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Notas para ti por Roronoa Misaki

[Reviews - 6]   LISTA DE CAPITULOS
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Notas del fanfic:

Bueno chicos, como mencioné en el resumen, éste pequeño One-shot ha sido escrito especialmente para Portgas D Asuka por haber enviado el review 150 en Historia de tres hermanos 

Es la primera vez que escribo sobre esta pareja así que espero haberlo hecho bien y que les guste, especialmente a ti Asuka-chan, un fuerte abrazo. 

 

Notas del capitulo:

Todos los personajes de One Piece pertenecen a Eiichiro Oda

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Notas para ti
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“¿Dónde diablos lo dejé?”.

Iba de un lado a otro por la casa, batiendo cada librero y escritorio que encontraba en su camino pero no hallaba lo que buscaba por ninguna parte.

-¡Ah, maldición!- exclamó exasperado.

-¿Qué sucede ahora Trafalgar?- preguntó curioso al verlo de esa manera, había pocas cosas que lograban desesperar al pelinegro.

Volteó hacia el chico. Estaba sentado en el sofá con una pierna sobre la otra y un periódico en mano, observándolo con curiosidad.

-Estoy buscando el libro que estaba leyendo- contestó acercándose a él. -¿No lo has visto, Eusstas-ya?-

-¿Cuál de todos? Lees como un millón de libros a la vez-.

Suspiró. –Olvídalo. Lo buscaré en la habitación… de nuevo- se dio la vuelta y comenzó a caminar por el pasillo.

Kid lo observó un poco sorprendido mientras se alejaba. Si bien el moreno cuidaba mucho sus pertenencias y sus libros, nunca lo había visto tan desesperado por encontrar alguno. Normalmente los buscaba por un rato y si no los encontraba se daba por vencido y tomaba otro, después de todo siempre terminaban apareciendo en algún lugar de la casa un par de días después. Entonces, ¿Cuál era la urgencia para encontrar aquel libro?

*****

Vació los cajones de su escritorio por completo pero no estaba ahí. Buscó debajo de la cama, sacudió las sabanas, examinó cada uno de los libros que se encontraban en los estantes con extremo cuidado de que no se le pasara ninguno, incluso buscó en el baño, pero nada, ni rastro del libro que buscaba.

-Con un demonio, no pudo haber desaparecido-.

Volteó hacia el otro lado de la habitación, donde se encontraba el cajonero del pelirrojo. Bueno, aún no había buscado ahí.

Se acercó al mueble, dudando por completo de que se encontrara ahí, pero no perdía nada por buscarlo. Examinó el primer cajón, sacando su contenido para estar seguro por completo de haber buscado bien, pero nada. Colocó todo en su lugar para que Kid no se enfadara y abrió el segundo cajón, repitiendo el mismo proceso. Y así sucesivamente hasta el último cajón, donde, debajo de muchos papeles y algunas herramientas, encontró algo que llamó un poco su atención; unas pequeñas tarjetas blancas colocadas cuidadosamente hasta el fondo.

Las tomó en su mano y las acercó a su rostro, reconociéndolas al instante. –Estas son…-

 

*Dos años atrás*

Dio vuelta en su cama nuevamente tratando de relajarse, pero le era imposible por completo. El sol ya estaba en lo más alto del cielo y la luz entraba por la ventana de la habitación, el medio día ya había llegado y él no había logrado dormir ni un par de minutos en toda la noche, ni siquiera cerrar los ojos por más de unos cuantos segundos porque la imagen de su rostro aparecía en su cabeza sin descanso, aquel cabello de color rojo como el mismo fuego lo perseguía junto a la sensación de sus manos recorriendo cada centímetro de su piel.

-¡Maldición!-. Hundió la cabeza en la almohada para ahogar el grito de frustración que dejó salir después de reprimirlo por tanto tiempo, desde la tarde del día anterior.

<Flash Back>

-Trafalgar, tengo que decirte algo-. Kid detuvo su andar junto a uno de los árboles del jardín de la universidad.

-¿Qué sucede?-.

Miró hacia el suelo y se pasó una mano por entre el cabello antes de voltear nuevamente a él. -Ya me cansé de esto, no está funcionando-.

-¿A qué te refieres? Sé más específico Eusstas-ya-.

-¿Quieres que sea más específico? Bien. Me cansé de decirte que te quiero y no obtener respuesta. Me cansé de sentir que siempre que lo hacemos es sólo sexo, y que al terminar te abrace y me dé cuenta de que ya te has dormido. Me cansé de tener que buscarte todo el tiempo porque tú no lo haces. Y me cansé de ser el único en ésta relación al que parece importarle lo que pase-. Respiró un par de veces y dirigió su atención hacia un punto vacío junto a él. –No puedo seguir así. Terminamos- declaró antes de comenzar a caminar.

Se quedó congelado en su lugar sin poder moverse o decir palabra desde que el chico había comenzado a hablar, pero al sentir que pasaba por su lado y comenzaba a alejarse su cuerpo reaccionó.

-Espera- dijo girándose y dando un par de pasos hacia él. Kid dejó de caminar ante el llamado, pero siguió dándole la espalda al oji gris. -¿Estás hablando en serio?-. Quiso abofetearse con toda su fuerza. ¿En serio eso era lo único que se le ocurría decir?

-Te amo Trafalgar, pero no puedo mantener una relación de un solo lado, así que te devuelvo tu libertad- dijo antes de retomar su camino, sin mirar en ningún momento hacia atrás.

Law solamente atinó a quedarse viendo cómo el pelirrojo se alejaba cada vez más, hasta que desapareció detrás del edificio principal.

<Fin del Flash Back> 

Todo era culpa suya, única y completamente suya. Era un idiota total que no sabía cómo expresar sus sentimientos ni en una mínima parte, y eso le había costado su relación con el pelirrojo.

Tiempo atrás en realidad no le hubiera importado, muchas personas se habían alejado ya de él debido a su falta de muestras de afecto y estaba acostumbrado, pero no quería perderlo a él, no a quien de verdad quería.  

“¡Entonces levántate y haz algo ya!” le ordenó una voz en su cabeza.

Pero, ¿Qué podía hacer? Ese había sido el problema en primer lugar, no tenía ni la menor idea de cómo expresar lo que sentía, hablar con los demás no había sido, no era y nunca sería su fortaleza.

“Busca otra manera entonces. Si realmente quieres recuperarlo tienes que esforzarte”.

Levantó la cabeza despegándola de la almohada y después se sentó de golpe. “¿Esforzarme?”. Claro, era justamente eso lo que no había hecho, ¿Por qué no se dio cuenta? Kid hizo hasta lo que jamás habría pensado que haría por su relación, ¿Pero qué había hecho él para regresárselo? Nada.

Se golpeó la frente con la palma de la mano, repitiéndose mentalmente qué tan idiota era y maldiciéndose para sus adentros. Después de unos minutos de querer ahorcarse a sí mismo suspiró y se tranquilizó un poco.

¿Otra manera de expresarse, eh? Se recargó contra la pared, tratando de pensar en algo que pudiera hacer. Miraba hacia todos lados de la habitación, buscando alguna pista o algo que le sirviera de inspiración para darle una idea. Hasta que algo llamó su atención. En uno de los estantes de la pared, colocado en medio de sus libros se encontraba un muñeco, un pequeño oso de peluche con pelaje blanco y un traje de cuerpo completo color naranja: el regalo que Kid le había dado por su cumpleaños.

Se levantó de su cama y caminó hacia él, tomándolo con una mano mientras en la otra sostenía la pequeña tarjeta que tenía pegada al pecho. Había leído aquella tarjeta como mil veces, pero jamás se cansaba de hacerlo.

«Para Trafalgar:

Feliz cumpleaños. Sé que probablemente estés pensando que es extraño el que te regale un muñeco, ya que cumples 19 años y tal vez creas que ya estás grande para estas cosas, pero de alguna manera éste peluche me recordó a ti. No es que parezcas un oso blanco o algo por el estilo pero, bueno yo… ah, olvídalo. Sólo espero que te guste.

Kid »

Sonrió ligeramente y apretujó el muñeco contra su pecho, acercando la tarjeta a su rostro e inhalando profundamente. De cierta forma tenía el aroma de Eusstas.

Levantó la cabeza de golpe. Eso, eso era lo que necesitaba. Dejó el muñeco en su lugar y miró hacia el reloj de la pared, faltaban 2 horas antes de que el pelirrojo saliera del trabajo y regresara a su casa. “Tiempo suficiente”. Se acercó rápidamente a su escritorio y comenzó a buscar lo que necesitaría entre los cajones; ya tenía una idea, sólo esperaba que funcionara.

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Suspiró y cerró la puerta de su casa para después recargarse en ella. Había sido un día bastante ocupado en el taller, y el loco de su jefe lo desconcentraba a cada rato para que le ayudara con alguno de sus aún más locos proyectos. ¿Quién diablos utiliza cola para arrancar una moto?

Se sacó los zapatos y los aventó por ahí. Se acercó al pequeño mueble que estaba junto a la entrada y dejó las llaves y su celular sobre él, percatándose de algo que no había estado ahí cuando salió hacia el trabajo; una pequeña tarjeta blanca.

La tomó entre sus dedos y la examinó con los ojos entornados, tenía una nota escrita. –Un momento-. Esa era la letra de…

«Bienvenido a casa Eusstas-ya.

¿Recuerdas la primera vez que me trajiste aquí? Simplemente dejé caer mi mochila en el suelo y me lancé a besarte con desespero, siempre he sido muy impaciente y cuando se trata de ti dejo que mis impulsos me controlen, y después tú me arrastraste hasta la habitación. Pero aún no iremos allí, dime ¿No tienes hambre? Ve a la cocina. »

-¿Pero qué…?-.

Guardó la tarjeta en su bolsillo y se dirigió hacia la cocina. Buscó con la mirada en el lugar pero no había nada fuera de lo común. –A menos que…-. Abrió la puerta del frigorífico, ahí estaba. Un plato con un emparedado cubierto en una envoltura de plástico, y una tarjeta pegada.

«El hambre no es buena compañía, si lo sabré yo. Por culpa de mi olvido por comer has tenido que aguantar mi pésimo humor en muchas ocasiones. Tengo que disculparme por eso, y por muchas cosas más. Pero ahora, creo que el sofá es un buen lugar para comer tu emparedado mientras ves la televisión, ¿No lo crees? »

Observó la tarjeta confundido, ¿Qué estaba tramando ahora? Y lo más importante ¿Por qué le estaba siguiendo el juego? Podía simplemente buscarlo por todo el lugar hasta dar con él, si es que aún estaba ahí. Pero, por alguna razón quería saber a dónde lo llevaría todo eso, y qué propósito tenía.

Guardó la tarjeta junto con la primera y cerró el frigorífico, dejando dentro el plato con el emparedado. Fue rápidamente hacia el sofá, ésta vez no fue difícil encontrar lo que buscaba, la tarjeta estaba pegada en la pantalla de la televisión.

«Recuerdo que en alguna ocasión intentamos ver una película aquí, y digo “intentamos” porque no pude esperar ni la primera media hora antes de tirarme encima de ti. Sé que tal vez creas que simplemente necesito sexo para desahogarme un poco, pero si no puedo mantenerme quieto cuando estamos solos en una habitación es porque mi cuerpo me pide a gritos el contacto con el tuyo, y es algo que no puedo ni quiero negarle. Aquella noche creíste que me había quedado dormido y me cargaste hasta tu habitación, me parece que ya es momento de que vayas hacia allá.»

Sonrió ligeramente. Así que había fingido quedarse dormido para que lo cargara, eso no se lo esperaba. Aunque tampoco se había esperado nada de lo que estaba pasando, había llegado a creer que realmente al pelinegro no le importaba lo que pasara con ellos, pero en ese momento esa idea se iba derrumbando poco a poco.

No podía negar que una pequeña oleada de esperanza comenzaba a esparcirse por su cuerpo. Con la primera tarjeta había comenzado en una sorpresa, una muy grata sorpresa, y las otras dos habían convertido aquella sorpresa en lo que no sentía desde que había tomado la decisión de terminar su relación; felicidad.

Guardó la tarjeta y se encaminó rápidamente por el pasillo, no quería hacerlo esperar. La puerta de la habitación estaba cerrada, y una nueva tarjeta estaba pegada en ella.

«Muchas veces has pateado ésta misma puerta para poder entrar porque tus manos están ocupadas sosteniendo mi cuerpo contra el tuyo y no te permites soltarme ni cinco segundos para abrir, eso también me encanta de ti Eusstas-ya.
Estoy más cerca de lo que crees, pero aún falta una nota más; ve al lugar en el que tantas veces tus manos me han hecho enloquecer a pesar de que no lo sepas ya que me esfuerzo en ocultarlo, supongo que ya sabes dónde es.
»

Sonrió. Sí, la puerta había sido víctima muchas veces de la impaciencia de ambos para tener el contacto del otro. Y con respecto al lugar de la siguiente nota…

Tomó la tarjeta y abrió la puerta, dirigiéndose directamente hacia la cama. Había acertado, la última nota estaba pegada en la almohada.

«Por último Eusstas-ya, déjame contarte un secreto.
Siempre que terminamos de hacerlo, finjo que estoy dormido y siento cómo tus brazos me abrazan por la espalda y me aprietan con fuerza, acercándome a tu cuerpo hasta que quedo pegado contra tu pecho, como si fuéramos el complemento perfecto. Y no sólo eso, espero hasta que estoy seguro de que te has dormido y me doy la vuelta para observar tu rostro apacible, eres tan tierno como un niño cuando duermes, beso tus labios suavemente para que no despiertes y susurro sobre tu boca lo que no me atrevo a decirte cuando estás despierto.
»

Leyó la nota como unas 10 veces antes de tomarla en su mano y despegarla de su lugar. Se mordió el labio inferior mientras un sentimiento culpable lo invadía. Las acusaciones que le había hecho al pelinegro el día anterior se le vinieron encima, todas y cada una habían sido incorrectas, un estúpido error suyo. Jamás había lamentado tanto el equivocarse con alguien.

-Perdóname-.

Volteó inmediatamente al escucharlo. El moreno estaba parado en la puerta, y aún a la distancia pudo notar que las ojeras bajo sus ojos se habían hecho un poco más notorias. Law comenzó a acercarse lentamente a él.

-Sé que soy un idiota Eusstas-ya, que no he sabido cómo expresarme en todo el tiempo que llevamos juntos. Hablar con los demás no se me da, me he acostumbrado a que la gente se aleje por lo mismo. Pero sí soy consciente de algo-. Se detuvo justo frente a él, mirándolo a los ojos. –Si hay alguien a quien quiera conservar a mi lado, ese eres tú… Kid. Sólo dame otra oportunidad-.

Apenas y pudo terminar de pronunciar la última palabra antes de que Kid jalara su brazo y lo acercara a su cuerpo para lanzarse a besar sus labios. Lo besó con desesperación, rodeando su cintura con ambos brazos y pegándolo a su cuerpo tanto como le fuera posible, de esa manera podía asegurarse de que realmente estaba ahí.

Le correspondió el beso, llevando sus manos hacia la cabeza del chico y enterrando sus dedos en aquel cabello rojo fuego, sintiendo cómo su calor comenzaba a esparcirse por todo su organismo. Sin darse cuenta cuándo fue que Kid los tumbó a ambos en la cama -con el pelirrojo encima del moreno- hasta que tuvo que separarse de él para poder respirar.

-¿Eso es un sí?- preguntó tratando de normalizar su respiración, formulando una pequeña sonrisa.

El pelirrojo sonrió. -Te tardaste demasiado idiota- dijo mientras sus manos se dirigían al trasero del otro y lo estrujaban un poco. –Ahora soy yo el que necesita el contacto con tu cuerpo-.

-Bueno, creo que eso se puede arreglar- comentó con una sonrisa de lado.

-Oh sí, puede arreglarse-. Se inclinó para besar su cuello mientras que sus manos ya impacientes se deslizaban por su torso debajo de la camiseta.

Cerró los ojos al sentir cómo lo recorría y le transmitía todo su deseo a través de aquel contacto. Con una mano le sacó las gafas de ingeniero de la cabeza -o más bien se cayeron mientras le desordenaba aún más el cabello- y con la otra comenzó a alzar su camiseta, dejando al descubierto su musculoso cuerpo que tanto lo enloquecía.

Se separó de él, tan sólo lo suficiente para quitarle la camiseta y aprovechar para retirar también la suya, que el moreno ya había comenzado a alzar. Se dedicó por unos momentos a observar aquella exquisita piel canela antes de acercarse a su pecho y mordisquear uno de sus pezones.

Law jadeó al sentirlo jugar con los botones en su pecho. Paseó sus manos por la espalda del pelirrojo, que parecía haber sido moldeada con más dedicación que la mismísima esfinge, delineando con la yema de los dedos cada músculo en su recorrido y disfrutando del contacto, mientras que el otro seguía mordiendo y pasando su lengua por su pecho.

Masajeaba detenidamente uno de los pezones del moreno con su lengua, saboreando su piel a conciencia mientras sentía el intenso calor de los dedos del chico que se paseaban por todos lados en su torso, desde su espalda baja y subiendo lentamente hasta sus hombros, para después pasar a su pecho y bajar a su abdomen. Una cosa tendría que admitir Kid; le encantaba aquel contacto que, aunque ligero, lo encendía por completo.

-¿Te gusta pasear por mi cuerpo, Trafalgar?- preguntó mirándolo sin despegarse de su pecho.

Law empujó con fuerza el abdomen del pelirrojo y se impulsó para voltear la situación, quedando posicionado sobre las caderas del otro. Se inclinó para besar debajo de su ombligo mientras que sus manos examinaban su pecho nuevamente. –Me encanta- contestó con una sonrisa ladeada, comenzando a bajar por su cuerpo en un recorrido con su lengua.

Aquello lo sorprendió, realmente no había esperado una respuesta a su pregunta, y menos aún que el chico se tumbara sobre él, aunque no es que se quejara en realidad. Se apoyó con los antebrazos en la cama, observando cada movimiento del otro.

Law desabrochó los pantalones del pelirrojo y comenzó a deslizarlos juntos con la ropa interior, dedicándole al chico una mirada lujuriosa adornada por una sonrisa traviesa, de aquellas que a Eusstas le encantaba presenciar. Terminó de sacarlos de un jalón y no esperó mucho antes de empezar a atender aquel miembro que ya se encontraba despierto casi por completo. Lo tomó en su mano y lo recorrió con su lengua lentamente antes de meterlo en su boca tanto como le fue posible.

Kid ahogó un jadeo y se mordió el labio inferior sin despegar la vista del moreno. Sentía su miembro ser engullido por aquella cavidad húmeda una y otra vez, llegando cada vez más hondo en la boca de su novio.  

Law dejaba vagar su lengua por toda la hombría de Eusstas mientras lo succionaba repetidas veces, empapándolo por completo. Sintió cómo el chico comenzaba a embestir ligeramente contra su boca y sujetó sus caderas con fuerza aumentando la velocidad de sus movimientos.

-Joder- Echó la cabeza hacia atrás al sentir que el chico lo engullía con mayor velocidad. –Tr-Trafalgar- llamó dejando escapar un jadeo.

El moreno paró su acción, sacando la hombría del otro de su boca, y lo miró con la interrogativa pintada en el rostro. Kid lo sujetó de los hombros y lo jaló para tumbarlo una vez más sobre la cama.

-Ya no aguanto- se inclinó sobre el cuello del chico mientras colocaba unos cuantos dedos sobre su boca. Aunque se sorprendió cuando Law apartó aquellos dedos con su mano y tomó su cuello acercándolo a sus labios para besarlo.

-Hazlo- le dijo en medio del beso.

-¿Estás seguro?-. Realmente quería estar lo más pronto posible dentro de él, pero nunca antes lo había penetrado sin preparación previa.

-Necesito sentirte Eusstas-ya-.

Kid asintió y volvió a besarlo al tiempo en que bajaba las manos hasta el pantalón del moreno y comenzaba a desabrocharlo rápidamente para después retirarlo de golpe. Se separó lo suficiente para acomodarse de rodillas entre sus piernas, sujetando sus muslos y levantándolos lo necesario para dejar su entrada a la vista. Acercó su miembro y comenzó a entrar lentamente.

Law apretó las sabanas con fuerza, dejando salir un quejido mal reprimido de su boca, pero en ningún momento pidió que parara ni Kid se detuvo hasta entrar por completo en él.

Jadeó al sentir el calor de su interior consumiendo su hombría y comenzó a moverse lentamente, tratando de esperar a que el chico se acostumbrara a la intromisión.

Sentía el dolor disminuir y comenzó a mover sus caderas contra las del pelirrojo, indicándole que podía moverse a su antojo. Kid no lo hizo esperar y comenzó a embestirlo con más fuerza y velocidad, saliendo casi por completo y entrando nuevamente hasta el fondo, golpeando aquel punto que hacía al moreno estremecerse por todo su cuerpo y jadear con fuerza, entonando también ligeros gemidos. Llevó una mano a su propio miembro y comenzó a estimularlo al mismo ritmo en que el chico lo penetraba.

Embestía con fuerza una y otra vez en su interior, deleitándose con cada sonido que Law liberaba, principalmente porque era la primera vez desde que estaban juntos en que el pelinegro no trataba de reprimir todo en su garganta, sino que dejaba salir libremente aquellos jadeos y gemidos de su boca sin intento alguno de ocultarlos, era una manera de mostrar qué tanto lo hacía enloquecer el pelirrojo.

Law dejó escapar un fuerte gemido y arqueó la espalda antes de correrse en su mano, manchando en el proceso su vientre y apretando las paredes de su interior, arrastrando a Kid al orgasmo.

Respiraba agitadamente tratando de recuperar su ritmo cardíaco normal, observando al pelinegro que se encontraba en su misma situación. Se inclinó y besó sus labios antes de salir de su interior y tumbarse junto a él en la cama. Se quedó mirando al techo por unos momentos, con un brazo sobre su cabeza y otro en su abdomen, hasta que por fin su respiración se normalizó.

Volteó a ver al pelinegro a su lado, esperando encontrarlo de espaldas a él y con los ojos cerrados, al igual que siempre. Pero, contrario a lo que pensó, Law estaba acostado de lado observándolo atentamente, además de que ya los había cobijado a ambos sin que se diera cuenta. Se acomodó de frente a él y pasó un brazo por su cintura, acercándolo más.

-¿No fingirás que estás dormido?- preguntó mirándolo a los ojos.

El pelinegro negó ligeramente con la cabeza. –Nunca más-. Observó su rostro por unos segundos y después posó una mano sobre su mejilla, acercándose para plantarle un ligero y suave beso. –Te amo Eusstas-ya- susurró sobre sus labios, al igual que hacía siempre, con la diferencia de que esta vez el pelirrojo estaba despierto para escucharlo.

-Eres un idiota, ¿lo sabías?- sonrió, pegándolo aún más a su cuerpo y besando su cabeza. –Yo también a ti-.

 

*Presente*

Esbozó una sonrisa. Las tarjetas que en ese momento sostenía en su mano, eran las mismas que le había escrito a Kid hacía dos años para contarle cómo se sentía.

-Hey Trafalgar, creo que lo encontré- dijo el pelirrojo entrando en la habitación con un libro en mano. -¿Qué haces?-.

Volteó hacia él levantando las tarjetas junto a su rostro para mostrárselas, observando cómo las mejillas del chico se sonrojaban al instante. –Aún las conservas-.

-¡Devuélvelas!- se acercó rápidamente a él e intento quitárselas, pero Law consiguió esquivarlo.

-Es muy tierno de tu parte Eusstas-ya-.

-Trafalgar, regrésamelas- extendió la mano frente a él y lo miró autoritariamente.

-Sabes que no me gusta que me des ordenes - le dedicó una sonrisa desafiante. –Me pregunto si debería dártelas-.

-¡Por supuesto que deberías!- exclamó y, sin querer, dejó caer al suelo el libro que llevaba en mano, el cual se abrió en la página en que Law tenía el separador, pero lo que llamó su atención fue lo que el moreno utilizaba como separador.

Miró a Trafalgar con curiosidad, percatándose de que su rostro había adoptado un ligero sonrojo apenas notorio, pero que sirvió para confirmar lo que había pensado: aquella era la tarjeta que le había dado con el oso blanco de peluche en su cumpleaños hacía tiempo. ¿Esa había sido la razón de que tuviera tanta urgencia por encontrarlo?

-Parece que no soy el único que conserva cosas, Trafalgar- comentó sonriendo.

Law lo fulminó con la mirada e intentó recoger el libro rápidamente, pero Kid fue más veloz que él.

-Dámelo Eusstas-ya-. Trató de arrebatárselo pero el pelirrojo estiró el brazo hacia arriba, aprovechándose de su altura para dejarlo fuera de su alcance.

-No no Trafalgar- dijo negando con un dedo frente a su rostro. –Hagamos un intercambio-. Señaló las tarjetas en la mano del otro.

El pelinegro bufó. –Bien-. Le tendió las tarjetas y Kid bajó el brazo para extenderle el libro. Se dedicaron miradas amenazantes y de desconfianza hasta que ambos se apoderaron de sus pertenencias al mismo tiempo.

Se miraron por unos segundos más antes de voltearse y dirigirse cada uno a guardar sus preciados objetos. Law dejó el libro en uno de los estantes, a un lado de su oso blanco, y después volteó hacia el pelirrojo para verlo cerrar el cajón donde encontró las tarjetas. Kid sintió su mirada y se giró hacia él, dedicándole una pequeña sonrisa de lado.

El pelinegro sonrió también. Volteó nuevamente hacia el estante y observó el peluche. –Cuídalo bien Bepo- le dijo señalando el libro que acababa de acomodar a su lado. –Es algo muy preciado-. Sintió que el pelirrojo lo abrazaba de la cintura y lo atraía a su cuerpo, pegando su espalda con el pecho de Kid.

-Dime Trafalgar, ¿No merezco un premio por haber encontrado tu libro?- preguntó mientras acercaba sus labios al cuello del otro.

-Pues…- pasó su mano por detrás de su propio cuerpo hasta alcanzar la entrepierna del otro,  presionándola por sobre el pantalón. –Creo que podemos hablar sobre eso-.  

 

¿Fin?

Notas finales:

Bueno pues eso es todo por el momento, espero sinceramente que les haya gustado, les agradezco a todos por haberse pasado a leer y más aún a los que se animen a dejar un review, recuerden que ayudan a mejorar y apoyan para seguir escribiendo. 

Una cosa más, para los que lean el fic, no se asusten no está pausado, sólo se me han pasado unos cuantos días de la fecha de actualización (sé que querrán matarme) pero con suerte lo tendré listo mañana, y sin ella en un par de días, así que deseenme suerte XD 

Ahora sí me despido por el momento chicos, nuevamente les agradezco el pasarse a leer, cuídense mucho les mando un beso a todos, hasta la proxíma. 

Misa-chan


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