Su casa era preciosa, un ático en la mejor calle de la ciudad; tenía grandes ventanales a través de los cuales podías ver toda la ciudad iluminada, su propia sala de cine, un gimnasio, jacuzzi, era un piso de ensueño.
-¿Nos tomamos la última ya que estamos aquí?- No sé cómo podía seguir teniendo ganas de beber pero es que algo tenía que inventarme para poder estar un rato más a su lado.
-¿No has tenido ya suficiente?
-Sigo nervioso- En parte no era mentira.
Me miró, conseguí aguantarle la mirada, seguramente gracias al alcohol, aunque siempre la gente dijese que era un chulo o que era muy guapo, muy tierno muy todo, la realidad es que en el fondo soy muy vergonzoso, pero no le muestro esa cara a cualquiera, en este mundo cruel, ser débil se paga.
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-Eres muy lindo- Vale, definitivamente había conseguido que se emborrachase. Me acarició la mejilla y todo el pelo se me erizó.
-Tú… estás muy bueno.
-Gracias- Me sonó orgulloso.
Me acerqué más a él, no rechazó mi toque, me agarró fuertemente del pelo y me besó, mis tripas se dieron la vuelta y el corazón empezó a latir tan rápido como si estuviese corriendo un maratón.
-No sé por qué me atraes, no me había pasado esto nunca, es verte y no poder controlar mis instintos.- Me sonrojé, no podía imaginarme que esto estaba pasando de verdad.
-Nunca he estado con un hombre- Me susurró al oído.
No pude contestar; me mordió el lóbulo de la oreja provocándome un gemido.
-Siempre quise saber que se siente- Acarició mi abdomen bajando hasta mis pantalones.
-Hoy podré averiguarlo- Levantó mi camiseta hasta quitármela y bajó mis pantalones, solo quedaban mis calzoncillos para ocultar mi desnudez, estaba totalmente absorto por este hombre que me devoraba con la mirada, disfrutaba dejándome hacer.
Me agarró de la mano y me levantó, fuimos besándonos hasta su habitación y caí en la cama.
-Quítate los calzoncillos- Ordenó mientras se quitaba su ropa, obedecí.
-Me gusta tu piel, es tan suave, tu cuerpo me pide que lo toque ¿Lo sientes?- Empecé a gemir, él agarró mi hombría y empezó a masajearla endureciendo cada vez más mi erección.
-Quiero devorarte entero, de arriba abajo- Mordió uno de mis pezones, chillé, la sensación era extraña. Acaricié su torso, estaba marcado, llegué hasta su pene y lo masajeé, me excitaba poder oís sus gemidos, que fuese yo quién se los provocaba.
-Chúpamela- Obedecí de nuevo, me erguí hasta su erección y la metí de golpe en mi boca, era bastante bueno en esto, lo sabía, empecé a subir y bajar mi boca por su erección mientras con la otra mano masajeaba la parte de debajo de esta haciendo semicírculos con los dedos, cada vez era más difícil meterla entera, su miembro crecía y se ponía duro, era enorme.
-Así…mmm siiii, lo haces genial- Me excitaba solo con oír su voz.
-Ven aquí quiero metértela- Me paró y me hizo que me pusiese a cuatro patas.
-Espera, espera- Estaba jadeando y me costaba hablar –Tienes que prepararme antes.
-¿Así?- Me introdujo un dedo en el agujero y gemí, no me lo esperaba. Empezó a sacarlo y meterlo, primero uno, luego dos, no podía soportarlo.
-Asi…..aaaaahh…. si…… asi….si- No aguantaría mucho más. -Ya puedes…mmmm….méte-me-la.
De una estocada me metió su enorme pene en mi agujero.
-Se está tan calentito, a mi polla le gusta- Me susurraba, mientras la empujaba dentro de mí.
-AAAAhhh…. No puedo más.
-Espera, aún no….espera.
Siguió embistiendo en la misma posición mientras agarraba con sus manos mis pezones, daba círculos alrededor de ellos y pellizcaba la zona sensible.
-mmmmm… ahh- Mis gemidos cada vez eran más fuertes, no podía más.
-Yaaaa…Me voy…¡Me voy!- Mis pies se tensaron y mi espalda se arqueó.
-aaaaahh aaahh sí- Me agarró con fuerza e introdujo una vez más su enorme polla en mí, de una estocada, sentí su líquido seminal en mi trasero, resbalaba desde el agujero por mis muslos, caí en la cama con espasmos de placer, estaba agotado.
-Ha sido genial- dijo cayendo encima de mí.
-Genial- Repetí yo.
En pocos minutos, los dos estábamos durmiendo en esa cama, aún mojados y manchados del acto sexual.
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Desperté y miré a mi alrededor, esta no era mi habitación; poco a poco los recuerdos de la noche anterior vinieron a mi cabeza, me había tirado a un hombre, uno que estaba muy bueno, me sonrojé. Entré en el cuarto de baño de la habitación, me duche, me vestí y salí a encontrarme con él con mucha vergüenza, sin el efecto del alcohol, no hubiese hecho eso nunca.
-Buenos días- Le miré, estaba vestido elegantemente con unos vaqueros, zapatos de traje y una americana.
-Buenos días- Bajé la cabeza sonrojado.
-Hay café y galletas, puedes servirte lo que quieras, pero no tardes, hoy tengo mi primer día de trabajo, te llevaré a tu casa- Hoy empezaba el primer día de instituto también, claro que no iría con la misma cara, ahora todo era diferente. Podría seguir adelante, no necesitaba al estúpido de Marcos en mi vida, estaba claro que podía apañármelas solo.
Asentí, después de desayunar me llevó hasta mi casa, hice que parase unos metros antes, no fuese que mis padres me viesen llegar y no llegar de cualquier manera, en el coche de un hombre, no, definitivamente no. Me bajé del coche y me despedí de él.
-¿Te volveré a ver algún día?- Tenía que preguntarlo o no me quedaría a gusto.
-Alan, ¿Eras Alan no?- Asentí –Jamás había hecho lo que pasó ayer entre nosotros, no estoy seguro de que vuelva a pasar algo así, no me gustan los hombres, hasta tengo novia, no te lo tomes a mal ¿Vale? No me arrepiento de lo que pasó pero entiéndeme- Asentí de nuevo, me di la vuelta y fui hacia mi casa, sus palabras habían sido suficientes para responder a mi pregunta. Esto no volvería a pasar.