Prácticamente desde hacía un mes que aquella nave haba estado estática sobre new york, ni una sola señal, de ninguna índole, ni siquiera agresiva ni pasiva, solo estaba ahí.
- No podemos quedarnos de brazos cruzados Nick, ha pasado un mes pero no sabemos en qué momento podrían atacar, y si algún civil se da cuenta de que la nave está ahí, podría llamar al pánico, no podemos estar a merced de ellos todo el tiempo- James Rhodes coronel de las fuerzas armadas discutía fuertemente con el director de SHIELD.
- Tampoco podemos atacar así como así, no sabemos qué es lo que quieren no si sus intenciones son ofensivas, estamos en el medio de new york por el amor de dios no podemos involucrar a los civiles-
- Pues bien que pudimos evacuar hace tiempo, no entiendo no podemos estar atinándole a los que piensan los que están allá dentro, es mas no sabes si realmente haya alguien ahí-
- Pero si no tienen intenciones de atacar o no tiene razones no podemos darle una para hacerlo Rhodes- Nick ya iracundo se levanto de su asiento y golpeo la mesa con su puño, tratando que por una muestra de supremacía se hicieran notar sus opiniones.
- ¡Si lo que quieres es mantener el anonimato de la situación no te va a servir de nada Nick, recuerda que nuestra prioridad es la seguridad de los civiles!- Dijo Rhodes con furor pero aun sin perder la calma.
- Evacuar una ciudad entera no creo que sea la mejor manera para mantener la seguridad coronel- dirigió una mirada asesina al sentarse.
-------------------------------------------------------------------------
Anthony salió del baño aun con el sabor de la bilis en la boca, realmente no sabía que estaba pasando, no parecía ser un resfriado ni tampoco un virus conocido, además de quien se contagiaría si Steve con el suero del suero del súper-soldado era inmune a cualquier tipo de enfermedad viral, en fin solo agarro la primera toalla que consiguió y se seco la cara, para sumársele a sus pesares no sabía dónde estaba Pepper y últimamente es el mes transcurrido de su ausencia había tenido que ocuparse de muchos de los errores que cometían la junta directiva que estaba a cargo de las obligaciones de Pepper.
Abrió su gran armario y en vez de sus acostumbradas combinaciones elegidas para desmallar a cualquier mujer solo por el acto de su presencia Tony escogió unos cómodos tejanos y una franelilla.
En las últimas semanas se había acostumbrado a apenas salir de su cuarto tener al rubio sentado en uno de los banquillo de la cocina con el desayuno ya servido y una enorme sonrisa en la cara del mencionado, era un gran cambio y tenía que admitir que no le desagradaba, en los años que llevaba viviendo solo con la única compañía de su mayordomo virtual comenzaba a sentirse como el protagonista de “Naufrago” solo que en vez de un balón pasado de moda el tenia a una muy avanzada maquina que tenía el intelecto suficiente para responderle con coherencia e incluso entablar conversaciones mucho más interesante que la mayoría de las personas que habitaban en ese mundo, pero claro eso no se comparaba con el contacto humano, Pepper siempre estaba muy ocupada con las obligaciones que él tenía que resolver así que era muy raro que ellos dos se sentaran a conversar como hacían en sus tiempos de universidad.
Como tenia por nueva costumbre, se sentó frente al rubio y le dio un sorbo al café que aun estaba caliente en frente a su plato.
- ¿Estás bien?- pregunto Steve, el aspecto de Tony no era el de siempre, sus brillantes ojos chocolate estaban empañados y sin brillo y su característico humor estaba muy decaído, aunque eso significara menos sarcasmos e insultos a su persona estaba preocupado.
- Sí, estoy bien, pero bien bueno ¿Quieres comprobarlo? - le dirigió una sonrisa picara al rubio a quien se le subieron los colores al rostro.
- No estoy bromeando Tony, estas muy pálido-
- Y tú eres una cereza, quizás por eso me notas así- se rio Tony.
- Steve bajo la cabeza y la meneo lentamente- no tienes remedio Tony.-
- Pues obvio, ni que yo fuera farmacia- el castaño le rodo los ojos al soldado, no le gustaba que se preocuparan por él, podía arreglárselas solo y si no podía era preocupante, ya se había acostumbrado mucho a la compañía del rubio y temía que si las cosas salían mal o peor, quizás, solo quizás, el no podría soportarlo.
Tan ensimismado estaba Tony en si mismo que no se dio cuenta cuando el rubio se había movido de su silla y agarrado un vaso de agua y por último se había posicionado detrás del castaño, Steve iba a hacer algo que no hace mucho había visto en la caja de fotos (el televisor) que hacían cuando las personas se quedaban estáticas.
Tony pego un brinco al sentir como el agua fría caía por sus sienes y luego empapaba su ligera camiseta, seguido de eso escucho como por primera vez Steve se reía a carcajadas y sin restricciones, pero que rayos pasaba por la cabeza de ese demente una sonrisa se asomo en sus labios a pesar de que tenis que volver a cambiarse y hacia un frio de puta madre, pero pronto se las cobraría o dejaba de llamarse Anthony Stark.
Muy poco o nada pudo replicar Tony cuando su visión empezó a hacerse borrosa a los extremos y grandes manchas empezaron a surcar el espacio, definitivamente a la próxima mandaría a colocar una alfombra muy mullida en todo el piso del pent-house por que aunque no estuviese muy lejos del piso una golpe contra él fue bárbaro o más o menos eso pensó unos segundos antes de perder la conciencia.
Cuando Steve termino de reír solo pudo escuchar el ruido sordo que provoco el cuerpo de Anthony al chocar contra el frio piso de madera, Steve trato de no entrar en pánico, muchas veces había tenido que ayudar a atender a los heridos en la guerra, pero el castaño no hace menos de cinco minutos que había estado bromeando con él.
Con cuidado acomodo el cuerpo de Tony contra el suyo cargándolo al más clásico estilo princesa para no correr riesgos de lastimarlo con alguna pared o cualquier cosa que por descuido no notara, abrió como pudo la puerta del dormitorio del castaño y lo acomodo sobre la cama, recordó que había mojado a Tony y si no le quitaba la ropa mojada era muy probable que este pescara un resfriado y lo menos que necesitaba en ese momento es que el menor se enfermara aun más.
Con delicadeza quito la camisilla mojada que cubría el pecho del castaño, no pudo evitar recorrer con la mirada el torso desnudo de Tony y por segunda vez en el día los colores le subieron al rostro, rápidamente coloco la camisilla en una mesita de noche y se dirigió al armario saco la primera camisa cómoda que encontró y se la coloco, pero pasando el bochorno con pesar se dio cuenta de que el castaño estaba perdiendo mucho peso, y las ojeras estaban empezando a asomársele.
Iba a tener que obligar a Tony a dejar el taller más temprano, ahora entendía mejor la importancia de la señorita Pepper, pensó con tristeza que ella era indispensable para Anthony.