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La lucha del amor por maxi anime

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Notas del capitulo:

Hola a todos, disculpen por actualizar con dias de retraso, problemas de intener en casa que me impidieron hacerlo a tiempo, aqui el cuarto cap para ustedes.

Por problemas de tiempo no he podido responder los Reviews pero esta semana lo voy a hacer sin falta, mil disculpas a todos los que esperaban mi respuestas. Yo profeso que si alguien tuvo al menos un momento para comentar mi fic al menos debo responder su coment y no lo he hecho a la fecha, lo ciento mucho.

Aclaracion si hasta ahora no han entendido, lo que esta entre ******* es un sueño de Camus 

Espero les guste el cap.

Milo dio un largo suspiro, sin dejar de mirar al pelirrojo, el cual había volteado su mirada. No dijo nada, solo lo observaba, observaba aquellos ojos que conocía mejor que nadie estaban tristes, expresaban dolor y no era por el pinchazo recibido momentos atrás, sino por las palabras, palabras de verdad de algo que había ocultado y que en su adentro sabía que era su culpa, Camus había sufrido por causa suya.

-El silencio otorga- dijo al fin.

-No fuiste tú- replico sin mirarlo- fui yo mismo.

-No digas eso- exclamo sin dejar de mirarlo, ya no intentaba soltarse, no había manera de hacerlo- Tu eres un hombre maravilloso, el mejor que conozco y me lo has demostrado.

-¿Maravilloso? Soy iluso, soñador, un santo dorado que pensó realmente que existía el amor.

-Camus no digas eso.

-Sabes que es la verdad Milo, el amor no existe realmente.

-¿Qué es lo que te ha hecho pensar eso?- aclaro- ¿Hice algo que te lastimo?

-Fui yo Milo, al ser un soñador.

-No eres un soñador Camus- le replico.

-Antes de…lo que paso…me di cuenta… en un bar, en el pueblo, custodiado por tu casa, yo fui…estabas bebiendo…rodeado de mujeres y hombres, bebiendo…y yo.

Milo miro con sorpresa, no recordaba aquello pero al sentir el llanto reprimido, el dolor en las palabras del santo que tanto amaba, no dudo en volver a forcejear, volver a intentar liberarse de aquellas cadenas que lo tenían amarrado a aquella cama. Las lágrimas no tardaron en verse en el rostro del galo y eso solo enfureció más al santo de escorpio, quien buscaba por todos los medios poder liberarse-Te amo- grito- no me importa lo que viste…yo te amo Camus…tu eres lo más importante para mí, lo que viste esa noche, no  paso como crees, si, lo admito, no te lo niego, estaba bebiendo, si, hice cosas que no debí hacer, pero solo hay una persona a la que amo, un hombre al que le he entregado mi corazón, mi vida y no dudaría en sacrificarme por el de ser necesario, nunca te lastimaría.

-Fui un tonto soñador- susurro.

-Maldición- volvió a forcejear sin éxito- Camus, escúchame, no existe mejor santo que tu, mas poderoso otro no hay…

-¿Shaka?

-Le congelaste la pierna, el me lo dijo.

-Saga.

-Error, el no pudo tocar a Shaka, tu sí, eres muy superior.

-Aioria.

-Gato aprovechado, te ataco cuando estabas débil.

-Mu.

-Mu me dijo que también le golpeaste.

-Pero éramos tres contra uno… fue injusto para Mu.

-El maestro de cinco picos- sugirió más seguro.

-Quitémosle doscientos años y solo así puede compararse contigo, y los demás no hablemos, eres superior a mí…y lo mismo para el patriarca Shion- exclamo con seguridad- Camus, si pudiera te tendría en mis brazos, te expresaría cuanto te amo y no te soltaría.

-Milo, no mientas por favor…- le pidió tristemente.

-No te miento, Camus…jamás te he mentido ¿Por qué comenzaría a hacerlo ahora?

-Para no lastimarme- sugirió- basta Milo, por favor.

Céline entro a la habitación después de un corto silencio, un silencio que decía mucho pero a la vez nada. El apotropeo entro con dos bandejas de comida y  fue donde el santo dorado de Acuario para ayudarlo a comer, mientras Santorini, quien entro luego, ayudo a Milo a alimentarse. Después de comer y que Céline limpiara los labios del santo de los hielos con aquel pañuelo que ya era del propio Camus, este le dedico una amable sonrisa.

-¿Céline te llamas?- interfirió Milo, no iba a permitir que el guerrero de Asclepio siguiera tocando lo que era suyo- ¿No es así?

-¿Qué ocurre?- pregunto sin dejar de mirar al pelirrojo santo dorado, mientras le peinaba con sus dedos los finos cabellos como hebras de oro.

-Quiero pedirte un favor- exclamo decidido- No escapare, no me rebelare, esto te lo aseguro…quiero que me sueltes- pidió mirando seriamente- Quiero que me sueltes, si quieres inmoviliza mis pies, pero quiero…

-No puedo inmovilizar tus pies- dijo seriamente-Dime ¿Por qué de pronto deseas que te suelte inmovilizándote tus pies? Es un pedido algo…extraño.

-Dale su dulce al bebé- exclamo Santorini  quitándole las frazadas a Milo, luego coloco sus manos en las rodillas de este y comenzó  a emanar calor- Esto será suficiente para inmovilizar tus pies.

Milo miro tranquilo como lentamente aquel calor envolvía sus pies,  comenzando con sus rodillas y terminando con la punta de cada uno de sus dedos, para cuando se dio cuenta ya no sentía sus piernas,  era una sensación extraña, como si estas no estuvieran allí. Santorini termino su trabajo y quito su mano, luego lentamente le quito los grilletes.

-Quiero ir con Camus- exclamo decidido el santo de Escorpio pidiéndoselo al Apotropeo- por favor

Santorini sonrió, le pareció gracioso ese hecho, mas no dijo nada, llevo a Milo hasta la silla de ruedas que se encontraba en la habitación y luego lo guio a la cama de Camus, el cual aún veía con sorpresa lo que el santo de escorpio intentaba hacer. Santorini no dudo en alejar a su camarada de aquella cama al ver la mirada lujuriosa del santo de escorpio y luego tampoco dudo en quitarle las ataduras de las manos al francés.

-No soy el novio perfecto,  eso lo sabes bien, pero te amo y eso no lo dudes- Milo lo beso dulcemente en los labios, dejando al galo sin aliento y los apotropeos  anonadados de su acciones y no fue hasta unos segundos después que el santo de escorpio comenzó un largo camino de caricias en lo que tenía al alcance del cuerpo de aquel a quien más amaba.

-También te amo Milo- exclamo sonrojado- Pero yo…

-No hables- le silencio poniendo dos dedos sobre sus labios- Te amo, eso no hay manera que cambie nunca, te amo desde el primer día que nos vimos cuando llegaste a Grecia, cuando te lleve la primera flor a tu ventana y eso continua hasta la fecha…

-No mientas.

-No es mentira- volvió a besarlo una y otra vez mientras pronunciaba palabra- no te mentiría jamás, no a tus hermosos ojos, eso jamás.

-Hora de dormir- interrumpió Céline alejando la silla de ruedas- se duermen los dos tendré que ponerlos a dormir.

-¿Céline?- interrumpió Camus mirando con cierta ternura al santo de escorpio- ¿Puedo dormir con Milo?

-No me mires con esos ojos, que a esos ojos no les puedo decir que no- respondió mirándolo y luego coloco al santo de escorpio en la cama junto a Camus, quien le había hecho espacio y sonrió al ver que había obtenido aquel permiso- Duerman o tendré que traerles otro compañero de cuarto- advirtió-  será alguien a quien no le gusta que le interrumpan su sueño.

-¿Shaka?- pregunto entusiasmado Camus- ¿Mu?... ¿Aioria?

-No, alguien malo, seré yo- exagero mirándolo con ojos siniestro y le revolvió el cabello-Descansen, en la mañana comenzaras tu rehabilitación para caminar y solo te dejare llorar si es de felicidad.

- Así será- exclamo el santo dorado de la onceava casa con una sonrisa abrazando a  Milo- gracias por permitir que este conmigo.

Céline se retiró después de poner un par de grilletes en los brazos y pies de Milo, para que este no intentara escapar al recuperar la movilidad de sus pies, era algo drástico, el mismo lo sabía, pero era por el bien de los dos santos dorados que permanecieran en aquella habitación, encerrados entre aquellas cuatro paredes, donde no serían molestados y recibirían todas las atenciones que, estado en el ciento por ciento de sus capacidades, por su obstinación, se negarían en recibir, asi también como no  dudarían en escapar de allí. Santorini en cambio era más sabio, podría decirse, que su amigo, las tácticas psicológicas eran su especialidad y haber permitido que los dos santos dorados estuvieran en la misma cama era una ventaja para él, con Milo y Camus atados en la misma cama había sembrado una nueva preocupación en el francés, que lo separaran de Milo para hacerle daño, tal como lo había hecho escuchar semanas atrás cuando coloco la cabeza del santo de acuario contra la puerta donde estaban los otros santos siendo sanados, la táctica estaba sembrada y para Santorini era un aguijón que poco a poco estaba incrustándose dentro del santo de acuario, sin este darse cuenta.

Camus abrazo a Milo posesivamente, era verdad, tenía miedo de que lo separaran de él y que le hicieran daño, y para terror de males, el fuera el culpable, era esa la razón por la que obedecía a Céline ciegamente o intentaba mantener un ambiente de paz cuando este se encontraba presente, aunque el  guerrero de la convalecencia era alguien que solo le importaba sanar sus heridas y verlo mejor, se había convertido en su amigo, aunque guardaba muchos secretos. Milo tampoco se detuvo cuando al fin compartió lecho con su amado Camus, tan pronto cuando lo hubieron recostado, a pesar de no sentir de sus rodillas a sus dedos, lo abrazo posesivamente sin querer soltarlo y cuando los dos que consideraba sus captores se fueron, no tardo en comenzar a besar al santo de acuario, demostrándole cuanto lo amaba, cuanto le importaba y cuanto lo necesitaba.

-No te tocaran de nuevo, te lo prometo- juro el griego al ver los ojos de su amado francés cerrase lentamente para dar paso al sueño- nadie te lastimara…encontrare una manera de escapar de aquí…te lo prometo,  nos reuniremos con Athena, Camus y no nos volveremos a separar jamás.

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Parecían una marcha fúnebre, llevando un cuerpo que debería estar en un ataúd, acompañándolo hasta su último lecho de descanso. Aunque el cuerpo en si era una sábana con sangre, donde se suponía llevaban a su diosa, a la que acaban de ver morir, el mayor ante sus ojos, el menor lo escucho, y el tercero sintió su cosmos desvanecerse en el aire. No querían llegar a eso, llegar a ser considerados traidores a la orden, llegar a sentir a su diosa sacrificándose por ellos, como muchas otras veces esta lo hizo por la humanidad, solo querían poder entregarle la armadura que la ayudaría en la batalla, se cumplió esa meta, pero un precio caro se pagó por ella, serian desterrados. Caminado entre las sombras dela noche, tras relámpagos que destellaban y hacían la tierra temblar, las horas se acopaban, el sol pronto saldría anunciando el fin de sus doce horas de vida, sabían que Hades no cumpliría con su trato, no, él era un dios que no sentía piedad y mucho menos cumpliría con aquello que se les dijo en un primer momento.

Una piedra lo hizo caer al suelo, intento levantarse pero sintió sus fuerzas abandonándolo lentamente, quizás estaban pisando ya las doce horas, el día comenzaría y él no podría ver los primeros rayos del sol, como pensó que lo haría cuando despertó de su sueño eterno. Pensó que quizás podría ver la luna una última vez, ver las estrellas aunque fuere un momento, pero las circunstancias se lo impidieron, primero en cumplir su misión y luego cuando Shaka de virgo le quieto todos sus sentidos menos la vista. Sintió el cosmos de sus camaradas alejándose, ya no podía dar un paso más, sería un peso muerto en la operación, lo único que podía hacer era permanecer rendido en el suelo, no moverse hasta que la luz del sol llegara a él, después de todo, no faltaba mucho para el amanecer.

-Camus- sintió al santo de escorpio ayudándolo a levantarse y apoyándolo a seguir- Camus, levántate, aún queda tiempo, puedes llegar.

-Milo, tienen que llegar solos- le interrumpió Mu.

-Mu, apenas camina, es un muerto en vida…permíteme ayudarlo a llegar, aunque sea a la puerta del castillo…

-Milo- le replico el santo de Leo.

-Denme…un momento con él, se los suplico, ustedes saben cuánto sufrí su ausencia- bajo la mirada- cuanto llore su entierro…cuanto odie a Athena por no permitirle vivir después de lo que paso, prevaleciendo la vida de sus adorados santos de bronce…permítanme al menos despedirme como es debido, los tres sabemos que de esta guerra no volveremos.

-Está bien, pero se rápido, recuerda que debe llegar con Saga y Shura al castillo de Hades- ordeno Mu- Aioria y yo nos adelantaremos, para resguardar a Saga y Shura en su camino al castillo donde salían los espectros.

- Oh Camus- susurro el de escorpio cuando al fin estuvieron solos y comenzó a ver cada herida, cada daño en el sapuri- A pesar de las heridas de batalla, te encuentro tan bello como siempre…Camus.

-Milo…- comenzó a hablarle con su cosmos- Milo…

-No…no llores- expreso secándole las lágrimas- el tiempo se nos agota, amado mío…pero pronto estaremos juntos…perdóname…perdóname Camus…no sabía lo que en verdad pasaba…perdóname por levantarte la mano…por Athena…fui muy ingenuo, tu nunca nos traicionarías.

-Milo.

-No…no gastes tus fuerzas- le detuvo  y luego comenzó a besarlo- Hagamos que nuestros últimos momentos juntos sean felices…te ayudare a caminar, a llegar a tu destino.

-Ya no quiero luchar- expreso tristemente- ya no más.

-Camus…no digas eso, aun te queda tiempo- exclamo abrazándolo posesivamente- por favor, no te rindas ahora…cuando te falta tan poco…

-Ya cumplí mi misión…Milo, no llores,

-No…no…aun te falta…aun te falta, Hades les creerá, tu volverás a vivir…estaremos juntos de nuevo…no te rindas, mi Camus no se rinde, si al menos no lo haces por ti mismo, hazlo por mí- expreso besándolo intensamente en los labio.

Ambos se unieron en aquel beso y aunque el que llevaba el sapuri apenas podía respirar, moverse, no podía ver ni hablar, sentía el calor del santo dorado acogiéndolo, dándole las fuerzas para seguir luchando, aunque en ese momento solo querían pasar esos escasos momentos juntos. El griego tan rápido como pudo movió sus manos, tocando solo aquellas partes del cuerpo del francés descubiertas hasta que finalmente logró su cometido, desprender las partes desechas de la armadura negra.

- Milo- se sintió feliz de sentir el toque del santo dorado- Milo…

-Camus- exclamo quintándose el peto de la armadura y lo abrazo- Camus…estaremos juntos, mas allá de la muerte, te lo aseguro y ni Zeus nos podrá separar…es una promesa.

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-Ni Zeus nos podrá separar- sonrió despertándose y viendo a su compañero dormir- Nadie nos separara Milo ¿verdad?

-Yo no te separare de él, pero más le vale no pasarse de listo contigo o volverá a su cama- Exclamo Céline sentando en la silla junto a su cama- Dime ¿soñaste algo bonito?

-Si...- se sonrojo- Milo y yo.

-Uno de los efectos de la sangre sanadora es fragmentar recuerdos del pasado en un sueño y dependiendo de cómo se sienta la persona los trasforma en sueños agradables o terribles pesadillas- le explico sonriendo- Si soñaste algo feliz, significa que estas feliz.

-¿Fragmentos del pasado?- pregunto incrédulo- Lo que sueño son recuerdos míos.

-Así es, que dependiendo de tu sentir trasforman el sueño, pero siempre comenzaran como sueños agradables, despertaste por temor seguramente a que el sueño se trasformara en pesadilla, tu mente pensó que se arruinaría ese bello recuerdo- le respondió- y tú lo protegiste.

-Recuerdo…- exclamo pensante recordando sus últimas pesadillas- Esos son recuerdos... Céline… ¿Por qué tienes tanto interés en mi?

-Ja, muy listo, pero no es momento de decírtelo- le tomo la mano- intenta congelar mi mano, si lo haces, te lo diré- Ante sus ojos el santo dorado intento cumplir con su pedido, pero nada paso- No estás listo, vuelve a dormir, aun es de madrugada.

-¿Tu no duermes?- le pregunto sin dejar de mirarlo.

-Es mi deber cuidar tu sueño, solo duermo cuando no requieres de mis cuidados- le explico sonriendo y luego le beso la frente- Vuelve a dormir, quizás recuerdes algo más

-Un buen caballero jamás expresa sus emociones- exclamo cerrando sus ojos, recordando aquello con lo que adoctrino a su alumno.

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Sus ojos se abrieron lentamente, cegado por una luz que le molestaba en dormir, intento hablar pero no pudo, intento moverse, pero paso igual, entonces movió sus manos y las coloco delante para verlas, apenas podía distinguirlas, eran manitas de un bebé. Movió su cabeza para ubicarse, estaba en una cuna, en una habitación con dibujos muy llamativos, de peces, de estrellas marinas y hasta había sirenas, miro hacia el techo, había un juguete que daba vueltas lentamente, podía distinguir figuras muy coloridas, aviones, barcos y hasta autos, por alguna razón sus manos se levantaron, intentando tocarlo y comenzó a reír alegre. Pronto ante su vista una mujer llego a recogerlo de aquella cuna y a abrazarlo contra su pecho, protegiéndolo de un peligro quizás inexistente.

-Eres un niño muy afortunado- exclamo sonriéndole.

El miro sin entender, aunque en su adentro sabia a que se refería, por lo que sonrió, asintiendo.

-Te amo mi niño.

Cerro sus ojos, parpadeando y fue cuando la habitación se volvió negra, la mujer desapareció, la cuna, las paredes de colores, y él estaba en medio de la habitación, pero no estaba en el suelo, alguien con la apariencia de un niño lo sostenía y pronto la visión cambio, a un cuarto destruido y aquel niño aun lo tenía en brazos, aferrándose a él. La cuna estaba destruida, el juguete que estaba sobre ella partido en miles de pedazos y en el suelo lo que parecía una vela que terminaba de apagarse cuando el fuego toco lo último del fino hilo blanco envuelto en cera.

-No te dejare solo- expreso aquella sombra que en su cuello logro reconocer un reloj, un reloj de bolsillo con un collar dorado que rodeaba el  cuello de aquel niño.

Miro a un costado, buscando aquel juguete aun moviéndose, algo que le dijera que todo estaba bien, que solo era un sueño y ante sus ojos vio dos figuras negras, como si se tratara de títeres discutiendo, pero podía sentirlos hablar, gritar..

-Piensa en ellos, no en mi- grito una voz femenina, que reconoció como la mujer que lo tenía en brazos antes- el pequeño apenas tiene meses de haber nacido.

-No tengo porque, no pedí traerlos al mundo y estoy seguro que ellos tampoco pidieron nacer, debiste pensarlo antes de que nacieran- exclamo el hombre y cerró una puerta fuertemente.

-No te preocupes- exclamo el niño que lo tenía en brazos a la figura de la mujer- No te preocupes….

Una gota de agua callo sobre su rostro, miro al cielo, comenzaba a llover, había un cielo gris, ni un rastro del sol, volteo su vista de nuevo, buscando a la mujer, ahora estaba en las escaleras de una iglesia, junto a aquel otro niño,  la extraña dama lo abrazaba llorando y otro niño lloraba amargamente, abrazándola.

-Cuídalo mucho- exclamo dejándolos en la mesa- Recuerden que los amo, nunca dejes de repetirle aquello, lo lamento.

-Adiós- exclamo  el niño.

-No te vayas…- pensó Camus, a pesar de ser un bebé, estirando sus manos hacia la mujer, la cual se dio vuelta y desapareció en la oscuridad.

El niño entro a aquel lugar, seguido de un par de monjas vestidas de negro, las cuales lo llevaron a donde había otros niños y lo separaron de aquel que lo protegía, llevándolo a donde había varias cunas desechas, de madera gastada y que apenas se mantenían en pie, pero aquel niño no dejo nunca de mirarlo.

-No me separare de ti, te lo prometo- le tomo la mano-.

Una monja tomo al niño por los hombros y mientras él lo llamaba con sus manos, el joven se alejó sin mirarlo, mientras el reloj de bolsillo brillaba contra su pecho.

-No te vayas…no te vayas.

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-No te vayas-pidió llorando- no te vayas por favor.

-Camus, Camus…despierta, es un sueño- lo sacudió Milo abrazándolo- despierta, despierta por favor, no me he separado de tu lado.

-Milo- exclamo abriendo los ojos y lo abrazo posesivamente- Milo.

-Aquí estoy y no me separare de ti- exclamo besándolo en los labios- escuchaste, no voy a separarme de ti.

-Quiero que todo esto termino- pronuncio en llanto- ya no soporto las pesadillas, ya no las soporto más.

-Buenos días- interrumpió la puerta abriéndose-Es hora de ir a la rehabilitación ¿te sientes emocionado Camus?

-No…no quiero ir…no quiero.

-¿Qué pasa? ¿Tienes miedo?- le pregunto Céline- No pasara nada malo, tranquilo.

-No quiero…por favor, no quiero irme.

-Ya lo escuchaste, de aquí no se va- Exclamo Milo indignado.

-Espera…espera- interrumpió Céline-¿No quieres dejar a Milo? Eso se arregla, él puede acompañarnos  si eso quieres.

-¿Es necesario?- pregunto ocultándose en el pecho del santo de escorpio.

-No has movido tus pies en semanas, tienes que volver a moverlas con libertad primero antes de volver a caminar, no temas, Milo nos acompañara.

Mientras tanto, el sol ilumino al santo de cabellos castaños, quien despertó aturdido, intento tocarse la cabeza, ante el dolor insistente, pero solo logro ver que se encontraba atado de manos y pies a una cama, al parecer las típicas del hospital. Giro su cabeza, buscando al menos poder saber dónde se encontraba, quizás un hospital o algo parecido, pero solo encontró una cama más, una cama a du derecha y en ella estaba ni más ni menos que el santo de virgo.

-¿Shaka?- pregunto sin entender- Shaka.

-Has despertado Aioria- exclamo el rubio sin abrir sus ojos- veo que te has dado cuenta, estamos atados de manos y pies.

-¿Dónde estamos? ¿Cómo llegamos aquí? ¿Sabes algo?- pregunto intentando soltarse- maldición, he perdido mi fuerza…quizás su uso mi plasma relámpago.

-Te recomiendo que no lo hagas, no solo no lo lograras- exclamo interrumpiéndolo- Cuando intente liberarme comenzaron a lastimar a Mu, escuche sus gritos…lo hicieron delante mío, me advirtieron que si volvía intentar escapar que no dudarían en seguir lastimando a Mu…y que el siguiente serias tú, nuestros cosmos tampoco están en su mejor momento, también se llevaron a Milo cuando descubrieron que Mu intento escapar…hay que se precavidos.

-¿Se llevaron a Milo?- pregunto asombrado- Malditos.

-Siento el cosmos débil de Camus también, a él también lo tienen amenazado, quizás Milo este con él…

-¿Dónde estamos?

-No lo sé, y no tengo la menor idea de que están hechas las paredes o que poder me lo impide, no puedo sentir otro cosmos más que el de nosotros cinco y el poder de aquellos que nos tienen cautivos, no siento a Athena ni a ninguno de los santos de bronce,  no he podido hablar con Buda, mucho menos meditar…hay una barrera espiritual que me lo impide.

-Nos liberare Shaka.

-No seas necio, Aioria, si intentaras hacerlo ¿A dónde irías?

-No puedo quedarme de brazos cruzados, debemos hacer algo, Shaka, somos Santos de Athena, peleamos contra los titanes, contra los espectros de Hades…no podemos quedarnos de brazos cruzados.

-Debemos, por el bien de los demás- le interrumpió- Si llegáramos a intentar escapar, Mu, Milo y Camus sufrirán por nuestra causa…nuestras fuerzas están disminuidas…

-Por Athena, esto tiene que ser una broma de mal gusto…

-Perdonen santos dorados- los interrumpió la voz de una joven que se encontraba en la habitación.

-¿Quién eres tú?- pregunto Aioria sin dejar de intentar soltarse.

 -Soy la apotropea del tratamiento, estoy a cargo de curarlos a ustedes- respondió sonriendo.

-¿Por qué no has atado?- pregunto enfurecido el santo de leo.

-Verán, cuando se revive a un ser vivo que ha permanecido un tiempo prologado muerto, sus funciones motoras son bruscas hasta que pueda dominarlas nuevamente- explico- cuando duermen sus cuerpos deben estar quietos para permitir a cada musculo, nervio y hueso sanar, al dormir ocurre aquello y es algo sumamente doloroso, ya que sus cuerpos convulsionan, para permitir la sanación y evitar que se causen daño a ustedes mismos, se los amarra a las camas.

-¿Por qué no podemos romperlo?- pregunto Shaka moviendo sus muñecas.

-La orden del señor Asclepio forja cada uno de aquellos utensilios que se utiliza para sanar, con nuestras propias manos,  les pido, por favor, hasta que se complete su curación sean pacientes.

-¿Ser pacientes dices? Nos tienen secuestrados aquí.

-Santo de Leo, no están secuestrados, pero les pido que sean pacientes,  no puedo decir mas…

-¿Qué le hicieron a Mu?- grito Shaka- ¿Lo lastimaron?

-No…nosotros no, cuando se curan cada parte del cuerpo suele sentirse mucho dolor y si han escuchado a su amigo llorar, gritar o gemir de dolor, es solo el sufrimiento que siente en su cuerpo ante la curación- explico- cuando dejen de sentirlo, todos serán liberados, sin excepción.

-¿Dónde se llevaron a Milo?

-Eso no puedo responderles, solo puedo decirles que esta con el Apotropeo de la convalecencia y está en buenas manos, junto al santo de acuario, que para el son las mejores manos que lo pueden guarecer.

-¿Las mejores?- preguntaron los dos santos unísonos.

Mientras tanto el santo de Acuario estaba en una sala blanca con equipo de gimnasio y entre dos barandales, sostenido por el apotropeo de la convalecencia estaba dando sus primeros pasos en semanas. Milo lo veía desde no muy lejos, atado a una silla de ruedas, sonriendo al ver a su amado caminar con torpeza, siempre siendo sostenido por el mayor.

-Vamos, unos pasos más y llegaras a Milo, vamos- le animo el pelirrojo- vamos, estas cerca.

 -No…no puedo- bajo la mirada- solo he hecho dos pasos sin caerme.

-No te has caído nunca, yo te sostengo, vamos, unos pasos más, no seas flojo.

-No…

-Piensa que del otro lado no está Milo solo- acoto sonriendo y comenzó a susurrarle al oído- está parado, sin su camiseta, esperándote…su cuerpo bronceado, le caen gotas de agua…

-Milo…

-¿No quieres abrazarlo?- le pregunto sonriendo- ¿sentir sus labios? ¿Fundirse ambos en un abrazo?

-Si…si quiero- dijo sonriendo imaginándose aquello.

-No le susurres cosas a mi Camus- grito Milo desde la esquina- Camus, todo lo que te diga has oído sordo.

Continuara…

Notas finales:

Espero les alla gustado, criticas y demas ya saben, en el cudrado de abajo que es para enviar reviews,

Adelantos del prox cap

Milo ha recuperado sus fuerzas y probando hasta donde llego sus influencias Santorini decide soltarlo, pero no cuenta que el santo de escorpio no ha sacado de su mente el escapar de aquel lugar de las manos del santo dorado de acuario y Céline no tarda en salir a buscarlos ante eso ¿Qué pasara? Hyoga y los otros santos logran sentir los dos cosmos conocidos que han aparecido de repente, tras día sin saber nada de quienes se robaron los cuerpos de los santos dorados, y no tardaran en ir a buscarlos tampoco, al sentirlos vivos ¿Quién llegara primero al encuentro de Camus y Milo? ¿Céline o Hyoga junto a sus amigos? todo eso y mas en el siguiente cap.

 


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