Como si despertara de un largo sueño tranquilo, se sentía ligero. Talló sus ojos y se estiro perezosamente. La cama nunca había sido tan suave. De pronto recordó la noche anterior.
-¿En dónde estoy? –miro a su alrededor. La habitación grande y blanca no indicaba algo.
Trato de levantarse y comprobó que tenía encadenado a la cama su pie izquierdo. La cadena era larga y un poco pesada. Trato de moverse bruscamente consiguiendo caerse. No entendía porque ese tipo lo había secuestrado. Mientras pensaba en qué lugar estaría o cómo saldría de allí, abrieron la puerta. El extranjero entro a la habitación acompañado de un mayordomo. Este traía una carpeta. Los dos se veían serios. Misaki trato de alejarse.
-Buenos días, Misaki-kun. ¿Dormiste bien?
-¿Por qué me secuestraste?¿Qué es lo que quieres de mí?
-Despertaste con mal humor… supongo que si trato de explicarlo no me prestaras atención. Tanaka-san, entrégale la carpeta.
Tanaka se acercó al muchacho y con una mirada triste le entrego la carpeta. Misaki le echo una ojeada. Eran documentos sobre contratos. Se sorprendió al leer los nombres de sus padres en la hoja.
“Si nosotros no logramos cumplir con el pago a la corporación Usami, nuestros avales serán nuestros hijos Takahiro y Misaki. Ellos pasaran a ser propiedad de la familia Usami.
Sres. Takahashi ”
-No… no es cierto… -soltó los papeles. Sacudía su cabeza a manera de negación. –Ellos no harían algo como eso…
Si ellos eran los avales, eso significaba que Takahiro… su hermano no lo había abandonado o ¿sí?
-¿Dónde está mi hermano Takahiro?
-Mmm… él… él está con mi padre, eso es lo que he escuchado.
Suspiro aliviado. Su hermano no lo abandonó. Fue obligado a irse de la casa. Pero, ¿por qué en todo este tiempo no trató de comunicarse con él?
-¿Aliviado por saber el paradero de tu querido hermano?
-Nosotros ya hemos cancelado la deuda hace cinco años.¿Por qué tenemos que…?
-Cálmate, muchacho. La deuda que ustedes pagaron era solo una de las cuantas que sus padres tenían con nosotros.
-Pero… nunca nos mandaron una factura o algo así… ¡sino nosotros también las hubiésemos pagado!
-Eso no importa ahora, el plazo venció y ustedes pasan…
-¡Nunca! ¡Yo no seré el sirviente de alguien y todo por culpa de mis padres!
-Lo siento, pero negocios son negocios.
Tanaka recogió los papeles. Salieron de la habitación. Antes de que Tanaka saliera, se acercó a Misaki.
-Disculpe la actitud del joven Akihiko. Y lamento la situación que está pasando debido a la familia Usami.
Misaki se quedó callado. Procesando las palabras, el documento leído y las disculpas del mayordomo. Apretó sus puños. Tenía muchas preguntas. ¿Dónde estaba su hermano? ¿Estaría bien? ¿Cómo sus padres fueron capaces de hacer semejante acuerdo? ¿Por qué todo esto les pasaba a ellos? La impotencia y la ira lo invadían. Jalo nuevamente la cadena. Fue en vano. Si tan solo alguien se diera cuenta de su ausencia…
Tanaka entro a la habitación. Llevaba el desayuno y una bolsa de papel. Encontró a Misaki más tranquilo.
-Joven, le he traído su desayuno. –se acerco al castaño y le quito el grillete de su tobillo. Dejo la bandeja cerca.
-No lo quiero.
-Pero…
-Solo quiero irme de aquí. Yo desde afuera podría pagar la deuda. No había necesidad de esto.
-Yo lo entiendo, pero debido a los antecedentes de sus padres, el joven temía que usted fuera a escaparse al igual que ellos.
-¡Yo nunca haría eso! ¿Acaso no hay otra forma?
-Lo siento. No podría responder eso. Aquí le dejo su desayuno. Por órdenes del joven Akihiko, usted deberá ponerse este uniforme y trabajar en la casa. Deberá estar al lado del joven Akihiko. Será su sirviente personal. Le recomiendo que se apresure. El joven Akihiko es muy exigente y un tanto… rígido.
Al final, Misaki se halló en la misma situación de antes. Pero no todo estaba perdido o eso quería creer. Comió el desayuno. Luego saco el uniforme.
El uniforme consistía en un pantalón muy corto y ceñido, una camisa de seda, una corbata pequeña, un chaleco negro, unas medias largas negras y unos zapatos de cuero. Miro fijamente el uniforme.
-¿Esto es un uniforme? ¡Yo no me pondré eso!
Tanaka sirvió el té. Se lo puso en frente del joven peli plateado y con algo de temor hablo:
-Señor, ¿no cree que está siendo muy rudo con el muchacho?
-¿Mmm?
-Bueno, el chico parece que ha pasado situaciones difíciles y…
-¿Y qué con eso? Da igual que le haya pasado antes, quiero que él sea mi sirviente. Eso es todo.
A regañadientes, se puso el uniforme. Se sentía incómodo. Pero si quería terminar con la aburrida situación, no había de otra. Tanaka-san lo guiaba hasta la oficina del joven Usami. Mientras caminaban, le mostraba la casa. Esta era inmensa. Por supuesto que era una casa de ricos. No reparaban en gastos y se daban la gran vida.
Era obvio que el joven Usami fue criado en todas las comodidades. Es por ello que era tan mimado y pensaba que las cosas que él diga serían la ley. ¡Menudo niño rico! ¿Quién comprendía a los ricos y sus tonterías?
-Takahashi-kun, le mostrare a los demás sirvientes de la casa. –Misaki se sobresaltó al escuchar la voz de Tanaka-san. Aunque hablo amablemente, Misaki estaba sumergido en sus pensamientos.
-D-de acuerdo.
En el pasillo una fila de jóvenes se inclinaron ante Tanaka-san. ¿Por qué su uniforme era distinto al de ellos? Dos chicos venían corriendo para formar la fila. Uno era alto con ojos azules y de cabellos azabaches mientras que el otro era castaño y también tenía ojos azules. No sería mayor que Misaki. Ambos se inclinaron junto con los demás. El mayor tosió mientras los veía.Luego se inclinó en respuesta. Señalo a Misaki y lo presento ante todos.
-Desde este día, Takahashi-kun trabajara con nosotros. Sean amables de ayudarlo con las labores que no comprenda.
-Mucho gusto, soy Misaki Takahashi. –se inclinó ante los jóvenes. –No es porque quiera trabajar aquí, pero de alguna manera me esforzare para cumplir las labores. Espero me ayuden.
Misaki estaba en frente de la oficina de Akihiko. Se sentía nervioso por alguna razón. Tanaka-san le dio una palmadita en el hombro para luego sonreírle.
-Esfuérzate, Takahashi-kun.
Toco la puerta. Recibió “un adelante”. No iba a temer. Todo estaría bien. Empujo la puerta y se adentró a la habitación. Akihiko le esperaba cruzado de brazos enfrente de la puerta. Misaki no quiso verlo a los ojos.
-¡Wow! Sí que te queda bien el uniforme. –parecía complacido el ojivioleta. –Me gusta cómo te queda ese pequeño pantalón.
-Estoy a sus órdenes, Usami-sama. –Misaki lo dijo de manera seca. Como lo había dicho antes, no trabajaría allí porque le gustara. Fue obligado.
-Vaya, que pareces más calmado. –se acercó a Misaki. –Espero que cumplas todas mis órdenes.
-¿Qué se le ofrece, Usami-sama? –Misaki esperaba una respuesta pronto para retirarse del lugar. Pero contrario a lo que esperaba, Akihiko le cogió de la barbilla y lo atrajo hacia sí. Trato de besarlo. Misaki ladeo su cara. Trato de empujarlo, pero no podía contra el mayor.
¿Cómo era posible? Él trabajaba en construcción, ¡se supone que tendría más fuerza que el niño mimado!
-Ríndete, yo tengo más fuerza que tú.
Misaki fue terco. Esta vez le acertaría un puñetazo en la cara. Concentró su peso en la pierna derecha y codeo el abdomen del peli plateado, con todas sus fuerzas. El mayor esquivo el ataque como si nada. Esta vez le toco a Akihiko de contraatacar. Lo cogió del brazo y lo llevo hacia atrás. El castaño lanzo un grito de dolor. Akihiko le mordió la oreja. Poco a poco, su mano libre toco juguetonamente su vientre para luego escabullirse entre su pantalón.
-¡Nngh! Pervertido…
Mientras estaban en esa vergonzosa posición, Misaki contenía los jadeos que amenazaban con salir de su garganta. Sentía que se derretía desde adentro, pero el placer otorgado estaba acompañado de humillación. Cuando sintió el agarre del mayor aflojarse un momento, aprovecho la oportunidad para escapar. Akihiko solo sonrió pícaramente cuando se quedó solo en aquel cuarto.
-Me gusta que sea difícil de domar. Es solo cuestión de tiempo…
Pensó de qué manera “adiestraría” al castaño, sin embargo la vibración de su móvil lo alarmó. Respondió de mala gana al ver el nombre de la llamada.
-¿Qué es lo que quieres?
-Quiero verte y estar a tu lado, Akihiko.
-Ya te dije que lo nuestro fue una tontería arreglada por nuestros padres… yo no quiero verte.
-¡Eres cruel!
-Me canse de este juego. ¿Por qué no te buscas a otro? ¿No fuiste tú quien se fue con otro sin decir algo?
-Akihiko… yo realmente-
Corto la llamada. Cada vez que ella llamaba, terminaba así. Ya no quería verla. Por ahora tenía algo nuevo con que entretenerse. Salió de la habitación. No hallo al castaño por allí. Sonrió divertido. Sería cuestión de perseguirlo otra vez. Se despreocupo por la llamada anterior. Sin embargo, el joven Usami no se imaginaba que los problemas estaban a la vuelta de la esquina.