“Deja de ser tan perfecto” quería exigirle al menor, en cuanto lo vio salir del departamento sintió aquello que aprisionaba su pecho cada vez que salían, era tan idílico, era todo tan perfecto estando con Lay.
Al verlo Yixing sonrió, y allí estaba el hermoso hoyuelo que amaba, ama sus labios, ama su voz, ama su inocente mirada, él ama absolutamente todo que involucre al joven chino. Suho extendió su mano para que Lay la tomara y así fue. Sienten, sienten la calidez del contrario entrar por su palma, sienten todas las emociones que pueden rodear a un corazón atrapándolo, drogándolo de dopamina haciéndolos perder la razón, ninguno de los dos quisiera que fuera de otra manera.
No era una historia de amor adolescente llena de drama y angustia, no, a ellos el amor había llegado cómo una cinta poderosamente fuerte que juntaba los fragmentos rotos que dejaban sus pasados, uniéndolos cuidadosamente reconstruyéndolo todo, haciendo dos nuevas personas con almas recién sanadas esperando seguir conociendo aquel sentimiento embriagante, aquella hermosa sensación que hacia cosquillas por todo su cuerpo.
Las luces a su alrededor eran cómo pequeños recuerdos perdiendo brillo en sus mentes, quedando atrapados en la lejanía, el auto no iba rápido, pero todo a su alrededor se movía con una velocidad sorprendente.
El edificio ante ellos no parecía un simple edificio, con la compañía que tenían todo parecía tan irreal.
Estaba en un reluciente restaurante en medio de la iluminada ciudad de Seúl, no era muy noche, el cielo estaba tintado de colores parecidos a acurelas haciéndolo ver hermoso. El sol demostrando su presencia cansina mientras se dejaba atrapar por nubes reflejadas de una luz anaranjada, todo inundado de un cielo amarillo con pequeñas manchas azules y purpuras. Así es como Lay lo veía desde su lugar alado de la ventana, observaba ver la vida de los demás pasar mientras que la de él jugaba con un reloj en mano deteniendo y acelerando el tiempo a su gusto.
Esperó a que el mayor llegara.
Suho le había pedido amablemente que bajara y pidiera por una reservación a su nombre, que lo alcanzaría en cuanto terminara una llamada que haría al trabajo. No había sido una total mentira, sí hizo una llamada, pero fue a su hermano pidiendo que cuidaran bien de Yixin, una niña a la que le había ganado mucho cariño.
Estaba nervioso, temía bajar del coche y echar todo a la borda, todo lo que había logrado en tan poco tiempo. No lo dejaría ir, no permitiría que nadie se apartara otra vez de su lado, no permitiría que nadie más se escapara de entre sus dedos como agua. Bajó del coche apretando la quijada para deshacerse un poco de los nervios.
“Ya no te quiero nunca más en mi vida, soledad”.
Lo vio, sus piernas perdieron fuerza y él toda la determinación. Estaba sentado con la cabeza hacía la ventana mientras reposaba su barbilla en su mano, la luz de afuera haciendo un delicado contraste con sus hermosas facciones. Soltó un suspiro y siguió caminando.
-Hola-Le sonrió haciendo que su corazón diera un brinco.
-Tardaste mucho-
-Lo lamento, no quería hacerte esperar- El menor asintió dándole a entender que no había problema –Comencemos. Hola, soy Kim Joonmyun- Extendió su mano esperando que no notara que temblaba. Yixing frunció el ceño, pero siguió el juego tomando la mano del mayor a manera de saludo –Encantado de conocerte…-
-Zhang Yixing. Es un gusto también para mí- Se sonrieron y deshicieron el apretón.
Llegó un mesero para recibir su orden, ambos pidieron y tan rápido como vino el mesero se fue. La comida no tardó mucho en llegar, tiempo que utilizó Joonmyun para pensar en todo lo que diría.
-Permíteme darte una introducción de mí- Dijo de repente haciendo que Yixing posara su mirada curiosa sobre él. Suho nunca le había contado nada a detalle acerca del antes que él llegara a la vida del mayor –Soy contador, me gusta pensar que por cada cifra que veo es una sonrisa por una recompensa del arduo trabajo de una persona. Tengo un hijo que actualmente vive con su abuela, no es mi hijo biológico pero lo amo como tal. Su madre nos dejó unos años atrás cuando Chanhee, ese es su nombre, era muy pequeño. La ame y aún la amo con todo mi corazón, la conocí en la universidad, nos casamos y vivimos felices cuidando de nuestro hijo hasta que le diagnosticaron una horrible enfermedad.
“Ahora hay alguien más que hace que mi mundo se detenga”- Soltó y sintió como el candado de tenía aprisionado a su felicidad era roto quebrándose en partes tan pequeñas que hasta el viento podía arrastrar. Tomó de un solo trago la mitad del líquido en su copa.
Observó como Yixing se acomodaba en su asiento para después aclararse la garganta.
-Yo…-Notó como se ponía nervioso y colocaba delicadamente sus manos sobre la mesa –Yo…me acabo de mudar de China. Soy enfermero de un hospital en el centro de la cuidad, quise dedicarme a eso porque así podía ayudar a la gente mientras va dejando parte de sí en el hospital, algunos salen pero otros terminan allí no sin antes contarme, obsequiarme, una anécdota de lo que vivieron, me recuerdan a mi mamá, murió hace algunos años en verano. No conocí a mi verdadero padre, pero el papá de mi hermana me quiso como lo haría uno, así como tú con Chanhee –Le sonrió para después continuar con ojos tristes haciendo al mayor perder el aliento –Siempre he sido muy extraño y olvidadizo, pero nunca he podido olvidar cómo la gente se burlaba de mi. Nunca he estado en una relación, pero quisiera estarla ahora que conozco al hombre con el que quiero compartir el resto de mi vida- Se sonrojó al igual que el menor. Quería levantarse y besar al joven delante de él, pero no, en ese momento ambos eran desconocidos, además que no quería que las cosas fueron así de bruscas con Yixing.
Al terminar de comer entre comentarios triviales en un ambiente que los llenaba de seguridad y regocijo partieron hacia el estacionamiento.
-Xing- Joonmyun se detuvo y suspiró tratando de darse seguridad. Yixing sintió la cálida mano del mayor rodear su muñeca haciéndolo voltearse –Las personas de haya eran desconocidos, ambos olvidarán lo que hablaron. Nosotros no somos desconocidos, quiero que…Si tú quieres, quiero que tú y- Miró los ojos del menor llenos de brillo -…Yo comencemos de nuevo. Sé que el pasado no se puede olvidar porque son quemaduras que nos dejaran marcados para siempre, pero anhelo curarte por que yo…-Sintió la mano bajo su agarre temblar y todo pasó tan rápido que ni siquiera le dio tiempo de pensar, sólo logró observar los labios del menor abrirse.
-Te amo- Soltó Yixing. Todo, absolutamente todo a su alrededor comenzó a dar vueltas, su sangre perecía haberse detenido para después encender una alarma urgente para que todo comenzara a avanzar con rapidez dentro de su cuerpo.
Yixing apartó su brazo del agarre del mayor para después juntar sus manos y entrelazar sus dedos, ambas encajaban a la perfección. Joonmyun se acercó al menor lentamente posando delicadamente su mano en la mejilla del joven frente a él, ambos miraban los labios contrarios mientras Joonmyun se acercaba lentamente a Yixing. El tiempo detenido, sólo estaban ellos dos en ese mundo lleno de amor. Estaban a una distancia escasa cuando ambos se miraron a los ojos y se inclinaron un poco para juntar sus labios.
Lento, todo era lento, menos sus corazones. Sus labios danzaban a una melodía de cuerdas imaginarias. El movimiento constante de los labios de Suho sobre los de Lay, embriagándose del aroma del menor. Yendo más allá de los besos robados anteriores, aquello era más, mucho más, lleno de amor. Joonmyun condujo la mano de Lay hasta su hombro mientras que rodeaba su cintura con su brazo sin dejar el agarre que tenían en la otra mano. Los carnosos labios de ambos explorando la suave textura de otro para después finalizar con un silencioso dulce beso.
-Te amo- Dijo sobre los labios del menor y después ambos soltaron una risita tonta, se abrazaron con una sonrisa creciente en sus rostros.
El sol decadente y la luna naciente fueron testigos de aquella revelación de amor, si los astros tuvieran sentimientos seguramente estarían celosos. El atardecer rodeándolos soltando suaves corrientes de viento. El lapso del día y la noche era como el inicio y el fin de una etapa de la vida de las dos personas que seguían abrazados respirando el aroma peculiar del contrario. El día y la noche tenía un punto medio y aquel era la tarde. El dolor y el amor también tenían un punto medio; la esperanza que el destino otorga.
Fragmentos reunidos recreando un fuerte lazo envuelto en llamas ardiendo de amor.