a ellos, cubiertos en esa época por una capa de vivaces flores.

Los ojitos azules del menor se dilataron al ver semejante belleza.

—Oh, es tan hermoso...

— ¿Puedes ver allá a lo lejos, Jess?—señaló hacia el horizonte, donde se eregían varios edificios que daban paso a las urbes.

—Ajam. Es la ciudad, Lyod.

—Algún dia voy a llevarte a vivir conmigo—alzo la mirada hasta toparla con la de su primo, que lo contemplaba extrañado— No me veas así, es cierto.

Jess se revolvió en sus brazos para lograr zafarse. Se acomodó su remera de algodón blanca y ladeó su cabeza de mejillas redondeadas, algo sonrosadas por el contacto del sol.

—Deberías irte a vivir con tus papás mejor.

—Pero yo quiero contigo.

El rostro del pequeño se contrajo en un mohín de enfado.

—La tía Mary llorará si te oye, Lyod—levantó sus manitos al aire— ¿Qué tú no me dijiste que eras un héroe?

—Oh, claro que sí—se anudó su sudadera al cuello—Mira, hasta tengo una capa para eso.

—No, eso es mentira... Si Lyod fuera un héroe no haría llorar a la tía.

El mayor se acercó y le pellizcó una de sus mejillas.

—Eres muy lento, Jessy. Yo quiero ser un héroe sólo por ti.



Podía sentir su calor. Su respiración acompasada. Cada latido que profería su corazón.Era una lenta tortura que iba consumiéndolo.

—Jess.

—Te dije que te fueras.

No, no era el mismo niño que amaba. Pero al verlo tan indefenso, tan vulnerable, su pecho se retorcía acuciado, desesperado por calmar sus lágrimas y hacerlo sonreir otra vez.

—Vamos, sabes que puedes contar conmigo.

—No quiero nada ahora.

—Por favor...

Su mirada azulada estaba empañada de dolor. Aspiró hondo y procuró limpiarse la humedad de su rostro.

—Quiero bañarme, vete.

—Cuando salgas quiero hablar.

—Pues yo no.

Le acarició los cabellos y corrió de su frente uno de los mechones castaños. Jess lo alejó con cierta brusquedad. Se puso de pie y señaló hacia fuera.

—Bien, después hablamos. Vete.

Se quedó observándolo, esperando un arrebato de calma, un mejor trato hacia él. Pero Jess permaneció firme en su actitud.

—Te esperaré a que termines.

Cuando salió sintió el portazo tras su espalda. Soltó un largo suspiro y se rascó la nuca. Casi aguardando las burlas de Misha, lo miró de manera amenazante. Para su sorpresa, el pequeño ruso estaba recostado sobre el sofá, con la vista perdida en el techo.

—Oye, Lyod.

— ¿Qué?—tomó asiento a su lado de mala gana.

—Como tú pudiste enamorarte así de Jess... sin importar tus gustos... —extendió la mano y la balanceó frente a sus ojos— ¿Crees que alguien podría enamorarse de mí?

El moreno le pellizcó la nariz.

—No. Eres una extraña mezcla entre un gato y una ardilla. Nadie podría amar eso.

Se levantó de un salto, fulminándolo con sus ojos chocolatosos.

— ¡Qué poco caballeroso eres!

—No me pagan por tratarte bien.

—Tampoco para ser un patán—soltó un bufido. Fingió ofenderse y miró hacia otra parte, pero al ver que Lyod no respondía a sus insultos, se volteó con curiosidad— Oye, ¿qué paso con él? ¿estaba llorando?

El sonido de la lluvia del baño comenzó a sonar tras la puerta. Lyod fijó la mirada haci tal dirección. Un suspiro ahogado salió de entre sus labios.

—Necesita tiempo.

—Desde que nació es tu primo, ¿no crees que tuvo el tiempo suficiente?

—Es adolescente. Es normal. Yo a esa edad era más problemático que él incluso.

—Hmm... Yo diría que no cambiaste nada entonces...—se retorció uno de sus cabellos, ladeando la cabeza al mirarlo.

Lyod entrecerró sus ojos al mirarlo.

—¿Qué estás tramando?

—Estoy decidiéndome entre golpearte o echarte a patadas.

— ¡Eso no es nada lindo!

Las risotadas y los murmullos de los cuatrillizos comenzaron a oírse desde el exterior del almacén. No tardó en ceder la puerta sobre sus goznes y dar paso a la trova incesante de chillidos. Apenas vio a Misha, la menor de los cuatro, la pequeña Cindy, se acercó corriendo y se lanzó sobre él, haciendo que cayera estrepitosamente del sofá. Los demás desataron en risas.

— ¿Qué a mi nadie va a venir a saludarme? —indignado, Lyod se dirigió a sus hermanos menores.

—Pero si en cualquier momento te echan de la casa y se quedan con Whiskas—respondió Karl, comenzando a reir mientras dejaba las llaves de la camioneta sobre la mesa de vidrio.

— ¿Cómo que Whiskas?—murmuró la vocecita de Misha, apenas audible bajo el peso de la niña.

Como el más dócil de todos siempre fue Benjamin, se acercó hasta su hermano mayor y se sentó a su lado. Lyod le revolvió los cabellos de la nuca.

—Mi fiel Ben.

— ¿Aún no se sabe nada de Jess, hijo? inquirió Mary, tomando sus faldas entre las manos.

El sonido de la canila de la ducha cerrándose y los pasos húmedos del muchacho fueron su respuesta. Al poco tiempo salió al líving, con la cabello goteando motitas de agua que morían sobre sus hombros, y la toalla que cubría sus caderas hasta un poco por encima de la altura de sus rodillas. La piel del torso de Jess era de un tono lechoso, y a pesar de ser tan delgado ya podía notarse la dureza de los músculos que conforaban los pliegues de su vientre.

Al verlo, no se hizo falta el grito ahogado de su tía, que corrió a tocarle la frente y atiborrarlo de preguntas, y los refunfuños por parte de Karl.

—Tomando una ducha con este frío, después de haber pasado toda la noche fuera, sin ni siquiera avisar... ¿Qué no pensaste ni un momento en lo preocupados que estariamos? ¡Jess, estoy hablándote!

El muchacho apenas parecía prestarle atención. Se rascó la nuca y miró hacia sus pies.

—Tengo frio, quiero cambiarme.

—Ve, ve... —su tío hizo un gesto para que fuera al cuarto— pero luego vamos a hablar, jovencito.

—Lo siento, me voy a dormir.

Antes de que pudieran replicar algo, cerrói la puerta tras de sí de un golpe, y le echó el pestillo.

—Hum, este niño cada día está más revoltoso...

—Es la edad, cariño. Hay que contenerlo.

—Deberíamos decirle a sus padres que vive huyendo de la casa, a ver si ellos logran controlarlo.

—¡No! —se voltearon, extrañados, ante tal exclamación de parte de Lyod—Si hacen eso van a querer llevarlo de regreso a la granja... y no podrá terminar sus estudios.

Las discución no duró mucho más, pues Mary ya se dispuso a preparar la cena. Era un hecho que Jess no podía regresar hasta no terminar el secundario, por más lloriqueos de Diana. Y si para ello debían ocultar ciertas cosas, pues lo valdría al final.

Los cuatrillizos se reunieron otra vez alrededor de Misha, y oyeron una nueva historia suya. El muchacho se frotó las palmas de las manos.

—Bien, qué puedo decirles hoy... es que he vivido tantas cosas...

—Algo increíble, Misha—dijo Laurent, el mayor, con emoción.

—Sí, algo raro como la otra vez —animó Cindy

—No, no, no tan así— murmuró Sussy, temerosa.

—Mmmhh... Bien, voy a contarles de cuando fui soldado de la marina, cuano tenía once años.

— ¡¿A esa edad eras soldado?!

—A esa edad no sabías ni atarte los zapatos, tonto—Lyod le dio un coscorrón en la nuca.

El rubio, tratando de que no lo oyeran los niños, se acercó a su oído y le murmuró provocadoramente:

— ¿Quieres que te enseñe todo lo que sabía?

—Oh, sigue relatando, Misha.

—Ya, ya, tranquila. Bueno, cuando era soldado me encomandaban la tarea de controlar las plataformas marinas del distrito. Y una noche oscura, solitaria, donde no se oía más que el aullar del viento... ¿a que no se imaginan lo que vi?

Los cuatro se inclinaron con intriga.

—A lo lejos, a muchos metros de la costa, una cabeza redonda y una largo cuello emergieron del mar, y entonces supe que era el Monstruo del lago Ness.

— ¿Estabas en Escocia?— inquirió Benjamin, que era el más atento.

—Oh, sí, sí. Es que me mandaban a muchos lugares. Pero lo malo fue que despues de eso no pude volver a verlo. Lo esperaba todas las noches. s más, cada día me acercaba más y más a donde lo había visto para que regresara.

— ¿Y no volvió?

—Cuando me iba a dar por vencido, que decidí alejarme y mirar la zona desde el faro, donde solía estar siempre, entonces pude otra vez contemplarlo; e incluso ahora emergió completamente, tan grande y magnífico que me azoró por completo. Entonces... —inesperadamente, guió sus ojos amarronados hacia Lyod, y añadió en tono suave y sincero— Me di cuenta de que no era necesario darle tiempo, sino el espacio para que él lo pensara, y si quería, volviera a mí.

—Pero si se le da espacio, tal vez se aleje para siempre.

—Si te quiere volverá.

Permanecieron un momento mirándose, uno que pareció infinito. Sólo fue interrumpido por la confusión de los niños, que se quejaron porque no les agradó la historia.

—Oh, yo quería una de vampiros.

—Ay, Laurent, eso pasó de moda.

—A mi me gustó— repuso Benjamin, y se ganó que el resto lo abucheara.

Esa misma noche se sentaron a comer en la mesa de la cocina. Era pequeña y apenas entraban, pero Misha se sentía tan cobijado sentado en medio de todos esos niños que no pudo más que disfrutarlo por completo. No era la clase de hogar en la que creció: un sitio de techos inmensos, de paredes de mármol, de estatuillas de oro antiguas... pero tenía esa calidez que lo embriagaba.

Esa calidez que sentía cada vez que Lyod se le acercaba.














Recogió algunas frazadas que su madre había lavado en la mañana, y las puso sobre el sofá para formar una suerte de cama. Hizo también un recobijo de mantas sobre la alfombra con una almohada mullida para poder dormir él. Jess no quería abrirles. Prácticamete se adueñó del cuarto, que recapitulando en realidad era propiedad de Lyod, pero el muchacho estaba tan preocupado por su bienestar que poco le interesó dejarle que pasara la noche durmiendo en su cama. Necesitaba espacio, el tiempo luego diría los resultados.

Las luces se estaban apagando. Los niños ya estaban recostados en sus camas. Misha salió del baño soltando un bostezo, y al ver la obra de Lyod abrió los ojos desmesuradamente. Luego se entrecerraron nuevamente, mientras esbozaba una sonrisa.

—Te dije que eras cálido.

—Mmmhh— el moreno soltó una especie de gruñido y se recostó en el piso, cubriéndose la cabeza con una de las mantas— No te acostumbres.
Misha fue hasta el sofá y se recostó, apoyando la barbilla sobre una de sus manos. Contempló la nariz recta y sus labios abultados, que se vislumbraban del perfil deol muchacho.

—Lyod.

Este apenas alzó los ojos.

—Buenas noches, gruñón.

Misha se sorprendió al sentir que estiraba una de sus manos y lo arrastraba hasta el piso. Lo abrazó por la espalda y le murmuró al oído, mientras jugueteaba a pellizcarle su nariz respingada.

—Buenas noches, "niño gato".

El pequeño se revolvió en su sitio hasta quedar frente a Lyod, con el ceño fruncido y haciendo un mohín.

— ¿Por qué "niño gato"?

—Eres molesto y arisco—le pellizcó una de las mejillas, y Misha se alejó con fastidio—, pero cuando estás necesitado de cariño ronroneas y te vuelves tan adorable que uno no se puede negar a quererte.

Los ojitos chocolatosos de Misha se tornaron vidriosos.

—Entonces... ¿alguien sí podría amarme?

Lyod soltó una carcajada.

—Sí, pero deberá tener bien puestos los cojones para soportarte.

— ¿Tú me soportas?

El moreno le acomodó un mechón de cabello tras la oreja.

—Claro. Somos amigos.

—Te dije que no me gustan los amigos— murmuró por lo bajo, pero aún así ocultó el rostro en su pecho.

—Ya, ya... no te vuelvas arisco.

La sala a esas horas comezaba a tornarse fría. El contacto de los vellos de la alfombra le hacían cosquillas sobre la espalda. Pero con sólo sentir esa calidez que emanaban las fuertes manos de Lyod mientras le acariciaban el cabello era la morfina suficiente para hundirlo en las profundas aguas del sueño.

Notas finales:

En cuanto a los rw, los respondo aquí porque en el principio hablé de más :V
Bueno, estoy muy feliz de que ustedes tres, Adri-chan, Nuzelia y Empeleon sigan mandándome. Estaré esperando los de Ener, Cris, Cami y Romi :3
Sí, adri, mis lectores son irresistibles :3 jajaja Yo tambien me reí mucho con la idea de llamar a Misha Whiskas, es que le queda genial :D y bueno, seguimos con las famosas cartas, a ver qué sucede al final... TAN TAN TAAAN...
Empeleon, no, no llores y tengas olor a fiebre TwT jajaja el lemon con llanto nunca está de más -3- jajaja
Nuzelia, ¡vas a dudar, y te retorcerás del dolor de ver a Sasha tan malito! muajaja :3 ooh, ¿a quien engaño? Nadie supera a Andres en eso .-. jaja


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