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Jingoku shonen por desileo

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En un lugar, el cual sólo se distinguían unas antorchas, se encontraban una persona caminando en medio de estas. Aunque pasaba junto a ellas, no se podía distinguir nada de la persona.

Mientras tanto, otra persona lo veía desde el extremo opuesto, intentando moverse del lugar, intentando alcanzarlo pero las piernas no le respondían y, en un intento desesperado, le gritó para llamar su atención. Mas la persona no volteó y siguió su camino hasta desaparecer de la vista.

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Kirishima despertó agitadamente, viendo en dónde se encontraba. Estaba en su habitación en donde apenas entraban unos débiles rayos de sol, dando a entender que apenas amanecía.

Tranquilizándose un poco, intentó darle sentido a lo que había soñado. Él intentaba detener a una persona de que fuera a un lugar, pero ¿quién era la persona a la que quería detener y por qué?

-creo que el estrés me ha empezado a pagar factura.

Intentó volverse a dormir y al fracasar, se levantó para terminar de escribir  unos artículos. Al terminar, decidió trabajar en el reportaje del chico del infierno.

Hasta el momento, había descubierto que solamente podían entrar a la página aquellas personas que en verdad sentían odio, deseos de venganza o desesperación aunque la página sólo se abría hasta las doce de la noche.

Se les entregaba un muñeco de paja, tipo muñeco vudú, con un hilo rojo en el cuello que al desatarlo, se enviaba a la persona al infierno. Pero el solicitante también iba al infierno, con la diferencia de que este lo haría hasta que muriera, dejando una marca en el pecho de la persona, simbolizando su contrato.

Tenía varios asistentes, el número quedaba en duda, ya que dudaba que solamente tuviera dos, que vigilaban a la persona hasta que completaba el pacto. Y lo más importante de todo, sabía el apellido del chico del infierno, aunque tenía curiosidad por su nombre.

-Yokozawa, pero creo que es demasiado chico como para agregarle “sama”

-¿con quién hablas papá?

-conmigo mismo. Lo siento ¿te desperté?

-no, me levanté yo sola. ¿Qué haces?

-adelantando el trabajo y escribiendo un poco sobre lo que he encontrado.

Hiyori puso una cara preocupada, que intentó ocultar de su padre, pero para este no pasó desapercibida.

-Hiyo ¿pasa algo?

-no, nada importante.

-sabes que me puedes contar todo ¿verdad?

La niña titubeó por unos momentos, intentando decidir si debía decirle o no. Al final soltó un pequeño suspiro para darse un poco de valor por lo que le iba a decir.

-papá ¿tu cómo consideras al chico del infierno? ¿Cómo una persona buena o mala?

-la verdad, no lo considero de ninguna de esas formas ¿por qué?

-para mí, es una persona mala, ya que ¿Qué persona cumpliría la venganza de otra persona sin sentir remordimiento? Intenté imaginarme a mí haciendo eso, sin embargo, me di cuenta que si me pidieran que enviara a una persona  al infierno, no podría. Sabría que esa persona también tiene familia y amigos que lo extrañarían. Pero a él no le importa nada de eso, simplemente les da unas simples advertencias y es todo.

-entonces, ¿estás en contra de lo que estoy haciendo?

-no, está bien que quieras quitarle la curiosidad a ti y a otras personas, lo único que te voy a pedir, es un favor.

-está bien, dime.

-no me lleves contigo cuando vayas a investigar sobre él, aunque te seguiré diciendo dónde se encuentra, pero nada más. ¿Me lo prometes?

Sonriendo un poco triste, Kirishima le contestó-te lo prometo            

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Yokozawa se encontraba cepillando a Sorata mientras dejaba su mente vagar en aquel hombre. Era bastante persistente, encontraba maneras de obtener información que eran dignas de elogiar, pero algo le molestaba.

Por lo general, desde el momento en que comenzaban a espiarlo, sabía con seguridad lo que querían de él. Muchas veces, querían saber cómo efectuaba las venganzas, otros cómo se efectuaban los tratos, en fin, lo que se les viniera a la mente.

Sin embargo, no podía determinar lo que este hombre quería, ya que no revelaba absolutamente nada.

-tendré que averiguarlo por mi cuenta.

Al terminar de decirlo, se escuchó el sonido de los cascabeles.

-Tal vez en este nuevo encargo pueda averiguar algo.

Diciendo esto,  dejó el cepillo a un lado y se fue acercando a la computadora.

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En una estación de tren, se encontraba Kirishima inspeccionando los alrededores, buscando a la mujer que había visto su hija en una de sus visiones. Sabía que no podía quedarse todo el día en la estación porque tenía que trabajar, pero tenía la esperanza de encontrar a la mujer antes de ir a su trabajo.   

Cuando estaba a punto de irse la encontró. Una mujer alta, cabello corto rojo, con unos ojos color café con pequeños puntos amarillos. Vestía un traje ejecutivo beige, lo que le hacía lucir un aire maduro.

Estaba a punto de acercarse a la mujer cuando un tren arribó a la estación, provocando que una multitud de gente le bloqueara el paso y perdiera a la mujer de vista.

-maldición, estaba tan cerca.

Revisando su reloj, vio que ya iba tarde al trabajo, por lo que de momento tuvo que dejar de buscar a la mujer e intentar suerte en otro momento.

Mientras abandonaba la estación, sintió a alguien observarlo, pero decidió no darle importancia al asunto y seguir por su camino.

Mientras tanto, dentro de la estación, se encontraba Yukina, Kisa, Chiaki, y Yokozawa vigilando a su objetivo, pero el último tenía su atención puesta en otra persona.

-¿Yokozawa-sama pasa algo?-preguntó Yukina al percatarse de que Yokozawa veía hacia otro lado.

-no, sólo asegurándome de algo. Sigan al objetivo y reúnan la mayor información posible. Cuando termine de revisar un asunto, los buscaré.

Cuando los tres se fueron, Yokozawa emprendió su propio camino, yendo por la misma ruta que Kirishima tomo.

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Kirishima se encontraba a altas horas de la noche en su trabajo, terminando un artículo que debía ser entregado al día siguiente. Mientras terminaba los últimos párrafos pensaba en lo que su hija le había dicho ayer.

Era normal para una niña de su edad pensar que el mundo se dividía en blanco y negro, pero, cuando creciera se iba a dar cuenta de que no había dichos colores, sino que esos colores formaban  un tono gris en cada persona. El color simbolizaba al ser humano y sus acciones en la vida.

Pero ya se daría cuenta ella sola.

Le dio un último chequeo al artículo y fue a imprimirlo. Al llegar al lugar donde tenían designadas las copiadoras, volvió a tener la misma sensación que en la estación de trenes pero más intensamente. Intentó localizar a la persona que lo observaba sin éxito.

Convenciéndose de que era obra de su imaginación, regresó a su escritorio, encontrándose con algo totalmente inesperado.

Apoyado en su escritorio, con la ropa que le vio la última vez, se encontraba el chico del infierno, viéndolo con una mirada evaluadora.

-pensé que tardarías más en regresar.

Saliendo del shock inicial Kirishima le contestó-no pensé siquiera que sabías de mi existencia.

-es muy difícil no darte de la existencia de alguien cuando esta te sigue.

-oh. Entonces ¿lo sabias?

El chico del infierno no le contestó, simplemente se quedó viendo fijamente a Kirishima. En un intento de saber más sobre él Kirishima se presentó.

-mucho gusto, soy Kirishima Zen, tu acosador desde hace poco tiempo.

-no me interesa tu nombre, lo que me interesa es saber lo que quieres de mí.

-que niño tan maleducado. Cuando quieres conocer a una persona, lo primero que tienes que hacer es preguntarle su nombre, después dar el tuyo y al final preguntarle lo que quieres saber de la persona.

-no doy mi nombre, a menos de que quieran realizar un pacto conmigo. Pero no has respondido a la pregunta. ¿Qué es lo que quieres de mí?

Kirishima notó que se estaba molestando, sin embargo no le importó.

-lo que quiera saber de ti no debe importante en lo más mínimo si no tienes algo que ocultar, por lo que puedo deducir que le das importancia a esto, es porque tienes algo  que ocultar, ¿no es cierto Yokozawa-kun?

Kirishima creyó que no le iba a contestar, pero para su sorpresa lo hizo.

-simplemente tenía que ver si estorbarías en mis misiones, si era así debía eliminarte. Pero por lo visto, ni tú mismo sabes que estás buscando.

El chico empezó a caminar hacia la salida. Antes de desaparecer por la puerta le dijo.

-una recomendación Kirishima-san. Decida qué es lo que quiere saber de mí, búsquelo y aléjese de mí. Si no lo hace, le podrían pasar cosas realmente catastróficas. Y no es necesario que busque a la mujer de la mañana. Ella ya ha halado el hilo.

Y con esto último desapareció, dejando a un Kirishima sorprendido y, misteriosamente, con el corazón palpitando a un ritmo más rápido de lo normal.


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