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Jongin, no me olvides ¿Vale? por mumu16

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Notas del capitulo:

Bueno, he vuelto con el tercer capítulo. Espero que les guste y dejen sus reviews!! :3

Yixing recogió a Jongin y notó su expresión nerviosa, tenía la frente arrugada, estaba pálido y se veía muy intranquilo. Se subió al auto y miró al suelo de inmediato, como si no quisiese compartir miradas con Yixing. Yixing miraba a Jongin preocupado, se veía más extraño de lo normal y como amigo quería y debía saberlo.

– ¿Qué sucedió allá adentro? –Preguntó quitándose la bufanda para ponérsela al helado Jongin. –Te ves fatal.

–Nada –susurró dejándose poner la bufanda –, No ha sucedido nada.

–Jongin, tu sabes que le puedes mentir a todos, excepto a mi. ¿Qué pasó?

– ¿Qué tal si cenamos juntos? –sonrió tratando de parecer tranquilo. –Me encantaría comer comida chatarra.

Yixing miró su celular antes de responder – ¿A las diez de la noche? –Jongin asintió mirándolo tiernamente. –Las cosas que me haces hacer por ti. Venga.

 

Y así fue. Fueron por hamburguesas, papas, helado de vainilla y café. Yixing paró en el lugar favorito de Jongin, era una especie de mirador en donde pegaba todo el viento congelado de la noche, en donde se podían admirar hasta las estrellas menos perceptibles, en donde no había ruido sino serenidad, en donde nadie molestaba porque ya era muy tarde, en donde el tiempo desaparecía para todos. En un lugar en donde el estar, se sentía como un estar infinito, como si los que estuviesen allí fueran los últimos y únicos habitantes de la tierra. A Jongin le encantaba sentirse de esa manera.

Se sentaron sobre el capó del auto mientras que la música proveniente del mismo, acompañaba perfectamente el momento. Jongin le dio un gran mordisco a su hamburguesa llena de mayonesa, porque le encantaba la mayonesa y luego se metió una manotada de papas. Yixing lo miraba sonriendo y pensando en lo adorable que se veía, tomó un sorbo de café y otra vez enfocó su atención en su amigo.

Jongin paró de comer por un momento y pensó que no había fumado en todo el día y no pudo evitar sonreír. Yixing le dio un codazo e hizo una ademan indicándole que le contara la razón de su sonrisa repentina.

–Pues hoy no he fumado ni uno sólo.

– ¿En serio? ¿No estarás bromeando? Es casi imposible que Kim Cigarrin no haya fumado.  

–Pues fíjate que lo logré. –Miró al cielo. –Ni uno el día de hoy.

– ¿Cómo? –Le rapó la hamburguesa de las manos al verlo tan distraído y le dio un mordisco bestial. – ¡Esto esta de puta madre!

–Dame mi hamburguesa. No tengo la culpa de que no hayas comprado una. –Le lanzó una mirada cortante.

–No –Esquivó la mano de Jongin –, tú estabas contando algo. ¿Cómo lo estás logrando?

–Hice una promesa. –Volvió su mirada al cielo.

–Promesa  ¿A quien?

–Kyungsoo. –Sonrió al decir su nombre–. Este lugar me recuerda a él. Solíamos venir aquí bastante seguido pero ahora creo que ha olvidado este lugar y no se le ha ocurrido volver. Recuerdo que aquí fue el primer lugar en el que hicimos el amor.

 

 

– – – – –

  

 

 

Se presenciaba uno de los más fríos pero soleados otoños, amaneció con el sol de un caluroso fin de semana de mitad de verano pero con la temperatura de un alud. El chico moreno esperaba al mayor afuera del restaurante en donde trabajaba limpiando las ventanas. Kyungsoo había estado trabajando en esa locación hace bastante tiempo porque quería pagarse la escuela culinaria, su padre le había prohibido estudiar otra cosa que no fuese medicina pero Kyungsoo sentía bastante amor hacia la cocina y ya le había prometido a Yixing que ambos entrarían a la misma escuela culinaria porque ambos tenían el mismo sueño.

 Jongin esperaba sentado en la silla del conductor de respaldo del porche rojo cereza de Kyungsoo; A pesar de que la familia de Kyungsoo fuese millonaria, él era muy sencillo y trataba de ocultar que venía de un linaje de clase. Jongin por su parte no tenía mucho dinero, era un chico que debía luchar por las cosas que quería porque nadie podía respaldarlo económicamente.

–Demasiado agotador –Carraspeó subiéndose al automóvil –, pero vale la pena.

–Realmente te esfuerzas, debes cuidar de tu salud –Jongin le tomó las manos que parecían aun más pálidas de lo normal –. ¡Tus manos! Están heladas.

–No te alarmes, fue por tanta agua y detergente. No es nada por que preocuparse –Le desorganizó el cabello y encendió el motor. –Perdona por hacerte esperar tanto, ahora si nos iremos lejos de aquí.

– ¿Irnos? Creí que me dejarías de vuelta en mi casa.

– ¿De vuelta? ¿No quieres estar conmigo? Bien, te llevaré de vuelta. –Kyungsoo empezó a manejar en dirección a casa de Jongin.

– ¡Espera! Si quiero.

– ¿Si quieres qué?

–Estar contigo –Jongin le apagó el auto –, si quiero ir contigo. ¡Vamos!

–Si no te quisiese tanto, ya te hubiera sacado del auto y atropellado justo después.

Jongin soltó una risa burlona y Kyungsoo le lanzó una mirada mientras encendía el auto nuevamente cambiaba el rumbo del auto para luego pegarle un golpe en la cabeza y seguir conduciendo con una sonrisa victoriosa. Duraron bastante tiempo, gracias al tráfico, para llegar al lugar al que tanto quería ir junto a Jongin, incluso la puesta de sol ya los había alcanzado pero cuando estaban juntos, el tiempo no existía, el tiempo no se contaba, no existía ningún tipo de reloj o alarma que importase, sólo existían sensaciones, sensaciones de plenitud, sensaciones de relajación, sensaciones de felicidad, eran sólo dos almas reunidas para un mismo propósito, amarse y cuidarse. Eran dos imperfectos humanos unidos para ser perfectos. Eran insoportablemente perfectos, a decir verdad.

Se sentaron en el capó y empezaron a contemplar las estrellas y Jongin no paró de hablar de estrellas hasta que bostezó y se recostó sobre el hombro izquierdo de su compañero.

–Cada vez que veo las estrellas –empezó a hablar somnoliento –, me acuerdo de Kyungsoo porque es especial como ellas, pero para mis ojos –cabeceó y se apoyó nuevamente sobre el mismo hombro –, él es más brillante que una de ellas.

Kyungsoo esculpió una sonrisa en sus labios y besó la cabeza del más joven. De todas maneras Jongin apenas había cumplido 18 años y Kyungsoo 19. –vamos adentro del auto y duermes un poco. 

–No, yo me quedo. Quiero quedarme. –Se despertó de inmediato y esta vez parecía que su somnolencia se había ido por completo dejándolo enérgico–. A todo esto, ¿Por qué me trajiste aquí?

–Es uno de los lugares más hermosos de toda la ciudad y la verdad –Kyungsoo tomó un respiro para evitar sonrojarse por lo que iba a decir –, las personas hermosas como tú necesitan estar en lugares hermosos como este, para no opacar a nadie.

–Eso… es bastante lindo –Jongin también se sonrojó y más que sonrojarse, se sintió especial. Se sintió amado y seguro.

Ya llevaban largo tiempo de relación y Jongin quería tomar el siguiente paso. Llevó a Kyungsoo dentro del auto, a las sillas de pasajeros, con la excusa de que alguno podía pescar un resfriado. Ninguno habló, simplemente no dejaban de mirarse y sentir una chispa por dentro. Jongin posó ambas manos en las mejillas de Kyungsoo. Su mirada no reflejaba lo que un chico de 18 reflejaría, reflejaba amor, pasión y deseo, tanto que Kyungsoo se sintió intimidado y trató de evadir la decidida mirada del moreno; en medio de esa pequeña vacilación Jongin susurró un leve ‘’Mira a quien te amó, te ama y te amará. No tengas miedo’’ y clavó sus labios en los del mayor. Los besos eran suaves y embriagadores, tan embriagadores que no se dieron cuenta que estaban contra una de las ventanas del auto y no les importaba. Luego los besos se tornaron a intensos y adictivos y Kyungsoo le quitó la camisa de botones a Jongin y luego se quitó la suya, Jongin se encargaba de los besos y Kyungsoo de la ropa. El mayor tuvo la necesidad de empezar a tocar la piel morena de su pareja y soltar pequeños suspiros al sentir los dientes de este mismo clavándose sobre su cuello blanquecino.  Al sentir aquello en su cuerpo, sintió que sería un envidioso si era el único que podía sentir lo que estaba sintiendo, así que mientras Jongin empezaba a devorarse el pecho de Kyungsoo, él se aferró a su cuello y empezó a lamer y a morder el lóbulo de la oreja izquierda de Jongin, este gruñó y tomó a Kyungsoo de las caderas y las subió sobre las suyas para tener pleno control del más bajo. Lamió sus propios labios con una sonrisa de lado y Kyungsoo abrió más los ojos y se sonrojó el doble, Jongin puso su mano sobre el miembro, ya bastante grande, del chico y empezó a hacer suaves movimientos mientras sonreía. Kyungsoo sentía espasmos por toda su espalda, cosquilleos en toda su pelvis y su cadera y las piernas dormidas pero el mismo empezó a moverse de tal manera que pudiese sentir más. Desabrochó el jean de Jongin e hizo un amague que permitió que el quedara arriba del moreno controlando la situación. Kyungsoo recorrió desde el cuello hasta el inicio de la cadera con su lengua, jugueteó con los boxers del otro chico y antes de empezar, observó como Jongin mordía sus labios para evitar gemir. Kyungsoo desplegó una sonrisa y luego bajó los boxers del menor hasta la terminación de los muslos. Tomó el miembro erecto y lamió los extremos primero, con extrema delicadeza, como si estuviese cantando, con esa extrema delicadeza con la que toca cada nota y crea un perfecto melisma. Luego lo tomó con ambas manos y empezó a masajearlo hasta que decidió introducirlo a su boca  e incluso morderlo sutilmente. Las embestidas eran lentas, ya que era su primera vez pero Jongin quería más así que tomó el cabello de Kyungsoo y empezó a imponer un nuevo ritmo. Era como si cambiasen de género abruptamente en una coreografía.

–Haces buenas mamadas, con ritmo de bailarín de Ballet. ¿Qué tal si lo hacemos al ritmo del Hip-hop? –Susurró combatiendo con sus gemidos y suspiros. La sensación era demasiado placentera como para sentirlo poco tiempo y agradeció que  Kyungsoo hubiese entendido su mensaje; pero no fue por mucho tiempo, porque Jongin ya tenía ganas de tener el control y lo tomó bastante rápido. Posó sus manos en el miembro del mayor y empezó a masajearlo de una manera tan buena que hasta Jongin se sorprendió, decidió mirar a Kyungsoo porque quería ver que tan bien estaba lo que estaba haciendo y al parecer por su rostro encogido en placer, lo estaba haciendo excelente.

En una de esas, Jongin empezó a jugar con sus dedos sobre los muslos desnudos, suaves y carnosos de Kyungsoo y se sintió la persona más afortunada y pensó que realmente le encantaba masturbar a Kyungsoo, le gustaba ver como su pequeño y débil cuerpo se estremecía y se torcía, como su mirada de ojos grandes y femeninos se perdía, la manera en la que se esforzaba por respirar, le encantaba bailar con sus dedos sobre la piel del chico pálido y ver el contraste que creaban los dos tonos de piel, amaba que sus labios recorriesen cada centímetro de su piel y sus dedos jugueteasen, suave pero apasionadamente, con los pezones de Kyungsoo. Le encantaba arrancarle gritos y gemidos, porque no era desagradable, no; Era una pieza musical única y exclusiva, producida por él y cantada por Kyungsoo. Y hasta el momento limite, le encantaba sentir como el pálido se desparramaba entre el moreno y pegaba un grito de los que pegaría un Judío en la segunda guerra mundial, como si muriese y viviese espontáneamente y luego terminase con una sonrisa. Tal vez la más sincera.

La noche fue conquistada por la pasión de dos jóvenes que sólo luchaban por sentir el amor, que sólo estaban ahí para no ser juzgados, que sólo buscaban la soledad, la privacidad.

Jongin finalizó penetrando a Kyungsoo y ambos lo disfrutaron más que disfruta un drogadicto al consumir éxtasis. El dolor no importaba porque el ser que Kyungsoo más amaba lo estaba haciendo suyo y eso era más que cualquier otra cosa.

Dicen que las personas no vuelven a ser las mismas después de haberse conectado tanto con alguien, y ambos creían que esa hipótesis era correcta. El amor es como un vaso de limonada gigante con un limón clavado en el borde, el enamorado bebe y bebe porque ya no puede respirar entre tanta limonada, pero es tanta, que se llena rápido y a pesar de eso sigue bebiendo y bebiendo y empieza a sentir pequeñas burbujas de oxígeno que indican su proximidad con el fin. El limón es el amor del enamorado, podría llamarse amante, y es la meta final de beber tanta limonada. Cuando logran encontrarse, sienten la mejor sensación, una sensación que no se puede escribir ni describir, una sensación de infinidad, es amor, no se puede describir algo tan abstracto. Poco tiempo después el gran vaso es llenado de limonada otra vez y el enamorado vuelve al fondo y el amante se queda sólo una vez más. Esta es la historia del amor, o más bien, de un vaso de limonada gigante, un limón y un bebedor.

 

– – – – –

 

 

 

 

Yixing lo miró intranquilo y tragó saliva antes de esbozar una sonrisa fingida y desordenarle el cabello chocolate. –Mañana tienes que ir a…

–Tu sabes, Yixing –Volvió la mirada al cielo una vez más, como si hubiese algo más interesante que unas aburridas estrellas. –Realmente sólo tenemos una oportunidad para enamorarnos, el resto de nuestra vida andamos engañándonos con personas que llenan el vacío porque sólo queremos volver a sentir lo mismo que sentimos la primera vez.

–Completamente de acuerdo pero, ¿Mañana a qué horas debo llevarte? –Yixing evadió el tema por completo y Jongin lo notó pero no quiso insistir.

–No quiero volver –Llevó sus rodillas al pecho y recordó lo que sucedió con Sehun y no pudo evitar sonrojarse, pero agradeció que la oscuridad de la noche evitara que Yixing lo notara. –No me agrada mi psiquiatra.

– ¿Sehun? ¿Por qué no? Él es muy agradable.

–Espera, ¿Lo conoces? –Yixing desvió la mirada de Jongin y le arrancó otro pedazo a la hamburguesa ya fría. –No te escudes con la hamburguesa. Dime ¿Lo conoces?

–Pues lo he visto y hablé con él para saber si estabas bien, eso fue.

–Bien, seguro es buena persona contigo pero a mi no ha hecho nada. Sigo igual y me aburre.

–Pero debes ir, has estado poco tiempo –Le dedicó una sonrisa –, se fuerte.

 – ¿Poco tiempo? ¡Ya han sido meses! Todos me dicen lo mismo, que sea fuerte, que no me rinda y un montón de cosas iguales, pero nadie entiende que es estar en mi posición. Tú, Zhang Yixing nunca vas a ser Kim Jongin, por que no eres tan desafortunado como yo. Sólo necesito que alguien me escuche y me diga que todo– Jongin fue interrumpido por el abrazo cálido de su amigo y no pudo evitar empezar a llorar.

 

 

 

–Bien Jongin, ¿Quieres salir de aquí?

–Quisiera no volver –Respondió jugando con las mangas de su suéter rojo y Sehun se sentó justo en frente de él.

–A veces olvido que sigues siendo un jovencito –Lo miró con una sonrisa cálida que hizo que Jongin se sintiese familiar. –Salgamos a tomar algo, ¿Te gustan los helados?

–Me gusta el café.

– ¿Por qué?

–Porque es tan amargo como mi realidad, mi abuela siempre dijo ‘’si no puedes con tus dificultades, pásalas con una buena taza de café’’.

Sehun volvió a sonreír y le acarició el cabello para luego levantarse de la silla y jalar a Jongin de la manga con la que jugaba.

– ¿Por qué quiere tomar café conmigo? –preguntó tratando de zafar su brazo del fuerte agarre del psiquiatra.

–Conocernos –Se detuvo y lo miró –, quiero que nos conozcamos y que sientas que soy un amigo, no un estúpido doctor que sólo anota y anota cosas, como tú dices. –Jongin hizo un mohín y tiró una mirada cortante a Sehun.

– ¿Desde cuando me habla tan informal?

– ¿Que no puedo? Si quiero ser tu amigo, debo empezar a tratarte así y tú debes también tratarme así. –Ingresó a Jongin a su auto y luego fue a su lugar.

–Y luego dicen que yo soy el que necesita un Psiquiatra. –comentó poniéndose el cinturón.

–Deja de quejarte, hoy la pasarás de puta madre junto a mí. –aseguró encendiendo el auto y luego guiñando un ojo. Jongin pasó saliva y rogó que aquel tipo no le fuese a asesinar en una montaña o a vender al mercado chino. –Sólo relájate. 


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