Foto 6
Se encontraban en el parque, recargados sobre una barandilla que delimitaba algunas zonas, cada uno recargados del lado contrario de la misma, pero posicionándose uno al lado del otro. Aun no decidían qué iban a hacer ese día, así que solo permanecían en la misma posición charlando de todo y nada a la vez.
- ¿Y si vamos al cine?- sugirió el marfil.
- No puedo tomar fotografías ahí- recalcó. El muchacho suspiró ¡era la 5ta idea a la que obtenía una negativa!
- ¿Por qué no sugieres algo tú?- le empujó ya un poco harto de lo mismo.
- Quizá solo debamos ir a tu casa y ver que hacemos ahí- sugirió ya aburrido. La realidad es que le gustaba mucho estar en la casa del albino, aunque aun no lograba determinar qué le gustaba más de eso o mejor dicho…No quería pensar mucho en el asunto, no quería "levantar la tapa" pero siempre que estaba con él, de algún modo, esa tapa iba abriéndose poco a poco, liberando cosas…como la caja de Pandora.
- Si quieres, pero aun no consigo lo que prometí- dijo con una sonrisa cínica.
- Ni que me reuniera contigo solo para saber a qué sabe el alcohol.
- ¿Ah, no?- dijo en un tono que evidentemente mostraba una fingida sensación de ofensa, seguido de eso, decidió jugar un poco con él, quería hacerlo mostrar esa mueca que siempre hacía con los labios. Por alguna razón le gustaba mucho esa expresión- ¿Entonces por qué te reúnes conmigo, Kougami?
- Calla- rió, sabiendo ya la intención del muchacho. Como habían estado pasando mucho tiempo juntos, sentía que lo conocía muy bien…Incluso desde antes, de alguna manera lo sentía, pero fingía no notarlo- Tu disfrutas corrompiendo mi joven mente ¿verdad?- bromeó.
- Pues en eso quedamos ¿no? Fue por eso que te hice leer "La naranja mecánica"
- Lo noté- le rebatió con una sonrisa de lado.
- ¿Entonces disfrutas que te corrompa? Eso es muy perverso, Kougami.
- ¿Qué?- no pudo evitar preguntar ante los comentarios del muchacho.
- Bueno, es que si lo sabes y lo permites es porque lo disfrutas- le señaló sin darle tregua. Realmente le gustaba hacer que se molestara, pero últimamente se estaba volviendo casi inmune.
- Calla- volvió a pararle, dándole de lado un golpecito leve en el brazo- Tú eres el perverso al que le gusta corromper a otros.
- Pues ya habíamos dicho que sí a eso- le dio la razón. Ambos rieron inevitablemente.
De pronto, Kougami se encontró preguntándose ¿cómo es que no se habían conocido antes? Seguido de eso, sintió una alarma encenderse en su mente, una alarma que no sabía si debía o no ignorar.
- Aunque últimamente ya no reaccionas igual- completó el muchacho- No sé si es porque estoy haciendo muy bien mi labor o es lo contrario.
- Quizá he comenzado a ser inmune a ti- le señaló. El albino evidentemente coincidía con él, así que se le ocurrió algo.
- ¿Debo subir el nivel?
- ¿Qué? ¿Vas a drogarme?...¿Más?- le preguntó. Realmente estaba muy escéptico de que pudiera hacer algo más allá de darle drogas siendo menor de edad- ¿O planeas volverme un criminal?
El albino lo sonrió como solía hacer cuando estaba por hacer una travesura, ocasionando que el moreno arqueara una ceja y entrecerrara los ojos con algo de desconfianza. Así en la misma posición en que estaban, recargados cada uno del lado contrario de la barandilla, el joven de nieve se inclinó para alcanzarle y le dio un beso en los labios. Fue un beso sencillo, solo juntó sus labios con los del azabache y se separó poco después. Volvió su rostro hacia al frente y dejó que el moreno reaccionara a su propio tiempo.
- No hagas eso- pidió Shinya, tratando de aparentar calma, aunque lo cierto era que no estaba para nada calmado. Incluso había cierta tonalidad rosada en su rostro.
- Era para que probaras algo nuevo- dijo en son de burla y medianamente disculpándose. No esperó sentirse un poco incómodo luego de hacer lo que hizo, el objetivo era hacer sentir incómodo al cuervo y no al revés.
- Seguro que sí- le siguió la corriente, dándole un jalón a un mechón del cabello platinado.
Sorprendentemente para ambos. Pasó una hora antes de que se dieran cuenta y ellos seguían en el mismo lugar. No hacían nada interesante ni relevante, solo estaban en silencio en la misma posición. De alguna manera, se había vuelto una especie de competencia no estipulada. Era cuestión de orgullo, por decirlo de algún modo. El que no soportara la presión que daba la incomodidad por aquel beso, perdería.
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Desde la cafetería que estaba frente al parque, nuevamente la misma persona que solía observarles estaba ahí. Suspiró con hastío y comenzó a murmurar para sí:
- Al menos logré fotografiar el beso aunque no se ve muy romántico de parte de ninguno…Me pregunto ¿Qué tan divertido puede ser estar ahí sin hablar ni hacer nada por una hora?- se quejó. Sin embargo, decidió esperar un poco más.
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Luego de un rato decidieron sentarse en alguna banca, pues estaban cansados de hacer nada y solo estar de pie. Una vez ahí continuaron con un poco más de lo mismo. Y hubieran seguido así de no ser que vieron a un par de gatos acercarse, curiosamente eran un gato blanco con ojos ámbar y un gato negro con ojos grises. Ambos jóvenes voltearon a verse inevitablemente, es decir, ¿quién no lo haría?
Antes de poder hacer nada, el gato blanco saltó al regazo del albino y acercó su rostro al del muchacho, olfateándole. El joven de plata permaneció quieto viendo al gato muy de cerca. Ambos rostros, el humano y el felino, mostraban una expresión analítica. Shinya no pudo evitar tomar su cámara y capturar esa imagen. El gato negro, estaba solamente sentado en el suelo, observando junto a Shinya las acciones del par de algodones frente a ellos.
Shinya tomó en sus brazos al suave animal y lo levantó un poco. El gato negro se removió incómodo y se liberó de su agarre y se colocó en su posición inicial, al lado del moreno. Luego de un par de segundos, el gato blanco se bajó del regazo del joven de nieve y se reunió con el gato negro que le esperaba y parecía ya impaciente, pues había comenzado a azotar la cola.
Shougo y Shinya vieron, para incomodidad de ambos, como el gato blanco comenzó a frotar su rostro con el del gato negro. Caricias que fueron correspondidas a la brevedad. Luego, ambos gatos siguieron friccionándose uno con el otro hasta que comenzaron a juguetear, empujándose uno al otro y persiguiéndose, para finalmente irse corriendo. Se hizo silencio entre ambos nuevamente. Luego, Kougami recibió una llamada a su teléfono y para alivio de ambos anunció:
- Debo irme, me encargaron comprar unas cosas.
- Nos veremos luego- se despidió un tanto aliviado y con un notorio sonrojo que resaltaba aun más en su piel tan blanca. El moreno obviamente notó el estado de su…¿amigo? Pero decidió hacerse de la vista gorda.
El moreno se alejo despidiéndose con ademán de mano, dejando al albino en el mismo lugar que también se despedía de la misma manera. El algodón se dio media vuelta tratando de controlar la sensación de calor que embargaba su rostro y se encontró frente así nuevamente aquel par de gatos que le veían atentamente. Por alguna razón eso lo hizo sentirse aun más en evidencia.
- ¡Tch!- chistó- Lo que será, será- anunció para sí mismo antes de volver a casa.