Debía tener 17 o algo así. Aún cuando a simple vista luciera mayor, cuando uno se detenía en sus ojos podía notar a un muchacho escondido tras el débil brillo de sus ojos.
Lo conoció en Octubre. Había terminado la carrera de literatura hace algunas semanas y era tiempo de la práctica, donde se veía verdaderamente quién serviría para la difícil tarea de enseñar. Quizás con suerte lo contrataban de forma indefinida al terminar. LuHan siempre había sobresalido en todo.
El primer día lo creyeron un alumno más, cosa que a decir verdad lo enfadó bastante. Si, sabía que posiblemente se veía más joven que mucho de sus alumnos, pero él era sobresaliente, el mejor de su clase. Lastima que eso se viera empañado a la hora educar, su paciencia no era muy "adaptable" a decir verdad.
Marcaba el reloj las 2.00pm de la tarde, del tercer día de clases, poco a poco lidiaba con el comportamiento irreverente de algunos de los alumnos o lo lanzado y coqueto que era el profesor que lo supervisaba. Un tal MinSeok. Así que, antes de almorzar con el resto, prefirió buscar un lugar apartado y aún cuando fuera de lo más cliché, el comer a solas en la azotea no era una mala idea. A simple vista creyó que el lugar se encontraba vació. El sol estaba más de pantalla que proyectando calor, pero aún así prefirió avanzar con el fin de sentarse tras una columna de cemento.
Fue entonces cuando lo vio. Su estomago se contrajo infinitas veces en un segundo y no pudo dar ni un paso más, con el temor que esa figura fuera a despertar, quizás desaparecer, se veía frágil ante sus ojos. Sus manos comenzaron a sudar inexplicablemente cuando aquel muchacho se movió, abriendo sus ojos hasta clavarse en el fondo de los propios...
¿Es ese el sentimiento que se experimentaba al recibir una flecha de Cupido?
"Oh~ No sabía que este lugar era para los profesores." Lo vio ponerse de pie, era alto, mucho a decir verdad, sus cabellos castaños y lacios caían con gracia, alimentando aún más la imaginación del joven profesor que vivía su propio mundo de fantasías. La garganta se le había secado y pudo hablar con rapidez y torpeza, por suerte, unos pocos segundos antes de que el menor se retirará.
Interrumpió el silencio únicamente para ofrecer de su propio almuerzo al menor, quién no acepto. El resto del tiempo se sumergieron en silencio y fugaces miradas que sonrojaban hasta las orejas del mayor.
Aquello no era nada ético, pensó antes de dormir, con la cabeza hundida en su almohada y los pensamientos colmados del misterioso alumno. No había nada y el menor lo reconocía como su mayor, como su profesor. Jamás pensó que le molestaría que alguien lo llamará así, pero ¿Por qué justo él? Sentía los limites y mataban sus ilusiones como verdaderas navajas.... Quizás si lo esperaba, LuHan era paciente y creía que más allá de cuatro años no se distanciaban.
Practicante LuHan. — Sentenció el profesor a un costado de él, cuando por mucho tiempo miraba al alumno Oh. ¿Cómo antes no había notado que estaba en su clase? La sensación de revoltijo volvía a su estomago y ansiaba la hora de descanso.
Cada día de la semana almorzaban juntos, corrección, SeHun nunca llevaba almuerzo, a veces alguna fruta, un yogurt, con suerte un emparedado y nunca, pero nunca, aceptaba lo que LuHan llegaba a ofrecer. Con el pasar de los días, notó que nunca lo veía platicar con alguien más, que sus habilidades para el dibujo eran increíbles y que adoraba más que ninguna cosa en el mundo ver su sonrisa. Y es que era imposible no sonreír estando con LuHan y eso él lo sabía bien, sabía ocupar su cualidad, las bromas inocentes o repentinos gestos cariños, pero siempre limitados a la azotea. Esa azotea era de ellos, sólo de ellos, como el tiempo que transcurría de las 2 de la tarde, hasta las 3.30, no había nada más.
El semestre casi terminaba y con ello la practica, sentía no había avanzado nada con SeHun, además, aún no era legal. Pero se sentía feliz de saber que tras ese rostro níveo podían existir nuevas expresiones, otra clase de miradas.
Era viernes y habían terminado de almorzar. La cabeza del mayor se encontraba recargada en el hombro del menor, quién dibujaba como siempre. Comenzó contando que ya impartiría más clases en la escuela del castaño, que era tiempo de sacar su titulo de manera oficial, entre lineas mencionó la intención de encontrarlo fuera de la escuela, aunque además de algunos monosílabos no obtuvo otra respuesta.
"Tan frío..."
¿Se había enamorado como un tonto de un trozo de hielo?
Sus ojos se encontraron al momento de levantar su rostro, la mirada inexpresiva sobre él. Deseaba tanto hacer eternos esos segundos, era la sensación más intensa que había experimentado, era como morir y vivir al mismo tiempo bajo esa mirada que mucho y nada expresaba, una sensación de angustia y esperanza amarga.
"Es ahora o nunca" Pensó, besando sin más los mezquinos labios, que para su sorpresa le correspondieron. Besar a SeHun era una mezcla de opuestos. Era torpe y no necesito de palabras para saber que era el primero en robar esos labios.
Luego...
Tristeza y preguntas sin respuestas. SeHun sin decir nada se puso de pie, murmurando un "Lo siento, no es el momento." Hasta el día de hoy no sabía si esas palabras realmente habían sido pronunciadas por el menor o su propia cabeza las había formulado. El cuadernillo de dibujo quedó olvidado y aún cuando LuHan fuera cada día por un mes, nunca más lo consiguió ver.
Ese maldito cuaderno era lo único que tenía, un cuaderno repleto de dibujos de un muchacho desconocido, prácticamente un niño, de labios abultados y mirada desafiante. Ese rostro se repetía una y otra vez, tanto que lo dañaba.
Había alguien más y no era el momento.
¿No habían esperanzas, entonces?
Quién sabe, después de todo, en las últimas paginas, era su propio rostro el dibujado.
Habían pasado los años, pero aún esperaba verlo una vez más, quizás, quizás... Este si sea su momento.
Oh SeHun..~