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Maldito Corazón |BangHim Fanfic| por RushanaChan

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Notas del capitulo:

Por fiiiiin puedo actualizaar xD ;w;

 

Es bastante extenso así que espero que lo disfruten~ >u<

 

   

   

Semanas habían pasado ya de aquel incidente de la noticia. Como era de esperarse, el comandante pasaba gran parte del día encerrado en su cuarto desde aquel día. Pero algo realmente insólito le ayudó a sobrellevar la situación: la compañía de Bang Yongguk. Solía entrar de vez en cuando al cuarto del menor para llevarle comida o solo para hacerle compañía. Mantenían charlas espontáneas, sin peleas ni rencores aparentes. Mas muy errado estaría aquel que los tildase de amigos. Lo único que les unía era el sufrimiento y las experiencias compartidas, pero al menos la convivencia se hacía bastante llevadera.

Fue al día siguiente de la desafortunada noticia que Yongguk supo lo que realmente había pasado. Un poco después de que llegaran a la Tierra, un grupo de rebeldes entró por la fuerza en la casa de Kim Sun Young, la hermana del comandante. Según habían descripto los enviados de Mato, la joven había sido golpeada en todo su cuerpo hasta acabar con su vida. Pero antes de escapar, los criminales prendieron fuego la vivienda, localizada en las afueras de un pueblo a varios kilómetros de La Capital. Es bien sabido que la seguridad en los pueblos aledaños no es tan eficiente como en la zona de La Capital, es, para ser más específicos, realmente mediocre. Fue gracias a unos pueblerinos que notaron el fuego y corrieron a ver qué sucedía allí que la Milicia tomó partido en el asunto. De esta manera, las llamas no habían incinerado toda la casa, ni el cuerpo, lo que permitió un examen más preciso del crimen. Al hacer la autopsia, se confirmó la identidad de la víctima.

Lo que había venido en aquella caja que los chicos no se animaran a abrir, era nada más ni nada menos que algunas de las cosas que habían logrado rescatar del incendio. Pero todo esto solo le decía al comandante que todo estaba planeado. Esto había sido obra de aquellos grupos opositores que le odiaban, pero, ¿era necesario acabar con la vida de su amada hermana? La única que había sabido acompañarlo toda su vida. Alguien les estaba liderando, pues aquellos grupos eran bastante ineficientes, con pocos afiliados y con una postura siempre neutral. Alguien les había ordenado hacer eso, y supo que tenía que empezar a preocuparse.

Sin embargo, la relación que ahora entablaban Yongguk y Himchan no era porque el sicario se haya conmovido de la historia. Era como si se sintiera obligado a consolarle de algún modo. O era que realmente quería consolarlo. Pero cual fuese el motivo, esto estaba ayudando mucho a la convivencia y rendimiento del grupo en general. Muchos fans fueron a apoyarles el día de su debut, y siguieron recibiendo numerosos regalos. La imagen que otorgaban a los terrícolas era de frescura, juventud, energía y masculinidad, exactamente lo que TS Entertainment había planeado.

También se mostraban muy amigables hacia otros grupos. Especialmente de aquel grupo llamado Secret, que estaban a cargo de la misma empresa. del cual formaba parte Hyosung, la chica con un terrible parecido a la Gobernadora, y otras tres chicas llamadas Ji Eun, Sunhwa y Zinger. Daehyun parecía haber desarrollado una simpatía aun mayor con aquel grupo, pero ocultándola del resto de sus compañeros, seguramente por miedo a que se burlaran de él.

Todo parecía mejorar, y el objetivo de la misión se acercaba más a su realización. Últimamente se hallaban grabando un programa llamado “Ta Dah” para el canal en el que Himchan había trabajado antes del debut. Allí se mostraban como si fuesen “alienígenas”. Irónicamente, eso era lo que eran así que mucho no les había costado, y el público amaba aquellos personajes.

En aquel programa, el comandante y Yongguk parecían ser mejores amigos, como si siempre lo hubiesen sido, incluso, Himchan se daba el lujo de abrazarlo descaradamente cada tanto, y  el mayor no hacía nada para detenerlo. Pero detrás de las cámaras seguían con aquella extraña relación, que no era ni una amistad ni nada. Y ni siquiera se tocaban, pero estaban bien así, solo hablaban, muchas veces hasta muy tarde en la noche. Cabe mencionar que un día el comandante habló con Jong Up para decirle que quería cambiar de compañero de cuarto. A Jong Up le costó mucho aceptarlo, y aun más al saber que era Yongguk quien iba a reemplazarlo. El tipo no le agradaba para nada, y siempre pensaba que quería hacerle daño a Himchan, por eso le preocupaba dejar que compartieran cuarto. Pero aceptó porque había tomado aquello como una orden, y además, su comandante debía saber lo que hacía. Sin embargo, se propuso nunca bajar la guardia, pues aun no confiaba en Yongguk.

Y a quien también parecía inquietarle todo esto era al pequeño Zelo. Si bien su hyung seguía pasando tiempo con él, notó que ya no pasaba todo el tiempo con él. Estaba esa parte del día en el que su appa se iba con el comandante, y Zelo no podía tomarse aquello del todo bien. Desde un principio, Himchan no le había caído bien, ya que notó que este se llevaba mal con su creador. Y con todo esto, no podía describir lo que sentía. ¿Sentía? Al parecer si lo hacía, después de todo, no era del todo un robot.

En realidad, Zelo había sido alguna vez un chico llamado Choi Junhong. Alegre, jovial y lleno de vida, así lo habrían descripto sus allegados. Vivía en un pueblo al norte de Mato, tenía una familia, amigos, y le iban muy bien en sus estudios. Su vida era normal y sencilla, pero encajaba perfectamente con él, y estaba feliz con ello. Hasta que un terrible accidente arruinara aquella hermosa historia. Parecía ser el final de su existencia, el trágico y triste final de un pobre joven. Pero el destino quiso que aquello no sucediera. Las idas y vueltas de su “trabajo” habían llevado a Bang Yongguk hacia el norte, a aquel pueblo. Encontró a un Junhong a punto de morir, ensangrentado al costado de un camino a las afueras del pueblo. No dudó en ayudarle, pues algo que nunca se permitiría Yongguk sería no ayudar a un menor. No lo llevó a un hospital, pues no confiaba en el sistema de salud de aquella zona, sabiendo que el único en quien se podía confiar era en el de La Capital. Así que optó por llevarlo hacia donde estaba viviendo allí, en una pequeña cabaña. Yongguk sabía algo de medicina, pero seguro más que los del centro médico.

Pasado un rato, temió que el joven perdiera la vida, por lo que tomó una decisión que encajaba con algo que había estado planeando. Construir un robot. De eso sí que sabía, y sería mucho más seguro que confiar en sus saberes medicinales. Además, prácticamente el joven volvería a la vida. Por lo que sin dudarlo, decidió convertir al joven Junhong en “Zelo”, un robot diseñado para luchar, pero sin abandonar su persona anterior. Es decir, por más que ahora fuese un ochenta por ciento circuitos, aun quedaba un veinte por ciento de Junhong, de aquel joven que sentía y pensaba, y a veces no podía evitar salir hacia afuera.

El hecho de que prácticamente volviera a la vida le hizo olvidar todo recuerdo del mundo exterior y experiencias que tuviera de su vida anterior, por eso su comportamiento era el de un niño, preguntando siempre acerca de todo, y viendo a Bang Yongguk como su padre, y viceversa. Ambos se habían tomado mucho cariño, y se tenían solo el uno para el otro.

Pero todo esto que estaba sucediendo era nuevo para todos, los fanáticos, las chicas de Secret que querían ser sus amigas, los regalos, la industria de la música, la fama. Especialmente para Yongguk, quien últimamente sonreía más seguido y no dejaba de juntarse con Himchan. Y algo generaba eso en el pequeño Zelo, cuya vida anterior salía para imponerle un nuevo sentimiento: los celos. Estos surgieron definitivamente en el momento en el que su creador le anunció acerca del cambio de cuarto. No era nada significativo para Yongguk porque con toda la actividad que estaban teniendo, solo usaban el cuarto para dormir o cambiarse si es que salían. Sin embargo, el pobre Zelo no sabía cómo hacer para controlar esa nueva molestia que le acongojaba cada vez que veía a su appa con Himchan. Cuando supo lo del cambio, no supo cómo reaccionar, pero le sucedió algo parecido a Jong Up. Accedió porque reconoció una decisión que su creador había tomado, pero también lo hizo porque Yongguk le dijo que se divertiría más si compartiera el cuarto con el cadete Jong Up. De hecho, el cadete tenía la misma edad que Junhong tendría a esta altura. Yongguk consideró que sería bueno que entablara una amistad con todos, y no solo con él, puesto que estarían mucho tiempo en la Tierra, y Jong Up era la persona perfecta para que comenzara.

Aquello fue positivo, Jong Up y Zelo empezaban a llevarse muy bien, compartían todo, parecían hermanos.  Pero paralelamente a esto, el sentimiento extraño seguía presente en Zelo. Aun le molestaba cuando los mayores del grupo hablaban a solas o reían de las mismas cosas.

Algo tenía que hacer al respecto.

 

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-Aún no es el momento-.

-¿Qué? Dijiste que luego del debut de tu grupo sería la oportunidad perfecta- dijo una voz distorsionada.

-No. La energía que conseguimos no es suficiente. Hay que esperar- dijo el sicario, sentado frente a un aparato parecido a una radio.

-La misión oficial no tiene nada que ver con esto. Será como un accidente. La misión oficial no se cancelará-.

-Pero no será lo mismo...-

-Déjate de estupideces. No juegues con nosotros, Bang Yongguk- fue lo último que dijo aquella voz, y cortó la transmisión.

No será lo mismo. Ni él supo qué quiso decir con eso.

 

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-¿Un fansign?- preguntó Jong Up, recién levantado de la cama.

-Sí, lo dije hace unos días- le dijo el comandante. –Tienes que estar más atento-. Eso era un problema constante en Moon Jong Up, él presenciaba las charlas explicativas de su jefe, pero parecía hallarse en otro mundo cuando se llevaban a cabo. En general, sucedía a menudo y no solo en aquellas charlas. Sus miradas perdidas y constantes preguntas lo demostraban.

-Lo siento mucho, Himchan hyung- se disculpó el menor haciendo una reverencia, costumbre que había adquirido en el planeta actual.

Himchan le miró conforme con aquella disculpa. No solía retarlo demasiado, pues demostraba cierta preferencia con aquel soldado. –Como decía, hoy tenemos nuestro primer fansign. Jong Up, un fansign es una firma de autógrafos, donde los fanáticos piden nuestros autógrafos y también pueden preguntarnos cosas por escrito- explicó el comandante a todos los del grupo, reunidos en la cocina.

Terminaron de desayunar y se dirigieron a sus respectivos cuartos para cambiarse.  Pasó una hora cuando ya todos se hallaban en el pequeño living del apartamento para esperar a que su manager viniera a buscarlos. Cada uno llevaba un estilo particular, pero sin tocar sus cabelleras rubias, las cuales eran las que los identificaban.

Reunidos en el living mientras esperaban al manager, Himchan notó que Yongguk estaba más serio y callado de lo normal, y le pareció verlo algo nervioso.

-Bang, ¿Estás bien?- preguntó, viendo al mayor algo absorto.

-¿Qué? Ah, sí, estoy bien…- respondió indiferente a su pregunta, sin mirarle a los ojos.

El comandante iba a insistir, pero Young Jae les anunció de la llegada del manager. Aprovecharía entonces para preguntarle una vez que se sentaran en la camioneta que los llevaría al fansign, pero justo antes de que Himchan tomara lugar al lado del mayor, Zelo se interpuso ágilmente, de modo que era ahora el robot quien tomaría lugar al lado del líder. Bang notó eso perfectamente, pero no hizo nada al respecto.

En tanto llegaban al recinto donde se realizaría el fansign, podían divisar la gente que hacía la fila para el evento. Era impresionante la repercusión que habían tenido a partir de su debut oficial, hace ya dos meses. Todo pasaba muy rápido. Ya hasta ese momento, cada uno había desarrollado su personalidad, sus gustos, disgustos, y todo eso era sabido por sus fans, lo que les volvía a sorprender.

Una mesa con seis sillas fue lo que encontraron al ingresar al lugar donde sería el fansign. Se sentaron según el orden de cómo fueron entrando y hallaron un marcador para cada uno. Los fanáticos empezaron a ingresar, todos llevaban imágenes de ellos, individuales y grupales. Daehyun fue quien se sentó en el primer asiento, de modo que fue el primero en recibir a los fans. La mayoría, al menos las primeras, eran todas mujeres, y se veían demasiado nerviosas al encontrar cara a cara a sus ídolos.

Aquella timidez y nervios de sus fanáticas les conmovió, a la manera de cada uno.  Y algunas de las preguntas que les hacían les causaban gracia. Eran preguntas sencillas, acerca de gustos, opiniones de algo, o situaciones hipotéticas, algunas de ellas con múltiples opciones de las cuales debían marcar una. Las contestaban sin problema, y el curso del evento era hasta casi automático.

Pero hubo una pregunta que detuvo un momento ese curso automático. Le había tocado a Himchan.

¿Qué piensas del BangHim?

Al ver eso escrito en el pequeño papel junto a una foto de él, dudó. ¿Qué era “BangHim”? Claro que lo sabía, pero de una broma que una vez le hiciera uno del staff. Había sido una vez en la que el comandante había abrazado a Yongguk, pero en broma, como solía hacerlo ocasionalmente en las grabaciones. Pensó que aquella persona lo había inventado en ese momento, y quedaría en un simple chiste. Pero no. Que esa chica lo escribiera allí quería decir que ella y un montón de otras personas podían saberlo. ¿Qué era lo que le preocupaba? Que pasara de ser una broma y pensaran otra cosa.

No es real. Eso puso. Porque esa era la verdad. Ni siquiera una amistad había entre ellos.

Pero un momento después escribió: Special.

La chica se sonrojó un poco, y al mirar a Himchan a los ojos, este solo se rió. Como si estuviera bromeando. Por suerte, Yongguk no había visto eso, pues ni siquiera estaba cerca suyo, sino al lado de Zelo y de Jong Up. El comandante lo miró disimuladamente pero este no se daba por aludido. Parecía que este no era un buen día para el mayor, y a Himchan le dio curiosidad saber porqué.

 

 

~*~*~*~*~*~*~

Aquel día del fansign parecía no ser el único mal día de Yongguk. Dos semanas habían pasado y el mayor seguía distante. Aquellos días recibía “mensajes” que le comunicaban que debía cumplir con su misión lo más pronto posible. Pero no podía, las circunstancias no se lo permitían, y además, estaba llegando a disfrutar esta nueva vida que llevaba.

Por otra parte, aquel día era muy especial para el comandante: era su cumpleaños. En Mato también era característico festejar el cumpleaños de uno, incluso se daban regalos, como en la Tierra.  Pero se festejaban cada diez años, debido a las longevas vidas de sus habitantes. Además, no se estilaba lo de las tortas y las velas, por lo que cuando Himchan vio una torta en la mesa del comedor, de parte del staff, no supo cómo reaccionar. Fue allí cuando Young Jae le comentó acerca de la costumbre terrícola de los pasteles de cumpleaños y las velas.

Sin embargo, estaba siendo un día muy agradable para Himchan: había recibido muchos regalos, fueron a un restaurant de comida japonesa (que había encontrado muy deliciosa desde su venida al planeta) y todo el mundo le había felicitado. Todo el mundo, excepto Yongguk. Las últimas dos semanas Yongguk ignoraba aún más al comandante, y la situación ya se asimilaba a la del inicio, cuando estaban totalmente separados y ni se hablaban. Desde el inicio de aquel día, el sicario no le había dicho nada a Himchan, y era imposible que no supiera acerca de su cumpleaños teniendo a su entorno hablando de ello. Como era de esperarse, Zelo tampoco le felicitó, e incluso después de aquel almuerzo en el restaurant japonés, el robot y su creador se esfumaron, seguro para otra de aquellas salidas que hacían ambos.

Himchan notó esto, y tenía que admitir que le dolió, aunque sea un poco, que el líder del grupo lo ignorara de tal manera.  

Ya habían vuelto de almorzar y Himchan se hallaba sentado en uno de los sofás de la sala. No podía dejar de pensar en el repentino cambio de comportamiento del mayor. ¿Habré hecho o dicho algo?, pensaba, pues si así había sido, él no se había dado cuenta. Se sintió un estúpido, ¿desde cuándo le importaba? Yongguk ni siquiera era su amigo.

-Hyung, ¿estás bien?- preguntó Moon Jong Up, sobresaltando al comandante.

-Ah, eh… Sí, Jong Up. Todo está bien- respondió con una media sonrisa.

-Hyung… -dijo tomando asiento a su lado. –Recuerda que aquellos que están a tu lado son los que verdaderamente son tus amigos…-. Himchan le miró un momento y desvió la mirada. Al parecer, no podía ocultar su abatimiento ante Jong Up.

-Lo sé… Pero a veces uno comete el error de esperar ciertas acciones de los demás…-. Dijo bajando un poco la voz.

Se estaba empezando a plantear seriamente por qué le había dado tanta importancia. Jong Up tenía razón, quienes realmente lo querían habían pasado tiempo con él y le había felicitado. ¿Quiénes le “querían”? ¿Realmente pensaba que Yongguk podía “quererle”?

Eran casi las ocho de la noche cuando Zelo y Yongguk volvieron de su paseo y se aparecieron por el apartamento. Hace un rato habían llegado las chicas de Secret al apartamento para pasar a saludar a Himchan.

-Himchan, ¿y qué harás esta noche para festejar tu cumpleaños?- preguntó la líder del grupo, Hyo Sung, aquella con el parecido a la Gobernadora de Mato.

-Uhm… No lo sé, no tenía nada planeado-.

-Hay un lugar increíble para salir a bailar y tomar algo- comentó Han Sun Hwa, una de las chicas de Secret.

-¡Oh si! ¿Te refieres al que fuimos el fin de semana pasado?- preguntó Hyo Sung, recibiendo un asentimiento como respuesta. -¡Sí! Es increíble, y no queda muy lejos de aquí, ¿No les gustaría ir? –preguntó dirigiéndose a todos.

¿Un lugar para bailar y tomar? Lo único que podía asimilarse a eso en Mato era lo que ellos también llamaban bares. Pero obviamente a lo que Hyo Sung se refería era a un antro, a una discoteca. Todos parecían de acuerdo con la idea, y Himchan convenció a todos, pero habló en general solo para convencer a Yongguk, quien aceptó muy reticente a la idea.

Lamentablemente, como informara Hyo Sung, Jong Up y Zelo no podían ir, porque el lugar no era apto para menores de edad (teniendo en cuenta la edad que tuvieran en la Tierra). Al robot no le importó quedarse con Jong Up, a quien quizá podía considerar su amigo. Además, se la pasaban muy bien juntos.

 

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El lugar llamó la atención de los alienígenas. Especialmente el hecho de ver a la gente bailar tan pegada y de forma tan peculiar. Estaban pasando música electrónica, y a los chicos no les disgustó. Las chicas de Secret los llevaron hacia la barra, y cerca de ella habían unos asientos de color blanco donde decidieron tomar asiento. La chica a la cual llamaran Zinger anunció que iría por unas bebidas, sugiriendo si alguien quería acompañarle. Hyo Sung y Sun Hwa se levantaron, pero al ver que ninguno de los chicos que les acompañaban querían tomar algo, Sun Hwa tomó a Himchan por la fuerza y se lo llevó, diciendo que era su cumpleaños y ella le pagaría lo que consumiera.

Himchan la estaba pasando muy bien, disfrutaba de la música, bailaba de vez en cuando con alguna de las chicas de Secret o incluso con gente desconocida. Daehyun y Young Jae también estaban pasando un buen rato, pero se la mantenían casi todo el tiempo sentados en los sillones de aquel local mientras bebían algo, y Jae leyendo cosas en su celular. Aparentemente no había mucho diálogo entre ellos, pero siempre se la pasaban juntos. Congeniaban más entre ellos que con los otros, pues eran muy distintos a los otros miembros, empezando por sus oficios. Daehyun y Young Jae pertenecían a la Unidad de Inteligencia de Mato. Las personas que se desenvolvían allí eran personas sumamente inteligentes, astutas, misteriosos y bastante reservados. En realidad, aquella unidad no se llevaba demasiado bien con la Milicia. Y menos con uno de sus mayores exponentes: el comandante Himchan. Aquello se debía a un problema que había sucedido hace varios años, donde la Milicia culpó a los de Inteligencia de haber revelado secretos de Estado a los planetas vecinos. Aquello no era cierto, incluso fue desmentido con pruebas, y todo había sido tomado como un ataque y una grave ofensa por parte de los militares hacia los de Inteligencia. Años más tarde se haría un convenio de “paz” entre ambas unidades, pero la relación aún seguía muy susceptible. Por eso para la Unidad de Inteligencia fue muy difícil a la hora de aceptar enviar a dos de sus integrantes a una misión en conjunto con la Milicia. Solo lo hicieron por el bien del planeta, e incluso eligieron a dos de los mejores integrantes. Pero sin ánimos de volver a congeniar con la Milicia.

Pero el hecho de que Young Jae y Daehyun se llevaran mejor entre ellos se debía más a sus personalidades y formas de pensar. Además, no tenían un gran abanico de posibilidades para relacionarse “bien”: dos militares, un asesino a sueldo y un robot.

Las horas dentro de aquel local pasaban, pero como se estaban divirtiendo aquello no se sentía. Sin embargo, Yongguk no lo sentía porque había bebido demasiado. Él solía beber, pero muy pocas veces había llegado hasta el punto de perder la conciencia. La última vez que aquello había pasado era cuando un día había caído en la cuenta de que estaba solo. Completamente solo, sin su hermano, ni su hermana (peleada de por vida con su familia por una razón que ni él comprendía) y su madre en un estado decadente. A aquello, se le sumaba el hecho de tener que ganarse la vida matando gente. A él no le gustaba para nada, pero al mismo tiempo hallaba un placer perverso en eso, como si así se vengaría de la misma vida que llevaba. Era parte de su doble personalidad.

 Se hallaba solo, pues se había separado del grupo hace rato, y no estaba nada bien. Eran las  malditas bebidas de este maldito planeta, pensaba. Ver tanta gente lo abrumaba. Quería irse, pero no sentía el cuerpo. Nadie le prestaba atención, cada uno se hallaba en su mundo, probablemente igual de alcoholizados que él. Empezó a moverse entre la gente buscando una salida, pero parecía un recorrido infinito. Empujaba a todos los que se le cruzaban, pero no conseguía llegar a la salida del local. En aquel momento, su mente lo estaba agobiando con recuerdos angustiantes. Quiso desaparecer. De cualquier forma. Todos los rostros de los que había asesinado a sangre fría aparecían, uno por uno, recordándolos con exactitud, recordando sus suplicios, sus estúpidos intentos de salvar sus vidas. Todas las voces de esa gente en su cabeza, todas se mezclaban con esa música irritante, repetitiva, sin sentido alguno. Así era su vida. Seguía empujando a la gente, esa gente que se movía al ritmo de esa música insoportable, ¿cómo podían bailar aquello? Qué gente más estúpida era la de este planeta, qué gente más estúpida. Siguió empujando, pero probablemente estaba yendo en círculos, como siempre hacía en su miserable existencia. Se hallaba en un maldito abismo, sin dirección ni nada. Cayendo, cayendo cada vez más bajo.

Entonces, sintió que alguien le tomaba del brazo, previniéndolo de estrellarse contra el piso.

-¡Yongguk! ¿Estás bien?- dijo una voz diferente a las que sonaban en su cabeza, acabando con todas ellas. Vislumbró aquel rostro conocido: Himchan.

No contestó a su pregunta, y luego de incorporarse tomó con torpeza y agresividad al comandante, llevándoselo con él, yendo sin rumbo, pues estaba totalmente fuera de sí. Fue cerca de los baños, donde había otros sillones, cuando Himchan logró soltarse.

-¡¿Qué haces, animal?!- gritó enfurecido por el dolor que había causado en su brazo.

El mayor parecía no escucharle, pero no intentó agarrarlo de vuelta. Tomó de su rostro con ambas manos, como intentando recuperar la “cabeza”. Tomando su brazo adolorido, Himchan se acercó un poco al mayor. Le preguntó qué le pasaba, pero este no le contestaba. Aprovechando la cercanía del baño, el comandante decidió llevarlo al baño a tomar agua. Le tomó cuidadosamente del brazo, pero cuando Yongguk sintió aquel tacto le miró, y no accedió a acompañarle. Himchan volvió a intentarlo pero el mayor se estaba poniendo agresivo de vuelta. Fue allí cuando Himchan decidió tomar distancia. Pero Yongguk le tomó de la muñeca y lo atrajo hacia sí mismo. Se mantuvieron inmóviles en aquella posición. La cercanía de sus rostros en ese momento empezó a agitar la respiración del comandante. El mayor aun apretaba la muñeca del menor, pero fue disminuyendo la fuerza.

-Yo no quiero hacerte daño-.

-¿D-de qué hablas…?- cuestionó Himchan, luego pensando que quizá se refería a cuando le tomó del brazo y le había lastimado.

Pero no era eso. Yongguk se refería a su misión.  

Le odiaba. Le odiaba por haber encomendado la misión en la que su hermano muriera. Le odiaba porque, según le habían en el funeral de su hermano, la muerte de aquellos soldados entre los que se hallaba Yongnam se había debido a una estrategia mal diseñada del comandante a cargo. Una falla estúpida proviniendo de un comandante. Un hecho tan evitable.

Por eso, ya en sus días dentro de la cárcel, le había llegado una propuesta: matar al comandante Kim Himchan. Lo más sorprendente de todo era que aquella propuesta no era nada más ni nada menos que de la mismísima Gobernación.

Entonces todo tomaba sentido. Desde aquel incidente con la Unidad de Inteligencia, la Milicia no solo había cortado lazos con aquella Unidad, sino con parte de la Gobernación. Entonces salían a la luz muchos conflictos que fueron “tapados” por el Estado. Entre ellas, las condiciones miserables en las que vivían los soldados, la represión dentro de los mismos cuarteles por parte de los comandantes y tenientes, quienes eran los únicos beneficiados de esto, con salarios lujosos. Pero si esto era así, ¿por qué matar a un comandante que encima era amigo de la Gobernadora? Simplemente porque era uno de los exponentes más importantes de la Milicia.  A la Gobernadora le daba lo mismo si era Himchan o cualquiera de sus lacayos quien estuviera en el mando.. Pero también era porque había un cierto miedo de que los rebeldes de la milicia convencieran a Himchan de apoyar su causa y de que dejara este dejara de apoyar a la Gobernación. Sin embargo, con esto lo único que querían era generar miedo. Y porque así era esa gente. Falsa, hipócrita e injusta.

Por lo tanto, la forma perfecta de lograrlo era fuera de Mato. La misión a la Tierra era la excusa perfecta. La Gobernadora no había enviado a Himchan a cargo de aquella misión porque lo creyera capaz o el mejor de todos, como él creía, sino simplemente porque querían deshacerse de él.  Era la oportunidad perfecta, por eso decidieron enviar de encubierto a Yongguk. Era muy dudoso el envío de uno de los asesinos más temidos de Mato a una misión como esa, pero lo arreglaron con el pretexto de que se había arrepentido y quería ayudar a su planeta. Obviamente la gente lo aceptó. Porque eran tan indiferentes a todo. Era como una sociedad de papel.

Todo marchaba bien, pues incluso Yongguk tendría su venganza hacia el comandante por su negligencia en aquella misión que acabara con la vida de su hermano. Pero aquel día que lo viera por primera vez, cuando estaban por tomar la nave rumbo a la Tierra, había notado algo, pero no sabía qué era. Le había pasado también cuando se enteró de la muerte de su hermana y se hallaban ambos en su cuarto. Había reconocido que Himchan era tan miserable como él. Aquellas personas en las que él confiaba y apoyaba estaban planeando matarlo. Su muerte estaba predicha. Planeada. No se podría ser más miserable que eso.

Esta era la única vez que se conmovía con una víctima, justamente por eso. Toda la gente que le fue encomendado matar eran tipos de alta sociedad, líderes de mafias, con mansiones ostentosas, fortunas increíbles, y dueños de medio planeta. Para Yongguk eso era despreciable. Pero Himchan era un pobre tipo que pensaba que la gente le tenía respeto y le adulaba sinceramente. En realidad lo hacían por interés. Alguien que demostraba tener una fuerte personalidad cuando en verdad poseía una gran inseguridad. Alguien que había perdido a la única familia que le quedaba, o al menos se preocupaba por él. También estaba solo.

La cercanía de sus rostros en ese momento hizo que cada uno se conmoviera del otro. Un sentimiento tan real que ocupó todo en sus mentes. Ya ni escuchaban aquella música, ni veían a la gente bailando, ni los sillones, ni nada. Y fue Yongguk quien cortó con la pequeña distancia que los separaba uniendo sus labios a los de Himchan.

Pasión. Emoción. Ganas de vivir. Eso sintieron.

       

   
Notas finales:

VIVA EL BANGHIM okno

 

xD Bueno este fue el quinto capítulo. Amplié la historia en Mato, sé que puede ser medio densa, lo siento, pero es relevante xD

 

Algunas aclaraciones:

*Lo del fansign, como algunos sabrán, pasó en la vida real xD pero no en el primero como en esta historia

*Hana es Zinger porque así era su seudónimo en esa época

*La relación que entablan Guk y Channie no es una amistad. No sé si alguna vez les pasó de encontrar a alguien que, no se porque, tienes esas ganas de contarle tu vida y escuchar su vida también. A mi me pasó haha, pero como no conocía a esta persona de mucho tiempo no sabía si llamar a eso una amistad.

 

Aun hay mucho que contar! Si tienen alguna duda, crítica o algo, comenten! :D :3

 

Gracias por seguir este fic! Enserio ;w; les agradezco!

   

   

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