CAPÍTULO 19
Cuando regresaron al departamento, Lay no quería ver ni hablar con nadie; estaba triste por la partida de Luhan. Apenas entró a su morada, fue directo a su cuarto y se arrojó a su cama ante la mirada de Kris, que no soportaba verlo en ese estado. El mayor se sentó en el borde de su propia cama sin perder de vista ni un momento al castaño, pensando en una solución para levantarle el humor al más joven.
—Salgamos un rato, ¿sí? —dijo Yifan con un tono bajo de voz a su novio secreto.
Los ojos adormilados de Yixing se abrieron de sorpresa y giró su cabeza bruscamente hacia su acompañante.
—¿Q-q-qué? —tartamudeó incrédulo—. ¿Salir?
—Sí, para que despejes un poco tu mente, te hará bien.
El rubio se levantó de donde estaba y se marchó de la habitación, dejando pasmado al menor. Lay estaba impresionado por la actitud de su pareja, porque en el tiempo que lo llevaba conociendo y habían sido amigos, nunca había tenido tanta consideración por él o su estado de ánimo. ¿Tendría que ver acaso con el hecho de que fueran pareja? Cuando escuchó su nombre con la profunda voz de Kris, se levantó de inmediato aún sin quitarse la sorpresa del todo; se acomodó la ropa y, antes de salir con el mayor, tomó un gorro para que el frío no lo calara. Yixing bajó la mirada en el camino, avergonzándose de sí mismo porque parecía una chica que tenía su primera cita con el chico de sus sueños. Lo que estaba pasando era muy distinto, ¿cierto?
«¿Cierto?».
—Gege, ¿a dónde vamos? —dijo Lay mientras caminaban hacia el centro de la ciudad.
—No lo sé, ¿quieres ir a algún lado en especial? —preguntó el más alto, mirándolo directo a los ojos.
—No, realmente no —indicó el castaño—. Vamos a ver qué encontramos.
Los chicos sonrieron un poco, esperando que su improvisación diera buenos frutos en su salida… ¿o debería ser clasificado como una cita? ¿Su primera cita? En tanto iban acercándose a su destino, vieron a distintas parejas cruzarse en su camino, todas con una actividad diferente; sin embargo, todas tenían algo en común: estaban tomándose de las manos o se guindaban por el brazo, e incluso estaban compartiendo un beso. Cuando Kris y Lay se percataron de la ridícula cantidad de parejas que los rodeaban, se sintieron cohibidos; Yixing bajó su cara, evitando que su acompañante viera su sonrojado rostro y las evidentes ganas de que hicieran algo parecido, pero eso no pasaría…
—H-hay mucha gente aquí… —murmuró Kris mientras entrelazaba su mano con la del menor, haciendo que ambos corazones se sobresaltaran—. Puedes perderte, así que no me sueltes… ¿está bien?
Lay no respiró sino hasta que asimiló la calidez de los dedos de su novio rodeando los suyos. Su mano se aferró a la otra.
—No te preocupes —susurró en respuesta—, no me voy a soltar.
Siguieron su camino por al menos unos incómodos 15 minutos más, sumidos en sus propios pensamientos y respiraciones forzadamente tranquilas. Entonces Kris vio un anuncio en una pantalla enorme.
—Lay, ¿qué tal si vamos allí? —con su dedo índice señaló la promoción.
—¿Una proyección del espacio exterior? —el menor se extrañó un poco por la repentina sugerencia, pero se encogió de hombros y le restó importancia al asunto—. Claro, ¿por qué no?
Entonces los dos partieron al planetario, que estaba a un par de calles de ellos; no se soltaron en ningún momento. Al llegar al establecimiento, compraron las entradas para la función que empezaría en 5 minutos, así que fueron rápidamente a buscar dos lugares contiguos vacíos. Yixing miró directo hacia arriba, interesado en cómo las estrellas empezaban a aparecer conforme las demás luces desaparecían.
—Es increíble, ¿no? —habló Yifan, atrayendo la atención de Lay—. Todavía hay mucho que no conocemos del Universo.
—Y hay cosas que nunca llegaremos a conocer —contestó el menor, girando su rostro para ver al concentrado rubio.
—Cuando era niño, yo creía que podría saberlo todo sobre el mundo y que viajaría por todos los planetas conociendo todo tipo de criaturas; pero no pensé que yo fuese a terminar creándolas yo mismo —mencionó el mayor—. A veces me pregunto si alguien estará viviendo esa fantasía que yo tuve alguna vez.
La melancolía se reflejó hasta en los ojos de Lay, pero como Kris no había volteado ni una sola vez su mirada de la proyección en el techo no se dio cuenta.
—Con razón te decían Galaxy en la escuela… —soltó una risa corta y casi inaudible—. ¿Te arrepientes de algo?
Kris tomó un fuerte respiro y pensó su respuesta unos segundos.
—Si lo veo desde donde estoy ahora… no, de nada —por primera vez en minutos le correspondió la mirada a su pareja, sorprendiéndolo un poco—: mi trabajo hace felices a muchísimas personas alrededor del mundo, vivo bien con mis amigos y…
—¿Y qué más, gege? —interrogó el menor ante la repentina pausa de su acompañante.
El rubio volvió a llenar sus pulmones de aire y los dejó ir en un sonoro suspiro; Lay, curioso por su comportamiento, se movió en su asiento. Yifan relajó su cuerpo y, casi por impulso, tomó la mano del otro.
—Y así puedo compartir más tiempo contigo —hizo otra pausa, esperando que el menor no saliera corriendo con lo que iba a decir—. Creo… que me gustas desde hace muchísimo tiempo, Yixing…
Una vez más, los ojos del castaño se abrieron a sobremanera; no sabía qué debería decir a continuación, pero en cuanto la mano libre de Kris subió hasta su mejilla y lo acercó a él para besarlo suavemente, supo que el mayor estaba consciente de su estupefacción ante la confesión. Una sensación dentro de sí mismo hizo que Lay correspondiera el beso y se dejara llevar por los labios del rubio. A los pocos segundos se separaron y se vieron fijamente el uno al otro; Lay se sentía como en un estado de pausa mental y simplemente recorrió con la mirada esas facciones tan finas que tenía su acompañante, en tanto Kris se concentraba en controlar sus impulsos y no salir corriendo para gritar a los cuatro vientos su extrema felicidad. Cuando finalmente apartaron sus vistas y giraron a contemplar la proyección, Yixing seguía sintiéndose inquieto dentro de su pecho, cayendo en la cuenta de que no le había dado una respuesta a su novio. Su novio. Con esas palabras resonando en su cabeza, el menor se inclinó para recostarse sobre el hombro de Yifan, quien se quedó inmóvil en ese pequeño tiempo.
—Yo… creo que también me gustas desde hace tiempo, gege…
Ninguno de los dos se movió ni un centímetro. Dejaron sus manos entrelazadas, respiraban tranquilamente, su ritmo cardíaco era frenético para ambos y unos leves espasmos los hacían juntar aún más sus manos. Lay, por error y sin darse cuenta, dejó su mirada fija en el borde de la proyección en una parte donde había mucho movimiento; poco después, le escocieron los ojos a la par que la cabeza le punzaba y se retiró bruscamente del cuerpo de Kris mientras se frotaba violentamente los párpados. El más alto se alarmó del repentino comportamiento de su acompañante e inmediatamente se irguió para sostenerlo por los brazos.
—Lay, ¿estás bien? ¿Qué te pasó? —preguntó alarmado.
—Estoy bien, solamente estoy algo mareado, eso es todo… —explicó el menor, aferrándose un poco a los hombros del contrario.
—Será mejor que salgamos.
Sin dudarlo, el mayor agarró al mareado muchacho con cuidado y lo condujo por el estrecho pasillo hasta que salieron de la sala; lentamente lo llevó afuera del establecimiento hasta el parque que estaba del otro lado de la calle. El castaño no se sentía tan mareado como antes al no tener presente el movimiento de las estrellas y las galaxias. Kris lo sentó en una banca que se encontró cerca y se puso en cuclillas frente a él.
—Perdón —farfulló el menor—. Arruiné nuestra cita.
—Para nada, Lay, ¿ya te sientes mejor? —Yixing asintió débilmente y el rubio le sonrió—. Iré por algo para refrescarte, ahora vengo.
El castaño esbozó una pequeña sonrisa cuando vio que Yifan se alejó hacia una pequeña tienda de helados cercana, ya que con el paso de las horas el clima había dejado de ser tan frío y hasta se sentía aún más cálido dentro de Lay. Al dirigir su mirada de nuevo a su pareja, vio que tenía dos conos de helado: uno de chocolate y uno de vainilla; una vez que Kris le entregó el segundo cono, se sentó a su lado y se dispusieron a comer sus pequeños refrigerios con una amplia sonrisa en tanto bromeaban sobre varias cosas y reían como si no hubiera un mañana. En eso, escucharon que cerca de ellos había una niña llorando.
—¿Estás bien, pequeña? —preguntó Lay en un tono bajo y amable—. ¿Te lastimaste?
—N-no… e-e-es que… perdí a mi mamá… —sollozó.
Kris quiso huir de la escena porque los niños no se le daban muy bien a pesar que estos le agradaran mucho, pero el castaño no iba a abandonar a la niña, así que cuando el mayor trató de apartarse de la infante, recibió por parte de su pareja una negación con la cabeza de la manera más estricta que existía. Yixing se levantó de su asiento sin soltar su helado de vainilla y se hincó ante la chiquilla para mirarla y acariciarle un brazo tranquilamente.
—¿Cuál es tu nombre? —preguntó suavemente.
—H-Haru…
—Haru, ¿quieres un helado en lo que buscamos a tu mamá? —la niña se calmó al ver los ojos del chico que tenía frente a ella y asintió, secándose un par de lágrimas con sus manos—. Bien, vayamos.
La mano que Lay tenía libre ahora la ocupaba la pequeña mano de Haru, quien se veía un poco más tranquila, mientras caminaban hacia el puesto de helados donde Yifan había comprado previamente el suyo y el de Yixing; eventualmente, el rubio los siguió, haciendo un intento de cumplir la voluntad de su novio… además de pagar el pequeño cono de vainilla que pidió la niña. Lay propuso que recorrieran los alrededores del parque para ver si la mamá de Haru no la estaría buscando; sin embargo, la pequeña puso un puchero y se detuvo en seco, quedándose parada. Evidentemente estaba molesta por algo, por lo que los mayores la voltearon a ver.
—No quiero caminar —renegó la niña—. Quiero que oppa me lleve en sus brazos.
—Bien, sube —se ofreció Yixing, pero obtuvo una negativa de Haru.
—Quiero que me lleve él —y con su dedo apuntó directo a Kris—: es más alto, así podría ver a mi mamá más rápido.
La pequeña siguió comiendo tranquilamente su helado en tanto Lay intentaba convencer a su novio de que aceptara la petición de la niña que cuidaban.
—Hazlo, Yifan, no será mucho tiempo —murmuró el castaño sin soltar la mano de Haru, que se mantenía ajena a la discusión—. Serán unos 20 minutos a lo mucho, no creo que su mamá esté lejos.
—¿Y si se cae? ¿Y si se pega contra la rama de un árbol y se abre la cabeza? —dijo alterado el mayor—. No quiero que nada le pase mientras está a mi cuidado.
—No le pasará nada, te lo juro —como ambos se habían acabado sus helados, Yixing pudo tomarle la mano y conectó sus miradas simultáneamente—. Confío en ti y sé que nada de eso sucederá.
Extorsionado por la suplicante mirada que le daba el menor, Kris levantó con sumo cuidado a la niña del suelo y la colocó sobre sus hombros para sujetarla por los tobillos. Solamente así pudieron iniciar su travesía por el parque. Yixing estuvo hablando de cosas sin sentido en todo el recorrido para calmar los nervios de su novio, que aún estaba tenso por tener que llevar a Haru; no obstante, conforme pasaron los minutos, el mayor se relajó bastante e incluso daba pequeños saltos para divertir a la pequeña que cargaba en sus hombros. Los tres pronto se confundirían dentro de las mentes de quienes los veían porque de verdad parecían una familia paseando casualmente en un día de domingo. Luego de un pequeño rato más dando vueltas, una mujer joven se cruzó en su camino, siendo identificada de inmediato por Haru como su madre; Kris y Lay vieron enternecidos esa escena en tanto la pequeña Haru se despedía y les agradecía todo, al igual que su madre.
—No fue tan difícil como pensé que sería; hasta se me hizo divertido —dijo Yifan, ganándose las risas de su pareja—. ¿Ya estás mejor, Lay?
—Sí, ya estoy bien —perdiéndose en los profundos ojos del más alto, Yixing se dio cuenta del hermoso rato que había pasado al lado de Kris y recordó los dos besos que se habían dado con anterioridad y el trato que tenía con él sobre enmendar las cosas al estar saliendo como pareja; y así se percató de algo—. Gege…
—¿Qué pasó?
Lay se plantó frente al rubio y, por primera vez, tomó la iniciativa de juntar sus labios; Kris estaba sorprendido por lo que sucedía, pero tampoco hizo nada por separarse del menor. Cuando acabó el beso, el menor sonrió mostrando su juguetón hoyuelo y escondió su sonrojado rostro en el pecho del rubio mientras lo ceñía entre sus delgados brazos.
—Es hora de decirles a los demás —Yifan iba a preguntar de qué estaba hablando, pero el más bajo siguió hablando—; es hora de decirles que… somos novios y… estamos saliendo oficialmente.