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Oh SeHun por Bitter

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Nunca comprendió porque ese chico tan callado y carente de sonrisas había llegado sólo cuando faltaban un par de meses para acabar con la escuela, era su último año, bueno, el de ambos, después de todo serían compañeros de clases. 

No recordaba con claridad el día, pero si el momento, el profesor presentaba un nuevo muchacho: Oh SeHun. Fue instantáneo, sus ojos parecieron pegarse a esa figura delgada, tenía que hablarle y si Huang Zi Tao quería algo, lo obtenía, bastó una mirada a su compañero de asiento para que éste resignado se cambiará unos cuantos más atrás, se armó de su mejor sonrisa y cuando el chico de castañas, casi rubias, hebras pasó junto a él, sólo le faltó lanzar purpurina para llamar su atención. Pero no, el bastardo había pasado de largo. La sangre pareció hervirle y esa sonrisa que aún mantenía, se transformó en algo más oscuro, casi siniestro, completamente contenido. Entonces carraspeó, pronunciando un suave y encantador “Hey!” el cual también fue totalmente ignorado. El chico nuevo, indiferente a todo, tomó asiento en la última hilera junto a la ventana, Zi Tao pudo escuchar las risitas fastidiosas de algunas de sus compañeras de clase, pero hizo de cuentas que jamás las escuchó.  Pero no, Zi Tao jamás se daba por vencido.

Al día siguiente, procuró llegar primero, tomando asiento en el banquillo justo a un lado del que el chico nuevo había ocupado el día anterior y nuevamente ocupó esa sonrisa que a muchos derretía, pero no a SeHun. Pasó directo a su asiento, sin mirarle una vez más. De más está decir, que Zi Tao se sintió desafiado y dolido a partes iguales, pero aun así , pasó todo el tiempo prendado al desconocido, más de una vez el maestro llamó su atención, pero nada le importó. Él tenía que dar su atención a alguien mucho más fascinante.

Habían pasado algo así como dos semanas y nada cambiaba, salvo de un par de veces en que el de expresión ausente le había entregado el lápiz que había dejado caer evidentemente a propósito. Pero nada más. Nada y Tao comenzaba a desesperarse… ¿Sería así con él por ser extranjero? Fue el pensamiento que cruzó su cabeza esa tarde, cuando el profesor dictaba una aburrida clase de lenguajes y él mantenía sus ojos en el castaño, quién ni se inmutaba por ser constante blanco de miradas. Por primera vez el lápiz escapó de forma natural de sus manos, con un repentino temor.  Quizás SeHun era de esa clase de coreanos que detestaban a los extranjeros, quizás hasta le causaba repulsión que él tomase asiento cada día junto a él. Sus ojos felinos se tornaron aguosos, sin poder contenerse, estaba tan pasmado por el reciente descubrimiento, que ni escuchó la campana que anunciaba el fin de la jornada, ni que sus compañeros dejaban el lugar o que las lágrimas caían por sus mejillas bronceadas ni mucho menos que SeHun, inclinado hacia él lo observaba, estirando el grafito en su dirección, hablando… hablando…

¡Hablando!

Su expresión se congeló cuando observó los finos labios moverse, inclusive le tomó un tanto de tiempo en entender las palabras que le dedicaba. “¿Estás bien?” ¿Lo estaba?...


Zi Tao siempre había sido del tipo emocional, eso de razonar y luego actuar, de contenerse, claramente no era ni sería jamás lo suyo. Se puso de pie, dando un golpe con sus manos al pupitre.  Provocando que el castaño se hiciera con sorpresa unos pasos más  atrás.

¿Qué si estoy bien? ¡Carajo! ¿Qué problemas tienes conmigo? ¿Por qué me odias? ¿Es por qué soy chino? Llevas ignorándome semana tras semana y me preguntas si estoy bien ¡Joder! — Exclamó, sin poder contenerse, cabreado e ignorando la lagrimas infantiles, berrinchudas, que sin tregua corrían.

¿De qué hablas? — Preguntó sin entender el aludido.

¡Eso! ¡Que me ignoras! ¡Que no dices nada! ¡Que no te gusto! — Exclamó, notando tarde la última de sus acusaciones, el silencio reinó, el tiempo se detuvo y sus miradas se encontraron, confundidas… ¿Su obsesión por el maniquí se había convertido en gusto? Bueno, era probable, Tao era así, de sentimientos radicales.

Yo…— Comenzó el contrario entonces.

Ni se te ocurra rechazarme… — Amenazó en siseos Zi Tao, apretando sus puños, esquivando el pupitre que los separaba.

No… Quiero decir… Creo que lo normal es comenzar como amigos…— Titubeó el castaño, observando la puerta, casi como contando cuanto tardaría desde su posición hasta llegar allí.

¿Qué sabes tú de lo que es normal? Llevas casi tres jodidas semanas aquí y no hablas con nadie. — Pronunció con dureza Tao, aun cuando continuarán cayendo lagrimas por sus mejillas. — Desde hoy sales conmigo. — Sentenció sin más, sin dar tiempo a nada, juntando sus labios a los del sorprendido Oh SeHun con brusquedad, en un simple toque. Porque SeHun se enamoraría de él, lo sabía, todo el mundo lo hacía. Y él estaba tomando su oportunidad para conquistarlo. — Y por si no lo sabes, soy Zi Tao, tu novio. — Dijo sin más, antes de tomar su mochila y salir casi corriendo de allí.

¿Cómo explicar lo que después ocurrió?

Las cosas no fueron como Zi Tao lo esperó, es más, fue más sencillo, SeHun no era de muchas palabras, pero por lo general accedía a todo lo que él pedía, compartían momentos y hasta risas en algunas tardes, era algo así como perfecto, salvo por un detalle: No conocía a SeHun. Sentía que siempre estaba con alguien que portaba una máscara, es cierto que más de una vez fue a su casa, en teoría a hacer un trabajo, aunque fue lo último en lo que pensó cuando le devoraba desesperado los labios a su “novio”, pero la ilusión de ser presentado con alguien de la familia quedó frustrada, SeHun estaba solo y la siguiente, siguiente y siguiente vez también… Entonces  se animó a preguntar, pero SeHun dijo con simpleza que siempre era así, pero empleó un tono, que dejaba en claro que no quería hablar más de eso. Pero no fue sólo eso, fueron pequeñas señales que le llevaron a notar que su perfecta relación estaba situada sobre un castillo entre las nubes y  que con la brisa SeHun se iría un día.

Comenzó a notar que cuando reía, no siempre era real, sus ojos casi nunca brillaban, tampoco avanzaban más allá de besos y abrazos, aun cuando Tao lo intentó seducir de maneras sobre humanas, parecía que SeHun era fiel a algo, a alguien… A veces, cuando dormían, SeHun mencionaba un nombre, a veces SeHun dibujaba a alguien…  Y entonces vio todo con claridad, SeHun tomaba su relación como un juego, como darle dulces a un niño pequeño para que no llorara… Después de todo, Zi Tao no le había dado la opción al rechazo. Entonces pensó que hubiera sido menos doloroso apartarse en ese momento que ahora cuando se sentía enamorado.

Pero… ¿De quién era SeHun? Sabía que todo su tiempo lo dedicaba a él, no había espacio para una persona más, no estaba siendo engañado… ¿Y si el muchacho del croquis de SeHun sólo se trataba de un familiar muerto, un amigo? Era un niño apenas y dudaba que SeHun tuviera esa clase de inclinaciones enfermizas, pero siempre era él, a veces aparecían otras personas, pero sin mayor importancia a su parecer.

Paulatinamente se fue alejando, porque él no saldría lastimado, si alguien pensaba en correr, debía ser él primero. Cegado, sin ver que lentamente llegaba un poco más al centro de aquel que por meses había sido el centro de su mundo.

 Fue en la graduación cuando Zi Tao lo conoció… Wu Yi Fan ¡Qué hombre! Era el acompañante de una de sus tontas compañeras de clase, pero como SeHun había decidido no asistir, se pasó la velada coqueteando con aquel desconocido, tan atractivo y además, chino como él. Fue una conexión inmediata, química desbordante y muchos temas de conversación. Tan opuesto a SeHun, ese carisma que derramaba, las miradas que robaba, su porte, su espalda, era un hombre, no un adolescente como su novio, que lo cambiaba por un chiquillo desabrido en su cuaderno de dibujos. No sintió culpa cuando el mayor lo besó por sorpresa mientras bailaba, la vanidad se subió a su cabeza, sabiendo que casi todos en el lugar lo envidiaban. De más está decir en que acabó la velada…

Con el fin de las clases, sus encuentros y citas con SeHun se redujeron a casi nada, en cambio  con Wu Yi Fan, Kris, se veían casi a diario. Tao siempre había sido así después de todo, un día se juraba enamorado de alguien y al siguiente era olvido. Había tenido más novios que la mayoría de su edad y la conciencia jamás le pesaba. Siempre obtenía lo que quería, pero esa tarde, entre los brazos de Yi Fan, cuando su móvil vibró y un mensaje de SeHun alumbró la pantalla, su corazón se oprimió. Un simple “Te extraño” se dejaba leer en la pantalla, era la primera vez que recibía un mensaje así por parte de él, pero había calado hondo.

Esa tarde, su encuentro con Kris acabó temprano, necesitaba verle.

Su casa estaba solitaria como siempre, aunque la percibía más ordenada que de costumbre, SeHun parecía el mismo, pero había algo en su mirada que lo inquietaba.

Creí que no te vería otra vez. — Dijo con ese tono de voz que enloquecía al chino y sintió como su interior se removía en un terrible golpe de emociones. —

He estado algo ocupado… — Empuñó sus manos, sin sentirse capaz de mirar los ojos de quién en frente tenía.

Lo sé. — Murmuró. — No tienes que darme explicaciones, sé que terminamos hace mucho a decir verdad, pero… — Y las lágrimas comenzaron a juntarse en los bordes de los ojos del extranjero, elevando por fin la mirada a SeHun. — Quería darte las gracias por todo, de verdad fui feliz y me hiciste reír, creo que puedo decir que te quiero, gracias Zi Tao.  —

El silencio reinó. ¿Qué se supone tenía que decir? “Gracias a ti, sé  feliz, lo siento por engañarte.” O un “Volvamos a intentarlo” Su corazón pareció reaccionar ante esa opción, pero no… Ahora mismo quería sentir que él tenía la última palabra, quería sentir que en realidad no tenía culpa, aunque los hechos dijeran lo contrario, porque después de todo, él había engañado, él se había alejado.  

Es tu culpa…— Dijo el pelinegro luego de un eterno silencio, quién desesperado buscaba consuelo a sus propias acciones, quién actuaba con egoísmo para no sentirse tan mal, quién necesitaba no sentirse tan miserable. — ¡Tú culpa!   Si no hubieras estado siempre obsesionado por tus dibujos, ese niño… ¡Es un niño SeHun!

Fue mi primer amigo…— Contestó con dificultad. — Hace años… Así lo recuerdo yo—

Tú nada… ¿Cómo sabes tan bien sus facciones?  ¿Estás seguro de que existes? — Dijo venenoso y sin medirse. — Estás loco, nadie habla contigo…. ¿Por qué él? ¿Continúan hablando, viéndose acaso? — SeHun negó con la cabeza, notablemente afectado. —  Es producto de tu imaginación, por eso nadie te habla, por eso siempre estás sólo. ¡Porque estás loco, SeHun! — Le gritó con inconciencia. — La gente no se acerca a ti porque hay algo mal contigo, todos te dejan, hasta yo te dejo. — Las palabras salieron antes de procesarlas, esas palabras que buscaba decir y que en otras ocasiones hubieran aliviado su conciencia, fueron en su contra. No había justificación a lo que había hecho, no había nada, salvo los ojos dolidos de SeHun, salvo esa nariz enrojecida y las orillas de sus ojos humedecidas. SeHun estaba llorando y podía ver en el fondo de sus ojos como lo había roto en innumerables pedacitos con sus palabras, las piernas le temblaron y se echó a correr, fuera de allí, fuera de todo. Tarde comprendió, cuando corría sin ninguna dirección entre nocturnas calles, hipeando, que no estaba simplemente enamorado, no, que lo amaba y ahora mismo Zi Tao se sentía el ser más miserable del mundo, que se había dejado deslumbrar, que no había luchado y que había sido egoísta. SeHun en su medida, había dado lo que más podía dar.

Esa fue la última vez que lo vio. Porque aunque quiso, ya no hubo otra vez. Cuando logró comerse todo su orgullo, cuando los sentimientos hablaron más fuerte, se atrevió a llamar, pero el número ya no existía. Fue entonces hasta su casa, pero un letrero de “Se vende”  y el aspecto deshabitado le hicieron comprender que ya era tarde. Demasiado tarde.

Incontables fueron las noches que lloró, sus intentos de buscarlo, los días, meses, años que pasaron para lograr  reponerse. Pero aún hoy en día, anhela verlo una vez más, porque su corazón se oprime todavía cuando escucha su nombre…

“SeHun…
Sólo ruego tu perdón…”
  


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