CAPÍTULO 20
Apenas bajó del automóvil de la empresa y se quitó las glamorosas gafas de sol que tenía, despreció y criticó el edificio que tenía enfrente: a su gusto era muy simple. Se colocó de nuevo los lentes y una vez que sus acompañantes bajaron del mismo transporte donde iba, se adentraron en la burda pero famosa editorial. En el lobby de la compañía les indicaron que tenían que subir a una sala de conferencias, que de seguro sería pequeña, y esperar a que llegara el CEO con el colaborador que él propuso para complementar el proyecto; ya iba de un humor déspota, así que estar en un elevador que a duras penas soportaba seis personas no era algo que mejorara su día. Sin embargo, hubo una cosa que le hizo derramar de su boca el agua que estaba bebiendo de una botella: el chico rubio que estaba bailando sobre un escritorio de la manera más sexy que pudo haber visto jamás definitivamente tenía todo el derecho de robarse su atención. Secó las gotas que cayeron de su boca con la manga de su suéter y continuó su camino interrumpido; poco después estaba esperando a la llegada de los susodichos hombres, por lo que aprovechó para revisar los detalles de su parte del proyecto. Minutos después, la puerta se abrió, sacando su mente del trabajo.
—Lamentamos la tardanza, teníamos un… asunto de vital importancia que atender.
Carajo, el tipo que había entrado era perfecto a sus ojos.
—No hay problema, joven Cho, también acabamos de llegar.
Sus miradas se cruzaron por un instante, el rostro del chico cambió de repente.
—Sehun, siéntate aquí —indicó el castaño, señalándole el asiento que estaba frente al joven—. ¿Podemos empezar Song Qian?
—Claro que sí —dijo una pelinegra de ojos grandes—. Supongo que él es tu colaborador, ¿cierto?
—El más confiable que hay.
—Muy bien —prosiguió ella, ahora dirigía su mirada al atónito rubio—. Nosotras somos de la firma editorial EFFEX y nos hemos aliado con ustedes para hacer un proyecto que, puede que consuma algunos meses de trabajo, pero nos abrirá las puertas a ambas empresas en el mundo literario internacional. El joven Cho nos ha hablado muy bien de ti y tu trabajo, así que espero que podamos llevarnos bien; soy Song Qian, estoy a cargo de vigilar y manejar el proyecto.
—B-buenos días, señorita Song… —respondió el retraído rubio, haciendo una reverencia.
—Te presentaré al equipo con el que estarás colaborando —mencionó amablemente Qian, girándose para ver a las demás chicas que se sentaban a su izquierda—. Estas chicas son: Amber Liu, mi mano derecha con las revisiones y sus avances; Park Sunyoung, encargada de darle el visto bueno a la redacción y traducción final de los escritos; Choi Jinri, nuestra agente publicitaria; y finalmente--
—Jung Soojung, ¿cierto? —resopló el rubio.
¿Por qué demonios sabía su nombre? Hace un par de años había dejado de ser llamada así; cruzó miradas de nuevo con el misterioso joven.
—Ah… ¿se conocen de antes? —preguntó tímidamente la señorita Song.
—N-no… no creo que nos hayamos visto antes… —por más extraño que fuera, tenía su primera oportunidad de coquetearle al guapo chico—. Lo recordaría a la perfección.
El rubio soltó una pequeña risa. ¿Acaso se estaba burlando de ella?
—Si eso es lo que la señorita Jung cree, entonces podemos restarle importancia a ese asunto —el joven se rio entre dientes—. ¿Podemos seguir hablando del trabajo?
—Sí, claro —tomó la palabra Amber—. El proyecto que tenemos en mente consta de dos partes: recopilar autores extranjeros para traducirlos al coreano y recopilar autores coreanos para traducirlos a otras lenguas. ¿Cuál sería lo más conveniente para usted, joven…?
—Sehun —apuntó el rubio—. Realmente no lo sé; por una parte sería más fácil la primera parte de traducir al coreano, pero para mí sería un logro hacer la inversa. Me gustaría preguntarle si puedo pensarlo un poco más y después tener otra reunión para hacerles saber mi decisión.
—Por supuesto, tiene que pensarlo con calma porque será su responsabilidad durante un largo tiempo —bromeó Amber, mostrando una sincera sonrisa a Sehun—. Song Qian, ¿qué dices?
—Kyuhyun, ¿podemos concertar una segunda cita? —preguntó la pelinegra.
—En cuanto Sehun haya hecho su decisión se los haré saber y nos veremos de nuevo, ¿están de acuerdo? —todas las mujeres de la sala asintieron—. Pues bien, espero que nos veamos pronto, señoritas.
Las jóvenes de EFFEX se levantaron sólo para hacer una reverencia a los otros dos hombres, de los cuales el rubio salió casi de inmediato de la sala, aunque no sin antes dedicarle una mirada bastante seria a Soojung; ella se dio cuenta de eso y se disculpó con sus compañeras de trabajo antes de ir a perseguir al reservado muchacho. Cuando lo visualizó, no dudó ni un segundo en alcanzarlo, llamando su atención al tocarle el hombro.
—Hola… Sehun, ¿cierto? —el chico asintió, atónito de sus palabras—. Oye, tengo una duda sobre lo que dijiste allá adentro: precisamente, ¿de dónde me conoces? Hace un par de años que me fui a vivir a Estados Unidos y nadie me llamó Jung Soojung en ese tiempo ni me comuniqué con nadie de Corea.
El rubio respiró profundamente y se plantó frente a la joven Jung, mirándola directamente a los ojos y robándole el aire.
—¿Realmente no me recuerdas? —murmuró, obteniendo una negación por parte de ella; a continuación, él rio justo maliciosamente como lo había hecho durante la junta—. Debí haber sido muy aburrido para ti en esos cuatro años.
—¿Cuatro años? Te juro que yo lo recor--
De repente, el nombre «Sehun» resonó en su cabeza como si fueran campanas de Catedral antigua; ella empezó a relacionar ese rostro y el lapso de tiempo que él había mencionado, resultando así en sus memorias de cuando ambos estaban juntos como pareja. La chica, sin darse cuenta, había dejado de respirar y había abierto los ojos a sobremanera; Sehun incluso podía decir que estaba pálida por el impacto que de seguro acababa de recibir, aunque en cierto modo le daba gusto que hubiese reaccionado de esa manera. Él puso una sonrisa ladina en su rostro, acercándose al rostro de la joven que aún se encontraba en shock.
—¿Ya te acordaste? —no tuvo nada como respuesta—. Tomaré eso como un sí.
Soojung seguía perdida dentro de su mente, presa del pánico, por lo que Sehun simplemente la dejó a la mitad del pasillo y se marchó al Departamento de Traducción a seguir pensando su oferta de trabajo; en tanto, la estupefacta castaña finalmente tomó aliento de nuevo y parpadeó varias veces, regresando de su trance.
—Oh… Oh Sehun…
El chico que había dejado hace dos años no era el mismo que el que estaba delante de ella hace un par de minutos; ¿desde cuándo Sehun era tan guapo y atrevido? ¿Acaso… Sehun tenía una nueva pareja?
—Ah… Sehun… —suspiró el dibujante.
Soojung no estaba del todo bien ni del todo equivocada. Luhan no era la pareja de Sehun, pero era más que obvio que ambos tenían un sentimiento mutuo que los hacía extrañarse el uno al otro; Luhan lo pudo comprobar ese mismo lunes, era uno de los pocos días en meses en los que no veía al rubio y ya sentía que lo necesitaba a su lado para molestarlo o sacarlo a pasear. Constantemente, en el transcurso de la mañana y la tarde, el ciervo se preguntaba a cada cinco minutos si Sehun había comido bien en su trabajo, si no le había pasado algo malo de camino al trabajo, si se había llevado bien con su jefe, si no tenía muchos encargos… Cuando sentía que las preguntas eran demasiadas, se distraía limpiando alguna parte del departamento o acomodaba sus pertenencias en su cuarto; no obstante, el quehacer siempre se finalizaba y, con ello, el pensamiento de Sehun regresaba a su cabeza.
Ese día fue una tortura, por eso acabó tendido en el sofá colgándole los pies y con celular en mano, pero su verdadera tentación estaba dentro de su propio teléfono móvil… y lo estaba admirando como si nunca volviese a verlo. A decir verdad, Luhan estaba curioso por saber cuándo vería de nueva cuenta el torso desnudo de Sehun como el día en que le había comprado ropa; quizás era pura curiosidad o una pequeña obsesión, pero el ver la foto del más joven seguía sin ser completamente normal para el ciervo. Probablemente movido por el ocio, Luhan caminó hasta su cuarto para buscar su tablet y su lápiz electrónico, iniciando así un boceto de cuerpo completo; conforme avanzaba el dibujo, el autor se estaba sintiendo cada vez más abrumado en sus sensaciones de satisfacción por lo bien que estaba saliendo.
En cuestión de minutos, la foto de Sehun en el vestidor había sido recreada por la mano de Luhan con lujo de detalle.
A pesar de ser una de sus mejores réplicas de un cuerpo humano masculino, supo que esas líneas electrónicas que él mismo había trazado tenían un significado especial, ¿tal vez porque se trataba de Sehun? Guardó su pequeño bosquejo en la memoria SD y lo abrió en la galería del dispositivo, haciéndole zoom y admirando cada cosa que él había hecho; aunque definitivamente prefería la versión en carne y hueso…
«Espera… ¿”preferir”?», analizó Luhan sin despegar la mirada de su dibujo, «no es como si tenerlo a mi lado físicamente hiciera una gran diferencia; pero entonces, ¿por qué lo dibujé?».
—¡Luhan hyung, ya llegué! —anunció el menor en tanto entraba al departamento, haciendo que el interpelado saliera de su trance—. ¿Estás aquí?
—¡Sí, ya voy! —gritó el ciervo desde su cuarto; saltó de su cama, saliendo torpemente de la habitación y dirigiéndose lo más rápido que pudo a recibir al otro—. Hola Sehunnie, ¿cómo te fue? ¿Estuvo cansado? ¿Tienes sueño? ¿Quieres cenar ya o te bañarás antes?
El rubio lo miró totalmente extrañado, queriendo retener las preguntas en su mente para contestarlas; sin embargo, no sólo fueron muchos cuestionamientos en muy poco tiempo, sino que la deslumbrante sonrisa del mayor lo distrajo y también a su memoria de corto plazo.
—Ho-hola hyung… —su ceño fruncido al intentar recordar las interrogantes seguía en su rostro—. Yo estoy bien, ¿y tú? ¿No tienes problemas con el departamento?
—Para nada, hoy limpié un rato y me familiaricé con todo lo que hay aquí —dijo.
—Me alegra saber eso —ahora era el turno de Sehun para sonreír—. Tengo hambre, ¿está hecha la cena?
—Sí, hice flan para cenar.
Entonces los dos pasaron a la mesa de la cocina, donde Sehun pudo admirar el dulce platillo que le había preparado su compañero de piso. Luhan sirvió con cuidado en un par de platos pequeños que sacó de la alacena el flan, dándole además una diminuta recarga de caramelo líquido a las porciones. En el mismo momento en que el rubio probó el postre, quedó deleitado por la exquisitez del mismo; ¿en cuántas cosas más era bueno Luhan? Dibujo, cocina, cuidado de la casa y personal… En cierto modo se sentía celoso de todas las cosas en las que el mayor le había demostrado ser bueno, por eso no le gustaba reconocer sus habilidades directamente; entonces cuando sintió cercana la pregunta de si le había gustado el postre, empezó una conversación evasiva.
—Me ofrecieron un buen proyecto en la empresa —confesó, tragándose rápidamente otro pedazo de flan.
—¿En tu primer día? —el tono que Luhan usó fue de sorpresa—. ¿Aceptaste? Dime que sí lo hiciste.
—Pues… no lo he decidido aún —la cuchara con la que estaba comiendo el muchacho fue abandonada sobre lo que quedaba del flan—: la paga es buena y hasta me dieron a escoger mi aportación al proyecto, pero--
—¡Nada de “pero”, Oh Sehun! ¡Ni se te ocurra inventar una excusa para no aceptar ese trabajo! De hecho, ¿cuál es tu problema? ¡No puedes declinar una oportunidad así! —exclamó el ciervo, levantándose de su asiento y alarmando un poco al traductor—. No importa lo que sea que te detenga o te haya hecho pensar que podías detenerte, no puedes dejar pasar una oferta como esa; es más, si tienes cualquier problema con algo, dímelo y haré hasta lo imposible por ayudarte, aunque sea un poco.
La decisión de Luhan estaba hecha y al parecer no tenía marcha atrás, así que Sehun solamente pudo ver directo a esos firmes ojos castaños y caminar al cuerpo del mayor, quien no sabía cómo reaccionar a las acciones del rubio. Pero lo que pasó fue totalmente inesperado.
—Gracias, Luhan hyung —respondió Sehun con una voz sincera y tranquila, abrazando suavemente a su acompañante, que con el paso de unos segundos le correspondió al abrazo—. Haré lo mejor en este trabajo y gracias por ofrecerme tu ayuda, estoy seguro que la necesitaré.
Después de decir eso, el menor se fue luego de revolverle el cabello a su confundido hyung, quien empezaba a sentir cómo una corriente eléctrica recorría su cuerpo entero haciéndolo revivir el abrazo que recién había recibido. Con una mano masajeando su alterado corazón, Luhan habló para sí mismo una vez que estuvo solo.
—Tonto, causas todo esto con un abrazo…