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Lamentablemente, sí. por SeungKey

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Notas del fanfic:

Ojalá y les guste, es corto pero con amor ;O; (?) Es un extra o algo así lol, de mi otro fanfic de INIFINITE no lo odien, es tonto pero yo estoy tonta,ni modo(?)

 

 

"La diferencia es una virtud a su favor" 

http://amor-yaoi.com/fanfic/viewstory.php?sid=78062

 

Notas del capitulo:

Yo hace mil años hice un fanfic llamado "La diferencia es una virtud a su favor", y pues para las que lo leían -nadie la pelaba-. sniff

 

http://amor-yaoi.com/fanfic/viewstory.php?sid=78062

 

Perdón mis errores ortográficos, no merezco vivir uwu 

Caminaban con paso seguro. No demasiado lento, no demasiado rápido. Era la velocidad exacta, con la cual, podían disfrutar el pequeño rose de hombros que se daban cada vez que sus pies pisaban el suelo. Eran las siete de la mañana y el cielo aún lucía translucido ante la neblina cerrada que se abría en las calles de Seúl. La ciudad comenzaba a moverse y el canto de los pájaros aún no se veía absorbido por el ruido de los autos.  Era un buen día de abril; el invierno se había ido y había dejado a su paso la delicada sábana blanca que cubría los arboles de rocío. Pero claro, a Nam WooHyun no le importa si la neblina se meaba en las copas de los árboles o en los pétalos de las rosas más bellas. No.  Lo que a él le importaba en este momento era llegar lo más pronto posible al edificio principal de la Woolliment y rogaba porque su entrenador no estuviera en sus días. Porque sí, había un hombre, además de Lee Sungjong y Choi Jun Soo, que podía menstruar cada mes como cualquier mujer. Su coreógrafo era la persona más exigente del mundo, incluso más que KiBum cuando se trataba de su cabello, pero tendría que soportarlo por el resto de sus años como trainer, y quien sabe hasta cuándo seguiría ahí.

Kim Sunggyu le seguía a un lado, tratando de igualar el paso rápido del menor. WooHyun intentaba con todas sus fuerzas reducir su velocidad, pero prefería que a Sunggyu le diera una neumonía a que su coreógrafo les reprendiera. Era sucio de su parte, incluso si el mayor era su novio, pero así era el mundo del espectáculo. ¿Por qué Sunggyu tenía que tener la misma condición que un adulto de sesenta años? Era todo un caso. Pasaron diez minutos y casi llegaban al parque. Solo tendrían que rodearlo y llegarían al edificio con tres segundos de retraso. De repente, el asqueroso sonido de que alguien había pisado mierda de perro retumbó en sus tímpanos, recorrió todo su cuerpo, e inclinó el rostro para verificar si sus gastados tenis habían pisado un premio. Fue ahí  cuando decidió que, saliendo de la práctica, iría directo a la iglesia a agradecerle al Señor por no haber pisado mierda de perro. Decidió continuar con su camino, pero nunca se le vino a la cabeza que el anciano de su novio pisaría un regalo de Navidad extremadamente adelantado y completamente innecesario.

Los pequeños ojos del mayor se abrieron hasta obtener el tamaño promedio y después miraron a WooHyun completamente helados.

–Ay como que mi mamá me habla. ¡Mamá!

–¡Yah, Nam WooHyun! ¡Vuelve aquí inmediatamente! –le gritó el mayor mientras observaba como Nam huía de la situación y lo dejaba con su pie atorado en la mierda de perro.

WooHyun volvió tan rápido como el mayor le llamó moviendo sus hombros de arriba abajo a causa de la risa.

–Yah, esto no es gracioso –renegó el guitarrista–. Aish, gente sucia que no junta las mierdas de sus perros.

–Vamos, hyung –pidió WooHyun–. Deja eso, tenemos que ir rápido a la práctica o el profesor te hará mierda en el rostro.

–¿Qué se supone que haga con mi zapato? No puedo llevarlo a la clase lleno de popo.

–Solo tenemos que cruzar el parque, ¿entiendes? Puedes ir en calcetines.

–Aish, todo me pasa a mí. Todo –volvió a quejarse Sunggyu maldiciendo al universo por arruinarle la vida a las siete de la mañana.

Al final, dejó el zapato enterrado en el excremento y salió corriendo detrás de WooHyun hacía el edificio principal de la Woolliment entretaiment.

Solo volvió a maldecir cuando, por culpa de la turbia niebla que apenas comenzaba a despejarse, se golpeó la cabeza con las puertas trasparentes del edificio, para después, resbalarse a causa de la delicada llovizna que caía.

WooHyun no paraba de reír.

 

 

La neblina había desaparecido por completo a las doce del mediodía, hora en la que por fin eran liberados de las ataduras de su profesor de baile. Para Kim Sunggyu las clases eran extenuadas y eternas. Si bien, el ejercicio le había hecho un favor a su cuerpo eliminando gran parte de su estómago, los bailes de hiphop no estaban hechos para su cuerpo de anciano. El guitarrista no comprendía porque tenía la misma capacidad física que un adulto mayor, aun así, intentaba con todo su corazón poner de su empeño para que no lo sacaran a patadas de la empresa.

Fue un día después de irrumpir en la boda de WooHyun. Llegó aquel hombre al que WooHyun le había tirado una cubeta de agua en la cabeza. Desde aquella vez, Sunggyu juró que nunca nadie volvería a interesarse en ellos. Pero fue como si todo se hubiese arreglado después de que WooHyun se confesara a miles de personas. La suerte por fin se movía a su favor y para Sunggyu eso resultaba de lo más placentero. Aún trabajaba y tocaba en la cafetería y atendía el restaurante de la familia Yang. Solo podía dormir seis horas al día, si es que WooHyun quería dormir, y continuar con aquella rutina día tras día. Sabía que era doloroso, pero lo había deseado desde siempre. La oportunidad había llegado y no se quejaría de aquello, lo aceptaría aunque muriera de una neumonía, además, a WooHyun le gustaba su increíble estomago plano y sus brazos fuertes y delgados, lo que le hacía moverse aún más en las prácticas. Lo mejor de todo aquello era que practicaba con sus seis mejores amigos, lo cual, hacía todo mucho más divertido y competitivo. Pero ya no se preocuparía más. Era viernes y tendría todo el fin de semana libre; Nell se presentaría en un pequeño restaurante y había comprado sus entradas en primera fila junto con Dongwoo y WooHyun. Todo era perfecto, claro, a excepción de su zapato enterrado en excremento de perro. A causa de bailar con calcetines, se había resbalado dos veces en plena práctica, lo que había hecho que su maestro se burlase de el para después reprenderlo con una docena de lagartijas.

Esa mañana, aquel viernes de abril, el día no era tan perfecto y, esa tarde a las doce del mediodía mucho menos lo fue. Tal vez su racha de buena suerte se había esfumado con la mierda de perro. Vaya mierda. Caminaba en medio de WooHyun y Dongwoo, este último iba tan energético que provocaba en Sunggyu ganas de vomitar y, al pasar por la escena del crimen donde yacía el zapato del guitarrista rodeado de excremento, su histérica risa que lo caracterizaba no paró hasta llegar a casa. Por supuesto, Nam WooHyun no era la clase de novio que le defendía cuando alguien se burlase de él, no. Era el que más odioso.

–Yah, mocosos –empezó Sunggyu, totalmente cansado de la práctica y de aquella situación–. Paren de una vez, no me quieren ver enfadado.

WooHyun y Dongwoo intercambiaron una mirada de asombro, totalmente sorprendidos por el comentario del mayor, y volvieron a reír.

–No los soporto –gruñó el guitarrista, acelerando su paso.

Después de unos segundos, ya había dejado al dúo psicópata tan lejos que no podía escuchar sus histéricas y perturbadas carcajadas. Suspiró y siguió su camino al Starbucks donde compraría su armonioso café heleado. Pero, de repente, sintió como dos chicas le clavaban la mirada. Sunggyu continuó con su camino si prestar mucha atención, los efectos del ejercicio daban sus frutos. Porque si, amaba a WooHyun con todo su ser, pero le resultaba placentero que el sexo opuesto se interesara en él, le hacía sentir hombre, porque eso era, un hombre, a pesar que le tuviese miedo a muchas cosas, como a los perros. El punto era que aquellas chicas le miraban y Sunggyu se sentía como un pavorreal con las plumas más hermosas.

Entró al Starbucks y a los pocos segundos las chicas entraron pisándole los talones. Sunggyu ordenó su café helado y se sentó en un sillón de cuero, esperando a que WooHyun y Dongwoo se dignaran a llegar. Las chicas ordenaron y se sentaron detrás de él. Sunggyu en vez de sentirse extrañado por su ocurrente interés hacía alguien como él, el pánico comenzó a subirle por la sangre. ¿Y si eran unas acosadoras? ¿Y si lo querían matar? Gracias a sus plegarias internas, Dongwoo y WooHyun entraron al local y ordenaron, acto seguido se sentaron en un sillón en frente del mayor.

–¿Enserio te enfadaste, hyung? –preguntó Dongwoo con los ojos llenos de preocupación. En verdad era un buen chico.

–Sabes que no, solo que no lo vuelan a hacer –contestó Sunggyu amablemente sorbiendo de su café helado.

La campanilla de la puerta emitió su tintineante sonido, informando a los empleados de Starbucks que un nuevo cliente había llegado. El cántico revoloteó entre los tímpanos del guitarrista y deseo tener un cuaderno y escribir alguna canción sobre el café.

Un séquito de cuatro chicas entra a la tienda y ordenan, para después, sentarse atrás de WooHyun en unos sillones puf. Sacaron su teléfono y comenzaron a tomarle foto a Sunggyu. A este lo inundó el pánico.

–Oigan, no sé si estaré loco…

–Claro que lo estás, hyung –le cortó WooHyun.

–Sí pero, estoy totalmente seguro que esas chicas que están detrás de ti me están tomando fotos.

–¿Detrás de mí?

–Sí, no voltees –se apresuró a decir Sunggyu, pero ya era demasiado tarde, WooHyun y Dongwoo se giraron para mirar a las chicas.

Estas, por su parte, emitieron un chillido y gritaron “¡Me miró, me miró!”.

–Tengo el presentimiento que miraban a Hyunnie y no a ti, hyung –comentó Dongwoo devolviendo su vista al guitarrista.

–No, pero estoy seguro que las que están detrás de mí me siguieron hasta acá –replicó Gyu girándose a las chicas que jugaban con su celular, sin total interés.

Dongwoo lanzó una carcajada y Sunggyu le miró entornando los ojos, para después dirigirse a WooHyun que les lanzaban corazones a las chicas.

–Debes de sentirte afortunado –le soltó Sunggyu mientras jugueteaba con su café–. Eres popular con las chicas.

–No lo soy –le aseguró WooHyun–. Esto se debe a mi madre.

–¿A tu madre? –cuestionó Dongwoo levantándose para recoger los cafés.

–Si a mi madre –contestó Nam–. ¿Si les conté que hacía historias de temática homosexual en internet, no?

–Si –afirmaron los mayores al unismo.

 Dongwoo dejó los cafés de ambos en la mesa que les separaba. WooHyun lo tomó y continuó con su historia.

–Pues, la mujer se tomó el atrevimiento de grabar el momento en el que entraste a la iglesia e interrumpiste mi boda con Sara.

Las mejillas de Sunggyu se tornaron rosadas.

–¿Qué?

–Tu madre es increíble…–dijo Dongwoo sonriendo.

–¿O sea que todo el mundo nos ha visto en…en…inter…inter…? –empezó Sunggyu, totalmente pasmado.

–Sí. Bueno, solo las personas que siguen las historias de mi madre –sentenció WooHyun.

–Ve el lado bueno, hyung –le dijo Dongwoo–. Eres famoso en internet.

–¡Pero yo pensé que esas chicas se interesaban en mis brazos sin grasa y en mi abdomen plano! –se quejó Sunggyu.

–Créeme hyung –empezó WooHyun–. Yo estoy enamorado de ti pero aun así no pienso que te veas más atractivo con tu nuevo cuerpo.

–¡Pero si dijiste que te gustaba! –exclamó Gyu, atónito–. Creí que me hacía más sexy en la cama…

Ante aquel comentario, Dongwoo se ahogó con su café, para después ponerse a reír histéricamente, las chicas lanzaron un gemido y comenzaron a grabar la escena. Para futuras generaciones, pensó WooHyun.

–Hyung, tu nunca podrás ser sexy en la cama –le dijo WooHyun riendo–. A lo que me refería era que atacabas con más injuria que antes, y no te cansas tan rápido.

–Chicos…–les llamó Dongwoo–. Esta no es una buena conversación para tenerla en un café.

–Dios, cada día haces que mi confianza baje, Nam WooHyun –comentó Sunggyu totalmente decepcionado.

–Es que tú siempre serás mi hámster esponjoso –le dijo WooHyun con voz melosa y sarcástica.

–Aish, mocoso, no eres para nada romántico.

–¡Cásense de una vez!  –les gritaron las chicas al unismo.

–Ay mi madre me llama, adiós…

Y Yang Dongwoo escapó de la escena.

–Mira lo que provocaste –le regañó Sunggyu–. Dongwoo tendrá que cruzar las calles solo. ¿Qué pasa si alguien lo atropella pensando que es un caballo?

–La gente no atropella caballos, hyung –contestó el menor–. Y no fue mi culpa. Fue tu culpa por sacar el tema.

–Fue tu culpa por engañarme y creer que te gustaba mi nuevo cuerpo.

–¡Me gusta! –exclamó el otro–. ¡Cada vez que te veo me enciendo! Me dan ganas de quitarte la ropa y metértelo.

Kim Sunggyu abrió muchísimo sus ojos, para después ponerlos en blanco: WooHyun comenzaba a burlarse de él por creerse aquella revelación por parte del menor.

–Eres un idiota, Nam WooHyun –dijo Sunggyu a regañadientes.

–Así me amas.

–Sí, lamentablemente, sí. 

Notas finales:

Si les gustó dejen review ;O; snifff, prometo hacer otro del Myungjong o del Myungyeol uwu

 

Les dejó otro fanfic con el que estoy actualmente:

http://amor-yaoi.com/fanfic/viewstory.php?sid=117960

No es de idols ni nada, pero enserio espero y le den una oportunidad D: 

Y mi tumblr (8

 http://greasylocket.tumblr.com/ 

 


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