Capítulo XII – Tregua, perdón
- ¿De verdad lo perdonará, su majestad? – Expresó el sacerdote Himchan completamente sorprendido por esa actitud
- Entregar su cuerpo supone mucho más que sólo eso… Su dignidad y fidelidad como príncipe serán puestas en duda por la población aún más de lo que ya podrían hacerlo ahora que regresará después de cuatro años.
Himchan se sorprendió tanto por su propia imprudencia que salió de allí con su hijo Ricky para no volver a decir ningún “horror” más. En ese momento entraron los tres chicos que se habían salvado gracias al acto del príncipe mayor.
- ¿Por qué lo ha hecho? – Expresó Bing llorando, en voz baja
- Él los quiere, a ustedes, a Junhong y a su hijo en camino – Expresó el sacerdote Daehyun – Para él es mucho más importante que ustedes vivan a que se conserve su dignidad.
Los tres chicos bajaron la cabeza, en ese momento se retiraron al dormitorio todos juntos con Junhong y Yongguk, tratando de jurarse a sí mismos que todo estaría bien, y que no le harían mucho daño al príncipe mayor. Se recostaron en las camas y todos se durmieron después de rato llorando, excepto Yata, quien ni siquiera durmió.
A la mañana siguiente
El príncipe menor del reinado bendito se encontraba durmiendo en su cama con Yongguk a su lado, abrazándolo y conteniéndolo aún inconscientemente, en su mismo dormitorio estaba, por un lado,Yata, quien no había podido dormir de la inseguridad de no saber qué le harían a su novio, y por otro lado Bing, Jino y Daniel, quienes al igual que la parejita de la cama central, dormían con expresiones tristes en sus rostros.
Tocaron repentinamente la puerta con brusquedad, todos despertaron al instante, Yata hizo el favor de ir a abrir debido a que su cama quedaba cerca de la puerta y era el único que estaba completamente despierto; el sacerdote Daehyun y el rey lo veían con una expresión muy triste, se imaginó lo que había pasado. Junhong, Yongguk, Jino, Daniel y Bing se levantaron, y cuando los vieron arriba, el rey dijo con una voz muy apagada:
- Tu hermano acaba de regresar, vengan a verlo a la sala.
- El rey de los malditos tiene algo para decirnos, para todos – Expresó Daehyun por último con la voz ahogada, haciendo que los demás lo siguieran
Los chicos salieron y se dirigieron a la sala de conferencias y banquetes, abriendo la puerta para ver a Junhee con un estado devastado; estaba sentado sobre un cojín, cubriendo su cuerpo semidesnudo con ropas rasgadas con una manta azul oscuro de tela, cubriendo además su cabeza, los miraba con tristeza y parecía que iba a llorar, sus labios le temblaban.
- Junhee hermano, ¿qué te han hecho? – Dijo Junhong acercándose a él para abrazarlo, él no correspondió para no soltar la manta, pero ocultó su rostro en el hombro de su hermano
- Se han saciado de su cuerpo de todas las maneras que quisieron, han sido muy crueles – Expresó Daehyun
- Aún tenemos que oír lo que el rey de los malditos tiene para decirnos – Dijo el rey, habilitando a Daehyun para encender el intercomunicador mágico con su energía
La imagen del rey de los malditos apareció en aquella esfera de cristal que tenían como intercomunicador, estaba riendo maléficamente, igual a la noche anterior cuando Junhee había decidido hacer aquello para que dejaran en paz al reino bendito y no dijeran que los habían ayudado.
- Ha sido bueno hacerlo con él, tan bueno que los dejaremos en paz por ahora y no le diremos nada a los Neutralitas… Ustedes verán cómo harán la ceremonia de regreso al reino y de casamiento con el chico en ese estado – Rió malévolamente – Hasta luego y buena suerte, la van a necesitar.
Cuando la imagen del rey de los malditos desapareció del intercomunicador, Junhong abrazó con más fuerza a su hermano, quien empezó a temblar entre sus brazos, Junhong sólo se separó porque los chicos tenían que decirle algo a Junhee.
- Junhee, amigo mío – Dijo Daniel con la cabeza gacha – No tenías porqué hacerlo.
Junhee se puso de pie como pudo debido al gran dolor que sentía en su parte trasera baja, y lo miró con enojo, pero su estado no le permitía enojarse realmente con sus amigos.
- Si no lo hacía, ustedes morirían, a mí no me importa lo que me pase, pero sí me importa lo que les pase a ustedes – Hablaba en voz baja, tan baja que nadie se atrevía siquiera a respirar – Al menos tuvo la delicadeza de usar preservativo.
Los chicos se sorprendieron, abriendo sus ojos de par en par y mirándose entre sí sin saber muy bien qué decir. El sacerdote Daehyun rodeó sus hombros con su brazo izquierdo y sin mirar a los chicos a los ojos les dijo:
- Lo llevaré al hospital para que lo curen, ésta noche será la ceremonia y él debe estar en buenas condiciones.
Cuando Daehyun terminó de cruzar la puerta con Junhee caminando lenta y torpemente a su lado, Junhong sintió ganas de vomitar, y entonces, sin poder aguantar bien, vomitó en la sala, desmayándose después.