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Ángel de sangre. por FantasticShow

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Notas del capitulo:

Pronto MyungSoo se dará cuenta de que, al conocer a SungJong, sucederán muchas cosas. Y ninguna tendrá explicación en aquél momento. 

¿Se dejará caer en las garras de SungJong?...

Habían pasado ya tres días desde el suceso de las fotos. Aún estaba desconcertado por no haber visto al ángel de cabello rosa. Porque sí. Para mí era un ángel. Había llegado a soñar con él, ¿en dónde estaría? Es más, llegué a tal punto de desesperación que pensé que al pasar todos los días y a la misma hora por la esquina del metro en donde nos vimos por primera vez le encontraría de nuevo. Por supuesto, nunca pasó. Ni siquiera fuera del “Nightwish”, el bar donde trabajaba, le volví a ver. Ese muchacho me traía completamente mal y lo peor de todo era que lo aceptaba sin pudor. Quería verle, deseaba verle, necesitaba verle.

-MyungSoo, llegarás tarde a clase –Escuché la voz del jefe de la cafetería que visitaba cada mañana antes de entrar a clases desde que comencé mis estudios universitarios. JiSub era un hombre alto y de 36 años, de personalidad muy tranquila y pacífica. En eso nos parecíamos bastante, pero yo seguía siendo la torpeza hecha humanidad. Y ese hombre tenía un talento para el café digno de envidiar y admirar.

-¡Ah! Perdón, hyung… Me quedé pensando en alg… Eh, otra cosa –Me enredé con mis propias palabras y JiSub se rió. Me sentí, como siempre, idiota y me sonrojé de la vergüenza, tomando el café que me extendía el jefe, quien preparaba esa bebida sólo para mí porque sabía que me despertaba aunque yo me hubiera dado mil duchas antes de salir de casa. El café, que tenía una mezcla entre canela, amaretto y vainilla, tenía el nombre de Sunshine. Últimamente me estaba recordando mucho al muchacho de cabello rosa.

-¿Estás bien, chico? Te veo más distraído de lo normal –Me preguntó el hombre con expresión algo preocupada, sólo asentí cogiendo un brownie de chocolate con menta y salí casi corriendo del lugar.- ¡No te hagas el tonto! ¡Te lo agrego a la cuenta, gato ladrón! –Ya no era la primera vez que le sacaba algo de la tienda sin pagar y el, amablemente, me lo anotaba en la cuenta. Mierda. La cuenta no la he pagado desde hacía una semana.

Caminé durante más o menos treinta minutos para llegar hasta las puertas de la Universidad de Seúl, en donde ejercía la carrera de Fotografía. Si bien la música era lo que me apasionaba, la fotografía comenzó a mover mi mundo sin que yo me diera cuenta. Mi abuelo siempre me dijo que persiguiera mis sueños, que no los dejase escapar y que luchara día a día por ellos.

Y fue así, que mi más reciente sueño apareció. Y más hermoso que la primera vez. Y en las puertas de la institución, como si estuviera esperándome desde hace mucho tiempo.

Ya no era mi ángel de cabellos rosas, sino que ahora poseía el cabello rubio claro, cubierto a medias por un gorro de lana en tonos grises claros, llevaba un abrigo de la misma tonalidad que su gorro y tenía el cuello cubierto por una bufanda blanca. Se veía tan hermoso. Y no dudé en acercarme. Algo me llamaba. Algo me atraía hacia él. Había algo completamente misterioso de su parte que yo quería descubrir. Me gustaba mucho. Lo deseaba.

Pero como si fuera un depredador para él, sonrió y se giró para marcharse. Y volvió mi desesperación. ¿No le volvería a ver? ¿Se iría así sin más? Quise gritarle que se detuviera, pero mi garganta se había cerrado con lo que creí, era concreto. Y sin dejar de caminar, volteó a verme, volviendo a sonreír. Se quería perder entre la multitud de un día martes a las nueve de la mañana. Me estaba invitando a seguirlo. Al carajo las clases de ese día. Si no me atrevía a perseguirle y por lo menos saber su nombre, no me iba a quedar tranquilo ni un día más. Y así lo hice. Con el café casi acabado, lo tiré al primer tacho de basura que encontré y me encaminé hacia un nuevo destino, que no era precisamente la clase aburrida de Teoría de Imagen. Le perseguí, tropecé y casi caí varias veces, golpeé a muchas personas en el camino mientras que mi ángel de, ahora,  cabellos rubios volteaba a mirarme de vez en cuando y luego volvía a escapar de mí. Y así fue por casi treinta minutos.

-¡Ah! ¡Enserio! –Solté un grito, frustrado, cuando le perdí el rastro completamente al llegar a un pequeño mirador. Encerré los puños alrededor de la fina barandilla del lugar, rabioso. Lo perdí. De nuevo lo perdí.- Maldición…

-¿Alguna vez te dijeron que no debías hablar con extraños? ¿Y mucho menos seguirlos como un loco? –Escuché a mi espalda. Algo en mi interior me gritaba desesperado que me volteara para conocer al dueño de esa preciosa voz de cántico divino. Y no, no exageraba. Giré sobre mis talones para observar al dueño de esa preciosa voz.

Sentí que el suelo se volvía de goma y me absorbía. Aquél joven era jodidamente hermoso.

-Tú… -Murmuré al voltear, sin poder evitar sonreír con amplitud al verle. El brillo de los ojos del rubio me cautivó por completo. Era totalmente hermoso por donde se le mirara; estar más cerca de él me hacía dar cuenta de que tenía un exquisito aroma a canela y vainilla; muy parecido a mi café matutino.

-Sí, yo. No sé por qué estuviste tan empecinado en perseguirme, pero… Aquí estoy, cara de gato –Oh… Su voz era tan sensual que me estaba ardiendo la piel por debajo de la camiseta. Y estaba seguro que algo más.

-No lo sé, ah… Yo… ¿Cómo te llamas? Desde el día que te vi no pude dejar de pensar en ti, perdón si te molesté pero me volviste loco… ¿Qué estoy diciendo? –Me sonrojé de la vergüenza y sonreí como idiota. Maldita sea mi sinceridad. Pero esa virtud que no sabía controlar muy bien me sirvió para escuchar la melodiosa risa del joven.

-Bueno, causo esas sensaciones en la gente. SungJong, mi nombre es Lee SungJong –Me confesó con la voz tan suave que la sentí como un susurro directo en el oído. Estaba volviéndome loco, lo sabía. La mezcla entre su hermosura y su voz era simplemente un elixir visual y auditivo. Quería que me preguntara el nombre, de donde era, qué hacía, cualquier cosa… Necesitaba oírle. Y como si leyera mi mente, sucedió.- ¿Cuál es tu nombre?

-Ah… MyungSoo, Kim MyungSoo –Los ojos avellana del rubio me sonrieron y brillaron con intensidad. Desee con todas mis fuerzas tomarle una fotografía para recordar por siempre esa expresión.

-¿Tu no deberías estar en clases ahora? –Me preguntó luego de unos segundos a lo cual yo desvíe la mirada hacia donde debería estar la Universidad.

-Sí, pero sólo quería saber quien eras. Ya te dije… Desde que te vi no pude dejar de pensar en ti. No sé qué me pasó, lo siento –SungJong negó con la cabeza y sonrió de nuevo. Descubrí que me encantaba verle sonreír. Quería conversar con él, invitarle un café, no sé. Algo, lo que fuera.

-¿Qué tal si me invitas un café y vamos a conversar un rato? –Me pregunté si leía mi mente. Después deseché la idea. Era alguien completamente humano, ¿verdad? Asentí y me acerqué a él para caminar rumbo a la cafetería que poseía los más ricos cafés de la ciudad a mi parecer. Claro, donde trabajaba JiSub.

Durante el camino, SungJong me contó que había llegado hace poco a la ciudad. Venía viajando desde Londres, por mero gusto. Estaba viviendo solo en un apartamento casi llegando al límite de la ciudad puesto que no le gustaba mucho el ruido de los automóviles y el metro. De hecho, no era muy apegado a la sociedad, según sus palabras.

-Pero, ¿qué edad tienes? Te ves muy joven como para vivir solo y haber viajado durante tanto tiempo –La pregunta salió a flote y SungJong rió con suavidad, como si hubiera descubierto un secreto del cual debía avergonzarse. En ese momento, abrí la puerta de la cafetería para que entrara y me miró de reojo.

-Dos años menor que tu –Susurró antes de entrar a la cafetería. ¿Eh? ¿Cómo sabía la edad que yo tenía? Por mi torpeza, solté la puerta y casi me di contra el vidrio en la nariz. No fue casi. Me golpee la nariz y la frente con la puerta y luego volví a entrar. JiSub salió en ese momento junto a Chorong. Pues sí. Mi jefa del bar era su novia y trabajaba con él algunos días a la semana porque decía que se aburría sola en casa hasta que se iba al bar.

-Oh, ¿vienes con MyungSoo-ssi? –Me di por aludido cuando escuché mi nombre, sobándome el puente de la nariz.- ¿Te golpeaste, MyungSoo-ssi? Tan torpe que eres, chico.

-¿Lo ves? Eso te pasa por robarme, gato ladrón –JiSub se rió y contagió a SungJong y Chorong. El joven que venía conmigo estaba apoyado en el mostrador, observando toda la variedad de pasteles y tipos de cafés que allí había. Yo aún sentía el sabor del brownie en la boca.

-¿Te robaste algo de chocolate, MyungSoo? –Esta vez fue SungJong quien me preguntó. Volví a platearme el hecho de que me estaba leyendo los pensamientos.

-Algo así. ¿Qué quieres tomar? Yo invito –Me coloqué al lado de él antes de que Chorong nos mirara divertida, libreta en mano.

-Por supuesto que tú invitas. Después de todo, me perseguiste por media hora –SungJong alzó uno de sus hombros de forma coqueta y yo me sonrojé de vergüenza por los cuchicheos que mantenían JiSub y Chorong.

-Ya. No digan nada, prohibido –Alcé un dedo acusador y ambos, al unísono, hicieron un gesto de cerrar una cremallera en sus labios.

-Quiero… un mocaccino latte y un trozo de pastel de limón –En ese momento, supe que la mejor combinación era el chocolate con crema y limón. SungJong me miró con los labios en forma de “pato”, esperando mi pedido. Miré a Chorong quien ya había terminado de anotar el pedido de SungJong y me miraba esperando a mi pedido.

-Dame un capuccino amaretto –Fue lo único que pedí. Tenía el estómago tan apretado que sentía que si comía algo iba a vomitar. Tener a SungJong cerca me hacía pensar dos veces en mantenerme de pie.

-¿No pedirás nada más? ¿Te sientes bien? –Asentí, medio torpe por la pregunta, y nos fuimos a sentar a una mesa cerca de la ventana, observando como la nieve comenzaba a caer muy suave y fina a esa hora de la mañana. Chorong se demoró menos de cinco minutos en traernos el pedido y JiSub me miró con cara de “¿Pagarás o lo anoto?” Ladeé la cabeza, como si dijese que si iba a pagar y SungJong me miró con los ojos entrecerrados.

-¿Qué pasa? ¿Tengo algo en el rostro? ¡Ah! De seguro me hice una herida o se me formó un chichón por el golpe de la puerta –Inmediatamente toqué el puente de mi nariz y la frente, sintiendo un leve ardor. SungJong rió. Debía verme ridículo y torpe.

-Te ves algo torpe. Tranquilo, no te voy a morder… no aún –Murmuró guiñándome uno de sus grandes y delineados ojos. Me sonrojé y esta vez no fue de la vergüenza. Oculté el rostro como pude en el vaso de café que humeaba frente a mí y bebí un par de sorbos mientras que el rubio comía un pedazo de su pastel, sonriendo luego por su sabor.- ¿Qué estudias? –Preguntó curioso. Iba a responder cuando un pedacito de pastel en la comisura de sus labios llamó mi atención.

-Fotografía –Dije antes de alzar la diestra y retirar el pedacito, logrando que SungJong cerrara los ojos por unos instantes para luego mirarme y ladear la cabeza.

-Se siente bien eso –Murmuró luego de soltar una pequeña risa y cubrirse con la bufanda unos segundos. No pude evitar reír a la vez, había sido un acto tan tierno que se me olvidó todo lo que iba a decir o hacer.

-Eh… -Recapitulé un poco de lo que hablábamos y asentí.- ¿Qué haces ahora? Digo, llegaste de Londres hace poco… ¿Piensas estudiar o algo?

-La verdad es que quizá estudie algo, pero en este preciso momento… No. Quiero descansar un poco y acostumbrarme a la ciudad de nuevo. Después de todo, viajar durante dos años me hizo caer un poco de la balanza tecnológica y colorida de Seúl –Asentí ante sus palabras. La verdad era que sólo alcancé a escuchar la mitad pues la otra mitad me dediqué a mirar como sus labios se movían con lentitud al hablarme, como me coqueteaban con cada letra que se unía, como su lengua repasaba su paladar al remarcar una palabra. Oh, MyungSoo. Gobiérnate, por favor.

La verdad era que no tenía idea de qué hablar con SungJong, y al parecer él tampoco pues se entretuvo mirándome durante largo rato a los ojos. Sentí que me atravesaba en medio segundo y me dejaba tirado en la incertidumbre. ¿Qué era esa sensación tan extraña que sentía en el pecho? Algo dentro de mí me decía que aún no debía confiar en SungJong, que algo se traía entre manos, y si me ponía a pensar detenidamente, todo había sido muy extraño. Nuestro primer encuentro, la forma en cómo nos miramos, mi mundo se distorsionó por completo cuando SungJong apareció hace… ¿cuatro, cinco días? Sí, lo reconozco. Todo era muy extraño. En ese momento, mi mirada chocó directamente contra la de SungJong y me obligué a no bajarla. Por lo poco que había averiguado, el muchacho era alguien refinado y elegante, me lo demostraban sus ropas y la forma de hablar que tenía, se notaba que quizá venía de una familia adinerada o tenía mucha educación de por medio. Era alguien culto y llamativo. Y creo que está de más decir que era jodidamente atractivo. Sus ojos avellana brillaban con intensidad en todo momento, algo grandes y afilados, como los de un gato juguetón y travieso. Sus labios eran ligera y casi imperceptiblemente gruesos, rosáceos casi llegando al violáceo, como si tuviera la presión baja pero eran perfectos y hermosos. Nariz perfecta y respingada, pómulos ligeramente marcados y de quijada muy marcada y, ante mis ojos, muy suave. Con una piel algo brillante, en extremo blanca… Demasiado pálida, tanto que podría jurar que veía sus venas y como la sangre trascurría a través de ellas.

-¿Te parezco atractivo? –Escuché, directamente en mi oído, el susurro de SungJong. Había acomodado su cabeza en una de sus manos mientras que su codo se apoyaba en la orilla de la mesa. Tenía una leve sonrisa ladina en sus labios y sus ojos se miraban con total intensidad. Mis ojos, por inercia, se volvieron más pequeños, bajé los párpados y le miré de la misma forma que él.

-Así es –Susurré de la misma forma para que sólo él me escuchara. Y así fue. Su sonrisa se ensanchó un poco más y miró, esta vez, hacia la ventana. De reojo observé mi reloj de muñeca, el cual marcaba ya las 12 del mediodía. ¡¿Las 12?! Imposible… Era imposible que el tiempo haya pasado tan rápido estando junto a él. Claro, MyungSoo, ahora piensa que SungJong está controlando el tiempo, idiota. SungJong soltó una pequeña risa que me hizo mirarle, ¿en qué estaría pensando? Un minuto… ¡¿En qué mierda estaba pensando yo cuando le dije que sí me parecía atractivo?! Bueno, a final de cuentas no estaba mintiendo. El chico era un dios egipcio ante mis ojos.

SungJong volvió a mirarme, aún con esa sonrisa que me estaba volviendo loco desde el primer día que le vi. ¿En qué pensaba?

-Quiero que seas mi guía personal por la ciudad, ¿te parece? –Abrí los ojos un poco más de lo normal. Se me había olvidado que SungJong venía llegando de Londres hace poco. Sin pensarlo dos veces, sonreí e incliné la cabeza en señal de afirmación.

-Será un placer para mí –Dije antes de tomar el vaso con café y beber varios sorbos. Si bien el amaretto era un trago bastante fuerte, parecido al whisky, con el café hacía una perfecta combinación y claro, a mi no me hacía efecto el alcohol.

-¿Terminamos esto y vamos? –Preguntó SungJong antes de comenzar a comer su pastel tranquilamente y beber de su café entre trozos. Yo me quedé mirándole como idiota, debo admitirlo. La forma en que abría la boca y sacaba la punta de la lengua para saborear un milisegundo antes el trozo de pastel… ¡Me estaba coqueteando! ¡Hasta comiendo me coqueteaba! El chico era increíble. Y yo tenía una necesidad inexplicable por conocer más de él, por saber qué le gustaba o qué haría en su tiempo libre.

De verdad, no podía explicar con certeza lo que SungJong me hacía sentir, era algo tan confuso. Por un lado me hacía querer estar a cada segundo con él, pasear con él y llevarle a cuanto lugar se me ocurriera. Pero por otro lado, estaba esa pequeña corazonada que me decía que algo andaba mal, que las circunstancias habían sido demasiado extrañas como para ser tan perfectas como yo las pintaba y que no debía confiar en él a ojos cerrados. Estaba confuso, no lo podía negar.

Sólo estaba seguro de una cosa. Si dejaba de ver a SungJong, entraría en una desesperación inmediata y mi necesidad por encontrarle sería desmedida. Desde el primer momento en que le vi, SungJong comenzó a mover mi mundo sin que yo me diera cuenta.

Notas finales:

Gracias por leer♥~


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