Me quedé asombrado ante las palabras de Ryuk, ¿un hijo de shinigami? ¿Acaso eso no era imposible?
“También pensabas eso de tu embarazo” Una voz en su mi cabeza me recordó que no debía de volver a pensar en la imposibilidad de las cosas “sin embargo, eso es incluso más extraño”.
Caminamos lentamente hasta la casa de la chica que Misa había mencionado antes, mientras que yo intentaba prepararme mentalmente para las preguntas que de seguro me haría en cuanto me viese, no es que me sintiera estrictamente maravillado con eso de dejar mi puesto como Kira a otra persona, pero si era necesario para librarnos de las culpas al menos por un tiempo, a Amane y a mí, haría lo que fuese.
Llegamos a un sector residencial y Misa mostro su papel de identidad al guardia, quien inmediatamente nos dejó pasar prácticamente arrodillándose ante mi compañera. Cuando estuvimos frente a la casa sentí un leve bajo de presión pero lo pase por alto, los nervios estaban ganando territorio en mí, lo cual no era propio de mi personalidad, tomé aire y esperé a que Misa tocase el timbre.
- ¿Hola? – preguntó una chica pelinegra y de ojos rojizos abriendo la puerta de la casa.
- Hola Darklees – saludó Misa sonriendo alegremente – soy Misa-Misa y este de aquí es Light Yagami, mi... – se detuvo un momento y se me quedo mirando intrigada ¿Qué era yo de ella? Hasta hace unos días seguíamos diciendo que éramos novios, pero debido a los anteriores sucesos.
- Soy su mejor amigo – dije girando las manecillas de mi reloj
- ¡Oh! Hemos trabajado juntas antes, en una semana de la moda en Estados Unidos –ambas chicas estrecharon manos y luego tendió la suya esperando a que hiciésemos lo mismo.
- Un placer – ya tenía el trozo de hoja de la Death note en mis manos, solo necesitaba corresponder la presentación.
- Pueden pasar – dijo con voz calmada mientras miraba fijamente a Ryuk.
Entramos a la moderna y gótica casa, para sentarnos sobre uno de los sofás del salón principal, la chica nos preguntó si deseábamos algo, y ante nuestra negativa le pidió a su sirvienta que se retirase y no volviese hasta que le llamase.
- Así que eres Kira-sama – dijo ella observando a Ryuk con firmeza – Hola Ryuk - ¿Se conocían de antes? Era imposible, después de todo Ryuk había dicho algo acerca de “conocer” a la hija de un shinigami – tranquilo, yo también tengo un shinigami, pero no creo que puedas verle ya que es su Death Note y no la mía
- Interesante – dijo Ryuk flotando hasta lo que suponía era el otro shinigami invisible ante mis ojos - ¿Cómo has hecho para que se enamore tan fácilmente de ti? - ¿Enamorarse? Tenía sentido, después de todo no había otra forma además de tener la Death note, para que un shinigami se apegase a ti.
- Ayse, ¿quieres mostrarte? – preguntó ella observándole dulcemente – okey, dame tu Death Note – ningún otro shinigami se habría atrevido a darle de una forma tan deliberada su libreta a algún humano, lo cual confirmaba el hecho de que estaba enamorado de ella. Se acercó a nosotros tocándonos con la libreta y pude ver a una figura semi-humana con alas y los ojos rojos – se los presento, Ayse, mi shinigami.
- ¿Pero cómo es esto posible? – pregunté intrigado, eso no podía ser un shinigami, comparado con Ryuk y Rem era un simple humano con alas.
- ¿Acaso no te han dicho nada esos dos? – preguntó intrigada.
- Rem está lejos de nosotros, Light ha guardado la Death Note, por lo que no está con nosotros – dijo inmediatamente Misa defendiendo a su “amiga”
- Pero... ¿Y Ryuk?
- Olvídate de él, no le dice nada a Light, prefiere que lo “descubra” el solo – Misa se echó a reír manteniendo su fría mirada sobre Ryuk.
Darklees se levantó del sofá y se colocó al lado de Ayse, dándole un suave beso en los labios.
- Los shinigamis pueden transformarse en algo similar a la forma humana, es por eso que existimos los hijos de los shinigamis – le hizo una seña a Ayse y este se transformó en una criatura esquelética y espeluznante – realmente no me importa mucho, pero él dice que prefiere estar así – volvió a transformarse.
- Ryuk también puede hacerlo – dijo hablando por primera vez después de todo ese tiempo.
- ¿Acaso queréis que lo haga? Odio mi forma “humana” – todos en la habitación le fulminamos con la mirada así que se encogió de hombros y nos mostró su forma humana, y aunque me cueste admitirlo se veía realmente hermoso.
- ¡Wow! – exclamó Misa corriendo hacia él – ya entiendo porque lo de los hijos de shinigamis... eres tan sexy.
- Misa, no se te olvide a que vinimos – agachó la cabeza y se sentó nuevamente a mi lado.
Comenzamos a contarle la historia a la chica pelinegra, mientras que ella escuchaba atentamente, asombrándose en algunas partes, como la de mi embarazo o el hecho de que su padre fuera el mismísimo detective L, y al llegar a la parte de lo que le estábamos pidiendo sonrió convencida y sin muchas explicaciones o preguntas nos dijo firmemente que sería un honor para ella ser la suplente de Kira.
- Quedamos así entonces – dijo ella tomando mi Death note y sonriendo alegremente – tú te quedaras con Ryuk, por ello no te separes de algunas hojas de la libreta.
- Bien, gracias... pero no nos has dicho tu nombre – dije sonriente, la primera razón por la que le habíamos dicho nuestros nombres tan confiadamente era porque suponíamos que al ser la hija de un shinigami poseería sus ojos, y no estábamos equivocados.
- Agradezco que me hayan dicho sus nombres en vez de mentir así que les diré el mío a pesar de que Misa ya lo sabe – estábamos a punto de retirarnos, abrió la puerta y se despidió de nosotros – soy Kyofu.
Misa pidió un taxi en cuanto salimos de la zona residencial, que nos llevaría hasta la entrada del edificio de investigaciones, mientras estábamos en el vehículo aproveche para comunicarme con mi médico, el doctor Black y preguntarle si su oferta aún seguía en pie como me lo había dicho. No me sorprendió mucho cuando dijo que estaba dispuesto a irse a América con tal de supervisar mi embarazo, por lo que asumí que podría ir cuando quisiese.
Muchas cosas habían cambiado ese día, un solo día que hizo que mi mundo, mis metas y todo lo que quería intentase desmoronarse, sin embargo no desistiría, no mostraría emoción alguna ante los hechos, debía ser fuerte, fuerte conmigo, con mi deber, con mi trabajo y aunque me cueste admitirlo, debía ser fuerte por él, quien sería mi sucesor como Kira, aquel que perduraría el juicio del mundo.
Llegamos al edificio de investigaciones e inmediatamente subí a mi habitación para recoger mis cosas. Por fortuna mi padre antes de venderme a la investigación, había llevado mis ropas al edificio en una maleta, por lo que solo guarde las pocas que había guardado en el closet y me preparé para retirarme.
- ¿Qué crees que haces Light Yagami? – me dijo entrando a la habitación.
- Me marcho, ya te lo he dicho hace unas horas...
- Creí haberte dicho que no puedes hacerlo, va en contra del caso – estaba comiéndose una tarta de fresa mientras me miraba fríamente.
- Aun no has puesto declaraciones contra mí, por lo que puedo hacer lo que quiera, dentro o fuera del edificio, me marcho – tomé la maleta y comencé a caminar a la salida de la habitación.
- Merezco saber a dónde vas, llevas a mi sucesor dentro de ti - ¿tenía que ser siempre tan frío? Le odiaba, odiaba cada una de sus palabras.
- No, no eres el padre – dije intentando apartarle, pero sacó una fuerza ilógica y me detuvo.
- No me engañas Light, sé que soy el padre de la criatura y sé que me corresponde cuidarle – intentó acorralarme contra la pared, pero no me iba a dejar ganar de él – además de tus lágrimas en la mañana...
- Tú ya lo has dicho Ryuzaki, soy muy buen actor – le aparté con un golpe y noté como Misa llegaba a la habitación con un nuevo cambio de ropa y la cartera en la mano.
- ¿Nos vamos ya Light? – ella me lo había dicho, no abandonaría el edificio de investigación para tener un poco al margen la situación haciéndose pasar por la chica que quería a sus guarda espaldas – ya regreso Ryuzaki – le dio una de sus sonrisas más hipócritas imposibles y me tomó fuertemente de la mano.
Odio era lo que sentía por Ryuzaki, pero también hay que admitir, que el odio no es más que simple amor resentido.