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Jingoku shonen por desileo

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Notas del capitulo:

Este capítulo contiene mucho spoiler de la serie original.  

 

 

Kirishima se encontraba frente a su lap top, intentando investigar a ese tal Masamune. Lamentablemente, no había encontrado nada de utilidad. Todas y cada uno de los sitios web a los que entraba hablaban de un personaje histórico o de anime. Comenzaba a desesperarse.

Desde que Yokozawa los atacó en el cementerio, no lo habían visto o tenido noticias de él desde hace un mes. Las visiones de Hiyo se interrumpieron repentinamente y, cada vez que intentaba entrar al lugar en donde se encontraban, simplemente se encontraba bloqueado.

Ambos estaban al borde de la histeria, sin poder hacer absolutamente nada. Cuando Kirishima empezaba a apagar su lap top, su hija llegaba de la escuela.

-hola, ¿cómo te fue?-preguntó Kirishima.

-bien. Dime, ¿has encontrado algo referente a Onii-chan?

-nada nuevo.

Con esto, la cara de la niña adquirió un semblante triste. Intentando animar un poco a su hija, le comentó:

-sabes, tus abuelos te enviaron un pequeño regalo. Lo dejé sobre la mesa.

Sin mucho ánimo, Hiyo fue hacia la mesa. Kirishima había esperado un poco más de emoción por eso, puesto que cada vez que los padres de su esposa enviaban algún presente, ella se emocionaba mucho.

Esta vez, le habían enviado un libro ilustrado sobre los lugares más impresionantes en donde se pueden ver el florecimiento de las flores de sakura.

En cuanto Hiyo vio el libro, lo tomó casi con desesperación y empezó a buscar rápidamente en él. Ante ese cambio de actitud tan radical, Kirishima se acercó para ver qué estaba pasando.

Al acercarse, Hiyo se había detenido en una ilustración bastante bonita, ya que en él se podía ver todo un bosque de árboles de sakura, acompañado de una cascada.

Antes de que pudiera preguntarle qué le pasaba, Hiyori le comentó:

-es aquí.

Al ver el semblante confundido de su padre continuó:

-es aquí en donde nos encontrábamos Onii-chan y yo para hablar.

Entendiendo rápidamente, empezó a leer la descripción del lugar. Al parecer, habían encontrado una buena pista, ya que, desde que Hiyo le contó sobre sus visitas, comprendió que ese lugar pertenecía directamente al pasado de Yokozawa y con esto, la respuesta para poder entender lo que había pasado en el cementerio.

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Tuvieron que esperar una semana para que Hiyori obtuviera sus vacaciones de invierno, pero Kirishima no desaprovechó el tiempo. Inmediatamente apartó un cuarto en un onsen cerca del lugar, además de pedir sus vacaciones en el trabajo.

Cuando el día llegó, ambos empacaron sus cosas y se dirigieron hacia el lugar donde conseguirían respuestas.

Llegaron al onsen por la tarde, en donde la encargada los esperaba con una enorme sonrisa en la cara. Los llevó a su cuarto e inmediatamente les trajo la cena. Mientras lo hacía les comentó:

-es raro que personas se hospeden en este lugar cuando la principal atracción llegará hasta primavera.

Inventando una mentira creíble, Kirishima le contestó:

-realmente es por trabajo. Quiero hacer un reportaje sobre las historias de estos lugares, pero me sería imposible en la época alta de turismo.

-ya veo, entonces deben dirigirse al templo. El monje de ahí debe de saber una que otra historia del lugar, ya que yo no soy de por aquí, no le podría contar lo que busca.

Feliz de haber encontrado una pista preguntó-¿en dónde se encuentra el templo?

-está de camino a la cascada.

Después de un rato la encargada salió del cuarto, dejando a ambos Kirishima con nuevas esperanzas.

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Al día siguiente partieron rumbo al templo que era bastante viejo, pero todavía con buena estructura. Se llamaba “las siete esmeraldas”. Sin pensar mucho en el nombre subieron las escaleras para entrar en él.

En él se encontraba un hombre bastante viejo, el cual los recibió amablemente. Inmediatamente Kirishima comenzó:

-disculpe que lo molestemos, pero venimos a preguntarle acerca de las historias de este lugar, ya que deseo hacer un reportaje sobre las historias de estos lugares.

 El monje, sin perder su amabilidad, contestó:

-ya veo, entonces será un honor contarle nuestra historia para que todo mundo la conozca. Pero antes quisiera saber quién les contó sobre el lugar.

-los padres de mi esposa.

-si no es mucha intromisión, ¿puedo saber el nombre de esa familia? Lo que pasa es que realmente muy poca gente conoce este lugar.

Sin entender muy bien el objetivo, contestó:

-su apellido es Saga.

Ante eso, el monje se puso bastante pensativo. Unos segundos después comentó.

-que gran coincidencia.

-¿por qué?

-eso me recuerda la historia de este templo. Antes de comenzar díganme, ¿alguno de los dos sabe la historia de los siete envíos?

Ambos Kirishima negaron con la cabeza, por lo que el monje les explicó.

-era una tradición de este lugar. Para asegurar bienestar a los habitantes, cada siete años era ofrecido un niño de diez años a las montañas. Aunque se prefería a las niñas, también escogían niños para esto.

Kirishima comenzó a recordar los sueños recurrentes que tenía.

-lo hacían cada siete años porque el siete era el número de la buena suerte y escogían niños de diez porque ellos simbolizaban la recién adquirida fertilidad en sus cuerpos.

Asombrado continuó escuchando.

-este templo se construyó tiempo después para calmar a los espíritus de los niños que fueron sacrificados. Curiosamente, el hombre que construyó este lugar decidió ponerle ese peculiar nombre.

Sin poder evitarlo, Kirishima le preguntó:

-¿quién construyo este templo?

-realmente el dinero fue dada por la familia Onodera, pero, según cuentan, para esa época sufrían una crisis financiera. Un hombre de esta zona los ayudó a salir de esa crisis con una condición: cuando volvieran a estar financieramente estables le darían dinero y tierras para construir este lugar. Si mal no recuerdo fue conocido como Takano Masamune. Aunque tiempo después se descubrió que había cambiado su apellido.

Kirishima volvió a preguntar.

-¿y cuál era ese otro apellido?

-es por eso que le digo que es una coincidencia. Su nombre original era Saga Masamune.     

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 Yokozawa se encontraba recostado en el piso de su casa, viendo directamente hacia el techo, mientras sus pensamientos lo atormentaban.

Se arrepentía de lo que había hecho en el cementerio hace un mes, pero simplemente no había podido evitarlo. Saber que él y Hiyori estaban conectados a causa de Masamune fue la total destrucción dentro de su mente.

No importaban los años, las situaciones o las personas que conociera, él jamás lo podría perdonarlo. Pero Hiyo no tenía que cargar esos pecados, por lo que decidió cortar toda comunicación con los Kirishima, con la esperanza de que pudieran seguir sus vidas sin tener el riesgo de otro ataque así, o peor, llamar la atención de Emma.

-estas completamente derrumbado sin esos dos, ¿verdad?

Yokozawa intentó ignorar a Emma que, por una extraña razón, seguía en el cuerpo de su gato.

-¿me vas a ignorar? Entonces no quieres escuchar la noticia que te traigo.

Yokozawa empezó a sentir un mal presentimiento, por lo que enfocó toda su atención hacia Emma.

-que rápido nos interesamos. Solamente te vengo a avisar que he decidido deshacerme de tu plaga, enviando sus almas al infierno.

Yokozawa se quedó un momento en shock, pero inmediatamente reaccionó y empezó a buscar su yukata.

-¿a quién enviaste para esa misión?  

-a tus asistentes por supuesto. Dime, ¿qué piensas hacer?

Mientras se quitaba la ropa, Yokozawa le contestaba.

-detenerlos.

-¿en verdad piensas que será así de fácil? Tendrás que darme un alma a cambio de sus almas, aunque tiene que ser un alma bastante particular.

Poniéndose el yukata, Yokozawa contestó:

-encontraré la manera.

Antes de que Emma pudiera agregar algo más, Yokozawa salió corriendo del lugar, con la esperanza de llegar a tiempo.

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    Kirishima y Hiyori estaban en la cascada, que a causa del invierno, sus árboles se encontraban sin hojas, intentando organizar toda la información que habían encontrado. De alguna manera, su esposa tenía de antepasado a ese tal Masamune, lo que explicaba lo que Yokozawa hacía en el cementerio, puesto que la tumba de su esposa se encontraba ahí, además que era fácil de identificar por las rosas que ponía cada año.

Antes de que pudiera organizar otra cosa en su cabeza, ante los dos apareció una visión bastante peculiar. Los árboles habían vuelto a dar flor, y entre ellos pudo identificar dos figuras. La primera era la de Yokozawa, entre los nueve y diez años, con varias heridas en cara y brazos, jugando con la segunda persona que pudo deducir sería Masamune, con dos años más que Yokozawa, cara y brazos con heridas pero en menor cantidad que el primero. Viéndolos fijamente, se dio cuenta de que Yokozawa no tenía los ojos rojos, sino azul-grisáceo.

Antes de que pudiera apreciar más cosas la visión desapareció, dejando a cuatro personas que identificó rápidamente.

-encontrarlos fue más fácil de lo que esperaba-comentó Kisa con una seriedad que desmentía su tono burlón.

-y pensar que planeábamos encontrarlos en su casa-continuó Chiaki sin expresividad en su rostro.

-¿no les parece que lo mejor es hacer esto rápido?-interrumpió Yukina impacientemente.

-tienes razón. Es mejor enviar sus almas rápidamente al infierno-terminó Hatori mientras empezaba a caminar hacia los Kirishima.

Kirishima comenzó a buscar una vía de escape, pero al estar tan cerca de la cascada sólo la daba la opción de huir hacia donde estaban los asistentes de Yokozawa.

Hatori fue el primero en atacar, lanzando una bola de fuego de tamaño considerable. Lo único que pudo hacer Kirishima fue proteger a su hija, cubriéndola con su cuerpo y cerrando fuertemente los ojos para esperar el ataque. Sin embargo este nunca llegó, por lo que abrió los ojos.

Ante ellos se encontraba Yokozawa con su yukata, realizando un campo de protección alrededor de ellos.

-nunca esperé que ustedes atacaran a gente inocente.-dijo Yokozawa mientras avanzaba hacia tus asistentes.

-¡¿los consideras a ellos inocentes, después de todo el daño que te hizo su familia?!-preguntó un enojado Yukina.

-tú mismo lo has dicho. Su familia, no ellos.-se paró justo enfrente de ellos.

-por algún motivo ya me esperaba esto-comentó Hatori con una sonrisa triste-Kisa, detenlo.

Inmediatamente unas cadenas aparecieron, atando a Yokozawa a un árbol cercano, mientras Yukina se acercaba.

-Yukina, ya sabes que hacer. Chiaki, ayúdame a quitar la barrera.

Los dos hombres se pusieron a trabajar en ello. Chiaki utilizaba las raíces de los árboles como un arma contra el escudo, mientras Yukina intentaba controlar la mente de Yokozawa, la cual mostraba mucha resistencia, sin embargo, notó que al estar protegiendo su mente, debilitaba el escudo.

Yokozawa también notó  eso, por lo que intentó no resguardar tanto su mente y enviar energía al escudo. Inmediatamente se arrepintió de ello al sentir la presencia de Yukina en su mente, por lo que tuvo que volver a fortalecer su mente. Estaba en una verdadera encrucijada.

De repente recordó el bloqueo que tenía con la conexión de Hiyori, por lo que decidió quitarlo para no afectar ninguna de las dos barreras, teniendo resultados favorables.

-no puedo creer que haya olvidado tan fácilmente el daño que te provocó Masamune-comentó Kisa al notar el fortalecimiento del escudo.

-créeme, jamás lo olvidaré.

En ese instante, Hiyo empezó a tener una nueva visión, provocando que se desmayara. Al notar eso, Yokozawa supo exactamente lo que vería Hiyori. Nunca hubiera querido que ella se enterara de eso, pero era inevitable.

Viendo fijamente a sus asistentes, hizo lo único que los detendría en esta situación: convertirlos en muñecos de paja.

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 En la visión, Hiyo se encontraba reviviendo un suceso del pasado de su Onii-chan a través de los ojos de este. Se encontraba dentro de un pequeño agujero en la tierra, con los brazos atados a su espalda y lo que parecía una venda en sus ojos, la cual había dejado descubierto el ojo izquierdo.

Se encontraba recostado sobre otros dos cuerpos, viendo hacia arriba con inminente tristeza.

-yo en verdad creí que no me considerabas un monstruo. ¡En verdad te creí Masamune!

Después de decir esas palabras la tierra comenzó a caer sobre él y sus acompañantes, asegurándoles una muerte lenta y dolorosa. Antes de que Yokozawa dejara de ver la luz que había arriba, dijo algo más que Hiyo no había entendido a causa del shock que provocó la visión.

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  Cuando Hiyo volvió en sí pudo ver que el panorama había cambiado. Yokozawa se encontraba libre de las cadenas, y prácticamente había vencido a sus asistentes. En ese momento su padre le habló.

-hija, ¿qué viste?

Intentó contestar a su padre pero lo único que salió fue un sollozo. Inmediatamente las lágrimas hicieron acto de presencia en su rostro. En un nuevo intento pudo contestar entrecortadamente.

-Onii-chan… lo enterraron…. Masamune…. lo traicionó… ¿por qué?

Antes de poder hacerle más preguntas a su hija, Yokozawa se acercó a ellos, revisando que no tuvieran una herida importante. Después de un momento comenzó a hablar.

-de momento, he podido detenerlos, pero temo que las cosas no se quedarán así.

-¿Qué quieres decir con eso?

-Emma se ha empeñado en mandar sus almas al infierno y no descansará hasta obtenerlo. Solamente hay una solución para ello.

Al terminar esa oración retrocedió hasta empezar a elevarse del suelo, sobre el pequeño lago para gran desconcierto de ambos. Con eso se dirigió hacia el más grande de los Kirishima.

-yo en verdad te amo Kirishima Zen.

En ese instante pasaron varias cosas a la vez. Yokozawa empezó a arden en donde se encontraba, Hiyo había reaccionado e intentaba por todos los medios llegar hacia su Onii-chan, mientras Kirishima veía impotente lo que pasaba sin querer entender lo que pasaba.

Yokozawa se dirigió hacia los Kirishima.

-no se preocupen por mí, tarde o temprano tenía que pasar. Kirishima, muchas gracias por amarme.

Antes de desaparecer por completo, Yokozawa exclamó:

- este rencor se irá directamente al infierno.

Justo en ese momento, Hiyo cayó al lago, tras zafarse del agarre de su padre en un intento de llegar hasta su Onii-chan, seguida de su padre que se había lanzado a rescatarla.

Dentro de este, una luz los envolvió, mostrándoles algo verdaderamente impactante.  


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