CAPÍTULO 12
Como casi todas las noches, Luhan estaba acostado en su cama mientras jugaba con cualquier aplicación en su teléfono que encontrara, Kris estaba completamente distraído con su tablet y sus peluches en tanto se relajaba en su propia cama; eso era lo bueno de haberse puesto como compañeros de cuarto: no solían discutir y en realidad les interesaba poco lo que hacía el otro.
—Luhan ge, sal.
De la nada, Lay había entrado en la habitación, ordenándole al mayor.
—¿Qué? ¿Para qué? —reclamaron los mayores al mismo tiempo, mirando al menor sorprendidos.
—Desde hoy dormirás con Xiumin ge en el otro cuarto —dijo Yixing sin pedir opiniones.
—¿Y por qué? —interrogó Luhan mientras dejaba a un lado su celular.
—No te incumbe, ahora agarra tus cosas y vete con gege —el ciervo iba a reclamar algo más, pero con la mirada enfadada de Lay supo que era mejor no despertar la furia de Zhang Yixing; así que lo obedeció y salió de prisa y sin llevar algo en las manos, dejando atrás el perturbador silencio formado en la habitación—. Necesito estar contigo.
Esas palabras tomaron desprevenido a Yifan y lo arrastraron de nuevo a sus sentidos aunque ni siquiera hubiese procesado esa simple frase y no tuviera una respuesta coherente; el menor sólo se quedó parado en la entrada, observándolo.
—¿Y-y para qué? —logró decir finalmente—. ¿Era necesario que echaras a Luhan?
—Sí lo era, porque necesito pasar más tiempo contigo, gege —antes de que Kris pudiera agregar algo más, Lay levantó su mano, pidiendo la palabra a la fuerza—. ¿Recuerdas lo que pasó el sábado?
El rostro del joven Wu se llenó de color e inevitablemente desvió su mirada sin saber a ciencia cierta para dónde dirigirla de nuevo. El momento en el que besó por accidente a su acompañante seguía fresco en su memoria y se negaba a irse de allí; ninguno de los dos lo había sacado a relucir, pero estaba claro que las conversaciones de los últimos días se habían reducido prácticamente a cero: la incomodidad estaba presente hasta en sus contactos visuales. Kris no estaba seguro de qué pensar después de ese día, ya que en cierta parte estaba consciente que había disfrutado ese roce íntimo con su amigo de toda la vida.
—P-puedo recordar algo… vagamente… —contestó casualmente, ignorando sus pensamientos recurrentes.
—No mientas, gege —el menor resopló y balanceó su cabeza hacia atrás—. Sé que no es normal lo que pasó y que de hecho fue un accidente, pero--
—Pero, ¿qué?
El mayor estaba expectante por la pausa que había tomado lugar en el discurso del unicornio, quien se tapó la evidentemente sonrojada cara y respiró profundamente antes de continuar hablando. Su cabeza estaba hecha un lío desde el instante en que se dio cuenta que besó a su gege, no sabía qué decir y la notoria pena que invadía el ambiente en que ambos estuvieran juntos no ayudaba. Estaba confundido al punto de no saber ni cómo se llamaba.
—Pero… —no tenía más tiempo para pensar—, ¡ése era mi primer beso y te tienes que hacer responsable de ello!
La mandíbula de Kris se fue tres metros bajo tierra.
—¡¿Qué?! ¿Responsable? ¿De qué? ¡Fue un accidente! —exclamó.
—¡No me importa, tú eres mi primer beso, haz algo al respecto!
—Sí sabes que eso no tiene mucha lógica, ¿cierto? Que los niños que nos empujaron se hagan responsables.
Kris se dispuso a ignorar cualquier argumento que Yixing tuviera a continuación, entonces tomó su tablet, la desbloqueó y pretendió trabajar en algo. Grave error. El aura negra del menor fue creciendo poco a poco y su ceño fruncido se hizo más que obvio; de alguna manera iba a aclarar sus sentimientos revueltos y Kris tenía que estar en el proceso, porque él era la raíz de todo su enredo mental. Dio pasos lentos pero estruendosos hasta quedar al lado del rubio y así poder agarrarlo del borde de la playera que usaba; lo obligó a mirarlo a los ojos y lo hizo callar.
—Escúchame bien, Wu Yifan —el tono que usaba era severo; si no lo había convencido con excusas de colegialas, ahora usaría la verdad—: no sé cómo haya pasado o quién haya sido el culpable del beso, yo sólo quiero descifrar lo que está pasando en mi mente sobre ti, por eso quiero que estés a mi lado hasta que lo haga. Hazte responsable de mí.
Kris sentía cómo el sudor empezaba a empapar sus manos y su respiración se agitaba por el miedo y la sensación de tener a Lay tan cerca de él. ¿Qué acaso él no tenía ni la más mínima opinión, siendo también parte del victimario del beso? No quiso hacerlo a propósito, por lo que culpaba a los niños, Isaac Newton y su descubrimiento de la maldita gravedad; sin olvidar que fue Yixing quien cayó sobre él en primer lugar.
—Bien, bien, lo haré —a fin de cuentas aceptó para zafarse del brusco agarre del menor—. Pero lo haré bajo una condición.
Estaba a punto de hacer una estupidez.
—Muy bien, dila.
¿Por qué no le importaba cometer una estupidez tan grande?
—La condición es… que seamos novios.
—¿Qué?
—Será muy incómodo si sólo pasamos tiempo juntos porque sí; además, si tu trato llegase a incluir cosas como contacto físico, quiero al menos una garantía y que no sea sólo por tu diversión o placer —las manos de Yixing se movieron hasta su cintura y una de sus piernas se dobló ligeramente, signos de que realmente estaba considerando la oferta del contrario—. ¿Y bien? ¿Qué dices? ¿Tenemos un trato?
Los labios del castaño se abrieron para tomar aire y hacer su decisión.
—Está bien, lo aceptaré —dijo—; pero por el momento mantengámoslo como un secreto.
El joven Zhang simplemente dio media vuelta, caminó a la puerta e hizo caso omiso a lo que Yifan le decía, cerrando la puerta apenas su cuerpo abandonó la habitación que ahora compartiría con su… ¿novio? ¿Acaso eso era real? ¿Era Zhang Yixing, alias Lay, el novio de Wu Yifan, alias Kris? Su mano derecha viajó al centro de su pecho y la dejó reposar allí en tanto los latidos de su corazón incrementaban rápidamente. Yixing era de todo menos un tonto. Él sabía lo que le estaba pasando. Ya había tenido novias antes, por lo que el sentimiento que nació por Kris no le era extraño, aunque ciertamente tampoco tenía comparación.
—XingXing, ¿qué haces ahí parado?
—¡Oh! Eh… nada, Luhan —volvió a su realidad en una milésima de segundo—. Entra a sacar tus cosas, yo iré con Xiumin a recoger las mías.
Sin atreverse a decir algo más, dio un par de brincos hasta su ahora ex habitación; ni bien entró, Minseok le comenzó a reclamar algo sobre el repentino cambio de compañeros de cuarto, lo que Lay omitió por estar guardando sus cosas en una maleta pequeña mientras estaba con la mente más allá de las nubes. Cuando el baozi le exigió una respuesta a todo el asunto, el menor se limitó a decirle que algún día le explicaría las cosas. En ese momento, Luhan apareció por detrás del chico enamorado, quien desapareció de inmediato para mudarse; Xiumin se le quedó mirando fijamente al menor de ambos en tanto sacaba sus cosas de su equipaje improvisado.
—Oye, Kim Minseok, deja de verme así —apuntó el cervatillo—. No importa lo que digas o hagas: dudo que alguno de los dos nos vaya a decir algo al respecto; Yifan también está raro.
—¿Por qué lo dices? —inquirió el mayor.
—No me dijo nada, pero estaba rodando en su cama y pataleaba como un niño. Quizá sea que no le guste el cambio, aunque parece adolescente enamorada.
—Oh, Yixing también —explicó Xiumin—. O no quería escuchar lo que le decía o también está enamorado…
—Espera —lo detuvo—, ¿no será que ellos en realidad…?
—¿Están…?
La insinuación era suficiente para Minseok, lo que lo condujo a formular la pregunta más obvia: ¿acaso sus compañeros de cuarto tenían una relación amorosa? Hasta donde él supiera, ambos eran heterosexuales, cada uno con su propio récord de novias; además, habían convivido prácticamente desde el primer año de preescolar. Los dos amigos se pusieron a analizar las posibilidades de la ocurrencia de Luhan. Xiumin entonces se dio cuenta de muchas similitudes que tenían las actitudes de Kris con Lay y viceversa, tales como apartarse un poco más de los otros dos cuando salían o hacían algo juntos o decir algo sugerente sobre el otro. Minseok estaba a punto de reafirmar el amor de los chicos cuando Luhan habló.
—No, no creo —dijo con simpleza el menor—. Son compañeros de cuarto, esas cosas no pasan.
—¿N-no crees en eso? —preguntó dolido—. Tú haces webtoons sobre eso.
—Pero no es como si lo creyera, gege —respondió—; además, han estado juntos más de la mitad de su vida, al igual que en mis historias. Si fuera uno de mis trabajos, ellos ya estarían saliendo desde hace años.
«De verdad no sabes nada del amor, Lulu…».
—¿Y si fuera una historia conmigo? —habló el corazón de Xiumin sin darle tiempo de reaccionar a su cerebro—. Los tres me conocieron al mismo tiempo, hace cuatro años; si alguno se hubiese enamorado de mí, ¿cómo sería una historia conmigo? ¿Ya estaría junto a esa persona?
—Claro que sí, Minnie —contestó Luhan mientras abalanzaba un brazo contra su cuello y lo colgaba, ignorando el rubor que el mayor no sabía que tenía—. Eres amable, lindo, ordenado, considerado… ¿quién podría resistirse a ti? De hecho, si hiciera un webtoon sobre alguien con tu personalidad, serías el protagonista y te pasaría todo lo bueno en el amor.
«Lástima que no puedas dibujarme a estas alturas…»,pensó Minseok, «quizás me hubieras amado más que ahora».
—¿Ah sí? Gracias, Lu ge —con la voz cerca de delatar su tristeza, se separó del menor—. Iré a bañarme antes de dormir.
Rápidamente, Xiumin se deshizo de todo contacto físico que tuviese con Luhan, tomando su toalla y encerrándose sin dudarlo en el baño; estuvo quieto durante unos minutos dándole la espalda a la puerta hasta que caminó paso por paso a la ducha. Se desnudó, dejando su ropa hecha una enorme bola sobre la tapa del retrete, abrió ambas llaves al mismo tiempo y esperó a que la temperatura del agua se regulara, aunque a final de cuentas la enfriara para que su llanto se ahogara antes de salir. Su espíritu se había ido al carajo por completo. Si tan irresistible se veía a ojos de Luhan, ¿por qué no estaban saliendo en ese momento? Si él sería el protagonista al que la vida le sonríe, ¿por qué sospechaba que no era tan fácil convencer a su propia vida de permitirle ser feliz? A los diez minutos ya se había terminado de restregar el cuerpo, así que puso el agua caliente para que no sufriera hipotermia. Permaneció allí otros diez minutos, hasta que decidió que había sido suficiente para él, entonces secó parte de sus brazos y piernas con la toalla antes de enredársela en la cadera; tomó sus prendas en sus manos y se marchó a su cuarto. Apenas entró, lo primero que divisó fue a un Luhan cubierto por las sábanas de su nueva cama, alumbrado solamente por su celular. El mayor buscó aún a oscuras unos bóxer limpios y una playera para irse a dormir. Se adentró en sus propios cobertores con la mejor y mayor intención de conciliar el sueño, pero las palabras de Luhan no podían salir de su cabeza y tenerlo en la misma habitación no era de ayuda.
—¿Xiumin…?
—Cállate, Luhan —dijo el coreano, escabulléndose en las sábanas del otro, apretando su cuerpo contra la espalda del menor de ambos—. Pase lo que pase… no digas nada…
Y sin soportarlo un segundo más, el llanto de Minseok fue lo único que se escuchó en ese cuarto. Sus manos se aferraban a los hombros de Luhan, quien empezó a sentir los temblores corporales de su amigo y las lágrimas siendo absorbidas por su pijama. Conforme pasaban los minutos, el mayor no parecía calmarse y cada sollozo que daba era más difícil de soportar para el joven Xi. El cervatillo finalmente decidió soltarse del agarre ajeno y girar su cuerpo para abrazar a su mayor.
—No sé por qué lloras ni quiero obligarte a que me lo digas, pero —susurró— aquí estoy para ti, Kim Minseok.
Sin poder controlarse, Xiumin soltó más y más lágrimas que fueron sofocadas por las manos y la ropa de su acompañante. Luhan pacientemente arrulló al frágil chico que se hallaba en sus brazos: su mejor amigo.
Minseok despertó a la mañana siguiente con los ojos punzantes de tanto esfuerzo realizado al llorar; al lado de su cuerpo nada más estaba un vacío enorme, rellenado de manera torpe por edredones y almohadas. El mayor entonces supo que Luhan no quería hacerlo sentir mal si sentía su ausencia, por lo que imitó su propio cuerpo en utilería de la recámara. Xiumin sonrió para sí mismo ampliamente y se dirigió a la cocina, donde Kris molestaba al gran cocinero Xi mientras servía el desayuno para los cuatro.
—¡Ya despertaste, Xiumin ge! —exclamó Lay desde atrás de él, empujándolo por los hombros—. Hoy Lulu pidió el día de descanso, así que estará consintiéndonos todo el día, ¿no es bueno eso?
—Sí… lo es —murmuró el mayor que, al enfocar su mirada en Luhan, vio que él le dedicaba un guiño de complicidad—. ¿Y? ¿Qué hay para desayunar?
Una sonrisa se estacionó en los labios del baozi en tanto se acercaba a sus otros compañeros de piso; su corazón se encendía de nuevo al pensar que uno de los dibujantes más reconocidos en Asia se había tomado el día libre para estar a su lado sólo porque lloró la noche anterior. Eso lo hizo sentirse despierto y firme de nuevo, tomando la decisión de seguir su plan de conquistar a Luhan y tener la historia de amor que se merecía.