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Entre el paraíso y el infierno por SebbyPhantomhive

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Habían pasado exactamente seis semanas desde el nacimiento de la pequeña hija de Hakutaku y Hoozuki, pero la incertidumbre y tristeza de ver dormido a la bestia divina, opacaba el feliz acontecimiento. El demonio se desvivía por cuidarla, por eso habia combinado su nueva labor de padre y alto funcionario del infierno de forma prodigiosa, que muchos lo admiraban aún más, aunque siempre parecía ocupado y cansado, era una manera  de no pensar en la  triste realidad, en la que tal vez su amado chino idiota no despertaría nunca. Pero eso no lo detenía de cuidarlo y animarlo para que despertara, mientras cuidaba a su hija en la habitación le hablaba, tal vez era un mecanismo psicológico de que la tristeza no lo agobiara.

-Hakutaku-san, deberías despertar... Te estás perdiendo muchas cosas, como por ejemplo esta niña traviesa, no toma la leche si está un poco fría, es tan exigente... debe tener la temperatura exacta, ¿De quién habrá heredado eso?  Hablaba Hoozuki con un aire nostálgico, viéndose reflejado en algunas actitudes de su hija quien dormía en su pequeña cuna junto a la cama donde permanecía Hakutaku.

-Ella es tan hermosa, mucho más hermosa que millones de peces dorados juntos... Decía el demonio con amor y muy orgulloso de la pequeña niña parte demonio y divinidad, mientras veía como Hakutaku seguía dormido sin dar mínima señal de levantarse.

- hablando de peces dorados, la pequeña Hikari le encanta verlos y escucharlos, deberías ver como sonríe, cuando la llevo al jardín, Seguía hablando el demonio que por segundos sentía impotencia de no poder despertar a su bestia divina.

-¿Cuándo despertaras? Quiero que despiertes, extraño tanto oírte decir tus tonterías sin parar, extraño golpearte, besarte, abrazarte... los dos te extrañamos,  despierta pronto por favor. Casi le rogaba el orgulloso demonio a su amante al notar que los días pasaban y el no despertaba, sentía tristeza, frustración, coraje pero no perdía las esperanzas. Pasaron varios días y la situación no cambiaba, el demonio al ver a su hija ya un poco más grande decidió dejarla al cuidado de Momotaro, mientras él trabajaba, un día en medio de un juicio donde el demonio asistia a su jefe, se escuchaban unos pequeños pasos a toda prisa por los pasillos.

-¡Hoozuki-san! ¡Hoozuki-san! Le gritaba el perro blanco quien en ocasiones le ayudaba a Momotaro a cuidar de la niña, de un brinco algo desesperado el demonio se le acercaba.

-¿qué? ¿Le pasó algo a Hikari? ¿A Hakutaku? Cuestionaba muy preocupado Hoozuki, los de su alrededor permanecían atentos a lo que sucedería, Shiro tomando aire se aprestaba a decirle.

-Corra debe verlo… Decía el perro emocionado, entonces el demonio se sintió un poco aliviado, no era algo malo, e intuyó que podría ser lo que tanto había deseado, corriendo Hoozuki por los pasillos llegaba hasta donde se encontraba Hakutaku, antes de entrar vio como Momotaro tenía a la niña en sus brazos fuera de la habitación.

-Hakutaku… Murmuró con alegría el demonio al ver como su amante que había permanecido dormido estaba sentado en medio de la cama, aunque parecía algo confundido,  y tenía la cabeza agachada. Shiro y sus compañeros permanecieron en la habitación junto con Hoozuki, que aún no podía creer el milagroso evento.

-Supongo ese debe ser mi nombre, todos me llaman así… Dijo el chino levantando el rostro para ver al demonio, se notaba la confusión en su mirada.

-Déjate de bromas… Advertía seriamente el demonio, acercándose al chino, que algo intimidado se alejaba del demonio.

-No estoy para bromas, no recuerdo quien soy, quienes son ustedes, ni sé que hago aquí. Habló frustrado y confundido el chino tocándose desesperado la cabeza, el demonio entendió lo que pasaba, deteniendo su andar, decidió no confundirlo ni atormentarlo más.

-Me alegra que haya despertado Hakutaku-san… Soy Hoozuki. Decía el demonio con firmeza y amabilidad haciendo una reverencia frente al chino, que se sonrojó al verlo un poco mejor.

-Mucho gusto Hoozuki- san…. Correspondía nervioso el saludo Hakutaku, desviando la mirada algo avergonzado. Los demás animales también se presentaron para que el chino entrara más en confianza, segundos después llegaba Enma-sama y Oko-san, a saludarlo, todos se alegraron al verlo, Hoozuki no podía dejar de verlo, y se reprimía los intensos deseos de abrazarlo y besar sus labios, de tenerlo cerca, quedándose callado mientras los otros hablaban lo necesario, el chino notó la mirada del demonio sobre él y solo agachaba la mirada.

-Usted me ayudará a que mis recuerdos regresen, ¿Verdad?  Dijo Hakutaku tomando la mano del demonio cuando este se disponía a salir junto con los otros, para que Momotaro lo revisara y le diera alguna medicina.

-Eso depende de usted, Respondió Hoozuki con mirada compresiva sintiendo el cálido tacto de su amante sobre su mano.

-¿Puede decirme algo de mí? Cuestionaba con inocencia el chino mirándolo fijamente.

-No puedo decir mucho, podría perjudicarle en lugar de ser de ayuda, será mejor ser paciente y esperar que sus recuerdos regresen solos. Hablaba el demonio quien se había quedado a solas con el chino,  sin darse cuenta los dos estaban sentados en la cama.

-Usted y yo ¿éramos amigos? Preguntaba la bestia divina con curiosidad al sentir una extraña pero hermosa conexión con el demonio japonés de bellas facciones.

-¿Amigos? Murmuró algo irónico el demonio, eso confundió un poco al chino que no entendía esa respuesta.

-Algo así… Dijo el demonio más serio viendo la confusión del chino, se disponía a salir antes de decir alguna cosa que lo perjudicaría, pero solo sintió como Hakutaku sonrojado lo halaba de la mano, para que no se vaya.

-Hoozuki-san… Se escuchaba a Shiro llamarlo, interrumpiendo ese acercamiento.

-¿Qué? Le gritó Hoozuki al ver la insistencia en que lo llamaba.

-Venga por favor… Decía temeroso el perro, mientras no salía de la habitación, Hakutaku soltando su mano le permitía salir.

-Discúlpeme…. Decía un poco avergonzado el demonio disponiéndose a salir, el chino solo asintió con la cabeza. Pasaron unos segundos  y se veía entrar al demonio de nuevo en la habitación .

-Momotaro-san lo cuidara, si quiere algo solo pídalo. Le avisaba el demonio amablemente al chino, que no entendia que pasaba, lo único que le pareció escuchar fue un llanto de un bebé.

-Si… Susurraba el chino viendo como salía el demonio y entraba el que ahora lo cuidaría.

-¿Dónde fue Hoozuki-san? Preguntó curioso el chino mientras Momotaro lo revisaba.

-Tuvo un pequeño inconveniente.  Respondió el melocotonero, la verdad no le sorprendía el interés de Hakutaku en alguien que recién conocía, todos lo notaron, era algo dulce y tierno, el hecho de que aun sin memoria el demonio seguía motivando especial interés al chino.

-Escuché como un llanto de bebé. Murmuraba tímidamente Hakutaku.

-Ahhh… eso… bueno si… era un bebé… Dijo nervioso Momotaro, pues Hoozuki le había prohibido por ahora referirse a la pequeña con Hakutaku. Así que astutamente cambiaron de tema sin dar respuesta al chino, el melocotonero le dio unas gotas, y le dio algo de comer para que descansara, pasaron varias horas y el demonio iba a verlo de rato en rato,  hasta que cayó la noche.

-Hoozuki-san… Le llamó Hakutaku en medio de la oscuridad cuando notó que era el demonio que de forma sigilosa caminaba por la habitación.

-Creí que estaba dormido… Decía sorprendido Hoozuki encendiendo la luz, el chino se dio cuenta de unas pequeñas ropas y pañales que tenía en la mano el demonio.

-Esa ropa y cosas son de un bebé, esta es su habitación ¿Verdad? Cuestionaba dudoso el chino, el demonio desvió la mirada, ya lo había descubierto.

-¿Es su hijo? Preguntó Hakutaku con curiosidad muy serio.

-Hija… Musitó el demonio viendo como el rostro del chino parecía molesto.

-Ahhh… entiendo… Murmuraba el chino, quien no entendía porque se llenaba de celos, era alguien que apenas conocía, pero le enojaba el pensar que tuviera una esposa, con la cual tuviera esa hija.

-Pero esta es su habitación, quien debería irse soy yo… advertía seriamente el chino al tratar de levantarse.

-No se preocupe, yo tengo otra habitación ahí cuidara a Hikari-chan. Dijo el demonio con seriedad acercándose a Hakutaku evitando que se levantara.

-¿Hikari? Cuestionó el chino al escuchar ese nombre.

-Significa luz, ella es la luz de mi vida. Dijo Hoozuki con un brillo en la mirada al pensar en su hija, le hubiera gustado decir la luz de nuestra vida, pero por ahora no podía.

-¿Está usted casado? Preguntaba curioso y algo celoso el chino, el demonio no sabía que responder,  tampoco quería mentir tanto.

-Lo siento, no quise ser imprudente. Murmuraba la bestia divina al notar la incertidumbre del demonio que desvió la mirada, ya un poco más tranquilo el chino, sabiendo que el demonio frente a él podía no tener algún compromiso actual, cambió su actitud.

-Insisto que ustedes deben quedarse en su habitación. Decía apenado levantándose.

-dije que no, estaremos bien en otra habitación. Advertía serio Hoozuki.

-Pero, me incomoda un poco quedarme aquí. Aclaraba sin dar su brazo a torcer el chino, empeñándose en salir.

-Dije que se quedará… Le advirtió serio y firme el demonio sentándolo de nuevo en la cama, el chino se sonrojó todo al verse sumiso de esa manera.

-pero… pero… musitaba altivo pero tratando de esconder su vergüenza.

-No querrá que lo obligue. Advertía amenazante Hoozuki con la mirada, acercándose a su rostro.

-Eso quisiera verlo… Hakutaku le advirtió con una sonrisa desafiante, Hoozuki contenía fuertemente las ganas de besarlo, y el chino esperaba que él tomara la iniciativa, esperando un acercamiento,  pero el demonio apretando los puños con frustración se alejaba.

-Buenas noches. Se despedía el demonio saliendo de la habitación. El chino suspiraba resignado al verlo marcharse, al día siguiente Hoozuki solo hizo el contacto necesario con el chino quien algo resentido tampoco insistía en llamar su atención, luego de ese desplante de anoche. Por la tarde se veía como Hoozuki paseaba a su pequeña por el jardín de peces dorados.

-¿Qué hace aquí? Cuestionaba algo sorprendido el demonio al ver como el chino se le acercaba.

-No pretenderá tenerme encerrado por siempre. Respondía algo molesto Hakutaku, que era impulsado por conocer a esa niña que parecía que Hoozuki se empeñaba en esconder.

-¿Ella es su hija? Cuestionaba curioso y con duda el chino, tratando de verla.

-¿Puedo verla? Decía ansioso Hakutaku que sentía una extraña sensación al estar cerca de ese pequeño ser que se refugiaba en el pecho de su padre,  Hoozuki lo pensó por unos segundos, y ver como el chino inconscientemente ansiaba conocerla, accedió a dársela.

-Es tan hermosa… tan pequeña… tan delicada… Expresaba tierna y amorosamente la bestia divina al tomar entre sus brazos a esa pequeña que con sus ojos rasgados pero llenos de vivacidad, lo miraba quieta, extendiendo su manito parecía saludarlo con una bella e inocente sonrisa.

-Se parece mucho a usted… Hablaba conteniendo su emoción el chino, mientras embelesado contemplaba a la pequeña, el demonio veía la tierna escena y no podía evitar emocionarse, aunque lo disimulaba, cuando vio que Hakutaku comenzaba a llorar con una hermosa sonrisa no dejaba de verla y abrazarla, al darse cuenta que se había dejado llevar por ese extraño pero hermoso sentir, se avergonzó mucho.

-Lo siento, me emocioné un poco… Dijo el chino tratando de no llorar, pero no podía evitarlo.

-Está bien, ella suele provocar eso. Hablaba Hoozuki mientras con un pañuelo secaba las lágrimas de Hakutaku que tiernamente le sonreía, a partir de ese momento el demonio no le dijo a Hakutaku la verdad de que era su hija, pero tal vez si estaban cerca, podría recordar, asi que junto a Momotaro cuidaban de la pequeña mientras él trabajaba, además su relación parecía más llena de confianza, ya se bromeaban, molestaban o solo conversaban, formando un lazo de amor algo extraño, diferente un poco al anterior,  pero no le quitaba lo hermoso de ese sentir.

-Disculpen, buenas noches.  Decía Hoozuki entrando a la habitación donde Momotaro y Hakutaku cuidaban de la pequeña, ya había terminado su trabajo así que ahora podía cuidarla.

-¿Cómo se ha portado hoy? Preguntaba el demonio viendo como dormia la pequeña tranquilamente en su cuna.

-Muy bien, es una niña muy dulce y tranquila,  Dijo maternalmente Hakutaku con una sonrisa.

-No siempre… Murmuraba Momotaro, pues en realidad no siempre estaba tranquila ya que tenía a veces un pésimo carácter, y lloraba por cualquier cosa, los padres  sin querer se miraron con complicidad. Ambos se sonrojaron al notar sus miradas, definitivamente ambos se habían reenamorado, y eso les avergonzaba mucho. Momotaro que ya lo sabía salía para dejarlos a solas, despidiéndose hasta el día siguiente.

-Hoozuki-san… ¿Puedo preguntarle algo? Decía tímidamente el chino, mientras preparaba algo de comida para la cena.

-Dígame… Respondió con curiosidad el demonio.

-Quiero salir de aquí, conocer el infierno… ¿Puede llevarme a recorrerlo? Pedía con vergüenza Hakutaku, mientras seguía cocinando y el demonio que sentado descansaba lo miraba de espalda.

-Claro… ¿qué le parece mañana? Dijo sin dudarlo el demonio, quien había deseado la iniciativa del chino, el no quería presionarlo.

-Sí, esperaré ansioso. Exclamaba muy contento la bestia divina, volteando le regalaba una sonrisa al demonio, que poniéndose de pie entraba al baño.

-Primera cita… Ambos susurraron con alegría y nostalgia en voz baja cuando ya no se veían.  Después de cenar se despidieron y cada cual dormía en su cama, aunque ya vivían en la misma habitación, los dos esperaban ansioso la noche siguiente. Al otro día, Enma sama miraba a Hoozuki y no podía evitar sonreír traviesamente.

-Ya me enteré Hoozuki- kun… Dijo con una sonrisa el jefe del demonio.

-¿De qué? Cuestionó algo molesto el demonio.

-Hoy en la noche, Hakutaku y tú saldrán… Hablaba emocionado el gran rey del infierno, pues Momotaro se lo había comentado.

-Solo le mostraré el infierno. Se justificaba entre molesto y avergonzado el demonio.

-¿Es una cita? Cuestionó pícaramente el rey, el demonio solo desvió la mirada y pretendía no hacerle caso.

-¿De que estas avergonzado?… ustedes ya tenían una relación. Hablaba extrañado el rey demonio, ante la actitud de Hoozuki.

-Si pero antes no empezamos así. Habló entre un suspiro de resignación el demonio, recordando como empezaron su relación, entre molestos comentarios y estúpidas bromas, se besaron por primera vez en unos matorrales, recordaba como su relación que al principio era sexo apasionado poco a poco se convirtió en algo verdadero, perdido en sus pensamientos seguía el demonio,

-Se nota que Hakutaku no ha cambiado sus sentimientos por ti, aun te ama. Murmuraba para si Enma sama quien solo veía distraído a su ayudante, resignado el rey seguiría en su trabajo. En otro lado de ese mismo edificio del infierno estaba Hakutaku dándole de comer a la que no reconocía como su hija, pero que sentía un fuerte vínculo con ella.

-Está muy nervioso, debería tranquilizarse. Decía Momotaro viendo distraído y algo ansioso al chino cuando ya había terminado de darle de comer a la pequeña.

-Es nuestra primera cita, Decía Hakutaku con ansiedad.

-Pensé que solo recorrerían el infierno. Advertía el melocotonero sin entender mucho del asunto.

-Tú no entiendes. Aclaraba con una sonrisa burlona el chino.

-Lo que me faltaba que alguien desmemoriado me recalqué mi poca experiencia amorosa. Decía deprimido Momotaro, frunciendo su ceño con tristeza.

-Lo siento… Dijo Hakutaku haciendo dormir a la pequeña en sus brazos.

-¿A usted le gusta Hoozuki-san? Cuestionó Momotaro para que el chino afrontara su sentir, este se quedó pensando en la respuesta y con un sonrojo se disponía a hablar.

-Sí, mucho… pero siento como si es algo natural, el amor hacia él fluye en mí de forma tan cálida, lo sentí desde que lo vi. Respondió luego de unos segundos con la mirada enamorada, abrazándose a su hija, como intuyendo el lazo que tenían.

-Eso es tan cursi. Acertaba a decir entre murmullos el melocotonero, asi pasaron unas pocas horas, hasta que ya por la noche entraba Hoozuki a su habitación, luego de saludar a su hija, se disponían a salir.

-¿Estás listo? Preguntó el demonio sin mostrar lo ansioso que estaba, lo disimulaba muy bien.

-Si… Murmuró nervioso el chino.

-nos vemos más tarde. Se despidieron los dos a la vez de su hija, sin querer sus miradas chocaron, cuando ambos besaban su mejilla, en silencio salieron y dejaron a Momotaro a cargo de la pequeña, quien suspiraba resignado al ver la escena anterior.

-Oh pequeña, tus padres están locos… supongo que el amor es así, nunca se marchita, ni se olvida cuando es verdadero,  Murmuraba el melocotonero al ver que ellos ya se habían marchado,

-Tu padre me contagió… la cursilería… Se reprochaba a sí mismo el melocotonero mientras veía a la niña dormir. La pareja caminó por los lugares más reconocidos del infierno, entre conversaciones y bromas, se divertían, luego cenaron y bebieron un poco en un bar que concurrían antes, Hakutaku se sentía feliz, pues sus sentimientos parecían ser correspondidos, al darse cuenta de las actitudes de Hoozuki durante la velada, ambos caminaron un poco más, ya era un poco tarde y debían regresar.

-Todo me parece ir tomando algo de forma en mi mente. Decía Hakutaku con una hermosa sonrisa cuando se detuvieron en un puente que le daba vista a un fluyente rio del infierno en esa fría noche.

-¿ya no te sientes confundido o perdido? Cuestionaba el demonio al ver el rostro tarnquilo de su pareja, pues anteriormente había notado como este se desesperaba por no recordar su pasado.

-No, ya no tengo miedo… Dijo el chino acercándose al demonio un poco más, este no detuvo este acercamiento.

-Y menos si estás conmigo. Terminaba de decir amorosamente Hakutaku, enredando sus brazos al cuello de Hoozuki que también enredó sus brazos a su ahora delgada cintura, ambos se quedaron en silencio, viéndose fijamente parecían hablarse, el chino acercaba su rostro más al del demonio, a escasos centímetros de sus labios, parecían sellar en segundos un ansiado beso.

-¿Estás seguro de esto? Preguntó el demonio pues no quería presionarlo.

-Deja de ser tan amable conmigo… Dijo Hakutaku antes de atrapar sus labios a los del demonio en un dulce pero profundo beso, deleitándose por largos segundos de ese sabor de labios, que no habían disfrutado en casi dos meses. Sus labios se movían firmes pero llenos de amor en ese beso, que era el inicio de una nueva historia de amor.

-Tal vez no recuerde muchas cosas, pero… Susurraba Hakutaku sonrojado cuando sus labios se separaron levemente de los labios de su amante.

-Pero podemos empezar nuevos recuerdos juntos. Terminaba de decir Hoozuki que aunque no lo mostrara vivazmente, estaba muy feliz y no dejaba de verlo ni de acariciarlo.

-Eso iba a decir… Dijo con una sonrisa Hakutaku y nuevamente unieron sus labios en un exquisito beso lleno de la pasión y amor de un demonio y una bestia divina, que rectificaba un nuevo comienzo, firmemente ambos decidieron  reescribir una nueva historia.

 

 

Notas finales:

muchas gracias por leer este penultimo capitulo :*


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