Ahí estaba, desde que lo conocía nunca lo había intentado tocar. El miedo a que fuera tan frágil como aparentaba le carcomía, de repente daba aquella sensación de que desaparecería apenas rozaras su piel. Como si de su espalda surgieran alas y lograría volar tan alto como para perderse en el cielo azul.
Él estaba ahí, sus ojos verdes observaban con detenimiento cada obstáculo, cada movimiento insignificante. Esos colores entre mezclados, agua marina, su pupila dilatada, sin esperanzas de sorprenderse con algo. Sin lograr encontrar alguna pizca de sentimientos.
El odio, las ganas de matar y la soledad le apoderaban. Eso era lo mínimo que podrías encontrar en aquella mirada. Era la misma que hace muchos años podría decir que tenía. Pero de que vale contarles ahora del pasado.
Solo mirar su cabello pelirrojo, aquel signo de sangre en sus venas. El viento contradecía sus movimientos. Pero lentamente me iba acercando a él como el a mí.
¿Podría existir ser tan perfecto en la tierra?
Sí, claro que si podía. Pero tendría que ser indicios del mal.
– Hola.- dije apenas logre aclarar mi voz entre los sollozos que antes eran contemplados en mi mirada.
Su leve intento de sonreír era la respuesta perfecta para aquel suave y sumiso saludo. -¿Cómo te ha ido?.- intente soltarle al menos una palabra de sus finos y delgados labios, pero simplemente salió un pequeño quejido de reproche al doblegarse y no querer hablar. Me invadieron las terribles ganas de llorar, sintiendo que le había fallado y con una pequeña y efímera vida no lograría recompensarle. Un nudo tan estrecho en mi garganta y pequeñas vibraciones en mi cuerpo.- Te extraño.- logre soltar, y aquel nudo se volvió pedazos, aquellas vibraciones sepultaron mi cuerpo contra la tierra tierna y mi mirada nos llevó al cielo, lleno de nubes y un sol resplandeciente.
Respire hondo, trate de inhalar todo el aire posible para llenar mis pulmones y apaciguar la pena. Todo aquel aire lo bote en trancazos bruscos. - No sabes lo difícil que ha sido no tenerte a mi lado como ahora. He llorado un sin fin de veces. Mirado al cielo buscándote, pensando que has escapado de aquella jaula sin mí. Yo...- no logre continuar, su mirada me había apuntado, me examinaba buscando respuestas.
Mordí mis labios tratando de encontrar un medio con el cual poder aferrarme a mi existencia, fallando al sentir como mi ropa era rozada por sus dedos. Sintiendo el impulso de aferrarlo a mi cuerpo. - Yo...- sentado en la grama con las puntas de los dedos, mirándome con fijeza y encontrando en mi lo que yo nunca pensé conseguir. - Aprendí amarte.- una ola de soledad invadió mis ojos y aquellas lagrimas que hace rato habían salido se secaron pasando los minutos. - Yo... no he logrado aprender cómo olvidar.- su mirada se desvió y un dolor llego a mi pecho.
Era punzante, no se encontraba un punto exacto de su comienzo, se notaba que era ese tipo de heridas que nunca se curan. Esas heridas que provienen del corazón y no son físicas. De esas que son difícil de reconocer, ya que nunca vez la sangre o el golpe por ser artificiales. Dolía... era un dolor inhumano.
– Naruto.- escuche de sus labios, y como una bomba mi corazón exploto. Se descarrilo sin motivo alguno. Sonreí como embobado por una droga. Mire el cielo, como una nube ocultaba el sol y creaba una especie de oscuridad clara y agradable, la sombra.
Respire y me di cuenta que su voz fue la anestesia perfecta para el dolor de mi corazón. Sus ojos cerrados mientras su pecho subían y bajaba a medida que respiraba con tranquilidad. Sus manos reposando en la hierba, sus mejillas sin color, su cara de porcelana.
Sentí miedo, uno que recorrió toda mi espalda con un frio, un escozor un ardor por mi espina dorsal. - Lo siento Gaara, no fui el mejor sustento para tus pesadillas, para tus miedos, para tus lagrimas o dolor.- ¿Pero cómo puedes aportar aquella medicina que nunca has recibido o el amor que te negaron de niño? No lo sé, pero de mi parte no lo logre. - No logre curar tu herida y al no poder curarla e abierto una en mí, una que no deja de doler.-
– ¿Vienes a pedirme ayuda? ¿A mí?- sus palabras fueron como una estaca, y opte por mirar su piel. Se veía suave, tan blanca, lisa y brillante como un bebe. Su historia fue trágica, una persona que no conoció el amor y vive para encontrarlo, alguien que nació prematuro y con escasas posibilidades de vivir. ¿Cómo lograba ser tan fuerte?
– Perdóname, Gaara.- lleve mi mirada a la suya. Me interne en ella y aparente que era una cueva a la cual era mi sustento de sobrevivir, pero no tenía permiso de entrar, no tenía la llave que se necesitaba.- Solo puedo decir esto, soy malo con las palabras.-
– Lo se.- respondió en el acto y con suavidad se fue acercando, y como si un rayo te tocara quedando impregnado de su olor, su dolor y ardor. Sus dedos fríos como los de un muerto tocaron mis mejillas.
El pájaro enjaulado había escapado de la jaula, pero no se fue.
El frio y suavidad que pasaba por mis mejillas me agrado, cerré los ojos esperando más. Pero nunca llego lo que desee, parecía perdido.
No quería dejarme engañar. - Siempre lo fuiste. Todo lo solucionabas con golpes.- abrí mis ojos y encontré el perfil de Gaara en frente de mi rostro. Mirando a la nada, como si fuera posible de encontrar los recuerdos en ella. - Eres bueno Naruto, te convertirás en un gran hombre. Tenlo por seguro.- sin ti tal vez no. Esa era mi respuesta, pero mi valor se esfumo y no logre aclararle. Sus dedos se despegaron de mi piel y como si fuera un espejismo desapareció.
Y no sentí nada, nada más. Ni frio ni calor, si dudas o presentimientos, ni dolor ni angustia, no sentía nada. Al menos que sea el vació que estaba en el mismo lugar o sitio que se encuentra aquel órgano llamado corazón. Ilógico, el corazón es un órgano y los sentimientos provienen del cerebro, eso nos da como justificante que no amas con él, pero ¿por qué cuando te lastiman o defraudan sentimentalmente, te duele justo ahí?
Mi respiración era pausada, mientras veía con dolor aquella lapida. Que llevaba su nombre, años y un mensaje significativo. Dejando las rosas de color azul a su lado me levante de aquella grama, que solo se encontraba alrededor de su tumba, observando el paisaje desértico camine hasta alejarme de él.
Con suavidad bese la tierra donde se encontraba y desaparecí dejando a aquel niño que me abandono o yo le abandone en el mejor momento.
Sabaku no Gaara
(19 de enero- 26 Junio)
Uno puede cambiar a pesar de todo lo que hemos hecho.
“No importa que tan perdido en la oscuridad una persona pueda estar, él lo tomara de la mano. Él lo tratará de salvar. Así es como es él.... ¡Yo simplemente lo daré todo para proteger a mis amigos y a el Mundo!”