- Lo siento –dice. No puedo evitar notar que un fuerte sonrojo resalta sobre su tez pálida.
- No tiene por qué disculparse –le digo, rápidamente.
- No ha venido nada a cuento –admite, desviando la mirada.
- Y sin embargo me ha gustado –eso lo he dicho sin pensarlo. De hecho, acabo de caer en la cuenta de que no debería haberlo dicho.
Pero si tiene que pasar algo entre nosotros o no, esta es una buena forma de salir de dudas.
Parece que he conseguido pillar desprevenido al capo Rivaille, al fin y al cabo.
- ¿Te gusto? –me pregunta, mirándome fijamente.
- Sí –mi respuesta es contundente y parece que por un momento los sentimientos de Levi sufren una confrontación.
Simplemente, se queda completamente quieto. Por momentos, parece que se siente avergonzado, pero luego, repentinamente, se acerca y me besa de nuevo.
Pero este beso no es como el anterior. Esta vez se vuelve más demandante.
Inconscientemente me pongo de pie para estar a su altura. Poco me importa ahora mismo que mis partes queden expuestas.
No sin dificultad, levanto mis manos esposadas hasta su pecho y las dejo abiertas y apoyadas sobre él, sin la intención de apartarlo de mí ni de rechazar el beso.
…l responde rodeando mi espalda con los dos brazos para acercarme más a sí mismo y yo sin querer gimo de placer (aunque mi gemido queda ahogado en su boca).
Levi se separa rápidamente del beso y me mira con cara de preocupación.
- ¿Te he hecho daño?
- No –contesto-. No era un gemido de dolor.
…l me mira intensamente y me coloca un mechón de pelo suelto detrás de la oreja.
- Estoy confundido –confiesa entonces-. Creí que esto entre nosotros no iba a poder ser posible, pero ahora que me has dado esperanzas no pienso parar hasta llegar al final.
El final. Eso suena demasiado bien.
- Capo Rivaille –digo, nervioso-, esto ya me viene de hace tiempo. Quiero que sepa que me gusta sinceramente aunque no tenga muy clara su opinión sobre mí.
- Mi opinión sobre ti, de momento, es que deberías dejar de hablarme de usted –dice, cargándome en brazos (en sus fuertes brazos) sin a penas esfuerzo.
- ¿Cómo debería llamarte, entonces? –pregunto.
- Levi.
- Levi –lo llamo, al ver que empieza a andar hacia algún lado-. ¿A dónde me llevas?
- A mi habitación.
Me sonrojo. Soy consciente de lo que va a pasar y estoy nervioso. Estoy nervioso y desnudo en brazos de Levi Rivaille.
Sólo una cosa pasa por mi mente, y eso me llena de felicidad: el único hombre al que he amado me corresponde de alguna manera. Eso es tan increíble que quiero que alguien me pellizque.
…l me lleva rápidamente a su habitación, que está un par de puertas más allá, pero cuando llegamos no me arroja sobre la cama, como yo había esperado que hiciera, sino que me deja suavemente sobre ella y luego se acuesta a mi lado. Yo lo miro fijamente y espero a que diga algo, ya que no tengo ninguna experiencia en este tipo de situaciones.
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