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Jingoku shonen por desileo

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En una pequeña oficina periodística, se encontraba Kirishima sentando ante un escritorio sin prestar atención a su alrededor, con la vista fija en la pantalla de su ordenador. Su concentración se encontró interrumpida por la voz de su jefe.

-hey Kirishima-san, ¿ya tienes el escrito que te pedí?

-¿eh? ¡Ah, sí! Aquí lo tengo

-últimamente te veo bastante distraído ¿todo está bien?

-sí, no se preocupe, sólo estoy pensando en cómo realizar mi próximo proyecto

-está bien, pero no te sobre esfuerces- y con esto último, se retiró.

Kirishima entendía la preocupación de su jefe. Desde que se encontró con el chico del infierno, su mente tendía a darle vueltas al asunto, sobre todo  con lo que pasó después.

---flash back---

Kirishima se encontaba regresando con un paso más tranquilo, intentando digerir lo que había pasado. Cuando llegó al lugar donde había dejado a Hiyori y a Hayato, encontró a este último con su camisa desabrochada, observando atentamente algo en su pecho. A su lado, se encontraba su hija, intentando que reaccionara.

Al acercarse, Kirishima pudo ver lo que el joven veía. Se trataba de una imagen de un pequeño fuego, justo encima de su corazón.

Cuando Hayato percibió la presencia de Kirishima, volteó a su dirección y le dijo-sabe, ahora ya no tengo de que preocuparme, todo se resuelto- y sin acomodar su camisa, se fue.   

---fin del flash back---

 Por lo visto, aquélla marca simbolizaba el trato que habían hecho con el chico del infierno, o mejor dicho, la condena de su alma al infierno.

No había recolectado mucho, pero ya sabía un poco más que al comienzo, aun así, hace una semana que no tenía nueva información, para su desgracia o fortuna, ya que odiaba utilizar a su hija para llegar a esta.

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Yokozawa se encontraba sentado en la orilla del rio, reflexionando sobre su última misión.

Toda la misión había ido normal, hasta antes de ejecutar la venganza, cuando encontró a aquél hombre en el parque. Tendría que ver si ese hombre resultaba peligroso para sus misiones, aunque lo dudaba. Se había encontrado con muchos de su tipo a lo largo de los años.

Ese tipo de personas sólo les interesaba encontrar lo que ellos consideraban “la verdad”. Una vez conseguido, se iban por su camino y no volvía a saber de ellos.

-lo mejor será no quitarle la vista de encima mientras busca lo que quiere.

-miau

-¿Qué pasa Sorata, llegó una nueva petición?

El gato volvió a maullar y se alejó del lugar. Yokozawa se levantó y se dirigió a la pequeña casa

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 En una escuela primaria, se encontraba Hiyori hablando con sus amigas en el patio sobre trivialidades, cuando esta comienza a escuchar cada vez más lejos las voces de sus amigas y comienzan a pasar imágenes bastante rápidas. Un centro comercial, mucha ropa y una mujer acomodando esta.

Al volver en sí, ve que ya no está en el  patio de su escuela, sino en un lugar con bastantes camas y con paredes blancas que enseguida reconoció. Se encontraba en la enfermería. En ese momento se acercó la enfermera para revisarla.

-veo que ya despertaste, dime ¿cómo te sientes?

-bien, pero ¿qué pasó?

-te encontrabas con tus amigas y te desmayaste, ¿quieres que llame a tu padre?

-no es necesario, ya me siento mucho mejor, tal vez el sol me afectó mucho.

La mujer la vio por un momento y la dejó ir. Hiyo fue hacia su salón, prometiéndose decirle a su padre lo que había visto, aunque muy dentro de ella no le agradaba que su padre se involucrara con el chico del infierno, ya que este lo consideraba como una persona malvada porque ¿qué clase de persona se vengaría por otra sino una persona mala?

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 Cuando llegó a su casa, Hiyori le contó a su padre todo lo que había visto, mas no pudo especificar qué centro comercial, solamente dejando como referencia a una mujer de baja estatura, ojos color verde musgo y cabello color rosa que, según Hiyori, era la dependienta del lugar.

Con su nuevo objetivo fijado, partió al día siguiente en busca del centro comercial. Afortunadamente para él, el tercer centro comercial en el que entró pudo encontrarla. Su tienda era exclusivamente de ropa, no muy grande pero con mucha variedad.

-buenas tardes, ¿le puedo mostrar algo en especial?

-sí, quisiera ver la ropa para niña, ¿me la podría mostrar?

-por supuesto, solamente permítame un minuto.-dicho eso se acercó a un par de chicos, los cuales se veía que trabajaban ahí-Kisa, Chiaki, voy a estar con un cliente, cualquier cosa que necesiten pueden hablarme ¿entendido?

-entendido-contestaron en coro. Con eso la mujer se alejó con Kirishima.

-es él ¿verdad Kisa-san?

-sí. Ya sabes, sólo vigilarlo. Si intenta algo, nos ocupamos de él

Con esto último ambos volvieron a hacer lo que estaban haciendo; ayudar en la tienda y vigilar a  su encargo.

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Después de un rato, Kirishima se estaba hartando de tanta ropa. Sabía que lo necesitaba para poder acercarse a la mujer, pero hasta él tenía un límite para esto. Aunque había encontrado información útil.

Mientras la mujer seleccionaba ropa, también le iba contando anécdotas de su vida personal. Tal parecía que se acababa de casar con un hombre que conoció en la preparatoria, sin embargo, cuando habló de la familia de él, sus ojos adquirieron un brillo extraño.

Cuando tomó un pequeño vestido rosa con volantes, apareció una mujer mayor por la puerta.

-discúlpeme un momento, en seguida regreso.

Al decir eso, se alejó con paso presuroso hacia la mujer mayor. No pudo evitar escuchar toda la conversación.

-Ayame, no puedo creer que sigas trabajando en un lugar como este.

-pero Oka-san, este lugar me pertenece, no puedo abandonarlo tan fácilmente

-en primer lugar, no me llames Oka-san, solamente estamos emparentadas gracias a mi hijo. En segundo lugar, te advertí que si no trabajabas en un lugar un poco más decente, haría que mi hijo te abandonara y encontrara a una mujer que en verdad lo mereciera.

Ayame ya no contestó nada, simplemente bajó su vista al suelo, mientras la mujer mayor continuó con su monólogo.

-te doy una semana para que cierres el lugar, de lo contrario veras de lo que soy capaz de hacer- y con eso la mujer se fue.

Cuando terminó todo, Kirishima decidió acercarse.

-disculpe mi intromisión ¿necesita ayuda en algo?

Ayame le dio una sonrisa forzada y le contestó-no, gracias. Todavía intento llevarme bien con mi suegra, pero como ha visto, tenemos varios desacuerdos. Intentaré resolverlos. ¿En dónde nos quedamos? ¡Ah, sí! Le iba a mostrar unos lindos vestidos.

Cuando terminó  de decirlo, siguió mostrando la ropa a Kirishia, dándole a entender que no hablaría más del tema y, por lo visto, sería extremadamente difícil acercarse a ella.

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Saliendo de la tienda, Kirishima decidía un nuevo curso de acción para recabar información, ya que, por lo visto no lograría sacarle nada preguntándole.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos por unos movimientos sospechosos detrás de la tienda. Se acercó sigilosamente y se asomó por una esquina de la pared. Vio a los chicos que trabajaban en la tienda, junto a otro que no lograba distinguir bien.

Al asomarse un poco más descubrió que era el chico del infierno, pero con ropa diferente de su primer encuentro.

-díganme lo que han descubierto hasta ahora

-por lo visto, la madre de su esposo tiene mucha influencia sobre este, haciendo que ella se sienta insegura de cómo actuar, en mi opinión no tarda en caer en la desesperación.

El chico del infierno solamente asintió y les dirigió unas últimas palabras.

-no despeguen sus ojos de ella, ¿entendido?

-sí Yokozawa-sama

Y con esto los tres se fueron por rumbos diferentes. Kirishima se sentía feliz porque aquél viaje no resultara en vano.

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 Al día siguiente Kirishima volvió a la tienda, pero esta vez se quedó fuera de esta, observando todo desde afuera.

Se quedó gran parte del día sin que pasara nada interesante, hasta que la mujer recibió una llamada. Por lo visto era de la persona de ayer, por el cambio producido en su expresión. Cuando terminó, sacó el mismo muñeco de paja que había tenido Hayato.

Antes de que Kirishima pudiera hacer algo Ayame desató el hilo rojo.

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  En otro lugar, se encontraba aquella mujer mayor caminando por la ciudad sintiéndose satisfecha por provocar miedo en la esposa de su hijo, cuando siente algo raro en su muñeca derecha. Cuando revisa, ve que son hilos de ropa, por lo que decide halarlos y cortarlos.

Cuando lo hace, ve que eso provoca que su muñeca sangre a mares. Desesperada, intenta regresar los hilos a su lugar, provocando más sangre. Intenta pedir ayuda y lo único que encuentra es a Yokozawa con su yukata negro.  

- No es nada más que una mujer miserable, que le ha causado mucho dolor a las personas, te mereces la condena eterna.

En ese momento entiende que es lo que pasa y quién es la culpable.

-¿Ippen shindemiru?

Al terminar de decirlo pierde el sentido. Cuando lo recupera, ve que está en un pequeño siendo remado por Yokozawa y no es lo único.

Para su horror ve que su cuerpo está lleno de hilos que se van halando poco a poco abriendo heridas en su cuerpo.

- este rencor se irá directamente al infierno.

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Kirishima con eso último que vio decide irse del lugar, ya que no puede hacer nada más en ese lugar.


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