El ocaso se perdía a lo lejos. Los últimos rayos de sol morían en el horizonte. Pronto serían las 7 de la noche. Las luces de las calles se encendieron. Las personas continuaban con su rutina diaria. Como siempre. En la residencia Usami las luces también fueron encendidas.
Aún no venían los hermanos. Akihiko miro de reojo a Natsuhiko. Este se percató de que venían los hermanos Takahashi. Se levantó del escritorio y se paró detrás del niño.
–¡Iré a ver a Takahiro! –el niño irradiaba alegría después de ver al moreno. Cogió a Satou-san y cuando giro la perilla de la puerta, miro al peli plata. –¿No vienes?
–Iré contigo. –Natsuhiko iba a decir algo, pero Akihiko le tapó la boca. –No te cargaré.
–Tsk. Ya no importa… Takahiro lo hará.
Nowaki estaba en la entrada, esperándolos. Shinobu también estaba a su lado. Se veía impaciente. Pero al ver a los hermanos regresar tranquilos, alivio su preocupación.
–Los estábamos esperando. –Nowaki sonrió amablemente. Shinobu no lo iba a admitir abiertamente, pero esperaba que Misaki no se fuera. Lo consideraba un gran amigo.
–No nos vamos a ir por ahora, ya lo converse con mi hermano. –Misaki lo dijo con seguridad. –Descuiden, chicos, nos seguiremos viendo.
El gran salón permanecía en silencio. La luz de la luna se filtraba por las ventanas. Las hermosas piezas de vidrio brillaban en muchos colores. Los pasillos eran iluminados con la luz tenue de las velas. Sin embargo, todo el encanto se perdió cuando Natsuhiko atravesó el pasillo corriendo. Atrás de él, caminaba muy tranquilo el peli plata.
–Estoy seguro de que Misaki no se ira de la mansión. Sé que Takahiro no hará algo tonto. Él es muy astuto. Tengo que permanecer tranquilo. –Akihiko andaba lentamente mientras cavilaba. –Tengo que tener la mente fría para poder pensar. Ya se me ocurrirá alguna idea para hacer que ellos vuelvan a confiar en mí.
Natsuhiko miro por los pasillos. Para un niño, la mansión podría resultar muy grande. Además con los muchos pasillos que habían ya se estaba cansando de correr. Cuando ya pensaba en esperar a su hermano, escucho las risas de los sirvientes. Reconoció entre ellas la risa de Takahiro.
–¡Hiro-chan! ¡Hiro-chan! ¡Hiro-chan! –Natsuhiko se quedo callado y parado en su lugar.
Los chicos sonreían muchísimo. Takahiro y Misaki ya no tenían más las caras largas. Takahiro abrazaba al castaño. En si no lo abrazaba, sino que apoyaba su brazo encima de los hombros del castaño. Ellos parecían muy felices juntos. Era obvio por la tremenda sonrisa que tenía el azabache. Apretó sus pequeños puños.
Akihiko se acercaba lentamente hacia la sala, pero un agudo e infantil grito lo sacó de sus pensamientos. Corrió preocupado por el niño.
–¡Hiro-chan es mío! –Natsuhiko empujaba a Misaki. Este solo miraba confundido. –¡Aléjate tonto!
Misaki se apartó. Casi recibe una patada del pequeño peli plata; tuvo que agradecer a su acto reflejo el esquivar ese golpe. Shinobu no sabía qué hacer. Nowaki se acercó al niño, pero solo recibió un puñete inofensivo en el brazo.
–Ese niño… realmente es un Usami… tan posesivo y arrogante. –El muchacho pensó. –Toda la familia Usami tiene en sus genes la arrogancia y el orgullo…
–¡Misaki! –Akihiko se puso en medio del niño y el castaño. –¡¿Qué crees que estás haciendo, Natsuhiko?!
Natsuhiko inspiro rápido mientras abría sus ojos lilas. Se escondió detrás de Takahiro.
–Yo no hice nada malo. Solo quería que ese sirviente supiera que Takahiro es mío.
–¿Eh? –Takahiro miro a su costado, el niño apretaba su ropa mientras miraba directo a los ojos de Akihiko.
–¿Qué? –Akihiko esta vez estuvo sorprendido. –Natsuhiko…
–Onii-chan no es tuyo. –Misaki le aclaro en voz baja. –Él no le pertenece a nadie.
–¡Cállate! ¡Takahiro es mío! ¡Él es mi sirviente!
Misaki estaba a punto de estallar en cólera. A él no le desagradaban los niños. Es más, alguna vez pensó que sería dichoso en cuidar algún día al hijo o hijos que tuviera su hermano, pero este tenía que ser reprendido por su comportamiento. Se acercó al niño, pero Takahiro se adelantó y hablo con el niño.
–Natsuhiko-bocchan, será mejor que lo lleve a descansar. No quiero oír nada de quejas ahora. –Se volteó y miro fijamente a Akihiko. –Akihiko-sama, mañana conversaremos mejor sobre nuestra estadía. Perdone el comportamiento del bocchan.
Miraron por los pasillos a Takahiro cargando a Natsuhiko. Misaki estaba molesto, muy molesto. Aunque dado que vivía en la mansión, era sirviente de los Usami y estaba cerca del peli plata no tendría la libertad de decir lo que pensaba. Se resignó a mirarle de manera aprensiva al oji lila.
–Lo siento. –Akihiko se disculpó. Algo muy inesperado. –Pero entiende que Natsuhiko es un niño.
Natsuhiko se acurrucaba en la amplia cama. No dejaba de mirar al azabache. Este se movía de un lado a otro acomodando las cosas en el cuarto.
–Hiro-chan… ¿Estas molesto?
–….
Takahiro no respondió. En realidad no estaba molesto. Solo quería descansar. Había sucedido mucho por hoy. Ya era suficiente.
–¿Hiro-chan?
–Bocchan, descanse. Ya es muy tarde.
–No me has respondido.
–….No estoy enojado. Solo es que no puedo creer que le haya hablado así al chico, quien por cierto es mi hermano.
–¡¿Qué?! ¿Ese chico delgaducho y feo es tu hermano? –Natsuhiko estaba asombrado. Sin embargo a Takahiro no le agrado mucho el comentario. El niño se arrepintió de haber dicho aquel comentario. –Pero él se acercaba mucho y yo no… yo no quiero que te alejes así como lo hizo Akihiko cuando estaba con la bruja.
Takahiro se rio ante la sinceridad del niño. Natsuhiko se ruborizo tiernamente. En un rápido movimiento se sentó en la cama.
–Descuide, bocchan. Mi hermano no es de las personas entrometidas. Además, recuerde que yo le prometí que estaría a su lado hasta que usted encontrara a su alguien especial, ¿no?
–S-si… –Natsuhiko miro con ojitos esperanzados al azabache. –Solo hasta que yo la encuentre… Por eso e tienes que quedar a mi lado. Yo estoy seguro que falta muchísimo tiempo hasta que yo la encuentre. Por mientras seguirás siendo MI sirviente.
–Sí, sí. Ahora tiene que dormir, bocchan.
Fuyuhiko miraba el reloj. Cuatro de la mañana. Su rutina de trabajo había empezado. Mientras pasaba a su oficina, reviso nuevamente sus documentos del contrato de la familia Takahashi. Al ver la cláusula de garantía sonrió ampliamente. Takahiro soporto muy bien el año de garantía a su lado, ahora el turno del pequeño miembro de los Takahashi.
–¿Cuál es su nombre? –El hombre busco entre los documentos. Una pequeña foto se escabulló de entre los papales. Lo cogió curioso. Volvió a sonreír y esta vez con un inmenso placer que rozaba con lo mórbido. Esos ojos verdes… y aquella cabellera castaña. Recordó al pequeño niño de quien su hijo se encariñó profundamente. Había crecido bastante y se convirtió en alguien atractivo. –Misaki, pronto tendré que tenerte a mi lado.