I
Trato de encontrarte, pero no puedo verte
La humanidad había sido liberada
Trato de escucharte, pero no puedo escucharte
La lucha finalmente había acabado
Entonces empecé a ver cosas que no podía ver,
Cuando el último titán cayó
Oír cosas que no podía oír
También cayó el soldado más fuerte de la humanidad
Porque después de que te fuiste, recibí un poder que no tenía antes
-Levi –pronunció Hanji parada del otro lado de la puerta, fuera de la habitación
Un silencio sepulcral se produjo en el largo corredor del castillo, la castaña alzó la mano y tocó con el dorso de la mano dos veces
-Levi, sé que estás ahí, sal, necesitamos hablar un momento –permanecía cabizbaja con la mano sobre la puerta, en su voz denotaba un dejo de tristeza
Una vez más el silencio se hizo notar y Hanji se retiró sosegada por el pesar que desteñía aquella habitación
El chico dentro se dio la vuelta recostado en la cama, no llevaba el uniforme. Posó la mano en su frente y desvió la mirada a la nívea luz que entraba por la ventana, quemaba sus ojos y los cerró fuertemente, no creía poder soportar mucho más.
-Eren… -susurró apacible
Una lágrima rodó por su mejilla, abrió sus ojos oliva lentamente, centelleaban por la luz entrante a la habitación y su lúgubre mirar reflejaba su cercano estallar.
Levantó una mano extendida al cielo y la empuñó llevándola al pecho, se retorció apretando fuertemente los labios, no debía llorar.
Un sobre magullado se divisaba por encima del escritorio, y una hoja color sepia se asomaba en él, se distinguía una letra a tinta negra, fina y un poco desalineada pero legible. En el encabezado podía leerse claramente “Para Levi” y al final se percibía una firma difusa “Eren Jaeger”
Era 25 de diciembre, el mismo día que el año anterior se le había declarado Eren, la misma noche que le había deseado: “Feliz cumpleaños heichou!” y cuando Levi le había dicho “Te quiero”
La única Navidad que había disfrutado realmente en toda su vida, pero ahora poco le importaba, se levantó de la cama, como si el cuerpo le pesara, arrastró los pies hasta llegar al escritorio y tomó la carta entre sus manos. Se acercó a la ventana observando la luna brillar y recordó su sonrisa una vez más. Sus enormes irises verdes. Despedazó la carta y esparció los fragmentos a la suave brisa que movía sus cabellos levemente.
Los observó alejarse con el viento, conforme se marchitaba su corazón.
II
Flash Back
Era 24 de diciembre, todos en la legión de reconocimiento estaban emocionados porque al día siguiente sería Navidad y se les daría el día libre para estar con sus familias, TODOS menos Levi, que como siempre estaba con su característico semblante frío mirando los preparativos que estaban organizando para la fecha, lo festejarían en el castillo, dado que muchos de ellos no tenían a donde volver o una familia con quien estar.
-Tch –dejó escuchar el peli-negro cruzado de brazos recostado en una columna
-Levi que amargado eres, quita esa cara y ven a ayudarnos con los preparativos –dijo Hanji mientras llevaba unas cajas con objetos para decorar- además también es tu-
-Cállate cuatro ojos –la cortó Levi antes de que pudiera terminar de hablar- no me interesan esas banalidades
-Que malo~ pero podrías ayudarnos –insistió la castaña
-No. –dijo tajante el pelinegro antes de que Hanji pudiera decir algo mas
-Ahh? Y Por qué? No te gusta la Navidad porque el árbol es más alto que tú verdad? –Hanji sonrió con sorna, a sabiendas de que haría enfadar al pelinegro
-Cállate, nunca estuve de acuerdo con hacer estas estupideces, es todo idea tuya y de Erwin –espetó molesto
Iba a darse la vuelta para marcharse a su oficina puesto que ver aquello lo agobiaba pero al hacerlo se topó con un cuerpo más alto que él, quien enseguida perdió el equilibrio y cayó al suelo dejando caer algunos decorativos navideños.
-Mocoso, qué crees que haces?
-Ah? –Eren aún con los brazos apoyados en el suelo, miró hacia arriba para ver al culpable de su dura caída –Waa heichou disculpe! –exclamó Eren incorporándose de inmediato haciendo una reverencia
-Te pregunté, qué haces? –reiteró Levi viéndolo sobre el hombro
-Estaba ayudando a la mayor Hanji a decorar el castillo –respondió firme Eren ante la mirada fulminante de su superior
-Yo no te di autorización para ello, deberías estar entrenando tu forma de titán
-Aaa Levi no seas tan duro con el pobre Eren, déjalo que me ayude por esta vez –se entrometió Hanji en la conversación
Ante la mirada suplicante de Hanji y Eren, Levi terminó por ceder de mala gana
-Tsk, está bien –dijo y se marchó dejándolos solos con los preparativos
-Mayor, enseguida vuelvo –dijo Eren luego de que el sargento se fuera, y salió corriendo por el mismo camino que Levi
-Okaay, pero no demores Eren, tenemos mucho por hacer aún –le gritó mientras se alejaba- creo que esto se pondrá interesante –se dijo a sí misma y una sonrisa surcó sus labios
Levi iba camino a su oficina, realmente detestaba las fiestas porque todo el mundo holgazaneaba y olvidaban su trabajo, pero más importante: siempre después de los festejos quedaba todo sucio.
Oyó unos pasos detrás y se dio la vuelta, era Eren, quien se detuvo justo frente suyo jadeando, por lo que dedujo que lo había estado siguiendo
-Qué quieres moc- -Eren se abalanzó sobre él haciendo que quedara contra la pared, puso sus brazos a cada lado del azabache que abrió los ojos en signo de sorpresa, pero no tardó en recuperar su característica seriedad
-Qué pretendes? –se cruzó de brazos y lo miró fijamente a los ojos con frivolidad
-Yo… heichou… -tragó saliva y lo miró directo a los ojos tomando valor para hablar –Lo quiero a usted –declaró y depositó un casto beso en sus labios
Mi ser egoísta, que siempre sólo se conocía a sí mismo
El pelinegro por alguna razón tardó en reaccionar, abrió los ojos de par en par al sentir los labios del castaño sobre los suyos pero al reparar en lo que sucedía no dudó un segundo y le asestó un golpe en la mejilla tirándolo al suelo
Mi ser despiadado, que ni siquiera conocía tu corazón
-No vuelvas a tocarme mocoso insolente –lo observó mientras pasaba el dorso de su mano por sus labios. Se fue dejando a un dolido Eren cabizbaja mirando al suelo, el rechazo dolía más que el dolor físico. Una lágrima cayó sobre la fría loza.
Yo no sabía lo agradecido que era tu amor
Levi caminó hasta su habitación, entró cerrando la puerta tras de sí y recordó el beso que le había dado el castaño segundos atrás tocando sus labios con la yema de sus dedos, dio un golpe con el puño de la mano a la pared
Aún no puedo creer que he cambiado así
-Qué me estás haciendo mocoso? –se dijo a sí mismo cerrando fuertemente los ojos