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Nos une la misma luna por Shizu Chan

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Notas del capitulo:

Esta historia está en curso pero espero poder seguirla... quiero ver si llama su atencion... mi idea en realidad es publicarla, para ello estudio edicion :3 Si alguien está en mi misma situación podemos compartir relatos :3

~Corre novela..

A 7 días del flechazo…

La criada lo dejó pasar con una sonrisa radiante. El muchacho hizo una reverencia y esperó a un costado, mirando por la escalera, aguardando que bajara con su camisa entreabierta y los lentes centelleándole contra los rayos vírgenes del sol. Su sorpresa fue muy grande al ver en su lugar bajar una mujer más alta que su metro sesenta, rozando el metro ochenta, de piernas largas y una espesa cabellera rubia. Tenía los ojos verdes, fieros, y sus manos se curvaban sobre un vaso de vino, casi rompiéndolo en la palma.


Se quedó mirando fijamente al muchacho, y levantó una ceja.


¿Kak tvoyó imia?


Jess permaneció tieso. Prácticamente le había ladrado esa extraña frase.


“¿Estará retándome?”


—Emmm…yo…


Esa voz potente y clara se dejó oír desde el vestíbulo. Sasha venía caminando con un libro encima. Esta vez no tenía los lentes, y vestía un chaleco gris sobre la pulcra camisa color crema. Se detuvo junto a Jess y lo saludó con un apretón de manos, más cordial que de costumbre.


—Hola, Jess… Te presento a mi hermana mayor, Zinaida— señaló a la mujer y luego se dirigió a ella, un tanto cansino— Zina, él es Jess Owen, mi alumno; es el sobrino de Karl.


Esta lo observó un momento, y el joven realmente temió que lo mordiera. Finalmente dejó entrever una deliciosa sonrisa mostrando unos dientes nacarados. Se acercó y besó a este en la mejilla. Tenía la piel suave y un perfume fuerte desprendía de su cuello.


—Un gusto conocerte.


Dio la vuelta y se marchó hacia los jardines, caminando lentamente, casi desfilando. Jess suspiró y dejó salir su frustración. Aquella parecía realmente una tigresa, y no quería pensar aun cómo sería el señor Ivanov, padre de Sasha.


—No le hagas caso, a todos comienza hablándoles en ruso. Es una pequeña rutina de ella— susurró este, quitándolo de su ensimismamiento. Jess alzó la mirada hasta encontrarse con esos ojos salvajes, y tuvo una rara sensación cuando le guiñó uno con complicidad— ¿Te asustó?


El muchacho sintió un estremecimiento. Esa pregunta no era en tono burlón, sino más bien con preocupación. Fingió tomarlo como una broma y se cruzó de brazos, molesto.


—Claro que no… es una linda mujer, por cierto.


—Hum—le golpeó el morro con el libro y encaminó hacia la biblioteca— Vamos, el tiempo es oro.


Jess se acarició la nuca y aprovechó que estaba de espaldas para fulminarlo con la mirada. Con esa altura, y las espaldas tan anchas, se creía mucho caminando delante suyo, tan confiado. Tuvo la tentación de lanzarle algo sobre la nuca, pero era tan perfecto ese mechón rubio que le caía, suave seguramente como la seda, acariciándole la piel, que no tuvo más remedio que seguirlo en silencio, avergonzado.

 

 

 

 


La clase realmente fue aburrida para Jess. No hizo más que explicarle una y otra vez un mismo problema de ecuaciones, sin que lograra comprenderlo. Es más, debió levantarse y comenzar a hacer ejemplos con objetos en el cuarto.


—Mira, imagina que este libro es la x y este otro la y…


—Son dos libros iguales para mí.


Sasha pareció decirle todo con una mirada. El muchacho reprimió una carcajada y se irguió en su asiento.


—Perdone, pero si hace ejemplos tan parecidos terminaré pensando que tienen el mismo valor en la ecuación, señor profesor.


“¿Acaso este niño está jugando conmigo?”


Aun así, el hombre dejó los libros a un lado y tomó sus lentes, y una vela de la mesa.


—Bien, imagina que mis lentes es la x y esta vela es la y. Ahora…


—Si los lentes son más anchos pensaré que el valor de x es mayor al de y.


Sasha alzó una ceja, como si aguardara esa pregunta.


—Pero si los representas en una recta, x es horizontal y la y es vertical.


Jess frunció la boca. Le había arruinado su broma.


—Mira, sé que no te gusta este tema, pero debemos tocarlo aun así. No soy bueno enseñando a un niño que se comporta como de primaria—el joven lo miró de costado, furibundo—, así que ya deja de usar esos jueguitos conmigo, porque créeme que no funcionarán, Jessy.


Este procuró que no notara su rubor al ser llamado por su nombre de esa manera, viniendo de una voz tan penetrante como la de Sasha. No podía dejar que viera cómo temblaba su alma por algo tan insignificante, no así. Dio vuelta el rostro y se cruzó de brazos. El hombre contempló ese cabello azabache que le rozaba el suéter celeste de lana que vestía, un tanto grande, el cual dejaba al descubierto su fino cuello, débil e indefenso.


—Oye, ¿por qué tienes la costumbre de usar ropa tan grande? ¿Acaso eres tan pequeño?


Jess estaba rojo de la furia cuando le preguntó eso. Sasha no pudo contener dejar escapar una risa. No podía simplemente. Era demás graciosos sus mohines de infante.


—Es la ropa de mi primo mayor, no es mi culpa que él fuera un mastodonte gigante ¡No soy pequeño, estoy bien así! Ya creceré…


El hombre apoyó la cabeza sobre sus manos y lo miró de costado, aun sonriente.


—No, estás bien así. Si fueras más grande no serías tan gracioso.


Jess se ruborizó y escondió el rostro entre las manos.


—Además, siempre está la posibilidad económica de ser enano de circo—el muchacho estaba furioso y el labio le temblaba, seguramente tragándose muchos insultos—. No te enfades, es algo bueno.


El cantar de un ruiseñor captó la atención de ambos, haciéndolos mirar a la ventana. El pajarillo se acicalaba las plumas en la ventana, y cantaba a la par. Sasha no puedo evitar pensar que Jess se veía como una de esas avecitas, pequeña y frágil. Trató de imaginarlo con unas alitas de gorrión en sus espaldas, pero solo logró tentarse de risa. El joven se lo quedó contemplando, extrañado, ajeno a sus pensamientos.


“Este viejo cada día parece más loco”

 

 

 



Luego de mucho intentar, Jess comprendió el problema matemático. El profesor se dejó caer en la silla y suspiró, aliviado al fin. Habían pasado las dos horas de clase y sólo habían tocado un tema.

Chasqueó la lengua y se dirigió a Jess, dubitativo.


—Perdona que te pida esto, pero… ¿Acaso Karl viene a buscarte? ¿No podrías quedarte un momento más?


Jess, que ya se preparaba para marcharse, se quedó helado en su sitio.


—Me voy solo, pero… ¿por qué?


—Bueno, por culpa de divagar tanto no llegué a darte otros contenidos. Quédate un rato más, te prometo que si se hace más tarde te llevaré con mi auto.


El muchacho sintió que el pudor subía hasta sus mejillas, poniéndolo colorado.


—Pero…


—Si no quieres que tu tío se preocupe, le diré a la criada que lo llame así estará tranquilo, no hay problema—al ver el rostro ausente del joven, se levantó con determinación—. Bien, le daré el número.


—Pe-pero…


Sasha aguardó a que terminara la frase. Se alzaba imponente como una torre a su lado. El muchacho tragó con fuerza y sólo pudo quedarse en silencio.


—Traeré algo de tomar y si quieres puedo hablar contigo algo del campo que conseguí ayer en la noche. Al menos así no será tan aburrido… ¿está bien?


Le sonrió fugazmente y se dirigió al hall, dejándolo solo con sus pensamientos. Jess se acarició el brazo. No temía aburrirse con su presencia, sino que estaba tan a gusto en ese lugar, tan cálido y contenido por aquella sonrisa cordial de Sasha, que dé a momentos le daban ganas de no irse jamás.

Sacudió la cabeza y se sentó. Fuera el sol estaba muriendo de a poco, y una luna tímida se asomaba en el firmamento.

 

 

 



Dejó la copa a un lado. Estaba un poco mareado. No estaba acostumbrado a tomar un vino así de fuerte. A decir verdad, no estaba acostumbrado a tomar vino en sí. Sasha parecía a gusto y calmado. Él seguramente debía tomarlo como agua a esas alturas.


Sobre la mesa estaban desparramadas las hojas, debajo de un platillo con masillas de harina y chocolate. Estaban deliciosas. Jess nunca había probado un bocado tan sabroso al paladar.


—Us-usted dijo que me hablaría algo sobre el campo—dijo Jess, dubitativo.


— ¡Hum, es verdad! —se fregó las manos y sonrió—Casi me olvidaba. El amigo de mi padre, que tiene una granja a unos metros de aquí, vino ayer para buscar algo, así que aproveché el momento para pedirle un pequeño favor.


Miró significativamente a Jess, y sus ojos café brillaron. El joven se quedó en silencio sin comprender mucho.


—Me dijo que mañana podemos ir a ver sus animales, y husmear un poco el lugar. Creo que un día en el que tú me enseñes a mí algunos conocimientos no está mal. Además—se levantó y tomó un libro del tercer estante, casi recordándolo de memoria—, estuve investigando un poco, así que ciertas cosas más bien técnicas te las explicaré.


Jess sentía que el corazón le galopaba con fuerza en el pecho. Un rubor rojizo le pintó deliciosamente las mejillas, y sonrió, como si su rostro resplandeciera. Sasha suspiró muy por lo bajo. Si él sonreía así, todo lo valía.


— ¡Oh, qué bueno! Extrañaba tantos días sin estar entre los animales—al analizar lo que había dicho, se rascó la cabeza, con pudor. Sasha rió por lo bajo con su comentario—. Es que desde siempre estuve con papá ayudándolo, y me siento algo vacío sin estar en el campo como siempre acostumbraba.


—No te preocupes, te comprendo—echó una mirada a su enorme biblioteca—, me sentiría igual si me quitaran mis libros. Estaría totalmente hueco por dentro.


El semblante de ese hombre realmente podía convertirse en el de un niño inocente cuando sus ojos tomaban esa expresión de cariño. Parecía como si su ferocidad fuera reducida y arrasada por la calidez de su corazón. Jess sólo puedo contemplar esa expresión, deseando que se volteara y lo mirara con esos ojos, desbordante de amor. Pero Sasha bajó la mirada y suspiró. Cuando se volteó ya tenía la mirada de puma nuevamente.


—Así que mañana ven preparado, saldremos más temprano. Espero que no se enfaden en tu casa por retenerte tanto tiempo—sonrió algo incómodo—. Es que si no vamos desde entonces, el día no nos rendirá.


—No, no, está bien—Jess estaba realmente emocionado— ¿Desde qué hora iremos?


—Bien, te pasaré a buscar a las diez a tu casa y te regresaré a las siete de la tarde, antes de que anochezca… ¿te parece bien?


Jess no tuvo en cuenta la cantidad de horas que realmente pasaría con ese hombre, en un lugar que ni siquiera tenía noción, ya que estaba tan extasiado por ir, que sólo quería que ya fuera mañana. Asentó con la cabeza, alegre.


—Bien, entonces ya vamos yendo a lo de tu tío. Tienes que descansar—se levantó y puso sobre sus hombros un saco de seda negro. Observó a Jess, con tan sólo ese suéter fino— ¿No tienes algo que ponerte?


—Emmm… no, no creía que estaría hasta tan tarde—se levantó, algo confundido. Cuando se dio cuenta, Sasha ya estaba yendo hacia el hall de nuevo— ¿A dónde va, señor?


—Espera aquí.


Jess frunció el gesto y miró por la ventana. Ya estaba muy oscuro. Las estrellas titilaban sobre su mirada, brillando sobre los vidrios. Se observó su reflejo, tan pequeño, y no pudo más que suspirar.

La puerta se abrió y entró el hombre con una chaqueta blanca, considerablemente grande. Se la puso prácticamente a la fuerza al confuso de Jess.


—Abrígate, mañana me la devuelves. Vamos, no demos más vueltas.


El muchacho se quedó paralizado un momento. La tela olía a vino y a perfume, a ese aroma que siempre desprendía Sasha. Era como tenerlo pegado a su cuello. Se ocultó el rostro, para que no viera su rubor, y corrió tras él para subirse al auto; un Peugeot perlado estacionado frente a la mansión.


Dudó un momento en subir, más al ver el rostro apremiante de su profesor se convenció de hacerlo. Dentro estaba cálido, con un aroma a elegancia que nunca había sentido.


—Está muy lindo aquí—musitó para sí.


Sasha lo oyó y sonrió. Jess se acurrucó en los asientos traseros, como si fuera una cama, y apoyó la cara contra la ventanilla. Si fuera otro muchacho cualquiera, lo habría obligado a sentarse erguido, a mantener la compostura. Pero a esos ojos azules oscuros como el mar en plena noche, y a ese rostro de niño inocente, no podía negarle nada.


El hombre no se percató, pero conducía despacio, mucho más que de costumbre. Como si quisiera saborear los últimos minutos junto a Jess luego de ese largo día.

Notas finales:

Por las dudas por lo antes dicho aclaro que no dejaré de emitirla hasta rl fibal :3 Saludos a todos :D


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