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Life [Onkey] por LeeMinYoung

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Notas del fanfic:

Annyeong~~ ¿cómo están? Yo bien :DD recordando el SWC de hace menos de una semana jajajajaj bueno... les traigo este fic, que viene en partes, y que nació de una conversación con mi papá :) claro, el título proviene de la canción de SHINee, Life, que me hace llorar cada que la escucho u_______u

Eso, espero que les guste y no lloren mucho, aunque tampoco puedo prometer demasiado jajajaj <3

Dicen que cuando vas a morir, toda tu vida pasa delante de tus ojos en un suspiro que pareciera durar un siglo aunque apenas sean un par de segundos.

En su caso, fue completamente distinto.

Nada puede prepararte para ver fallecer a la persona más importante, quien ha sido tu pilar y puerto seguro desde que has tenido conciencia. Pero las cosas son así. Y Lee JinKi no pudo hacer nada para mantener viva a su madre. Aún después de haberla cuidado día tras día en el hospital, aferrado a su mano como si eso sirviera para que no lo dejara, no creía que alguna vez podría sentir eso que llamaban ‘conformidad’.

—Debes ser fuerte, JinKi-ah —le habló ella en uno de sus últimos días.

—Omma~

Nada podía decir. Nada podía hacer. Todo estaba acabado ya. Y ambos lo sabían.

—Mi amor… algún día la calma llegará a tu corazón…

Con las pocas fuerzas que le quedaban limpió las lágrimas que caían por el rostro de su adorado hijo.

Luego de esa plática, no hubo más momentos de ‘paz’. El estado de salud de su madre decayó y con el paso de las horas, el médico llegó a negarle las visitas extensas por el bien de la paciente.

— ¡Usted no me puede prohibir verla! —Le gritó, sin importarle estar en un área en que el silencio era la regla número uno—. ¡Es mi madre y sólo me tiene a mí!

—Será mejor que se calme, señor Lee. Este es un lugar de reposo.

— ¿Calmarme?, ni en mis cien próximas vidas.

Realmente, su aspecto era el de alguien a punto de perder la poca cordura que le queda, por lo que el doctor no tuvo más opción que ceder.

—Está bien. Podrá venir varias veces pero máximo treinta minutos. Yo me comunicaré con usted cuando pueda. Por mientras… supongo que puede hacer lo que desee.

El chico quiso reclamar otra vez. Sin embargo, eso era mejor que nada. Así que simplemente se tragó sus ácidos comentarios y asintió en silencio.

¿Qué iba a hacer ahora? A casa no podía ir. El hombre no le había dicho nada sobre deambular por la clínica, aunque tampoco creía que fuera la mejor idea.

—Bah. En algo me debo entretener.

Por primera vez en la vida, no le importó romper las reglas o siquiera la idea de que pudiesen sacarlo de allí. Ya nada tenía sentido ahora que sabía que su madre partiría de este mundo para no volver más.

 

Los minutos parecían horas, las horas siglos y el día… una eternidad.

¿Qué hacer en una clínica donde sólo había personas en habitaciones blancas, rodeadas de aparatos que daban susto más que la misma posibilidad de morir?

Lee JinKi paseaba por el edificio durante sus horas muertas, que eran muchas. Incluso llegó a la planta baja donde se encontraba el sector de maternidad. Claro, nunca entró a la parte en que se encontraban las madres, pero sí pudo ver desde lejos las cunas en las que dormían plácidamente los recién nacidos.

Esos fueron los pocos momentos en que sintió paz en su interior. Algunas vidas terminan mientras otras comienzan. Ése era el ciclo. Onew sabía, en el fondo, que su madre no se merecía aquel sufrimiento. El punto era asumirlo y aceptar que eso sería lo mejor, aunque llorara mil años por ella.

Uno de los últimos días, cuando ser su hijo era el único motivo por el que podía entrar a ver a su madre, ocupó su día en visitar a los hospitalizados que se encontraban en ese mismo piso. Algunos eran enfermos terminales, otros habían salido hacía poco de una operación y varios estaban lesionados por accidentes de tránsito, entre diversos casos.

La mayoría eran adultos, como su mamá, o niños que pasaban días enteros rodeados de sus progenitores, los que vigilaban su estado de salud constantemente, mejor incluso que las enfermeras.

Sin embargo, el caso que le impactó más fue el de un chico. Podía adivinar que tenía uno o dos años menos que él, alto, delgado, de pelo liso rubio casi blanco y piel muy clara. No quiso preguntar demasiado a las señoritas que estaban a su cargo, pero sí oyó de lejos que llevaba meses en coma. Uno más de los muchos pacientes que había en el país y, bueno, en el mundo.

Aunque claro, ya nadie iba a visitarlo.

Inconscientemente, Onew se prometió ir a verlo cada vez que pudiera si su madre mejoraba. Y, si no… también lo haría. Sería una forma de devolverle la mano a quienes habían colaborado para que la vida de la mujer más importante en su existencia fuese mejor, dentro de lo posible.

No sabía que esa promesa le devolvería las ganas de vivir.

 

El último día, al que más adelante JinKi le llamaría “el principio del fin”, comenzó con una esperanzadora, aunque leve, mejoría. Duró unas par de horas de la mañana, haciendo a todo el mundo albergar la esperanza de que pudiera recuperarse.

Todo acabó a eso de las tres.

Aquél piso se convirtió en un mar de personas yendo y viniendo de su habitación con los implementos necesarios, gritando órdenes a viva voz, haciendo hasta lo imposible para recuperarla.

A JinKi no le permitieron entrar otra vez.

El tiempo volvió a avanzar como una tortuga: extremadamente lento, extremadamente enervante… todo era demasiado. Y su sufrimiento se multiplicaba por cien al no obtener información alguna sobre lo que estaba ocurriendo, excepto lo más obvio.

En un momento se quedó dormido. Lo supo cuando una de las enfermeras lo despertó para ofrecerle una taza de café, abrigo y un lugar más cómodo para esperar.

—S-sí, gracias —atinó a decir.

Ella le ayudó a ponerse de pie y le indicó que la siguiera hasta una habitación contigua a la de su madre, donde había asientos más confortables, con calefacción y algo parecido a una cocina con lo necesario para que se pudiera preparar una bebida caliente. Pero, como bien supuso la joven, decidió prepararle por su cuenta, ya que él no tenía ninguna intención de hacer algo por sí mismo. Lo único que le importaba era su omma.

— ¿Cómo se encuentra mi madre?

La voz le salió grave, por haber pasado tantas horas sin hablar.

—Sigue en el mismo estado: grave.

— ¿Cree que se va a mejorar?

—Nadie puede asegurar eso, señor Lee —le contestó con una mueca de preocupación y tristeza, entregándole un vaso.

—Supongo que tiene razón.

—Tenga fe. Estamos haciendo todo lo que está a nuestro alcance para que se recupere.

—Eso espero.

Sin intensiones de ser pesado, su tono fue duro, cargado de resentimiento.

—Con su permiso… —la enfermera hizo una reverencia y lo dejó solo otra vez.

Quizá estando en una situación diferente, habría pedido disculpas por su actitud. La cuestión era que había perdido toda conciencia de lo que sucedía alrededor. En esos momentos no era el de siempre y no sabía si volvería a serlo alguna vez.

Pasó bastante tiempo más para que alguien volviese a verlo. En esa ocasión era el médico a cargo y sólo con observar su expresión, Onew supo que ya no había nada que hacer.

—Señor Lee…

—No me lo diga —lo interrumpió—. Por favor.

Las lágrimas acudieron sin que las llamara. Los sollozos se hicieron audibles, más que su voz, más incluso que el latido de su corazón, que se había hecho un nudo por aquél sufrimiento sin precedentes.

Ahora estaba solo. Ya no habría nadie a quien acudir cuando tuviese problema. Ninguna omma cuidaría de él cuando estuviese enfermo, ni le prepararía una sopa para los días de frío… ni estaría ahí para compartir lo que le quedaba de vida.

Desde ese momento, nada tenía sentido.

Notas finales:

Si quedan con dudas, se las iré aclarando a medida que avance el fic :) espero que no me salga muy extenso jajajajjaja ¡gracias por leer~! y si dejan un review, las amaré más(?) okey no kekeke~ annyeong~ :*


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