CAPÍTULO 7
Ni bien el castaño hizo que su cuerpo reaccionara, una fuerte brisa lo despertó y se convirtió en agua muy fría escurriendo por su cara. Se levantó exaltado en un automóvil que desconocía; seguía un poco mareado, pero estaba consciente y empezó a toser descontroladamente cuando el agua se coló a su garganta a través de su nariz.
—¡Luhan! Pudo ahogarse así —una voz desconocida reprendió al chico, le pertenecía a alguien que Sehun no conocía.
—Lo llamé muchas veces y no respondía —replicó el interpelado mientras la garganta del menor dejaba de escocer—. Sehun, ¿estás bien?
—¿Qué si estoy bien? —el castaño se sentó en el asiento trasero del auto donde estaba acostado, miró fijamente a Luhan y se secó el agua que escurría de su rostro—: invadiste mi departamento, traicionaste mi confianza, me drogaste y me tienes secuestrado en un auto desconocido con un tipo que acabo de ver.
—Kim Minseok, mucho gusto, todos me llaman Xiumin; compañero de cuarto del niño de acá al lado —estiró la mano y el secuestrado la tomó sin apartar la vista del ciervo.
—Oh Sehun —terminó el saludo viendo tan mal al chino que parecía que lo mataría ahí mismo—. Eso no está bien.
—¿Verdad que sí? Le dije que era una mala idea desde el principio —apuntó Xiumin.
—Lo sé, lo sé: secuestrar a la gente no está bien y menos cuando lo drogaste con los somníferos más poderosos que conoces—un puchero se hizo presente en la boca de Luhan, sus palabras dejaron en claro a Sehun que él sabía muy bien lo que estaba haciendo cuando lo forzó a tragar la pastilla—. Pero tengo una buena excusa.
—¿Ah, sí? Quiero escucharla.
—Todo empezó porque Jongin--
—Lo mataré cuando regrese a casa —interrumpió el castaño.
—Porque él quería sacarte del apartamento, entonces yo en parte me ofrecí para ayudar a la causa y aquí me tienes: luego de dormirte estamos hablando mientras estás raptado en el auto de mi mejor amigo Xiumin —terminó de explicar con una sonrisa en el rostro.
Minseok y Sehun hicieron expresiones de confusión extrema.
—Por favor dime que estás consciente de lo ridículo que eso se escucha —pidió el menor, sobándose las sienes.
—Sí, suena estúpido, ¡pero qué más da! Ya lo hice —dijo Luhan con satisfacción—. Ahora arranca, Xiumin.
—¿A dónde? —preguntaron el castaño y el baozi al mismo tiempo.
—¡Al parque de diversiones!
A pesar de las negaciones de Sehun, Minseok igual puso en marcha el vehículo; igual Luhan había amenazado de nuevo con medicar al menor si no cedía al menos por una ocasión a lo que le decían hacer. Sehun terminó por cruzarse de brazos y piernas en la parte trasera del auto, negándose a hablar de nada con nadie; no obstante, se dedicó a observar el paisaje de Seúl por la ventana y se dio cuenta de algo muy importante mientras lo hacía: no conocía el camino por el cual lo estaban llevando. Quizás era porque varios locales que él había conocido de memoria ya no estaban. La vez que fue con Soojung al parque de diversiones sabía muy bien por dónde ir, pero ahora se hallaba con ese sendero nuevo, en el que pocas cosas aún se rescataban de su memoria como unos locales antiguos de comida. La carga de dos años encerrado en su departamento le cayeron en los hombros de una sola vez y una inevitable nostalgia se asentó en su pecho. ¿Acaso se estaba dañando a sí mismo, como alguien que se droga o se auto mutila?
—Tal vez tengan razón… —susurró para sí mismo.
—Sehun —lo llamó Luhan desde el lugar del copiloto—, ya llegamos.
—Me niego a ir contigo —dijo decididamente; entonces el cervatillo sacó de su bolsillo los infames somníferos—. Bien.
—¡Gracias por el aventón, Xiumin, nos vemos en la casa! —se despidió Luhan y se dirigió de nuevo al menor—. Vámonos, Sehun.
El animado dibujante se adelantó a la entrada del parque en tanto Sehun se quedaba al lado del auto de Minseok.
—¿Sí sabes que no tienes otra opción? —inquirió el mayor, hablándole desde su lugar de conductor—. Si ya te hizo tomar somníferos una vez, encontrará la manera de hacerlo de nuevo.
—¿Cómo rayos puedes vivir con él?
—¿La verdad? —el menor asintió, curioso de la respuesta—. Lo quiero demasiado como para dejarlo por su cuenta.
—¡Sehun! —se oyó a lo lejos, haciendo que ambos voltearan a ver a Luhan agitar sus brazos desesperadamente—. ¡Tenemos que hacer muchas cosas, vámonos!
—Te contaré la historia completa otro día; ahora tengo que trabajar y tú tienes que soportar a Lulu —dijo Xiumin—. Me agradas, Sehun, nos vemos después.
—También me agradaste… Minseok —el motor rugió en cuanto el mayor puso en marcha el auto—. Nos vemos.
Xiumin se marchó del estacionamiento, dejando que el castaño se encaminara a la entrada del enorme recinto, del cual supo que habían remodelado. Una vez que estuvo junto a Luhan, vio que éste tenía ya los boletos comprados en sus manos; se lo quedó viendo, suplicando una explicación.
—Tardaste —otro puchero se había estacionado en la boca del mayor, antes de hacerse una sonrisa—. Entremos.
La voz suplicante de Luhan se le hizo condenadamente familiar al menor. El dibujante tomó a Sehun por la muñeca y lo arrastró dentro de la gran feria; los ojos le brillaron increíblemente a Luhan, lo que hizo que su indiferente acompañante se preguntara por su edad real porque simplemente no podía ser su hyung e incluso de Baekhyun. Se puso a pensar sobre ello y olvidó que tenía a un niño a punto de arrancarle el brazo de la emoción. Respiró profundo y habló.
—¿A dónde qu--?
—¡Allá, allá, allá! ¿Sí, Sehunnie, sí? ¡Anda, di que sí! ¡Ya está, vamos!
Ni siquiera le dio tiempo de replicar al menor, ya que lo llevó de nuevo a la fuerza a donde quería ir, que resultó ser un juego mecánico en el que se subía la gente a una torre y luego los dejaban caer. Ambos chicos esperaron en la corta fila que resultó tener. Luhan estaba completamente ansioso por subir y Sehun solamente quería quitárselo de encima para huir a su departamento y darle una tremenda paliza a Jongin cuando llegara. Subieron en la siguiente ronda del juego, Luhan gritando y demostrando todo su entusiasmo en la duración del mismo; en cambio el traductor no podía pensar en otra cosa que no fuera el final del día y así librarse del joven Xi, por lo que mantuvo una cara inexpresiva todo el tiempo. En cuanto bajaron, el chino tomó la mano del menor y empezó a ver otros juegos que le parecían interesantes, entonces se subió a otros que lo dejaban de cabeza, que le daban mil vueltas e incluso se subió a un tren que viajaba a la velocidad de la luz según él; mientras, Sehun se limitaba a ser llevado de un lugar a otro y permanecer en silencio. Después de subirse a unos diez juegos, se detuvieron; el dibujante estaba que rebosaba de felicidad, pero no podía mantener una respiración constante.
—¿Ya te cansaste, Xi? —dijo sarcásticamente el menor.
—¿Qué? ¿Tú no? —la sonrisa de Luhan se borró cuando vio la indiferente expresión de Sehun—. ¡No me digas que no sientes esa adrenalina recorriendo tus venas!
—No, la verdad no.
—¡Bromeas! —la cabeza del menor se sacudió en señal de negación, lo que hizo que Luhan se separara de él y se parara decididamente frente a él—. Muy bien: yo sé cómo cambiarte esa cara tuya… ¡Será con eso!
Y dicho eso, con su dedo señaló la temida Casa Embrujada, aquella a la que Sehun tanto le había causado risa cuando había asistido con Soojung.
—Eso no da miedo. No funcionará conmigo.
Determinado, Luhan volvió a tomar la muñeca de Sehun y lo llevó al frente de la Casa Embrujada; unas hermosas nueve chicas disfrazadas los recibieron con gusto.
—¡Bienvenidos sean a la Casa del Terror de SNSD! —anunciaron al unísono—. No se separen, no toquen nada y lo más importante… salgan con vida de aquí…
Apenas entraron, se escucharon unos truenos por unos altavoces ocultos y Luhan se encogió al lado del cuerpo de su acompañante, tomando con fuerza su mano mientras entrelazaba sus dedos; este gesto hizo que el castaño se sobresaltara más que con el estruendo que acababan de presenciar. Caminaron por un pasillo cuando de repente apareció una de las chicas con un atemorizante disfraz de cadáver, lo que hizo que el dibujante se estremeciera y se pegara todavía más al menor. Las telarañas, el olor a humedad y las presentaciones detalladas de las chicas sembraron dos reacciones muy distintas en los chicos: a Luhan lo hicieron gritar como un niño pequeño, aprisionado contra el brazo del castaño; Sehun sólo pudo sentirse asombrado por lo mucho que habían mejorado la decoración y los efectos que las chicas SNSD pusieron a la atracción del parque.
—¡Sehunnie, apúrate! —aferrado a su brazo, Luhan gritó atemorizado.
—Ya, ya, ya casi salimos.
Finalmente el menor vio la salida de la Casa Embrujada y el chico asustado dio un respiro de alivio, entonces se arrodilló y respiró como si hubiese corrido una maratón.
—¡Fue aterrador! —exclamó Luhan haciéndose un ovillo en el suelo, soltándose por fin de su acompañante—. ¡No vuelvo a entrar allí por nada del mundo!
No obtuvo respuesta; sin embargo, cuando volteó con las lágrimas bordeándole los ojos, pudo apreciar la cara burlona del menor que se esforzaba por no soltar una carcajada. Su inocente mirada finalmente hizo que la voluntad de Sehun se quebrara y de verdad se riera como si no hubiera un mañana.
—¡¿Hyung?! ¿Bromeas? ¡Alguien de 26 años no puede tener tanto miedo de esa Casona! —cuando Sehun encontró una pausa en sus risas, apuntó todo lo que se le hacía ridículo, haciendo que el corazón de Luhan se achicara con cada defecto que encontraba—. Luhan hyung, estás loco de remate… Eres interesante.
Por primera vez en casi tres semanas, Xi Luhan vio lo que tanto había buscado: una sonrisa sincera en la boca de Oh Sehun; él mostraba su perfecta dentadura, sus facciones tan frías se tornaron cálidas en cierta medida, sus ojos formaron una curva perfecta imitando a su boca. Inevitablemente, él también sonrió. Se imaginó lo que Jongin le diría si estuviera ahí… Quizás lo felicitaría, ya que su plan nunca fue espantar a Sehun recorriendo la casa, sino divertirlo de alguna manera con las expresiones que él mismo tendría. «Bien planeado», diría Jongin.
—Muy bien, ya te burlaste de mí lo suficiente por hoy —el cervatillo se levantó aclarando su garganta, queriendo dar una imagen más fuerte que la anterior; luego miró al cielo crepuscular—. Se está haciendo tarde, ¿deberíamos irnos?
—¿Tienes dinero para un taxi? —la sonrisa no se le iba a ninguno de los dos, aunque se dieran cuenta en ese momento que no tenían ni un centavo en sus bolsillos—. Llamaré a Jongin para que nos recoja.
—Sí, creo que es lo mejor —apuntó el cervatillo, dedicándole una sonrisa tranquila.
Siguieron platicando un rato, generalmente era para que el menor se burlara de las reacciones de Luhan y ocasionalmente tocaban algo de sus vidas privadas, pero nada relevante; también el chino se llevó una buena reprimenda por sus acciones de la mañana, sobre drogarlo y secuestrarlo, a lo que pidió perdón tantas veces que perdió la cuenta. De todos modos, se ganó una segunda oportunidad para que ambos se hicieran amigos. Apenas llegó Jongin en su auto, ambos chicos se levantaron de la acera de la entrada al parque y se dirigieron al estacionamiento; cuando el moreno preguntó la razón por la que estaban ellos dos ahí, su compañero de cuarto le dio un seco «es una larga historia», el cual fue aminorado por un guiño que le dedicó Luhan desde la parte trasera del auto. Al bajarse en el acceso del complejo departamental, el dibujante partió a su edificio sólo haciéndoles un gesto con la mano para despedirse, en tanto los otros dos se encaminaban a su pequeño hogar. Cuando Jongin empezó a asediar a Sehun con preguntas sobre su día en la ciudad, se negó a responder siquiera una; Chanyeol se quedó atónito al oír cómo Jongin platicaba con alguien sobre el parque de diversiones, siendo Sehun el interrogado. El menor no halló otro remedio más que encerrarse en su habitación para no contestar todo lo que sus hyungs le decían.
La noche traspasaba la ventana del cuarto de Sehun y tocaba el mueble donde el chico guardaba un montón de cosas al azar; mientras éste sonreía de nuevo, su mente lo invadió con un repentino pensamiento. Abrió el último cajón del mueble y desenterró de sus “tesoros” un grueso libro, que resultó ser un álbum de fotografías, el cual tenía distintas etapas de su vida; incluyendo a Jung Soojung. Buscó en la parte final de su libro y localizó lo que tanto le daba curiosidad. En la fotografía estaban los ex novios juntos, haciendo símbolos de paz felizmente a la cámara, cada uno con un helado en el mismo parque de diversiones al que fue con Luhan en la tarde. Salvo cuando recordó la Casa Embrujada, no pensó ni un poco en su ex novia.
—¿Cómo puede ser que me hagas olvidarla aunque te parezcas tanto a ella?
La voz que resonó en su mente cuando Luhan le dijo que entraran al parque era la de Soojung; el frenesí que sufrió el mayor en los juegos mecánicos era similar al de la chica; incluso la vez que salió con sus amigos a comer estuvo llena de recuerdos de Soojung, pero en ese día a duras penas pudo pensar en ella. Para terminar su día, Sehun simplemente se aventó a la cama y abrazó a su muñeco de Pororo, aquel que había golpeado la cabeza de Luhan y había dado inicio a una complicada relación entre dos personas totalmente distintas.