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¡Te enojaste…! por Doki Amare Peccavi

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Notas del capitulo:

 

 

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Cap. 9: Enseñanzas sexuales

 

El avance rápido de la carroza hacia que Alexander entrecerrara sus ojos pero la sonrisa de su rostro no desaparecía. Eudor, con la vista  fija en el horizonte, aún se cuestionaba algunas cosas sobres su repentino cambio por que en verdad, esta visita apenas se le había ocurrido algunas horas atrás.

 

— ¿Aún falta mucho?— Cuestionó alegremente el niño.

 

— Lo siento Alexander… pero aún falta 

  

— Este lugar es bonito, mi maestro nunca me había traído por este camino.  

 

— No lo dudo, tu maestro Athan sólo transita de su hogar al centro y del centro a su hogar. No gusta de nuevas invenciones.  

 

— ¿Y usted anda mucho por lugares distinto? ¿Tiene algún alumno? 

 

— ¿Alumnos dices? — Le sonrió al pequeño — los tengo pero… enseño cosas muy diferentes a las que Athan te enseña… 

 

— ¿Qué cosas?— Eudor miró con quisquillosamente a Alexander, el pequeño quería saber y él estaba más que dispuesto a enseñarle. 

 

— ¿En verdad quieres saber qué cosas?— El niño asintió, Eudor le miró fijamente, Alexander se sintió observado de una manera extraña, una mano adulta que se posó de repente en el muslo de Alexander, esperó una respuesta por parte del pequeño.

 

.*.

 

— Aun te falta mucho para ser tan bueno como yo— Dijo con cómicos aires de grandeza el chico de cabellos casi negros 

 

— Lo sé — El pelirrojo miró fijamente el largo objeto que tenía entre manos. 

 

— Eros… no hablaba tan en serio — Arsen acostumbrado a las bromas con sus compañeros y a sus frases llenas de irreverente elogios dirigidos a su propia persona, había olvidado que Eros no debía ser tratado como todos ellos.

 

 — También lo sé…— De pronto Eros levantó la mirada…sus ojos clavados en los de Arsen, un par de sonrisas y volvieron al “entrenamiento”. Otro intento fallido y otro y otro más, la jabalina apenas si podía superar el metro de altura y no más de dos metros de distancia… entonces las risas de desbordaron, era más que un deber, comenzaba a hacerse divertido todo esto… Eros agradeció infinitamente.

 

— ¿Sabes cuál es el problema en esto?— Eros le miró interesado en su crítica — No hay suficiente fuerza, mira,  a mi me llevó más de seis meses adquirir la fuerza suficiente en los brazos… y aun así no termina de gustarme este deporte ¿Has intentado con otra cosa? 

 

— No, esto es lo que estamos haciendo en “pa’ide”. Tengo que seguir el ritmo de los otros…

 

— ¿Ni siquiera practicaste con el disco?— El pelirrojo negó — De ahí el problema— Entonces Arsen miró hacia la palestra…— ¿Crees que el maestro Athan se moleste si tomamos algunos discos para practicar? 

 

— No lo sé… tal vez si le digo.

 

— ¡No! no es necesario que le molestemos, haremos esto: — el mayor tomó del brazo al pelirrojo para que le siguiera— tomaremos cosas sin que lo note y después lo dejamos como estaba. 

 

— Pero… 

 

— No será mucho tiempo…

 

— ¿Por qué no podemos decirle? ¿Es o no correcto todo esto? 

 

— Es divertido sí lo hacemos así — Intentó convencer Arsen — No hay nada malo en esto, pero… sí llegara a molestarse, la culpa, te lo aseguro, recaerá sobre mí.

 

— No eso no, si el maestro se molesta por esto — El pelirrojo sonó seguro de sí mismo —, los dos tendremos culpa ¿sí? 

 

— Eso me parece justo — Sonrió Arsen y no pudo resistir las ganas de depositar su mano en la cabeza de Eros y revolver su cabello…

 

.*.

 

«Recuerda aquella tarde cuando mirábamos el cielo»

 

 

En este momento no importaba mucho si la ropa se manchaba, si su piel terminaba sucia, ni el polvo o las hierbas secas en el cabello, para Cyril y Calisto sólo era importante la sensación cálida que emanaba cuando se tomaban de la mano, mientras miraban el cielo infinito, con sus olas blancas. Tan perfectamente decorado.

 

— Me gusta, me gusta mucho, es como perderse en algún lugar lejos, lejos… ¿A ti te gusta? — La felicidad dibujada en su rostro,  ilusiones tenía ese niño, sueños y  amor por repartir. 

 

— A  mi no me lo parece — Le respondió Calisto soltando un suspiro. El jamás se apasionaría de esa forma por el arte encontrado por Cyril — No le miro hermosura, porque es todo igual, sin un inicio o un fin. Es aburrido, tan alejado de nosotros…

 

— Para nada.

 

— Lo está, no me gusta nada que no pueda tocar con mis manos — Calisto estiró sus brazos haciendo el inútil esfuerzo por alcanzarlo «pero ningún esfuerzo es inútil»

 

 —  Está sosteniendo el olimpo, debe de ser inmensamente fuerte.

 

— Ajam…

 

— Calisto, creo que tú eres así de fuerte, a veces llueve y se deja ver frágil, como cuando Alexander te hace rabiar. — Calisto entonces le puso atención. — No es distante, siempre que desees verlo, sólo hace falta salir y levantar la mirada y lo miras. A cualquier hora, no importando nada. — Sonrió Calisto. — Espero que por siempre, se parezca también a ti en eso. Me gustaría siempre verte cuando lo deseen.

 

.*.

 

Gape estaba furioso, estomago abajo, rostro oculto en el colchón que ni notaria que estaría ahí. Corban decidió ponerse de pie y salir de la habitación, el ambiente demasiado tenso, demasiado insoportable… 

 

— Gape, voy a estar afuera — Su voz apenada temblaba, aun así una sonrisa se dibujo en su rostro— Recuerda ser bueno con Eros… él no se perece tanta frialdad. 

 

Gape, poca abajo no dijo nada, tal vez se había quedado dormido ¿No? Tal vez eso era lo que quería creer, para no sentirse tan solo, para no saberse tan ignorado... salió de la casa… caminó hacia su refugio olvidado… Corban caminó hacia el gran árbol viejo…

 

 En la habitación; Gape sostuvo su respiración, dolía, pero había un sentimiento extraño un extraño vibrar, era el sollozo escapando de sus labios, la impotencia, los celos, la pena, el miedo y sobre todo arrepentimiento, el rubio lo sabía… su actitud más igual a la de un  monstruo que a un hombre. Y eso era lo peor de él ser incontenible, ser impulsivo, ser tan cruel. Porque su silencio no era justo, Corban merecía una respuesta, un agradecimiento, Eros gustaba de Corban y desde aquel día que lo notó, ese era su pretexto para descargar su enojo con él. El castaño no tenía la culpa de nada, era el mejor amigo de todos, siempre estando a su lado, siempre entibiando sus penas…

 

Eros les dedicaba tiempo a los más pequeños, a los deberes impuestos por el mismo, a su aprendizaje, a entregarse por los demás pero recién lo notaba, que lejos estaba Eros ya de ellos, muy lejos, cómo jamás lo imaginó, Corban era distraído y un poco nostálgico pero eso no impedía por ningún motivo se alejara de  Alexander ni de él. Ni siquiera después de lo ocurrido con su hermano.

 

Gape se puso de pie de inmediato, con los ojos llorosos: ahora no importaba si las lágrimas eran descubiertas, el niño rubio de los ojos miel corrió hasta donde seguro que Corban estaría, aún sin notarlo, Gape conocía mejor al castaño, más de lo que el mismo podría entender… 

 

Corrió fuera de la habitación.

 

Y con su aliento entrecortado, el cabello desacomodado y sus ojos aún un tanto rojos, Gape se posó a los pies del gran árbol, miró hacia las ramas gruesas, ahí Corban y su rostro serio, con sus ojos vidriosos, con la mirada fija en la lejanía con aquella nostalgia tan arrebatadora y contagiosa como aquella vez, como el día que Anieli y Orion se fueron, como cuando internamente alabó su fuerza y su alegría; así estaba Corban, casi desecho luchando por sostenerse y no llorar, el corazón de Gape se rompió en pedacitos…

 

— Corban— llamó y el castaño bajó la mirada, miró a Gape con los ojos llorosos y el cabello desarreglado…

 

 — Gape — No podía ser que el rubio le hubiese seguido — ¿Qué te ocurrió? ¿Por qué estás tan agitado? 

 

— ¡Yo lo siento… siento ser tan malo contigo, no tienes la culpa de nada, es sólo que soy así, no puedo contenerme, pero en verdad no quería desquitarme contigo… siento si te dije algo cruel, siento si te hable de mala forma, tú siempre eres bueno, tú siempre a mi lado y yo solo te digo cosas horribles! en verdad lo siento Corban, tenias razón, mi actitud no es la adecuada…— El sollozo se convirtió en llanto — Tenias razón, gusto de Eros.

 

No sabes si llorar de alegría porque eres importante para él

O hundirte entre las lágrimas de dolor al saberte de nuevo no correspondido…

 

.*.

 

 Su mano en el muslo del niño Alexander no hizo ningún gesto de asombro, Eudor se dijo: “el siguiente paso”. 

 

 — Veras hay cosas que Athan no se atreve a enseñarles… porque son algo complicadas… 

 

— ¿Qué cosas?— La mano de Eudor ahora bajo las telas de Alexander, su mano subía poco a poco y el pequeño, claro que sentía pero no sabía cómo reaccionar…

 

 — Cosas como estas — Su mano paro de repente, su cuerpo más cerca de Alexander, el pequeño completamente quieto…con su cuerpo visiblemente tensionado, solo un poco más y Eudor pararía, acercó más a Alexander a si mismo, de nuevo su mano acariciando sus muslos y su boca cerca del cuello del menor. Un acto tan agradable para Eudor, casi que besaba ese apetecible cuello… casi tan cerca y el sollozo le hizo parar. — Alexander…

 

— No me gusta — A llanto tendido Alexander sollozaba entre palabras.  

 

— ¿Qué no te gusta? 

 

— Lo que hacía, no me gusta eso… no me gusta… — Eudor aferró más su cuerpo al de Alexander, intentó dar un abrazo que brindara seguridad

 

— Pero… — El pequeño se abrazo a Eudor; esas caricias y algo comenzó a incomodarle, se sentía nervioso, se sentía de pronto aterrado, Alexander sintió pena… por Eudor, tal vez estaría enojado — No tienes por qué decir eso… Alexander necesito que prometas, ni una palabra de lo que ocurrió aquí ¿Entendiste?— Las palabras no salían de sus labios, intranquilo Alexander asintió con la cabeza… 

 

.*.

 

— Cyril, quiero pedirte perdón…  

 

— Calisto eso no — El más pequeño le miró suplicante para que le permitiera terminar su frase… 

 

— Quiero disculparme porque tú siempre tienes que dar la frente a las cosas por mí… desde que llegue… desde el primer día me has defendido… 

 

— Porque eres mi amigo… 

 

— Un amigo que te ocasiona problemassiempre,  tengo que decirte. Es mi secreto — Calisto dejó su posición recostada, se sentó y dio la espalda a Cyril, este aun acostado… entre las hierbas que apenas crecían detrás de su hogar — A mí me gusta que me defiendas, no lo sé… pero el sentirme protegido por ti me hace estar feliz, eso no significa que te ocasiones problemas con intenciones…— Dijo un poco alarmado… — No sé porque te lo digo, si ya sabes que me agrada estar a tu lado ¿verdad que lo sabes? 

 

— Sí — Conmoción fue lo ideal para definir lo que Cyril sentía al escuchar las  palabras  de Calisto… 

 

— Pero Cyril, aunque me guste ser protegido por ti, no he olvidado mi promesa… 

 

— ¿Promesa? — Cuestionó un poco apenado el oji-gris

 

— ¿No lo recuerdas?— Se sintió algo decepcionado, él día y noche pensaba en aquello ¿Cómo Cyril pudo olvidarlo? 

 

— Lo siento pero — El rubio le interrumpió… 

 

— Juro que— Calisto frunció el ceño de forma infantil como lo había hecho ya tiempo atrás… — Cuando crezca voy a golpear a Alexander, porque te pegó.

 

— ¿Era una promesa? 

 

— ¿Sí lo recuerdas? 

 

— Cómo olvidarlo…— Era verdad, como olvidar la primera vez que peleo con Alexander para defender a Cyril…

 

— No quiero que lo hagas, Alexander es Alexander y yo soy yo… y yo no puedo ser cómo él, entonces no quiero pensarle.

 

— Pero… 

 

— Ya no quiero ser mejor que él, no quiero que el maestro me quiera más a mí… porque tú estás siempre conmigo.

 

 — Pero mi promesa sigue en pie…

 

 — No Calisto, no digas eso ya… sólo tú y  yo  ¿Mejor así no? 

 

— Pero…—  Cyril se abrazó a Calisto, el castaño correspondió el abrazó…

 

Calisto recostado en las hierbas, Cyril ligeramente colocado arriba de él, para abrazarle, Calisto mirando al cielo infinito con nostalgia.

 

Cyril comenzando a llorar, Athan era Athan, no su padre, él era Cyril, no Alexander, comparar así entendió de algún modo el pequeño Cyril, que no era correcto, él solo quería que Athan le quisiera como a un hijo, ahora lo comprendía, no quería ni más ni mejor amor del que le dedicaba a Alexander… Cyril sólo quería el amor de un padre… 

 

.*.

 

Arduo trabajo de medio día, ahora no tan tarde, las prendas por fin cubrían su cuerpo pálido, ya no níveo… ahora era pálido…con pasos delicados entró a la habitación compartida, tenía la esperanza de que Orion estuviese ahí, tal vez si hablaban un poco,  los problemas se solucionarían… tal vez si le contaba sus miedos y el porqué de su actitud, Orion le consolaría con comentarios optimistas tal vez.

 

 Entró a la habitación, como lo pensó, Orion estaba sentado en la orilla de su cama, Anieli sabía que había notado su presencia pero trataba de ignorarlo.  Anieli tratando de  contenerse para no decir cosas hirientes, para no rechazar sus ofertas, para tratar de ser más cariñoso… para evitar que Orion buscara consuelo en Achilles, se acercó un poco al castaño… 

 

— ¿Orion hoy no tienes rondas?— El castaño negó con la cabeza— ah, yo aún tengo cuatro mas ¿Sabes? ya comienzo a acostumbrarme… 

 

— No es cierto — Afirmó el castaño.

 

— Si, lo digo en serio, ya no me hace sentir tan mal  — Orión no dijo nada, intentó no mirarle, Anieli entrelazó sus manitas temblorosas, jamás en su vida había sido tan sincero, mordió su labio inferior. Cuanto miedo tenía — Te mentí… no es tormentoso tenerte a mi lado, Orion me siento mal, siento que te pierdo… que… 

 

— Tonterías, siempre es lo mismo contigo, siempre te comportas bien, después llega Achilles se acerca para cualquier cosa y tú te enojas conmigo, me dices cosas que piensas, después te justificas diciendo que no lo sientes en verdad, ¿Qué crees tú que siento yo con todo esto? ¿Qué crees tú que puedo sentirme bien yo a tu lado?

 

— ¡¡¡ANIELI, ORION!!!— Un grito y de pronto un castaño se abalanzó a abrazar al Anieli, un poco más lejos asombrado, el Orión ¿Qué hacia ese pequeño en ese lugar? ¿Cómo había logrado entrar? 

 

.*.

 

— Creo que es todo por hoy ¿No?— Cuestiono Arsen

 

— Sí — La respuesta casi sin aliento, Eros con su cabello revuelto aun suelto y sus mejillas sonrojas por el ejercicio comenzaba a juntar el material utilizado 

 

— ¿Qué te parece si hacemos algo más que entrenar?

 

 —  Lo siento pero… tengo que llegar con mi maestro ya la hora de la comida y gusta de comer con todos.

 

— Ah ya veo…— Arsen también comenzó recoger los discos y de más cosas que había regadas en el suelo — Eros ¿Mañana también entrenaremos? 

 

— ¿Tú puedes? — Cuestionó sonrojo el pelirrojo, Arsen asintió  sonriente — Si tú quieres sí. 

 

.*.

 

Eudor trató de mantener ocupado al castaño, para que olvidara lo de hacia unos momentos, con fingida sabiduría hablaba, contaba relatos sobre los lugares que iban así pasaron lo que restaba de camino…Alexander sonrió cuando notó que los caballos se detenían a lado de distancia de una hermosa construcción, toda blanca con muros sosteniendo un techo de imágenes talladas…enormes divinidades miraban sus ojitos.

 

— Hemos llegado — Dijo Eudor y sin prisa bajó de la carroza, Alexander aun seguía maravillado por lo que ante sus ojos estaba., Eudor extendió sus brazos para bajar cargando al castaño…

 

Caminaron los dos  hacia aquel lugar casi mágico, algo en el cuerpo de Alexander le hizo ponerse en alerta, al virarse notó que varios hombres caminaban hacia la misma dirección que ellos… aquellos hombre, con algo de pasividad miraban a Alexander, Eudor al notarlo, les miró furioso, tomó entre sus brazos al pequeño, lo cargó y sin dar explicaciones, caminó más a prisa.

 

Se adentraron a la hermosa construcción, gran sorpresa, apenas en la entrada había diez hombres más, todos miraban al imponente hombre de cuerpo perfecto que se adentraba con un niño en brazos, Eudor caminaba sin siquiera dignarse a devolver la mirada, varias habitaciones, aquel que lugar parecía un laberinto, Eudor lo conocía muy bien, Alexander en ningún momento le vio titubear al escoger entre alguna puerta.

 

La ultima puerta, Eudor se detuvo un momento para acomodar su cabello, lo mismo hizo con el del pequeño

 

— Antes de que entremos, necesito asegurarme que no dirás nada de lo que hoy ha ocurrido u ocurrirá. — El pequeño le miro con duda — Todo lo que hoy vivas será un secreto entre tú y yo ¿De acuerdo?

 

— Sí. — Bajó al suelo a Alexander, le sonrió por primera vez con ternura y con su mano derecha abrió la puerta, sin pedir permiso siquiera se adentro, y entonces le vio después de mucho tiempo Eudor  volvió a ver a su amigo…

 

— ¡EUDOR!— Murmuró aquel hombre al virarse y notar la presencia de Eudor.

 

— Cuánto tiempo ¿no?—

 

— Cuanto tiempo, Eudor, es raro que me visites en estos tiempos, lo imagino; que a quien vienes a ver no es a mi si no a esos niños que — El amigo de Eudor notó a una personita detrás de Eudor…— Pero ese niño… no me dirás que es tu…

 

— Aún no…— El dedo índice de Eudor en los labios de su amigo para que no dijese nada— Él es Alexander, uno de  los niños de Athan… al igual que los otros dos…

 

— Ah… pero Athan tiene niños tan hermosos ¿Qué pretendía al recogerlos? ¿Fundar un prostíbulo?

 

— ¡Calla!— Regañó Eudor y su mirada lo decía todo, Alexander ya se encontraba más que aferrado sus prendas como alguna vez le vio aferrado a Athan, buena señal, se dijo. —  Achilles sólo he venido a hablar de algunas cosas contigo, asuntos demasiado serios.

 

— Habla — Ya nada quedaba del energético hombre amigo de Eudor.

 

— Primero— Eudor tomó una mano de Alexander— llevarle a ver a los otros niños.

 

— Bien, bien…

 

.*.

 

 Cyril y Calisto se pusieron de pie al ver el sol ya no tan resplandeciente, caminaron hacia el poso, un poco de agua y ya estaban no tan sucio, de nuevo caminando hacia su casa, lo más rápido posible hacia su recamara para cambiarse esas ropas sucias, al llegar al comedor, el maestro, Corban y Gape ya se encontraban sentados, ellos hicieron lo mismo…

 

 El maestro pregunto a todos por Eros, ninguno dijo nada, todos comenzaron a comer, Cyril miraba no muy complacido su tazón, miró a ambos lados, todos comiendo mientras mantenían una conversación con su maestro, todo alegres menos él, el pescado no era su platillo preferido, no le gustaba ni el sabor ni la textura, les imaginaba siempre tan húmedos. 

 

Todos hablando y de repente voces en la puerta principal, el maestro curioso se puso de pie y caminó hacia la estrada, gran sorpresa…Arsen despidiéndose y Eros, con el cabello revuelto y la ropa desalineada…lo único que paso por su cabeza le llenó de ira ¿Cómo Eros podía…?  

 

— Eros… — Llamó el maestro seriamente, con el ceño fruncido y los puños cerrados.

 

— Yo… lo siento maestro, no quise llegar tarde… pero es que… Arsen y yo… 

 

— Mas tarde hablamos… — Los demás niños le veían — ahora, arréglate un poco y ven a comer.

 

.*.

 

¿Qué hacia ese pequeño en ese lugar…? ¿Cómo había logrado entrar? 

 

— Alexander…. ¿Pero qué estás haciendo aquí?— Cuestionó el pelinegro alterado… 

 

— ¡NO me digas que te has escapado de casa del maestro Athan…!

 

— No, no…— Dijo el pequeño de pronto — El señor Eudor me trajo, es amigo del señor Achilles, yo vine con permiso del maestro, no sabía que estaban aquí… fue una sorpresa que el señor Eudor me dio… 

 

— ¿Eudor? — Anieli frunció el ceño…— No me digas que te frecuenta… 

 

— Sí, es muy bueno conmigo — El gesto en el rostro de Orion se oscureció,  Anieli se soltó del agarre de Alexander, sus ojos se le nublaron, en cambio Orion se acercó y abrazo con verdadera felicidad al pequeño… 

 

— Alexander… no sabes cuánto nos alegra verte.

 

 

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Notas finales:

PD: Estoy en busca de algún Beta-Reader.

Si alguien puede o saben de algún/alguna voluntaria, creanme sería un hermoso regalo de navidad ;) ♥

 

Gracias por leer.


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