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Maldito Corazón |BangHim Fanfic| por RushanaChan

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Notas del capitulo:

Por fin puedo actualizar :'c Fueron días bastante agitados en el colegio(?)

He tomado una sugerencia de hacer capítulos más largos :) 

A pesar de que la nave pareciese pequeña por fuera, era lo suficientemente espaciosa como para separar a cada uno de sus tripulantes en ambientes separados. Zelo no se separaba  de su creador. Preguntaba cosas todo el tiempo, acerca del funcionamiento de la nave, del nuevo planeta al que iban, de la razón del viaje. Todo como si fuese un niño. Y Yongguk le respondía cada una de sus preguntas con suma calma. No del mismo modo reaccionaba el comandante, quien solía perder la paciencia ante el robot y últimamente había decidido ignorarlo. Más allá de eso, no había más diálogo entre ellos. Himchan se la pasaba alejado de los otros dos en la sala del comando de la nave. Yongguk no pisaba aquella sala, pues no quería cruzarse a su comandante, así que convivía en el pequeño cuarto que servía de descanso, con su fiel robot al lado.

De ese modo, ese silencio reinaba en el ambiente del viaje espacial. Cada uno en su mundo, cada uno en sus cosas. Por un lado, Himchan se veía torturado por una culpa de causa desconocida. El no poder recordar por qué el rostro de Yongguk se le hacía tan familiar le estaba desesperando. Pero la razón de su culpa no podía provenir de allí. Por otro lado, el sicario pasaba casi todo el tiempo tendido en su catre, mirando hacia arriba, pensando minuciosamente cómo serían las cosas de ahora en más. La estrategia de su misión paralela debía ser perfecta. Nadie debería sospechar de la verdadera intención de su viaje. Y estos pensamientos se veían interrumpidos por el recuerdo del primer encuentro con el comandante. No era como él lo había imaginado. Le había parecido tan vulnerable. Le había parecido simpático a primera vista. ¡¿Qué estoy pensando?! repetía en su mente. No podía tolerar ninguna distracción.

Zelo, en cambio, seguía con sus preguntas y cuestionamientos. Pero no tardó en captar la tensa atmósfera de sus compañeros. La altanería y soberbia del comandante, sumado a su indiferencia, hicieron que tomara partida por su creador.

Entonces no tan solo el silencio se apoderaba del ambiente, sino también la clara división entre ellos.  Y así fue durante todo el viaje a aquel planeta desconocido. Mientras tanto, todos habían leído y estudiado los comportamientos y las costumbres de los terrícolas y habían descubierto muchas cosas que le llamaron la atención. Por ejemplo, su fisonomía era igual, el lenguaje no era difícil de aprender, la tecnología no estaba tan desarrollada como en Mato y la industria musical parecía una fuente de fama asegurada. No era así en Mato, pues los músicos no tenían gran renombre, actuaban en el anonimato y a algunos ni siquiera se les pagaba por su trabajo. No era algo en lo que estuvieran interesados, y esto se debía a la constante actitud belicosa de los planetas a su alrededor, que obligaron a Mato a apostar toda su inversión en la milicia. Por eso, las guerras eran algo habitual. Así también como los gobiernos totalitarios y la existencia de una autoridad que gobernara al mundo entero. Pero la población de ese planeta no había visto la necesidad de sublevarse contra ese orden. O no habían tenido la posibilidad de hacerlo.

Yongguk era una de esas personas que querían sublevarse contra ese orden. Empero, aquello que se lo impedía no era miedo, sino sentido común. Por más que juntara a todos sus conocidos, que pensaban igual que él, iba a ser imposible que igualaran al número de soldados que componían el ejército enemigo. Podría intentar convencer a más gente. Pero se le hacía difícil confiar en los demás o expresar sus ideas. Por esta razón, a pesar de su impecable voluntad y actitud de líder, su perfil no era el de un revolucionario.

Pero esta vez, estaba cien por ciento seguro que si cumplía esta misión, el cambio se avecinaría en Mato, y entonces un nuevo orden surgiría. Uno mejor, sin corrupción ni fraudes. Más justo. Y era esto lo que pensaba mientras veía como los labios de su comandante se movían en tanto formulaba el plan de acción que ejecutarían en el nuevo planeta. Estaban cerca, así que los tres alienígenas se congregaron en la sala de mando para escuchar las órdenes de su comandante.

-Como sabrán, la posible energía que reemplazaría la de nuestro planeta es algún tipo de emoción que los terrícolas demuestran al escuchar música. Pero no es tan simple como eso. Aquellos que hacen música en ese planeta le dan mucha importancia al mensaje de las canciones, a la imagen visual y a su repercusión social. Al menos así será el grupo que conformaremos-. Explicó con leves ademanes.

-¿Grupo?- interrumpió el robot arqueando levemente una ceja, al parecer sin comprender mucho.

El comandante le dedicó una mirada algo irritada y molesta por la interrupción. Suspiró antes de contestar. -¿Acaso no leíste nada? –.Inquirió no de muy buena manera, al mismo tiempo que Yongguk le fulminaba con la mirada por hablarle así a su robot. –Los terrícolas a veces suelen dividirse en grupos para hacer música. Y cada uno tiene un rol, por ejemplo, uno es la voz principal y otros tocan algún instrumento en particular. Pero en el género en el que nos desenvolveremos todos cantaremos y bailaremos, aunque sin perder el rol de cada uno. Una empresa debe contratarnos e invertir en nuestro trabajo. Para ello, audicionaremos junto con otros aspirantes para conformar un grupo-.

-¿Audicionaremos?- Volvió a interrumpir Zelo inocentemente, ganándose otra mueca de irritación de Himchan.

-Quiere decir que mostraremos nuestros dotes musicales frente a un jurado, quienes determinaran si somos el tipo de músicos que ellos buscan- Respondió cortante.

-¿Qué sucede si alguno de nosotros no convence al jurado y no es elegido?-. Preguntó esta vez Yongguk, sorprendiendo a Himchan el escuchar aquella voz que no se había pronunciado en todo el viaje sino hasta ahora.

-Buena pregunta- Respondió con falsa sorpresa, pues él sabía la respuesta a esa pregunta. –Es muy seguro que los tres seamos convocados, porque es evidente que nos destacaremos entre los terrícolas. Nuestras habilidades y voluntad de trabajo superarán a todos. Somos distintos a los humanos, en muchos aspectos. Llamaremos la atención en nuestra performance- dijo con una sonrisa ladina –Así que no hay que preocuparse por eso. Cuando lleguemos, les explicaré bien lo que deben hacer ese día. Pero tomando la oportunidad que hablamos de esto, se los adelantaré: Yongguk- nombró al mayor dirigiéndole la mirada –Tú serás el líder del grupo y te encargarás de algo que los terrícolas llaman “rap”, algo de lo que seguro leíste en estos días. Y tú, Zelo, te encargarás de esto también, pero además, serás uno de los bailarines principales- Explicó esta vez mirando al robot, a quien le brillaban levemente los ojos al escuchar eso que le parecía tan interesante- Yo seré vocalista y me desenvolveré en la ejecución de varios instrumentos- aclaró sin que se lo pidieran. –El día de las audiciones, cada uno hará algo referido a lo que les dije-.

La explicación seguía con otras aclaraciones de, por ejemplo, la empresa de la que formarían parte o la ciudad a la que iban. Según los cálculos del comandante, estarían llegando muy pronto. Llegada la hora de dormir, ni Yongguk ni Himchan habían logrado conciliar el sueño, a diferencia de Zelo, quien aún no tenía ninguna preocupación en su cabeza como para impedirle dormir. Pero los dos restantes estaban muy ensimismados en sus cosas. En unas horas, comenzaría el verdadero desafío, como si no hubiera suficiente tener que soportarse el uno al otro en ese viaje. ¿Lograrían ganarse el corazón de los terrícolas con música? No le hallaban una explicación lógica todavía.

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El aterrizaje no había presentado ningún tipo de dificultad. El lugar elegido era una especie de descampado, totalmente desolado, sin mucha vegetación. Se colocaron las lentillas en los ojos antes de bajar, aquellas que les permitieran adaptarse a la atmósfera de la Tierra. Los tres se vieron obnubilados por el paisaje, por lo que hubo un silencio en el que solo se escuchaba el sonido del viento despeinando sus cabellos y moviendo sus trajes.

-El cielo… Es azul- Rompió aquel silencio Zelo, mientras  apuntaba con su dedo índice como un niño en dirección a la gran bóveda azul que cubría al planeta.

-Es hermoso- Dijo Himchan, conmovido y sin molestarse con el pequeño robot esta vez, sonriendo levemente. Bajó la mirada y se topó con la del mayor, una vez más generando esa especie de incertidumbre en ambos. Ambas sonrisas se desvanecían lentamente y ese contacto visual otra vez solo había sido de unos segundos, pero a ellos les había parecido mucho más largo. Era como si ambos se preguntaran qué debían pensar de aquel que tenían al frente. ¿Asesino? ¿Hipócrita? ¿Monstruo? ¿Culpable? No lo sabían, y eso debatía cada uno en su cabeza. Pero al final siempre se convencían de que el otro era una amenaza, cada uno a su manera.

-Será mejor que ocultemos esto- dijo el comandante mientras sacaba un pequeño dispositivo con numerosos botones. Apuntó con el mismo hacia la nave y presionó uno de los botones, haciendo que la nave se volviera transparente, prácticamente invisible a los ojos, a menos que alguien se acercara y lo notara con el tacto. Yongguk observó impávido mientras eso sucedía, mientras que Zelo lo observaba muy asombrado, así como lo hiciera con todo ya que le era desconocido.

De pronto, una van de color negro con vidrios polarizados se acercó hacia ellos en aquel páramo. Yongguk parecía ser el único que la había notado, frunciendo el ceño dudoso. Se detuvo a unos metros de ellos y Himchan dirigió su mirada a ella, posando su mano por arriba de sus cejas para observar mejor y asegurarse de que era el vehículo que estaba esperando.

-Eso fue rápido- comentó con una sonrisa mientras les hacía una seña a sus compañeros. –Eso nos llevará a nuestro destino- les dijo mientras caminaba hacia uno de los costados del vehículo. La puerta se abrió, deslizándose a un costado, para que ingresaran. Primero lo hizo el comandante y luego los dos restantes, algo inseguros ya que no sabían que irían a buscarlos.

Los asientos eran de a tres, justo para que se sentaran juntos, pero al sentarse el comandante en la primera fila contra la ventana, Yongguk decidió dirigirse a la fila de atrás y Zelo, como era de esperarse, le siguió y se sentó a su lado. De ningún modo se sentaría al lado de Himchan, eso le obligaría a estar cerca o hasta a mantener una charla con el comandante. Himchan notó aquella actitud, y no supo explicarse por qué al parecer él no les caía. Nunca le había pasado, pues los soldados que comandaba le tenían mucho respeto y siempre andaban con él. En cambio esos dos no eran así, hasta le ignoraban. No pudo evitar sentirse raro. Como ofendido o decepcionado. Y era la primera vez que se sentía así. Frunció el ceño mientras miraba por la ventana y sacudió su cabeza para sacar aquellos pensamientos de su mente. Ellos también venían a cumplir la misión, cueste lo que cueste, así que tarde o temprano tendrían que llevarse bien, o si no, nada funcionaría.

Yongguk también miraba por la ventana junto a Zelo, quien se le había pegado para poder mirar él de igual modo. Ambos observaban como unos edificios se asomaban en el paisaje. Estos eran gigantes y muy vistosos. La extraña vestimenta de la gente les llamó la atención. Demasiados colores y accesorios. Pero no les había causado el mismo asombro que cuando vieron el cielo azul. La camioneta se detuvo, luego de varios minutos de viaje, en una calle llena de más edificios como los que habían visto al principio y Himchan les indicó que allí debían bajar. Lo hicieron de inmediato y, ni bien los tres descendieron, la camioneta partió de allí, tan rápido como había aparecido hace un rato. Yongguk la siguió con la mirada, pensando quiénes se hallaban allí dentro manejando.

-Síganme. Rápido.- ordenó el comandante. Sus soldados le siguieron y entraron a un edificio que luego notaron que era un hotel. –Ahora esperen aquí- volvió a indicar Himchan, deteniéndolos bruscamente donde estaban, acercándose solo a la recepción. Movido por la curiosidad, Zelo empezó a merodear por la sala de estar, sin que Yongguk dejara de vigilarlo, por las dudas. Por un momento, abandonó aquello para fijar su atención en el comandante. Hablaba por lo bajo con el recepcionista, mientras él asentía impávido. Pudo detectar el modo altanero con el que le hablaba al recepcionista y se irritó, distrayéndose de lo que Zelo  hacía en ese momento. El fiel robot había estado observando a una persona en particular. Se le acercó de manera extraña, lo que asustó a aquella.

-¿Por qué tus ojos son distintos?- preguntó inocente una vez que se acercó a una mujer que, al parecer, era una turista. Esta seguía asustada sin responder, y sin tener tiempo de hacerlo, pues en ese instante Himchan tomó del brazo al robot.

-Mil disculpas, señorita- interfirió el comandante con una sonrisa amable mientras se alejaba un poco, aun tomando del brazo de Zelo. Lo apretó con fuerza, listo para darle un sermón, cuando Yongguk tomó de su muñeca y le dedicó una mirada asesina. Ya había permitido que le contestara de mala manera antes, pero no permitiría que le tocara un pelo. Himchan sintió como las uñas del mayor se encarnaban en la piel y el dolor fue inevitable, por lo que inconscientemente soltó el brazo del robot, entendiendo las intenciones del sicario.  Himchan frunció el ceño alejándose mientras tomaba de su muñeca adolorido.

-¡No puede hacer eso! ¡Nos van a descubrir!- dijo molesto al creador del robot. -¡Se supone...!

-No lo toques.- interrumpió Yongguk fulminándole con la mirada otra vez, haciendo una pausa en cada palabra con la intención de que le quedara bien claro. Miró disimuladamente a su alrededor y algunas personas habían notado el pequeño pleito, dedicándoles un par de ojos curiosos mirándolos. –Deberíamos irnos de aquí- dijo Yongguk, tomando su esperado rol de líder. Esta actitud de su parte enfureció al comandante, ya que él debería ser el líder del grupo musical, y no de la misión. Pero decidió callarse e indicar a donde debían ir ahora. La expresión de Zelo en todo ese rato era una mezcla de miedo y aun más curiosidad. No le gustó para nada aquella situación entre sus hyungs, pero tampoco le había gustado que Himchan lo tomase del brazo, considerando que si a su creador no le agradaba el comandante, a él tampoco. Pero la idea de haber visto a un terrícola cuyos ojos no eran rasgados aun daba vueltas en su cabeza. Eso había sido revelador, y despertó aun más esa curiosidad por el nuevo planeta.

El apartamento que les habían asignado tenía dos cuartos, uno con dos camas y el restante con una sola. Como si el destino se hubiese empeñado a sostener aquella división. Pero solo se quedarían allí esa noche, tal vez la siguiente también, porque las audiciones eran al día siguiente. No se preocuparon demasiado por aquello que debían presentar en sus audiciones, pues al ver algunos videos que les servían de ejemplo lo vieron bastante fácil, algo que podrían estudiar en un par de horas.

La noche era perfecta para un agradable paseo, pero el incidente con Zelo había tensado aun más el ambiente, por lo que decidieron que quedarse allí era conveniente. Al revisar uno de los armarios del apartamento vieron un montón de valijas, cajas y bolsos. Himchan les explicó que aquellas contenían gran variedad de ropa y accesorios que estaban de moda entre los humanos. Había allí también un bolso que Yongguk tomó de inmediato, como si alguien fuese a quitárselo. El comandante le dedicó una extraña mirada, escuchando el sonido de unos metales o chatarras chocando entre sí dentro del bolso, como si algo destartalado estuviese ahí dentro. ¿Otro robot? No, por favor, pensó irónicamente. Vio como el mayor hacía a un lado aquel bolso pero decidió no preguntarle qué había allí, volteándose hacia los otros bolsos para echar un vistazo a la ropa.

Ya era muy tarde en la noche cuando Himchan seguía viendo la ropa, descubriendo un gran aprecio por combinarlas de distintas maneras según su gusto. Yongguk ya había partido hacia su cuarto hacía un rato, pero Zelo había decidido quedarse allí, solo porque se hallaba un sillón ahí que le parecía muy cómodo. Aprovechando que estaban solos, Himchan solía preguntarle de forma amigable su opinión acerca de las combinaciones que hacía con la vestimenta, pero el robot muy poco podía entender de esas cosas, por lo que solo se encogía de hombros cada vez que le preguntaba.

-Anda, solo dime si te gusta o no. Supongo que un robot tiene sus gustos- dijo quejoso, intentando entablar alguna charla con el robot, ya que por lo visto no podría hacerlo con su creador.

-Vamos, Zelo.  Es hora de dormir.- se dirigió Yongguk a su robot, apareciendo de súbito en la habitación. Este se levantó de inmediato mientras frotaba uno de sus ojos con el puño. Himchan seguía con la mirada como ambos se iban, sin propiciarle ninguna despedida.

Varios minutos después, el comandante también pensaba irse a descansar. Pero antes de llegar a su cuarto, notó como la luz del cuarto de sus soldados seguía encendida, acompañado de unos ruidos extraños. Movido por la curiosidad, se acercó sigilosamente hacia la puerta entreabierta. Pudo ver entonces que era aquello que contenía el bolso que tanto cuidara su soldado. Era un artefacto que constaba de una base de metal y un cilindro transparente, sellado con otra pieza de metal por arriba. Varios cables salían de esa base, los cuales conectó a una especie de generador de energía. Vio claramente como Yongguk alzaba a su robot y lo depositaba dentro de aquella cámara cilíndrica, poniéndolo de tal forma que se mantuviese de pie dentro del artefacto. Fue en ese momento donde dedujo que aquello era para cargar la batería del robot. Se alejo tan sigiloso como se había acercado y se dirigió a su cuarto, sin hacer ningún ruido, pensando si lograría llevarse bien con esos dos que, claramente, no tenían intenciones de llevarse bien con él.

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Las audiciones habían ido según lo planeado. En las tres presentaciones, los jueces esbozaron sonrisas que demostraban satisfacción y respeto, al mismo tiempo que los felicitaban por tan buen espectáculo. Pero quien más sorprendió a los jueces fue Zelo, ya que su apariencia de adolescente terrícola no contrastaba con el gran talento para rapear y bailar que tenía el robot.

Pasado el día, los tres se hallaban nuevamente en el apartamento y, sorpresivamente, cenando juntos. Recibir elogios y felicitaciones de los jueces y hasta de otros aspirantes, de algún modo, había mejorado el humor de los tres. Zelo no dejaba de comentar los numerosos cumplidos que había recibido, pero no en actitud de presunción, sino con una alegre y sincera modestia. Ni bien terminaron de comer algo que allí llamaban ramen, Himchan les indicó que debían hablar con la Gobernadora para comunicarle el éxito de las audiciones. Yongguk y su robot le siguieron sin reclamo hacia un pequeño living donde se hallaba un televisor. El comandante colocó una especie de antena muy pequeña encima del aparato y esperó que la señal de su planeta llegara. No pasó mucho tiempo hasta que la Gobernadora apareciera en la pantalla, ganándose otro pestañeo curioso de Zelo.

-¡Qué alegría verlos!- dijo la gobernante juntando ambas manos a la altura de su pecho, tomando ese tono de voz infantil característico de ella. Tanto Yongguk como Himchan captaron la hipocresía de aquel tono. Con seguridad, ella pensaría que habrían muerto en el viaje, o se habrían simplemente matado entre ellos.

-Le tengo muy buenas noticias, Gobernadora.- comunicó el comandante con una amplia sonrisa. –El viaje se desarrolló sin dificultades y las audiciones de hoy fueron un éxito-

-Bueno, aun no sabes si fueron un éxito. Hay que ver si la empresa los contrata.- dijo con una mueca que pudo interpretarse como una sonrisa irónica.

-Sabes que será así- respondió entre risas, tuteando a la mandataria sin problemas, y sin que esta se molestara, riendo con él.

-Está bien, están haciendo un muy buen trabajo- los felicitó. Luego, les volvió a recalcar la necesidad de que la misión fuera un éxito, pues un mes de energía era muy poco tiempo.

-Por cierto- se dirigió la Gobernadora a Himchan con una leve mueca de aflicción fingida. –Te llegará una noticia en estos días, quizás mañana-

-¿Noticia?- interrumpió extrañado.

-Si… Algo... Personal- intentó aclarar sin mucho éxito la mandataria. –Es algo que no corresponde decirte por una transmisión como la de ahora-.

-Está bien…- contestó el comandante al ver que ella no le aclararía mucho más acerca de aquella noticia.

La Gobernadora se despidió de ellos y la transmisión acabó. Hubo un momento de silencio antes de que cada uno se retirara por su lado. Los comentarios de Himchan para romper el hielo no se habían hecho presentes, pues el comandante estaba muy ocupado pensando en aquella “noticia” que le darían. ¿A qué se refería con personal? Fuese lo que fuese, no permitiría que aquello interfiera con la misión.

Notas finales:

Como dije, un capítulo más largo que los anteriores xD

Recuerden que el cielo de Mato era amarillo(?) Por eso se sorprenden tanto c:

El próximo capítulo será importante así que no tardaré en actualizar~

Puede que los hechos que narro se desarrollen un poco lento... Es que quiero profundizar las vivencias entre ellos antes de la llegada de Dae, Up y Jae. A pesar de que no lo demuestre, a Himchan le jode que lo ignoren y lo aparten así :'( Pero a Bang no le importa (?) A Zelo menos (??)

Gracias siempre por leer :'D <3

Suerte a todos kkk~ c:

 

 


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