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Anonyme por VeroVortex

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Notas del fanfic:

ADVERTENCIAS: 

Al tratarse de un AU encontrarás a los personajes OOC posiblemente (dependiendo de cómo los percibas, cada quien es diferente en esto, además que tomemos en cuenta que como viven en un mundo diferente no podemos esperar que formen una personalidad idéntica a la del mundo de SNK) Aún así, te invito a leerlo :) es un proyecto de novela que tengo. 

Notas del capitulo:

Advertencias: AU, personajes que en algún momento pueden tomar un papel ligeramente OOC, lemon en siguientes capítulos.
Parejas: Ereri (principal), MikexIrvin en siguientes capítulos quizás, otras parejas pueden ser consideradas.

Dedicatoria: Para Solitudely y Fredo Godofredo.


Anonyme.

1: Fire angel.

El día que conocí a Levi, pensé en un cuervo danzando al ritmo del "ángel de fuego", una danza que consiste en girar algún artefacto embebido en alcohol ardiendo en llamas. El chiste es verse letal, retador, seductor… y no quemarse. Es decir, lo comparé con una de las danzas más peligrosas, intensas, interesantes y hermosas de la historia.

No lo sabía, o quizás una parte de mí sí.
Iba a quemarme con él, estaba destinado al hombre más peligroso, rebelde y tentador del mundo. Llevaría su nombre tatuado con fuego en mi alma.

-x-

Sucedió hace unos 100 años. Ya sea que Dios se enfadara por tantos dramas y tonterías en nombre del "amor" o que los científicos buscaran bajar las altas tasas de divorcios y niños no deseados, se desarrolló un marcador genético poderoso y delator: el gen NAME X-4, capaz de codificar el nombre de una persona en el cuerpo de otra, como un tatuaje. Esto quería decir que nacerías con el nombre de quien estaba destinado a ti en tu cuerpo.

No, no era una linda casualidad del destino. En realidad era el resultado de múltiples exámenes, genes modificados y estudios de compatibilidad genética y emocional. Los científicos habían reducido el término "amor" a una simple combinación de casualidades con base científica.

Pero esto no lo es todo. El proyecto no era perfecto. Al nacer, tendrías el nombre de alguien destinado a ti pero sin otro dato más que eso. El apellido aparecería al encontrarse ambos y tocar el nombre propio en la piel ajena. Yo nací con el nombre "Levi" grabado en cursiva justo bajo el ombligo. El día que él me tocara, aparecería su apellido y viceversa.

Parece perfecto, ¿no? Saber que tienes el nombre de quien será tu destino y va a corresponderte… sin embargo, ¿tienes idea de cuántos hombres llamados Levi existen?

Ya, en serio… yo también creí que el asunto terminaba ahí. Lo cierto es que nadie nos dice que las cosas no pasan tal cual se proyectan en nuestra propia sala de cine mental: las cosas son un poquito más jodidas.

Mucha gente terminaba enamorada de la persona equivocada y al tocarse y notar que su apellido no aparecía, no les quedaba de otra que resignarse a una pérdida. Algunos optaban por quedar juntos contra toda lógica, condenando a sus verdaderas parejas a vivir una vida en soledad, buscándoles. Otros, simplemente lo veían como una vivencia más para recordar u olvidar.

Los seres humanos somos caprichosos. También somos muy egoístas.

La pareja que te corresponde no deja de ser humano, ni mucho menos deja de ser prejuicioso y por lo mismo, nadie se atrevería a meterse con una persona que lleve un nombre que no es el suyo en su cuerpo. ¿Te imaginas andar por ahí con alguien que ya fue "usado" por otra persona?

Mucho menos… con alguien que lleva más de cien nombres.

Ese era el defecto maldito y acusador de ese gen: si acaso te atrevías a pasar las reglas y tener relaciones con alguien, fuesen por pura diversión o amor, su nombre se tatuaría, unos tonos más claros, en tu piel y los llevarías de por vida. Tu pasado estaría ahí, expuesto a la persona destinada para ti a cada momento. ¿Ya sientes la culpa y moral removerse? Bueno, no negaré que fue un buen método para controlar la natalidad y evitar muchos embarazos no deseados pero también fue el origen de millones de prejuicios.

Básicamente vivirías forzado a ser fiel toda una vida, desde el nacimiento. Mi madre pasó cada día de su vida en matrimonio reclamándole a mi padre por el "Roxanne" que llevaba escrito en el torso justo por encima del "Carla", y ese nombre perteneciente a una persona cuya existencia se reducía a letras tatuadas en la piel de mi padre fue el motivo principal para que mi madre optara por suicidarse cuando yo apenas tenía cinco años. Sí, los prejuicios de algunas personas pueden ser una cuestión de vida o muerte.

Pero dejémonos de recuerdos tristes. Así llego a lo que quería llegar, el principio de esta historia.

Mi nombre es Eren Jaeger, un nombre ahora muy conocido, pero hasta antes de conocer a Levi, nadie lo había escuchado.

Como provengo de una familia muy adinerada y respetada, por mucho mi padre se esforzó en proteger mi nombre mas no podía hacer nada con mi apellido. Fui llamado por mucho tiempo "Evan Jaeger".

¿Por qué esta medida? Para evitarme muchos problemas, que miles de personas aparecían con el "Evan" en el cuerpo, tatuado de forma tan realista que cualquiera, incluso yo, creía que podría ser la persona para mí. Pero por nada olvidé mi verdadero nombre. Claro, ellos querían algo del dinero de mi familia y a pesar de que al tocarles mi apellido nunca apareciera, nada perdían intentándolo.

Aunque era en principio divertido y pasé la infancia tomándolo como un juego, me forzaba a recordar mi verdadera identidad. Esto de tener dos nombres me llevaba a disociar emociones entre un Eren y un Evan. Entonces: Eren era el chico soñador que pensaba en su persona especial, la imaginaba y acariciaba el nombre tatuado bajo el ombligo con los dedos. Pasaba tardes enteras con mis amigos, pensando en ese nombre tan bonito escrito en mi piel. Con el tiempo, ellos encontraron a la persona que les correspondía, pero yo esperaba, esperaba y esperaba.

Y luego estaba Evan, mi alterego para el mundo; el joven adinerado, arrogante, inalcanzable, indiferente, independiente, autosuficiente… y esa personalidad perduró hasta que alcancé la mayoría de edad. A los dieciocho, como era de esperarse, toda la responsabilidad de los negocios familiares cayó sobre mí.

Es así que un día, dejé el papeleo habitual en la oficina, me puse el abrigo y el sombrero para que nadie me reconociera y enfile por los pasillos grises hacia mi casa. Era tarde, más de lo debido y viernes. Todo me invitaba a darme una escapada a algún local o algo así, o también en pasármela, como era habitual, en mi departamento con un buen café.

Sin embargo, ese día algo pasó. En un segundo decisivo mi pié derecho apuntó hacia un extraño café. Ese lugar tenía mala fama, las personas con "muchos nombres" iban ahí a aumentarse algunos más. Ellos eran llamados "Anonyme" o anónimos, personas cuya identidad de pareja ya se había perdido bajo muchos otros nombres de amantes ocasionales.

Las personas con "muchos nombres" no tenían buena reputación. Era un sinónimo de libertinaje rayando en la prostitución.

¿Por qué fui?
Él me estaba llamando.

Yo no lo sabía, creo que ni siquiera él lo sabía. Pero, unos pasos más tarde, me encontraba a 27 minutos lejano de toda posibilidad de cambiar mi destino.

Llegué al café, tanto hombres como mujeres entraban y salían del lugar con ropas estrafalarias en total desahogo sexual. Me recordaba a esos desfiles de orgullo gay, solo que esto era algo que ya rayaba en lo grotesco, vulgar y bajo. Mujeres con los senos al aire, hombres que usaban pantalones aprietos y seres cuyo género no podía definir. Todos, todos ellos, tenían un promedio de 40 nombres en el cuerpo y uno que brillaba en medio de todos esos, solitario y reclamando respeto: el de esa pareja que los dejó, murió o nunca llegó.

Me acerqué a la barra, ignorando el espectáculo que tenía frente a mí. Pedí un trago ligero, más para usarlo como lipstick que para beberlo. En realidad eso hacía, lo llevaba a los labios, no absorbía nada y lo bajaba dejando un extraño brillo sobre mi boca.

Fue cuando el mundo se calló como suele pasar cuando alguien grita algo. Me giré para ver donde todos veían y un grupo de chicos igual de extraños pero tremendamente atractivos entró al escenario.

-¡Hora del evento que todos esperaban! – anunció un hombre barbudo y algo mayor, trayendo a uno de los chicos a su lado.- ¡La subasta!

El silencio fue cortado con un grupo de improperios que estaba seguro, no escucharía nunca más en mi vida. Como animales, como bestias desesperadas por atacar a una víctima, se lanzaron hacia el escenario.

El hombre expuso al primer chico, un joven rubio, delgado y de grandes ojos cafés. Su mirada era triste y sólo en los brazos pude contar más de doce nombres.

-Este es Jefrey, 19 años, estudia fotografía profesional en el día y de noche…- entornó los ojos y alzó las cejas repetidas veces dando a entender un par de cosas.- Empecemos por 20 dólares. ¿Alguien da más?

Las manos se alzaban una tras otra, y al final el tal Jefrey fue vendido por 50 dólares. Algo similar pasó con otros 5 chicos. Entonces, ese era el valor de la dignidad.

Jugué con el borde del vaso, pensando en retirarme y en cómo demonios había terminado ahí.

Fue entonces que pasó.

Ese silencio fue inclusive más prolongado y sentido que el anterior. Elevé la mirada para ver y quedé anonadado. Sobre el escenario estaba un chico, blanco y frío como la porcelana. No como la nieve, la nieve no lastima. Pero él, se veía además de frío y blanco: frágil. Si se caía, se rompería en miles de pedacitos que destrozarían a quien intentase reunirlos. Era de quienes escondía sus heridas tras una mirada afilada y cruel.

A diferencia de los otros chicos llevaba el cuerpo completamente cubierto. Sus ojos celestinos se colaron por entre los cabellos azabaches y me miraron en la distancia. Lo escuché, juro que escuché su corazón. Supe su nombre incluso antes de que lo dijeran, lo tenía escrito en mi cuerpo. El mundo avanzó en cámara lenta en ese momento.

-Y este es Levi, el favorito.- decía el hombre en medio de las voces desesperadas.

Supe que era él. Acaricié su nombre escrito en mi abdomen con los dedos índice y medio. Oh, no lo llamen así. Su verdadero nombre es Rivaille y sólo yo puedo llamarlo Levi.

-La oferta empieza con… ¡trescientos dólares!

Me levanté, dejando el trago completo en la barra.

-¿Alguien ofrece más?

Las manos se alzaron. En menos de ocho segundos llegó a quinientos dólares.

-¿Quinientos? ¿Levi se va con quinientos dólares esta noche?

Avanzaba, la gente me golpeaba. En un punto dado, me quité el sombrero y al notarme se apartaron. Murmuraron algunas cosas, les costaba creer que el niño rico de la ciudad estuviese ahí entre ellos, más aún que parecía encontrar a su pareja en ese antro.

-¿Seiscientos? ¿Escuché seiscientos? – gritó el presentador.

Levi había dejado de mirar a la gente, e inconscientemente se llevó la mano al mismo lugar donde yo llevaba su nombre.

-¿Setecientos? ¿Levi se nos va con setecientos?

El silencio regresó y escuché mis pasos resonando por todo el lugar, subiendo las gradas de madera hasta el escenario, llegando a su lado. Él me miró como si estuviese reconociéndome. Elevé la mano a su abdomen y acaricié mi nombre por encima de su ropa.

-¡Mil! – gritó un hombre en medio de la multitud haciendo que todos murmurasen de nuevo. Era un tipo gordo, sudoroso, calvo y viejo, de esos que no son capaces de perder fácilmente. Me miró con profundo odio.

-¿Mil por Levi? – preguntó el anunciador con los ojos brillosos. Ahí supe que el dinero no iba precisamente a los bolsillos de Levi.

Le miré y él me enfrentó con sus hermosos y pequeños ojos color del cielo. Él era pequeño, yo le llevaba con bastantes centímetros en estatura y masa muscular. Era mi pequeño salvaje pidiendo ayuda.

-¡Mil dólares a la una!

-Sácame de aquí…- gruñó bajito. Me reí.
En realidad me pedía salvarlo.
-Mi nombre es…
-Eren…- contestó confirmando mi sospecha, era él.

-¡Mil dólares a las dos!

Tomé sus dedos, los acaricié y cerró la mano contra la mía. Me contó su vida en una mirada. Me enamoró en un suspiro.

-¡Y mil dólares a las…

-Dos millones. -solté. El hombre quedó con el brazo arriba, a punto de vender a Levi. Ahora los ojos le brillaban-. Dos millones de dólares por la completa libertad de Levi. Él no va a regresar aquí.

Sus ojos brillaron tenuemente, como si le costara creer que ese sueño de dejar una vida en la miseria ahora fuese realidad. Le sonreí, no me contestó ni hizo el mínimo gesto de agradecimiento.

No lo supe, pero había hecho algo que pocos ricos logran: que su dinero valga la pena.

-x-

Quien nos viese pensaría que éramos una de esas parejas amorosas y con una larga historia. Nadie creería que acababa de conocerle. Aún no le conocía bien, pero llevaba una vida esperándole, extrañándole, deseándole.

Llevaba a Levi de la mano por las calles oscuras y frías, llevando en mi pecho una extraña fogata interna que ponía mi corazón en marcha. Caían las últimas gotas de lluvia y al salir tuvimos la grata sorpresa de encontrar el pavimento mojado y las luces amarillas de algunos faroles reflejados en ellas, pintando el piso de piedra con colores amarillentos como en una antigua película de detectives.

Me detuve frente a la plaza principal a dos cuadras de mi casa y vimos las luces danzantes en el cielo. Caí en cuenta de la fecha, nos encontrábamos en vísperas de la celebración de la ciudad. Pensé que él era más hermoso que todo ese espectáculo y brillaba más, Levi incluso podía opacar a las estrellas.

-Es hermoso, ¿no crees?- le dije. Elevó la mirada y nada más. Sabía que me refería a él, pero lo ha escuchado de tantas personas que le parece algo tan común para iniciar la noche. Ignora que yo lo he esperado tanto, a diferencia de quienes lo veían un segundo y le juraban amor eterno para dejarle a la mañana siguiente.

Y entonces caigo en cuenta. En un segundo en el que veo nuestras siluetas en el suelo mojado, ambos tomados de la mano, yo sonriente y él mirando a algún lugar perdido entre los colores de la noche; y nosotros estamos en dos butacas bien lejos.

De repente, un automóvil pasa cercano, arrollando el charco de agua a nuestro lado y aunque intento cubrirlo, ambos quedamos irremediablemente mojados.

-Vaya… ¡qué mala suerte! – digo y abro los ojos. Estamos mojados, las gotas de agua caen por sus cabellos oscuros y se estampan en mi brazo. Tengo ambos brazos rodeándolo y las manos apoyadas en la pared con el cuerpo inclinado sobre él. Lo ideal en esta situación sería besarlo, digo, pagué dos millones por él. Pero no puedo. No me dejan. Sus ojos no me lo permiten.

Sus ojos, lejos de agradecerme, me miran con profundo rencor. Su mirada me aterra.

-¿Por qué apareces ahora? – reclama en tono retador.

-¿Ah?

Guarda silencio. Con el tiempo yo sabría que esa era su forma de esconder su dolor, tristeza, enojo e incluso felicidad. El silencio era el estado anímico habitual de ese cuervo de dos millones de dólares e infinita amargura.

Caminamos el trecho que nos faltaba y llegamos a mi casa. Él se quedó mirándola desde afuera mientras yo abría la reja para entrar.

-Es demasiado modesta para alguien como tú - me dice.

-Las casas grandes son un problema para alguien que vive solo.

Avanzó sin darme importancia alguna, arrogante y déspota como sólo él podía ser. Por algún motivo, lo entendía… o me esforzaba en hacerlo. Se paró bajo el pórtico de la casa para mirar a un lado, la maceta donde una rosa oscura se alzaba tan orgullosa como él y a su lado una humilde flor sin nombre y blanca la acompañaba. Me reí por la ironía, así me sentía yo. Él me declararía más tarde que en ese instante pensó que se estaba revelando nuestra situación actual y que la rosa no se vería tan perfecta sin esa pequeña flor al lado.

Abrí la puerta con una mano mientras la otra acariciaba la cintura de mi acompañante y se detenía en la cadera. Le invité a pasar y al entrar aspiró el olor a piso y muebles de madera. Antes de que avanzara me adelanté y tomé sus hombros por la espalda.

-Tu abrigo.- le pedí. Encogió los hombros y logré quitarle el negro y largo abrigo con la esperanza de ver un poco más de esa piel blanquecina. Nada, sólo sus bonitas manos. Llevaba un pantalón de mezclilla negro y un polo de cuello alto y mangas largas también negro. Se sentó frente a la chimenea que ardía y el fuego parecía ofenderse frente a la intensidad de sus contrastada piel blanca y cabellos negros.

Avancé a mi habitación para buscarle algo y elegí un pijama azul marino para él. Al girarme, la luz se apagó y noté que lo tenía frente a mí, avanzando y haciendo que yo retrocediera hasta que reconocí la cama tras mis rodillas y caí sentado en ésta. Él me tomó el rostro y vi sus afilados ojos claros refulgiendo en la oscuridad.

-Así que quieres una noche de dos millones de dólares.- soltó. Aunque su tono era atrevido, pude percibir algo de odio y costumbre en sus palabras.

-No…- susurré con calma. Se sorprendió, no sé si por mi negativa o porque tuviese ese tono para él-. Quiero dos millones de noches contigo.

Se apartó parpadeando dos veces. Era el momento oportuno, le tomé por la cintura lanzándole hacia la cama para abrazarlo.

-Aún estás mojado.- dije y se asustó al notar mis intenciones de levantarle el polo. Tomó mi muñeca con fuerza, buscando lastimarme.- ¡Hey! ¡No voy a hacerte nada! Sólo quiero que te quites la ropa mojada.

-Lo haré, pero sal afuera. – ordenó.

-¿En qué momento te has sentido con el derecho de mandonearme?

-¡Sal afuera o me voy! – estaba forcejeando contra mi cuerpo. A pesar de su delgadez él tenía mucha fuerza, la que tiene alguien que se ve forzado a defenderse desde temprana edad. Ahora mi orgullo me manda a ser fuerte y no dejarlo. Peleamos un poco más, intenta golpearme y sujeto su puño a un lado de mi cara.

-No es forma de tratar a alguien que te cuida.- le digo con toda razón, y él usa la mano libre para darme un golpe. Me enojo y le tomo ambas muñecas por encima de la cabeza y contra la cama. Se enfada y empieza a dar patadas al aire. No importa, no me duele. Levanto su polo en busca de mi nombre y noto un tatuaje que se superpone. La tinta negra esconde mi nombre y al acariciarle el vientre aparece mi apellido a un lado. Es al verlo que caigo en cuenta: hay más marcas. –Levi… ¿por qué? ¿Qué pasa?

Silencio. Un corto y pesaroso silencio.

-¿Quieres saberlo? – gruñe y se quita el polo. No puedo verlo muy bien, pero al acariciarle la delgada cintura noto que tiene un montón de cicatrices sobresalidas, demasiado curvas y pequeñas para hacérselas él. El cielo se enciende con un rayo que cruza de un canto a otro y en un segundo la verdad me es revelada.

Yo, he pasado todos estos años esperándolo, pensando inocentemente en entregarle todo a él, en protegerlo, en amarlo y ser felices como nuestro destino manda. Pero él… él ha pasado estos años permitiéndoles a otros tatuarles su nombre con la esperanza de que yo sufra al verlo.

Levi no tiene un centímetro de piel libre de nombres de personas. No los cuento, pero sé que tiene más de cien cuando yo solamente lo esperaba a él.

Estoy entendiendo una cosa: esta relación va a costarme mis sueños, prejuicios y tranquilidad. Pero si es así, no importa. Voy a esforzarme por él.

Él es uno de los anonyme más promiscuos sobre la faz de la tierra.
Él me odia, por algún motivo incierto.
Y yo, yo sólo tengo el impulso de amarlo como esperé hacerlo toda una vida.

Notas finales:

2: Skinless.
Un poco sobre el pasado de Eren y Levi. El amor puede ser dulce, a veces amargo... pero el de Levi es ácido, corrosivo y doloroso. ¿Qué llevó a Levi a tomar semejante decisión? ¿Puede Eren aceptar las condiciones con las que llegó Levi? Y éste, ¿le dará esa oportunidad de enamorarlo?


Sé que por ahora no hay partes muy claras en el fic, pero siempre me gusta empezar así, que las cosas se desenvuelvan conforme la historia y se construyan. Tenía muchas ganas de escribir algo como esto hacía ya un tiempo, y finalmente me decidí a hacerlo a pesar de ciertas circunstancias.

Espero les gustase :D intentaré actualizarlo pronto junto a Lovechild (mpreg Ereri)

Pregunta 1: ¿Crees que este fic debería ser mpreg?
Pregunta 2: ¿Con quienes emparejas a Mikasa y Armin?
(me gusta saber opiniones de mis lectores)

Si te gustó el fic, deja un lindo review/fav/compártelo ;D
Con amor: Vero.


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