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Una y otra vez por azumicard

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Notas del capitulo:

Sherlock y Jhon retoman resolver casos despues de un pequeño descanso. A pesar de ello, no sospechan la magnitud de este nuevo caso.

— En el hospital - Le da la bienvenida con una sonrisa llena de amor- Te desmayaste... el susto que me diste... - aprieta con más fuerza esa mano que respondió a su tacto- No es grave, solo anemia. Tranquilo... Sabía que algo me ocultabas, no has estado alimentándote como debes. A partir de hoy, te tendré vigilado las 24 horas del día, si es necesario haré uso de mi red. Aunque... - lo ve fijamente - será divertido tenerte a mi cuidado mientras te recuperas-.

— ¿Ahora usaras tu red para cuidarme? -ríe mientras lo mira- Te amo Sherlock- le besa- y es raro q tenga anemia...

—Lo mismo pensé, tú con anemia. No importa, dentro de poco volveremos a nuestro hogar y te mantendré vigilado - lo mira con los ojos entre cerrados y haciendo una mueca con los labios.

—Es raro...- se levanta- ¿Me cargas a casa?- bromea-

—Si lo deseas, cumpliré tu capricho –sonrió y avanzó un paso hacia él – Pero antes…- La broma terminó por activar el lado lujurioso del detective. Subió a la cama, enseguida ambos estaban envueltos en un apasionante beso, Sin despegar los labios de su amante empezó a desvestirse.

—Urgh, ¡nngh...! ¡AAH...! Sherlock… esto es una locura, la enfermera vendrá dentro de poco – le abraza por el cuello y susurra - Te necesito dentro de mi Holmes-.


Este simple susurro hizo temblar el cuerpo del detective y con la invitación su excitación se incremento al punto de comerlo vivo a besos. Aunque disfrutaba la sensación de los labios de su amante, su mente estaba extrañamente tranquila, dejándose llevar por el momento. Tuvieron que separar sus bocas en busca de oxigeno, enseguida Sherlock frotaba su miembro en las caderas del doctor.

- Si no nos apuramos tendremos público - ambos rieron por el comentario fue de lugar. Le tomó menos de 2 segundos para despojarlo de la bata de paciente. Inmediatamente después, el miembro de Jhon quedó oculto en la boca de Sherlock. Delicadamente deslizó su lengua sobre él. Sujetó las temblorosas caderas de Jhon, quien estaba ahogado en placer; acelerando su respiración por sentir la estimulación. Lo succiona con fuerza como invitándolo al clímax.

—No, ah... ¡AHH..! – Jadea y acaricia sus ondulados cabellos – Es suficiente… dámelo ya-

Levantó la mirada para poder apreciar el rostro de la persona que jadeaba por sus carias; el panorama le pareció exquisito, tanto que no perdió el tiempo para hacerlo suyo. Sostuvo con firmeza las caderas delgadas acercándolo rápidamente hacia su miembro. El cuerpo de Jhon se sacudió espasmódicamente por tener a su amante entro suyo arremetiendo una y otra vez con intensidad; en un momento pensó que lo partiría en dos por las estocadas. Los gritos de placer resonaron por todo la habitación, para callarlos el detective tuvo que besarlo, sin dejar de acariciar su miembro ya erecto. Cuando el caos ocasionado por el éxtasis volvió todo incomprensible, un dulce susurro llegó a sus oídos: “Te amo Jhon”, como respuesta, aprisionó con sus piernas las caderas de Sherlock.

—Ahh ahhh!- babea – mas, ¡dame más!- aprieta las sabanas blancas que se manchaban con los fluidos de ambos-¡ahhh ¡Sherlock! estoy apunto!...-aprieta su interior -ahhh!!- llegan al orgasmo temblando de placer.


Exhausto terminan, sus cuerpos aun estaban envueltos en excitación, con un último beso dieron por terminado la jornada. Sherlock terminó recostado al lado de Jhon, jugueteo con su cabello rubio mientras le decía cuanto lo amaba. Permanecieron en silencio, súbitamente Jhon se acurrucó en los brazos de su amado en busca de calor, sentir ese cuerpo que tanto deseo tener por meses y ahora era todo suyo. Ninguno de los dos quería dejar el cuerpo del otro, permanecer así por más tiempo sería lo ideal, pero en cualquier momento llegaría el doctor para realizar su visita de rutina. Quejándose como un niño caprichoso Jhon no quería dejarlo ir, se aferro a él cogiéndolo por la cintura, Sherlock volteó y le dio un beso tan profundo, sintió como las fuerzas le abandonaban y cayó maravillado en la cama. Al voltear la mirada al costado vio como su amado detective empezaba a vestirse dándole la espalda. Como un gato juguetón atacó por detrás, recorrió con un dedo toda su espalda desnuda y soltó un gemido algo insonoro por la caricia. Enseguida atrapó al atacante que tenía una mirada lujuriosa, en vez de intentar huir de nuevo atacó, ahora mordió una parte del pecho ya que la camisa cubría todo.


— Deja de jugar… - atrapa sus labios- Tienes que vestirte, no quiero que otra persona te vea desnudo si no soy yo. Tu cuerpo es solo mío – Coge la bata y le ayuda colocarse y le da el último beso.

— Ok, te amo- le abrasa fuerte-

En ese preciso momento de muestra de amor, ingresa el doctor y ve a los amantes uno al lado del otro. Desvía la mirada, con un tono de voz elevado pide a Sherlock hablar en privado y ordena a Jhon volver a la cama a descansar. Sale de la habitación, por su parte el detective termina por colocarse el saco, sin tomar importancia a la escena de hace unos instantes, en cambio Jhon estaba colorado de vergüenza. Sin decir nada sale al encuentro con el doctor que esperaba a unos metros de ahí. Camina relajado y ve el semblante del médico, todas las posibilidades de algo favorable se trataría la conversación, fueron descartadas.

—Acaso no fui claro al prohibirle nada de relaciones… debe ser mas considerado con su compañero, él está en recuperación- suspira- De lo contrario lo lamentara más adelante - le mira- le espero en mi consultorio en 2 meses -le da su tarjeta - Por otro lado, no hay ningún inconveniente si el señor Watson desee regresar hoy mismo a casa, pero como su doctor, recomendaría permanecer toda esta noche; estaría bajo supervisión si presentara alguna complicación. La decisión es de él. 
Sin otra cosas más por decir, el doctor se retira a continuar su rutina médica, por su parte el detective lo ve desaparecer en el horizonte mientras evalúa cual es la mejor opción para su compañero. Mira la tarjeta que aún tenía en la mano y deja escapar una sonrisa burlona, lo guarda en el bolsillo. Da media vuelta y regresa a la habitación donde se encuentra Jhon descansando.

— Por tu culpa, acabo de ser regañado -

— ¿Mi culpa?, debes estar bromeando- se levanta -Hiciste demasiado ruido- le besa- como un perro cansado-

— Pero quien me provocó - camina alrededor de él sigilosamente como un depredador asecha a su presa. Se paró detrás para tomarlo por la cintura y susurrarle - Fui yo quien silenció esos deliciosos gemidos - mordió el cuello saboreándolo un par de segundos, como respuesta obtuvo aquel exquisito sonido; un gemido mezclado entre dolor y placer.

— ¡Mhmm... haa...! Sherlock... - acaricia su cabeza y gira quedando cara a cara - Quiero otra sesión, ¿si? -

— Claro, pero no aquí, volverán a interrumpirnos. Parece que te excita hacerlo en un lugar como este - en el instante que juntarían sus labios, Jhon sale corriendo al baño. La reacción repentina puso en alerta todos sus sentidos, recordando las palabras del doctor, por un instante considero la idea de no tocarlo por el tiempo sugerido. - ¿Jhon estas bien?- No tuvo respuesta, se acercó más al baño, ahí logró escuchar los sonidos producidos por los vómitos.

— Creo que me cayó mal la comida... - sale del baño mientras se limpia.

— La comida de hospital es la peor del mundo, se comprende. Volvamos a casa, el doctor ya te dio de alta, vístete. La señora Hudson nos está esperando. Tendrás una cena maravillosa gracias a ella. Debes alimentarte bien - con el dedo le toca la nariz - recuerda, desde hoy estas bajo vigilancia-.

Termina de realizar los papeleos antes de salir del hospital y los tres se embarcan en un taxi rumbo a Baker Street. En el camino Sherlock insistía cada cierto tiempo en preguntar si su compañero estaba bien, un sí acompañado de una sonrisa detenía las preguntas. Muy contenta la Señora Hudson, felicitó a la pareja, después de mucho tiempo de negar su relación, en especial por parte de Jhon, son su ya trillado discurso: no soy gay o no somos pareja. No había necesidad de ocultarlo y ambos continuaron el trayecto tomados de las manos mientras conversaban. Al llegar la señora les pidió aguardar en la cocina para celebrar el gran acontecimiento y la recuperación de Jhon con un gran festín de comida. Entre tanto, comían las galletas de su casera que tanto adoraban, acompañado de té. A lo lejos la señora Hudson observaba la tierna escena de amor entre esos dos, sin tapujos se mostraban cariñosos mientras ella terminaba de cocinar. Con la comida en la mesa y el hambre voraz porque estuvieron por horas sin comer en el hospital, a Sherlock se abrió el apetito cuando vio a Jhon comer con tantas ganas.

Después de una agradable cena con su casera, ambos subieron a descansar, sin antes agradecerle por todos sus cuidados y la maravillosa cena. Sentados en el sofá, deja recostar la cabeza de Jhon en sus piernas mientras acaricia su mejilla y no duda en preguntar.

—¿Estás bien Jhon?, no quieres otra cosa más-.

— No Sherlock, me cuidas demasiado - suspira y se sienta - La cena estuvo genial, ahora que la señora Hudson sabe de lo nuestro, no hay necesidad de esconder nuestro amor - besa su mano- Te amo-.

— Tú lo negaste en todo este tiempo, nunca prestaste atención a mis insinuaciones; era tan obvio. Lo importante es que estamos juntos - besa su frente - Es momento de descansar, necesitas recuperar energías por órdenes estrictas del doctor. - se levantan y tomados de la mano caminan - Mejor duerme en mi habitación, así podre vigilarte mientras termino de hacer algunos experimentos-.

— Duerme conmigo, no me dejes solo en tu habitación - le abraza - Sherlock durmamos juntos ¿si? - con ojos de cachorro insiste y se para de puntitas para besarlo, consiguiendo su cometido.


Cada quien se colocó su pijama y fueron a la cama, Sherlock estiro el brazo como si fuera una almohada para su amante, el otro se acurruco en el pecho y enredo sus piernas con los suyos; una manera de asegurarse que no escaparía a mitad de la noche a sus extravagantes experimentos. Jhon a la media hora quedó profundamente dormido, sin embargo el detective fingió estar dormido, todo por cumplir el capricho y también quería observarlo dormir. Las pocas oportunidades de verlo dormir habían sido una experiencia inolvidable, las expresiones que hacía mientras soñaba le causo intriga y por veces risa, al verlo molesto como si le estuviera regañando. El rostro que tenía ahora, era tan sereno, reflejaba tranquilidad y felicidad. De pronto, su móvil anuncio un mensaje de texto, después de leerlo se dispuso a dejar la habitación, pero el agarre en las piernas impidió la huida, con sumo cuidado Sherlock logró liberarse y dejar durmiendo a Jhon. Rápido se cambio de ropa, salió a la calle en busca de un taxi y dirigirse a un rumbo desconocido.

A la mañana siguiente, Jhon aún medio dormido buscó el cuerpo de su amante, al no encontrarlo abrió los ojos de un golpe. Un poco molesto salió en busca del detective mentiroso. La ira guardada se desvaneció al verlo sentado leyendo el periódico, con una taza en la mano y sonriendo le dio los buenos días. Siempre dejándose seducir por esa endemoniada sonrisa que utilizaba en otras personas para conseguir algún beneficio y ahora podía monopolizarlo solo para él. Fue a recibirlo con un beso matutino, aprovecho el momento en quejarse por dejarlo solo y terminó sentado en las piernas del otro en busca de una compensación. Un mar de besos terminaron por todo su cuerpo, extasiado abrazó su cuello, sin intención de soltarlo. El agarre era fuerte, no le quedo otra opción más que cargarlo como un niño hasta la cocina y servirle el intento de un desayuno. Algo inusual sucedió; ¿Sherlock preparando comida?, quien se hubiera imaginado.

El experimento terminó por destruir la cocina, restos de comida por todo el lugar, utensilios tirados en el piso y por último algo que parecía unos huevos fritos, estaban tan quemados que no se podían reconocer la materia. Sorprendido Jhon coge una de las tantas tostadas medias quemadas, sonriente empieza a comer ante la mirada atenta de su amante, quién sigue cada movimiento y espera algún comentario positivo. Un gracias, fue la respuesta, ambos continuaron desayunando.


— Sherlock, supongo que esta es tu manera de disculparte por abandonarme mientras dormía – hace una pausa – No era necesario, lo primero que quería esta mañana, era probar tus apetitosos labios y ya lo hice. Pero ese desastre no pienso limpiarlo-.

No protesto, simplemente tenía que encargarse de la limpieza. Terminando de comer, Jhon se dispuso alistar sus herramientas de trabajo, del otro lado habló Sherlock; informando que hoy no iría a trabajar al hospital porque recién le dieron de alta, en su condición será imposible realizar algún esfuerzo físico, mucho menos atender pacientes. Muy temprano conversó con el director del hospital de la delicada situación; concediéndole un par de días de descanso. Quedó sorprendido por la habilidad de convencimiento, ya que el director era una persona frívola, no concedía permisos o algo parecido a nadie del personal médico; salvo casos extremos, como la muerte.

— Iré a Scotland Yard, Lestrade necesita de mi ayuda en un caso supuestamente interesante. Ni se te ocurra salir, ve directamente a descansar, llamaré a la señora Hudson para que te cuide mientras estoy fuera. Ni se te ocurra seguirme o salir a otro lado, lo sabré de inmediato – muestra su móvil – Se un buen paciente y no protestes-.

Al final, estuvo todo el día metido en la habitación de Sherlock, salía de allí solo para comer los alimentos que traía la Señora Hudson gentilmente y conversaron hasta el anochecer. Tirado sobre la cama empezó actualizar el blog y leer los mensajes solicitando los servicios de ambos. Afligido recordó el último caso donde participó en resolverlo; eran semanas de no sentir esa adrenalina, todo por el capricho del detective, obsesionado por cuidarlo como un niño pequeño y ahora por estar delicado de salud. Frustrado cerró con fuerza su laptop y caminó al armario, rebuscó entre las ropas y sacó de ahí una camisa de Sherlock para oler su esencia; al menos así tenía algo de él.

A media noche soplaba un viento muy fuerte en Baker Street, el sonido en las escaleras anunciaron la llegada de Sherlock, dejó en el perchero su característico abrigo. En medio de la oscuridad se abrió paso en busca de Jhon, quién dormía encima de la cama, cubriendo su cabeza con la camisa. Al encender el interruptor se llevó una grata sorpresa, sonriendo deslizó la prenda con cuidado, dejando expuesto el rostro de su amante durmiendo tranquilamente. - De seguro, te aburriste esperándome. Deseaba volver a tu lado lo antes posible, sin embargo las investigaciones me llevaron más tiempo de lo planeado. Por primera vez, el inspector Lestrade tuvo razón respecto al caso; fue muy interesante. Tanto que estuve ocupado todo el día, indagando de un lugar a otro. Lamento haberte descuidado mi querido doctor Watson, sabré compensarlo – dijo el detective en voz baja mientras contemplaba su rostro y de pronto escuchó su nombre de la boca de Jhon, en sueños lo llamaba.

La vida de ambos regreso a la normalidad, Jhon con su trabajo en el hospital y Sherlock buscando algún caso interesando por resolver o disparando la pared de aburrimiento. En una tarde una limosina elegante arribó en Baker Street, unos hombres vestidos con terno y gafas negras rodearon el vehículo, atentos de cualquier movimiento sospechoso. Abrió la puerta uno del personal de seguridad y baja una persona adulta, vestido con un terno fino y también con gafas pero no oscuras sino de medida. Mira a ambos lados antes de caminar a la puerta, detrás de él un par de guardaespaldas. La señora Hudson al escuchar el timbre repetidamente salió porque pensó que sus inquilinos salieron o simplemente estaban disfrutando su vida marital. Al abrir la puerta sintió un gran temor al ver a todas esas personas rodear el lugar; por su mente pasó la idea de gritar por ayuda. El trato amable de la persona mayor hiso cambiar de parecer de la Señora Hudson, llevándolos al segundo piso. Tocó la puerta antes de entrar, no quería interrumpir o ser espectadora de algo, por suerte ambos estaban sentados con sus laptops respectivamente. Suspiró profundo antes de retirarse y dejar al caballero y sus acompañantes en ese lugar. Jhon se paró para recibirlos, en cambio Sherlock los observó un instante y devolvió la mirada a la pantalla.

El hombre mayor aun de pie, se presento. - Soy Federick Miller, miembro del Parlamento británico. Mi visita se debe a un asunto delicado y discreto, por el cual requiero de sus servicios señor Sherlock Holmes. He oído bastante de usted por Mycroft y también leo el blog del señor Watson en mis tiempos de ocio - Jhon se sintió halagado; una autoridad tan importante se digne leer su humilde blog, por su parte Sherlock no demostró alguna reacción, solo el escuchar el nombre de su hermano le ocasiono sentir rencor por el último acontecimiento.

— Si Mycroft le envió, tendré que rechazar su caso. - dijo el detective sin despegar la mirada de la pantalla.

— Se equivoca señor Holmes, si vine a usted es porque considero sus habilidades extraordinarias. He visto como ha resuelto casos extremadamente complicados, hasta la policía solicita su ayuda. Es la persona indicada para este asunto.

Teniendo en claro el asunto de Mycroft, el detective dejó a un lado su laptop, el interés se apropio de sus cinco sentido y caminó a su encuentro. Antes de exponer su caso, ordenó a sus guardaespaldas esperarlo afuera mientras charlaba con las dos personas. El asunto resulto más complejo, el parlamentario Federick Miller tenía un pasado que nadie conocía, antes de llegar a Londres trabajó como espía en varios países, sustrayendo información valiosa que después era vendida. Por los constantes intentos de asesinarlo, decidió poner fin a esa actividad y vivir tranquilo. En su último trabajo lo enviaron a Londres donde sin pensar encontró al amor de su vida, fue el motivo principal en dejar su otra vida. En esa transición su amigo llamado Ian Lane le brindó la ayuda necesaria para esconderse por un periodo hasta que las cosas se tranquilizaban. Con una nueva identidad empezó una nueva vida en Londres a lado de su esposa, años más adelante asumió un cargo importante; las cosas parecían ir de mil maravillas hasta que la semana pasada una llamada anónima dio un giro de 360 grados a su vida.

Al inicio pensó que se trataba de un bromista o un tipo de intimidación absurda, pero al oír el nombre, Ian Lane, cambio las cosas. Su amigo reapareció después de 10 años de ausencia, como bienvenida le dijo que tenía unos documentos comprometedores sobre su labor como espía. Alarmado por la situación intentó reunirse con él para conversar, pero siempre recibía la misma respuesta un contundente No. Los días pasaban y la tensión incremento, obstaculizando su labor en el parlamento, por eso motivo buscó al detective para ayudarlo a recuperar esos documentos. También les informó que hace unos días volvió a comunicarse con él, en ese llamada le amenazo que entregaría los papeles a los medios de comunicación si buscaba a la policía para ayudarlo; el asunto era estrictamente entre los dos.

Entonces el detective dedujo que el supuesto amigo tendría la intensión de chantajearlo con fines políticos o monetarios. Pidió a Jhon preparar té mientras aguardaban la llamada del involucrado, calculó dentro de una a dos horas como máximo. Durante la espera Sherlock pidió contarle más sobre su vida pasada y también la relación de amistad con su amigo en aquellos años. Entre la conversación el móvil del parlamentario sonó; efectivamente era la persona indicada. Sin dudar contestó, las siguientes palabras pronunciadas por el señor Miller eran; si, claro, por supuesto y por último no dijo nada, se mantuvo callado por varios minutos, caminando de un lado a otro. Sorprendido volteo la mirada hacia las dos personas, se acercó lentamente y entregó el móvil al detective. Este lo tomó con cierta desconfianza, antes de atender la llamada dio una rápida mirada a su compañero, como si buscara su aprobación. Una voz grave se escuchó del otro lado, seguido de una risa peculiar.

— Usted es la persona que autorizó Federick Miller para negociar -ríe sarcásticamente- Siempre ha sido un maldito cobarde, haciendo uso de su poder para escudarse y utilizar a sus marionetas para beneficio propio. Debe estar pagándole bien.

— Entonces podemos proceder a los negocios. ¿Cuáles son sus condiciones?

— jajajaja... usted va sin rodeos. -hace una pausa- Siete mil libras esterlinas.

— ¿Y la alternativa?

— No existe, me siento tan apenado ya que él es un viejo amigo, pero si el dinero no se paga el día 17, sin duda el señor Miller tendrá una gran sorpresa. Como es el perro guardián, vendrá con el dinero.

Era claro lo que buscaba Ian Lane; un beneficio económico, el plazo para la entrega del dinero vencía dentro de tres días. Antes de continuar la conversación pensó un poco y al fin contesto.

— ¿Podemos confiar en su palabra?, nadie nos asegura si al entregarle la suma de dinero, me entregará la documentación. Simplemente podría asesinarme y ambas cosas estarán en su poder.

— Pues... tendrá que confiar en mí, no tiene otra opción. Si los documentos salen a la luz, los medios de comunicación destruirían a Miller, no sólo a él sino a toda su familia; respetada por todo Londres. Podría ahorrarse todo el show con la insignificante suma que estoy pidiendo. Creí que era un detective listo, cuando el futuro y el honor de su cliente están en juego, hacerme ese tipo de pregunta. Me sorprende señor Holmes. Una parte de mí, se siente decepcionado-.

La llamada se cortó antes de objetar, un silencio se apodero de la habitación, ninguno de los tres habló, hasta que las pisadas de Sherlock rompieron el incómodo momento. Se deslizó a un lado del lugar y se quedó en silencio con la espalda contra la pared. Entonces Jhon le dirigió la palabra al señor Miller, acordaron el lugar de encuentro para entregarles el dinero y así poder realizar la transacción, ya que Ian había propuesto el trato; por el momento era la mejor opción. Sin otra cosa por decir el parlamentario salió y unos momentos después se oyó el golpe de la puerta del carro; dando por entender su retiro. "Es un negocio que necesita un tratamiento delicado", dijo Sherlock, después se quedó inmóvil junto a la ventana, con las manos metidas en los bolsillos de los pantalones y la mirada fija a la calle. Durante media hora se quedó callado y quieto, mientras Jhon continuó revisando su blog y analizando los documentos del caso. Intentó conversar con él, pero no tuvo respuesta, estaba tan concentrado que no hizo caso a su compañero. Luego con un gesto de de un hombre que ha tomado su decisión, caminó a su dormitorio, ahí se quedo hasta el día siguiente.

Durante su rutina habitual en el hospital, Jhon empezó a sentir cansancio como si las horas de sueños no eran suficientes para recobrar energías. Lo relacionó con la recuperación de su reciente enfermedad, continuo trabajando hasta la hora de almuerzo. Como el hospital estaba infestado de pacientes por docenas, era imposible ir a la cafetería por comida; una rápida merienda era la alternativa perfecta. Sarah se encargó de llevarle un sándwich de jamón y café, hambriento coge la taza humeante, el exquisito olor llega a sus fosas nasales, de inmediato siente repulsión, dejando a un lado la bebida. Entonces intenta comer, da una leve mordida y vuelve a experimentar lo mismo. Las nauseas lo dejan sin alimentarse por el resto del día, tan solo bebía agua, complementadas con suplemento vitamínico.

De regreso a casa, el doctor pasó por un supermercado cerca de su centro laboral para realizar las compras, sabía que no debería tardar porque a esas horas el señor Miller y Sherlock estarían reunidos coordinando los pormenores de la transacción. Volvió a pelearse con la maquina del supermercado, enojado fue a una tienda convencional. Cuando llegó a Baker Street, vio el automóvil característico del parlamentario, se abrió paso entre los guardaespaldas que resguardaban el lugar. Al subir al segundo piso, ambos varones se despedían, el mayor tomó su abrigo del perchero, después de saludarlo se retiro.


— Llegas tarde - miró a Jhon y con unos papeles en la mano caminó - Estaré en mi habitación, puedes cenar sin mí-.


Jhon no dijo nada, guardó las compras en silencio, en un instante la idea de comer paso por su mente, la descartó al momento, solo preparo té, al terminarlo fue a descansar. Por su parte el detective dejó los papeles sobre la cama y abrió el sobre que encontró debajo de la puerta esa mañana. Rompió la envoltura y una hoja cayó al piso, tenía escrito lo siguiente: "Espero que disfrute del juego”. Solo eso había dentro del sobre, el trozo de papel fue a parar con los demás documentos. Juntando las palmas de las manos, apoyó el mentón en ellas; terminó por sumirse en sus pensamientos hasta la mañana siguiente. Muy temprano ambos estaban en la mesa desayunando en silencio, un aire denso se respiraba ahí, fue roto por Jhon.

— A qué hora vamos a salir para la entrega del dinero.

— Tú no vienes, te quedarás aquí. -respondió firme, como si fuera una orden.

— ¿Enserio?, Volverás a dejarme fuera del caso. ¡Es el colmo!, decidiendo por ti mismo, acaso mi opinión no cuenta - Reclama sobresaltado- No tienes que estar sobreprotegiéndome, ¡soy un adulto, maldita sea!, se cuidarme por mi mismo. Iré, mi decisión está tomada. Estamos juntos en esto-.

— Muy bien... - y vuelve a reinar el silencio, después camina en dirección de Jhon y lo abraza por detrás - Jhon... vendrás conmigo pero tendrás que obedecer mis órdenes, este trabajo tiene varios riesgos, los cuales no pienso exponerlos a tu persona, por ello tenemos que ir con cuidado.

Con un beso sellan la conversación, cada quien continuo el día a su modo. Ya por la noche los tres hombres se reunieron, el señor Miller entregó en un maletín negro, la suma pactada. Sherlock y Jhon abordaron un taxi rumbo a una fábrica abandonada cerca por Old Jewry, en el camino Sherlock detalla los últimos pormenores con el fin de lograr obtener los documentos comprometedores. Al llegar el único en entrar es el detective, Jhon queda afuera vigilando tal como lo ordenó su compañero. Camina sin rumbo hasta que recibe una llamada de Ian, quién le indicó por dónde ir, subió el tercer piso, giró a la izquierda. Al final del corredor encontró a un hombre alto de cabello castaño, edad no mayor de 50 años, vestido con un traje no tan fino, por la textura de la tela, reflejada por la luz. Frente a frente, sacó una cajetilla de cigarro mientras conversaban, ofreció uno a Sherlock, de inmediato negó con la cabeza, sin embargo el otro empezó a fumar tan calmadamente como si hubiera olvidado a que vino. El delicioso humo fue a parar al rostro del detective, quien no dudo en aspirar tal sustancia. Sonriente Ian deja caer el cigarro y lo aplasta con la suela del zapato. Vio a través del techo la inmensa luna iluminando esa noche friolenta, suspirando profundo regresó la mirada a su invitado.

 

— Aquí estamos tratando de lidiar con un asunto que a ambos no nos incumbe. Negocios son negocios, así que vamos directo al punto. Podría ver el contenido del maletín, como vera, también soy una persona desconfiada.

— No lo dudo- abre y muestra el contenido. Con la mirada sigue cada uno de sus movimientos, ve como el otro se acerca para tomar el maletín y lo aleja de su alcance - Se olvida que es un intercambio equivalentes; el dinero por los documentos.


— ¡Oh!, perdone mi atrevimiento – retrocede – Cree usted si me entrega el dinero, las cosas terminaran tan simple. Puede darse la opción de estar mintiendo y dichos documentos nunca existieron o quizás los tengo en mi poder, pero no pienso entregárselos por nada de este mundo. Como puede observar, los documentos están encima de aquella mesa, pero eso será mas adelante – camina varios pasos al costado- ¿Venganza?, ¿chantaje?, ¿odio?, ¿envidia?... Son algunos motivos que me llevaría molestar a mi gran amigo Federick Miller. En este caso no, simplemente quiero terminar con este absurdo juego, en el cual estoy involucrado gracias a usted. Así es…¡¡Tú desgraciada existencia, arruina mi vida!! – Enojado grita y se coloca de espalda - Creo que es momento de terminar… - Gira y apunta con un arma a Sherlock – Le apuesto que no tenía idea que esto sucedería ¿o si?-.


— Tenía algunas dudas cuando conversamos.

— No me diga, el gran detective Sherlock Holmes lo dedujo tan solo escuchando mi voz; increíble habilidad que posee. Es una lástima, porque usted va a morir – carga el arma- Tenia razón, el dinero y los documentos estarán en mi poder y con su muerte podré obtener mi libertad. No es nada personal, alguien tiene que morir y esa persona será usted.


Sherlock no tiene escapatoria, tenía a Ian apuntándole con el arma directamente al corazón, un tiro certero para matarlo al instante. Hasta el peor tirador lograría dañarlo considerablemente a esa distancia. No quitó la mirada en él, en toda la conversación para no levantar sospechas mientras aguardaba a su compañero. Sigilosamente Jhon se desplazó como un buen soldado por los ambientes del lugar,sin ser detectado; en busca de la mejor vista. Un cuarto frente donde estaban ellos, fue la mejor ubicación, en silencio esperaba mientras los miraba conversando. Cuando vio el arma apuntando a Sherlock, sus cinco sentidos estaban en alerta, paciente esperó el momento adecuado para entrar en acción. Tres disparos resonaron en todo el ambiente y el cuerpo de Ian cayó lentamente. Preocupado Jhon sale de su escondite en busca de su compañero. De rodillas el detective se pode de pie y camina hacia el abatido. En un mar de sangre, Ian todavía seguía con vida, aun sonriente intenta decir algunas palabras.


— Lo tenías todo planeado… - vomita sangre por la boca – Grave error mío olvidarme de su compañero, el doctor Watson… jajajajaja …Recuerde algo detective, la persona que desea su cabeza esta más cerca que usted cree, yo sólo he sido una marioneta más de … -.

Antes de terminar de decir el nombre de la persona, muere con el rostro feliz. Sin ninguna expresión va en busca de los documentos. Efectivamente estaban donde dijo y eran verdaderos; un archivo completo. Volvió hacia el cuerpo inerte para analizarlo, encontrar alguna pista que lo lleve a su enemigo. Queda decepcionado por no hallar absolutamente nada. A lo lejos escucha los pasos de Jhon aproximarse, llega agitado y aprovecha descansar cuando verifica el cadáver.


— ¡Eso fue demasiado arriesgado!, por poco y terminas muerto - se levanta para encararlo – Todo por comprobar que tenías razón, también por esos documentos-

— Salimos ganando Jhon, tenemos ambas cosas - respondió al reproche con una sonrisa - Volviste a salvarme la vida como la primera vez cuando nos conocimos – le dedico una mirada tierna y le recordó que era momento de regresar a casa. Salieron tomados de las manos - Buen disparo Jhon, siempre tan preciso-.

— ¡¿Eh?!… -frunció el ceño – Como vamos a explicar esto a nuestro cliente; un muerto de por medio. La policía va intervenir, harán preguntas, investigarán… Terminamos haciendo lo contrario, ahora se armará un escándalo afectando al Señor Millar. ¿Qué vamos con él, Sherlock?


— Relájate, ya envié un mensaje a Lestrade para que se encargue del asunto. Ahora es problema de la policía, nuestro trabajo terminó aquí-.

Tomaron un taxi de regreso, después de avanzar un par de cuadras, pudieron ver por la ventana, las patrullas policiales dirigirse a la escena del crimen. Se vieron entre si, cada quien dirigió la mirada a su dirección y continuaron tomados de las manos todo el trayecto. Dos cuadras antes de llegar, Jhon pidió al taxista detenerse porque sentía que el aire le faltaba. Apoyado en una pared quedó por varios minutos hasta recobrar el ritmo normal de su respiración, controlada la situación cogió la mano de Sherlock e iniciaron su paseo nocturno por las calles de Londres, acompañados por una magnifica luna llena. Mantuvieron una conversación amena, de pronto Jhon roba un beso a su amado detective. Sonrió porque logró atacarlo con la defensa baja, la respuesta no se dejo esperar, Sherlock lo lleva a un callejón, contra la pared empuja el cuerpo de Jhon para besarlo.

Sintió como el interior de su boca era explorada a fondo y eso hizo que se estremeciera debajo del otro. Era incapaz de respirar correctamente por la intensidad y ferocidad del beso; parecía que no querían poder fin el disfrute. Un leve gemido salido de la boca de Jhon al sentir el tacto de su amante en la entrepierna. Arqueó la espalda por los espasmos provocados, rodeo el cuello con sus manos para acercarlo más hacia él. Entonces escucharon un ruido al final del callejón, era un gato callejero en busca de comida. Así concluye el momento romántico entre ellos, al menos hasta llegar a la habitación del detective; retoman las caricias. Jhon lo tira a la cama y se sube sobre Sherlock.


— Te amo… - se saca la camisa sensualmente- ¿Quieres continuar?-lame el cuello de su amor- ahhh sherlock- se frota contra su entrepierna- ¡Nn... nnn...! dámelo otra vez, como antes- le mira pero siente nauseas y va corriendo al baño.

Notas finales:

Como siempre quiero agradecerles por tomarse el tiempo para leer este fic, también por los reviews n.n saben que eso me alienta a seguir escribiendo.

En este capitulo no agregre mucho lemón como tenía pensando, sera en el proximo jejjeje . sino hay trama de este nuevo caso. 

Van a disculparme si el siguiente cap. demore mas de la cuenta, ya que estare de viaje y también ocupada ;w;  promete compensarlo, hasta la siguiente !!!



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