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La pena de Henmi. por Son Yamuri

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Notas del capitulo:

Ahhhhh ¡¡tengo sueño!! No puedo creer que haya terminado antes éste capítulo en lugar del avanzado que tengo con Nieve y Sangre.

 

Sé que me desaparezco mucho tiempo, pero entre la Uni, el trabajo -que acabo de dejar- y otras cosas, no tengo mucho tiempo para escrbir.

 

Como sea, aquí les traigo esto. ¿Ya vieron la película de Yokozawa? Imagino que sí. Me emocioné muchísimo al verla, y gracias a eso pude arreglar un poco éste capítulo.

 

PD: ¿se fijaron que Yokozawa depende mucho de Henmi?

Sonó la alarma a las 4:50 a. m. Henmi abrió los ojos, sintiéndolos aún muy pesados, y como pudo se sentó en la cama. Bostezó, se levantó, y tambaleándose entró al baño. Se bañó en cinco minutos, salió, se vistió en otros diez minutos y se acomodó el cabello. Tomó su maletín y miró el reloj: 5:15 a. m. Debía apresurarse.

 Salió de su departamento y se encontró con su vecina, una señora de alrededor 50 años. Le sonreía dulcemente y le extendía una caja de bento.

 

- ¿De nuevo temprano al trabajo, Henmi?

- Lo siento, es mi trabajo -sonrió apenado.

- En verdad, te explotan en ese lugar. Esto es lo menos que puedo hacer por ti.

- Gracias Hina-san. No debió molestarse.

- No es ninguna molestia querido. Ya sabes que he sufrido de insomnia, y seguro que no comes cuando estás en el trabajo.

- Muchas gracias -hizo una reverencia- con permiso, debo irme.

 

Luego de despedirse de nuevo bajó las escaleras -ya que el ascensor estaba descompuesto- y dio vuelta a la izquierda. Pasó las librerías Marimo y tomó el tren. Ocupó todo su esfuerzo para no dormitar. Se bajó en la estación indicada y se encaminó a la editorial Marukawa. Por supuesto que aún estaba cerrada, pero entró por la puerta de servicio. No, no sería descubierto. Miró su reloj y apretó el paso: 6.17. Ese día su jefe llegaría temprano, a las 7.30, lo que significaba que debía apresurarse si es que deseaba terminar antes de que llegara.

 Al llegar al Departamento de Ventas encendió las luces y se quitó el saco: de nuevo todos los archivos estaban fuera de lugar, los reportes esparcidos por el suelo, y los informes desordenados. Y comenzó: acomodó todos los archivos por asunto y orden alfabético según fuera el caso, recogió todos los reportes y los acomodó en sus respectivas carpetas y todos los informes los fue seleccionando de los que no servían a los que tenían que ser enviados a otros departamentos. Estaba a punto de terminar cuando escuchó ruidos detrás de él y se quedó paralizado unos segundos.

 

- Buenos días, Henmi.

- Buenos días, Kuroda.

 

Henmi miró a su compañero: un hombre de al menos 30 años, que tenía la apariencia de uno de 25. Su cabello negro siempre lo llevaba ligeramente revuelto -algo que hacía enfadar a Yokozawa- y sus ojos verdes estaba ligeramente apagados. Unas ligeras bolsas oscuras comenzaban a formarse debajo de sus ojos.

 

- Temprano de nuevo ¿no?

- Ya sabes. ¿Cómo sigue Ryuutaro?

 

Ryuutaro es el hijo único de Kuroda. Durante los últimos meses el niño había comenzado a sentirse mal, y había sido hospitalizado con frecuencia. Algo de lo que solo Henmi estaba enterado. Kuroda se veía tan cansado porque tenía que estar vigilando a su hijo día y noche.

 

- Mucho mejor que otras veces. El médico dijo que si seguía su tratamiento, probablemente en un par de meses más se curaría por completo.

- Es un alivio ¿no?

- Sí. Ser padre soltero es difícil, con las mujeres al menos se muestran más compasivos.

 

Henmi le sonrió y siguió con su trabajo. 7:15 a. m. Se dejó caer en una silla, suspirando, y cerró los ojos.

 

 

- Hoy Yokozawa-san llega temprano ¿no es así?

- Sí -Henmi miró a su compañero- será mejor que vaya a arreglarme la cara y la ropa antes de que llegue o me gritará de nuevo.

 

Kuroda miró a Henmi cuando salió del lugar. Si tan solo su jefe supiera de todos los apuros de los que lo había salvado...

Henmi se encaminó a los baños y se lavó el rostro, se acomodó el cabello y la ropa. Justo estaba acomodando las mangas de su saco cuando entró otro hombre al baño.

 

- Ah, Kirishima-san.

- Buenos dias Henmi -saludó el editor en jefe de Japun-. Seguro y eres un trabajador devoto ¿no es así? Ayer saliste a las 12 de la noche de aquí.

- Lo siento, solo es mi trabajo.

- Seguro que Yokozawa se siente feliz de tener a alguien como tú.

- No en realidad, él piensa que soy molesto -le sonrió dulcemente- pero si usted está aquí significa que Yokozawa-san está aquí ¿no es verdad? Con permiso, debo ir a mi trabajo.

 

Luego de hacer una pequeña reverencia Henmi corrió al departamento de ventas, dejando a Kirishima pensativo. ¿Cómo era posible que alguien pudiera decir esas cosas con una sonrisa?

 

- Me parece que lo peor de aquí es el hecho de que lo dijo en serio -se murmuró a si mismo mientras se lavaba las manos.

 

 

*****

 

Henmi llegó a su trabajo justo en el momento en que su jefe preguntaba por él a Kuroda. Lo miró y resopló.

 

- Ya era hora de que llegaras Henmi. Necesito estos reportes ahora mismo.

- Sí, señor -tomó los papeles y se sentó a trabajar.

 

Poco a poco los demás compañeros fueron llegando y todos recibieron instrucciones de Yokozawa. Justo cuando iba a la mitad se acercó una mujer.

 

- Toma Henmi, este es el reporte que me pidió el jefe.

 

El mencionado revisó cuidadosamente y luego se lo entregó-. Todo bien pero olvidaste poner la fecha. Solo ponla y se lo puedes entregar a Yokozawa-san.

Justo iba a comenzar de nuevo cuando llegó otro... y otro... y otro... y así, hasta que hubo terminado de revisar todos los informes, reportes y demás documentos que Yokozawa-san les había pedido. Comenzó a escribir de nuevo, y a los pocos segundos brincó en su silla cuando una mano golpeó su escritorio bruscamente.

 

- Henmi, ¿en dónde está el reporte que te pedí hace rato? -Yokozawa lo miraba con ojos de fuego.

- L-Lo siento, aún no lo termino, ya...

- ¡¿TODAVÍA NO TERMINAS?! ¡¡POR ESO MISMO TE LO PEDÍ A TI, PORQUE LO NECESITABA EN ESOS MOMENTOS!!

- ¡L-Lo siento, lo siento, enseguida lo termino!

- Voy a ir a Esmeralda, por tu propio bien espero que esos reportes estén terminados y en mi escritorio sin NINGÚN error para cuando regrese ¡¿entendido?!

- ¡S-Sí señor!

 

Henmi se puso como desesperado a terminar el trabajo y luego de revisarlo rápidamente corrió a dejarlo en el escritorio de Yokozawa... en el momento mismo en que su jefe iba entrando. No se hablaron, solo se miraron, con Henmi temblando ligeramente. Yokozawa se sentó en su escritorio, tomó el informe de Henmi… y frunció el ceño. Alarma.

 

- Al parecer no hay ningún error, Henmi... solo una pequeña excepción.

- ¿Eh?

- Tu nombre. No utilizaste el formato adecuado.

- ... L-Lo siento, enseguida lo...

- Olvídalo, lo hago yo. No puedo creerlo, eres el más incompetente, todos hacen un trabajo impecable excepto tú. Me pregunto si alguna vez me entregarás un trabajo sin ningún error.

- Lo siento, la próxima vez no le fallaré. Por cierto -sonrió- Kirishima-san vino a buscarlo para almorzar, dijo que lo esperaba en la cafetería.

- Bien. Ahora vete.

 

Henmi obedeció y se encaminó de regreso a su escritorio. Ya casi todos se habían ido a almorzar excepto unos cuantos que se ponían de acuerdo para ir a algún restaurante en especial. Suspiró y sacó el bento que le había preparado su vecina y se puso a comer.

 

- ¡¡HENMI NO COMAS EN EL ESCRITORIO!! -lo regañó su jefe por última vez antes de salir.

 

Obedientemente guardó el bento y se dispuso a terminar el trabajo que no había terminado el día anterior. Cuando finalmente lo terminó se puso a acomodar los archivadores, luego todas las carpetas las ordenó... y sus compañeros regresaron. De nuevo volvió a su escritorio a esperar más trabajo y se sorprendió cuando frente a su vista apareció una lata de refresco y unas galletas.

 

- Kuroda... –miró a su compañero, quien le sonreía.

- Toma. Estoy seguro que no comiste nada durante el almuerzo. Si sigues así te desvanecerás.

- Gra-Gracias, pero si Yokozawa-san...

- Come, yo te aviso.

 

Henmi literalmente devoró los bocadillos que Kuroda le había llevado, y justo a tiempo porque recién había tirado las cosas a la basura el jefe regresó. Comenzó a repartir deberes de nuevo, y como "castigo" a Henmi le puso mucho más trabajo que a los demás.

Mientras trabajaba una sombra lo cubrió y al levantar la vista se encontró con unos hermosos ojos miel-. ¡Kirishima-san! -se levantó- ¿En qué le puedo ayudar?

 

- ¿Dónde está Yokozawa?

- En la sala de juntas, si quiere lo llevo.

-Por favor.

 

Se encaminó a la sala de juntas y tocó la puerta para luego asomar la cabeza, comenzó a temblar ligeramente temiendo otro grito.

 

- Yokozawa-san, Kirishima-san desea hablar con usted.

- Pásalo -dijo sin levantar la mirada de unos papeles- ¿has terminado con lo que te pedí?

- Ya casi acabo.

- Y espero un trabajo impecable, sin ningún error ¿entendiste? Estás en la cuerda floja, Henmi.

 

Escuchar eso fue como si le hubieran tirado un balde de agua fría encima-. S-Sí señor... Entiendo...

Regresó a con Kirishima y sin mirarlo le dio la indicación de que podía pasar. Extrañado, el editor se adelantó y se sentó frente al escritorio de Yokozawa.

 

- Oye, ¿qué le dijiste al chico? Se veía muy mal.

- Solo le dije que está en la cuerda floja.

- ¿Estás loco? ¡Es un muy buen trabajador!

- Lo dices porque no sabes cómo trabaja. Nunca me entrega trabajos limpios, y es raro cuando no ha cometido un error de ortografía.

- Eso me parece extraño, siempre veo que se esfuerza. Como sea, venía a dejarte estos papeles y a decirte que Hiyo dijo que haría tu platillo favorito como cena, así que no llegues tarde ¿de acuerdo?

 

Yokozawa se quedó en silencio, con una vena pulsando en su nuca. No podía negarse.

 

- Está bien -suspiró-. Intentaré llegar temprano para ayudarla.

- ¡Bien! Eso me parece perfecto, le avisaré que llegarás temprano.

- Tú...

 

Henmi esperaba pacientemente detrás de la puerta para poder entrar, cuando escuchó eso. Suspiró y miró los papeles que tenía en mano. Mejor no decir nada y terminar él mismo todos los documentos que acababan de llegar de la imprenta. Regresó a su escritorio y metió los documentos al cajón, y luego tomó el reporte que había terminado y entró a dejárselos a su jefe, y regresó a su escritorio para comenzar.

Yokozawa examinó minuciosamente el documento y miró a Kirishima con una ceja alzada.

 

- Está impecable. Seguramente le pidió a alguien que lo revisara.

Frunció el ceño-. ¿Por qué te niegas a aceptar que esta vez hizo un buen trabajo? Siempre se esfuerza demasiado.

- Ja. Deberías trabajar con él un solo día para que veas si es o no un buen trabajador.

- Trato hecho -le sonrió de lado.

- No puedes echarte para atrás.

- Tú tampoco. Mira, si resulta que Henmi es un buen trabajador, tendrás que usar un cosplay de estudiante el fin de semana.

- ¡¿Qué?!

- ¿Qué pasa? ¿No estás completamente seguro de la ineptitud de tu trabajador?

- ¿Y cómo sabré que no harás trampa?

- Puedes hablar con mis empleados, y ellos te dirán todo.

- Bien -Yokozawa frunció el ceño- pero si resulta que yo gané, harás lo que sea que yo te ordene.

- Bien. ¿Trato hecho?

 

Ambos se estrecharon las manos y Yokozawa salió de la sala de juntas con Kirishima detrás hacia el escritorio de Henmi, quien al verlos disimuladamente escondió los papeles.

 

- Henmi, Kirishima necesitará tu ayuda mañana.

- ¿Eh? -miró a ambos- Pero... yo no sé nada sobre ediciones...

- No es sobre eso, son solamente algunos cálculos que tengo que hacer como editor en jefe. La imprenta acaba de llamarme y me dijo que los necesitaban para pasado mañana, pero con todo el trabajo con el festival de la revista...

- Entiendo... -murmuró.

- Mañana te reportarás con él ¿entendiste?

- Sí señor.


Kirishima sonrió a Henmi y lo despeinó un poco. Yokozawa sintió una punzada muy extraña en el pecho y frunció el ceño. ¿Celos? ¿Él? ¿De HENMI? Sacudió un poco la cabeza y regresó a su escritorio.

 

- Por cierto Henmi -le susurró Kirishima antes de irse-. Gracias.

- ¿Por qué?

- Por eso -Zen había notado el emblema de la compañía que tenían los papeles en los que Henmi trabajaba-. No debiste, eso es de Yokozawa...

- Pero si se los hubiera dado, no habría llegado a tiempo para ayudar a su adorable hija ¿verdad? -le sonrió radiante.

 


Kirishima asintió y se marchó de Ventas. ¿Porqué Yokozawa se negaba a ver lo buen trabajador que era Henmi?

 

 

***

 

 

- ¡Kuroda! -Henmi corrió hacia su compañero al verlo un tanto pálido- ¡¿Qué pasó?!

- Yo... Ryuutaro... Estaba en la escuela, y se desmayó... Lo llevaron al hospital...

- ¡¿Y qué haces aquí!? ¡¡Ve!!

- No puedo, tengo que terminar este reporte, aparte Yokozawa-san está en una junta...

- Kuroda, tu hijo es más importante que esto. Ve, yo hablaré con Yokozawa-san.

- ... Gracias Henmi, te debo esta -rápido tomó su maletín y salió corriendo.

 

Nadie fue testigo de lo que acababa de ocurrir. Todo lo que Henmi dijera o hiciera era invisible para los demás, a menos que los beneficiara o perjudicara de alguna forma. Y como en esos momentos ayudar a Kuroda no ayudaba ni perjudicaba a nadie, todos lo ignoraron.

Henmi se aseguró de terminar su trabajo y luego tomó el de Kuroda para  terminarlo. A los pocos minutos regresó Yokozawa y Henmi fue a enfrentarlo.

 

- Y-Yokozawa-san... Tengo qué hablar con usted.

- ¿Qué es?

- Es que... Kuroda tuvo que irse... le salió una urgencia...

- ¡¿Y por qué no esperó a mi autorización?!

- ¡F-Fue una urgencia familiar, no pudo evitarse! Alguien fue hospitalizado y usted estaba aún en la junta...

- ¡¿Y qué hay con el trabajo que estaba haciendo?!

- Lo terminó antes de hacerlo, tome -le entregó la carpeta de Kuroda.

 

Yokozawa examinó con cuidado el trabajo "de Kuroda" y suspiró, mirando a Henmi.

 

- No entiendo. Pasas demasiado tiempo con Kuroda, algo de su excelencia laboral debería de haberse quedado en ti, y sin embargo sigues dándome trabajos a medio hacer.

Bajó la mirada-. Lo siento. Seré más responsable. Aquí está mi trabajo.

 

Se dio la media vuelta y salió del lugar, para dejarse caer en un escritorio. Faltaban dos horas y media para terminar la jornada laboral, y aunque ya no tenía trabajo SUYO pendiente, tenía que esperar a que todos se fueran para seguir arreglando. Suspiró y sacó los papeles de la imprenta para seguir trabajando en ellos.

Cuando la jornada terminó todos comenzaron a irse. Henmi comenzó a guardar sus cosas para que nadie se diera cuenta de lo que en realidad estaba haciendo. Levantó la mirada y vio a Yokozawa cerrar su maletín. Se veía tan cansado que incluso se veía mucho mayor de lo que en realidad era, pero de alguna forma se veía en él una extraña vitalidad. Sabía que la niña de Kirishima tendría algo que ver. Sonrió. Si le hubiera dado los papeles se hubiera tenido que quedar aún más tiempo y no lograría ayudar a esa adorable pequeña a hacer la cena. Imaginaba que la pequeña... ¿cuál era su nombre? ¿Nitori? ¿Miyori? Bueno, que ella había estado ansiando mucho ese momento durante todo el día.

 

- ¿Aún no te vas a casa, Henmi? -le sorprendió que su jefe le hablara.

- A-Aún tengo un par de cosas por terminar jefe, no tardaré.

- Recuerda que mañana debes ayudar en Japun.

- Sí, señor.

 

Yokozawa salió de Ventas y Henmi esperó durante unos minutos más a que nadie regresara. Cuando se aseguró de que el pasillo se hubiese vaciado regresó a su escritorio y continuó trabajando en los papeles. El trabajo de alargó... y se alargó... y se alargó... hasta que le dieron las dos de la madrugada, un poco antes tal vez, cuando terminó. Juntó todos los papeles y...

Mierda.

Esos papeles necesitaban la firma de Yokozawa, o algo que confirmara que alguien de Marukawa los había revisado. ¿Qué debía hacer?

Recordó el sello oficial de Marukawa que Yokozawa tenía en su escritorio. Solo esperaba que eso fuera suficiente.

Se levantó y acomodó los papeles en el escritorio de su jefe. Abrió el cajón y al sacar la caja del sello un papel cayó. Selló los documentos y se puso a buscar frenéticamente eso que se había caído... y resulta que no era un simple papel, sino una fotografía. Hubiera creído que eran otras personas, pero ese ceño fruncido era ya característico de Yokozawa.

Eran él, Kirishima y una niña -la hija de Kirishima- en un parque de diversiones -el parque Kuma-. Padre e hija sonreían radiantes, y era obvio que Yokozawa intentaba sonreír de la misma manera que ellos, aunque su incomodidad -o vergüenza- era obvia. Si no los hubiera conocido habría puesto sus manos al fuego diciendo que los tres eran una familia.

Su mirada se desvió a la sonrisa alegre de la niña lo que le sacó a él una... un tanto melancólica. Mientras él trabajaba, su jefe seguramente ayudó a la pequeña a hacer la cena -y estaba seguro que quedó deliciosa-. Si hubiera entregado los papeles su jefe se hubiera tenido que quedar hasta muy tarde -como él- y se hubiera perdido el tiempo de calidad con la niña y la deliciosa cena. Él, en cambio, no tenía a nadie que lo esperara en casa. Sólo a su gato.

 

-Es mejor así –sonrió volviendo a guardar la foto… aunque…

 

Se encaminó hacia la copiadora, la puso en color y sacó una copia de la fotografía. Recortó la hoja sobrante y guardó la copia en su cartera y la fotografía en el cajón de donde se había caído. Acomodó los papeles entre la correspondencia que sería enviada dentro de dos días más –de forma que su jefe no la viera tan fácilmente- y se aseguró de dejar todo tal y como estaba.

Salió de Marukawa y tuvo que regresar a pie a su departamento, lo que le tomó casi una hora. Al llegar, no pudo descansar, ya que sacó su ropa de la secadora y la planchó, metió más ropa a la lavadora y comió los restos de comida que había en un plato en su cocina. Una vez que acomodó su ropa, sólo se metió a bañar. A los 10 minutos ya había salido, y sin preocuparse en ponerse al menos ropa interior, se dejó caer a la cama todavía con la toalla enredada en la cintura. Tenía tanto sueño…

Levantó la mirada hacia la repisa que estaba al otro extremo de la cabecera: había varios frascos con líquidos de diferentes colores, en los cuales flotaban ojos, dedos tanto de manos como de pies, dientes, e incluso un cerebro. Obviamente eran falsos, pero no pudo evitar soltar una pequeña risita: cualquiera que entrara a su habitación se asustaría. En todas las paredes tenía pósters de diferentes tamaños relacionados a personajes de películas de horror (en su mayoría americanas, pero también tenía unas cuantas orientales). Su favorito era uno enorme que mostraba a Freddy Krueger en una pose muy curiosa, mostrando sus cuchillas. Debajo, estaba autografiado (por el actor mismo) “Nos vemos en tus sueños. Freddy Krueger”.

Irónicamente ese lo tenía en la cabecera de su cama. Tenía otros más (como la escena de Pennywise entre las sábanas, o Pinhead cuyos ojos parecían seguirte por toda la habitación, o uno de Hannibal Lecter sonriendo e invitando a sentarse para disfrutar de un delicioso festín de cerebros…)

- Miaaa… -un gato completamente negro y de ojos azules saltó a la espalda de Henmi.

-Hola Hannibal –sonrió sin voltear la cara.

 

Sí, tenía un gato, pero no se preocupaba mucho. Tenía un dispensador de agua y comida, así que sólo era necesario revisar de vez en cuando que no estuvieran vacíos. No se preocupaba de cambiar mucho el agua (por alguna razón a su gato le gustaba más el agua cuando el recipiente tenía manchas verdes). Hannibal siempre había sido un gato tranquilo, nunca había exigido atención de más y los momentos en que Henmi estaba en casa, parecía asegurarse de aprovecharlos muy bien.

Miró el reloj de su mesita de noche (en forma de mano de zombie): 3:07 a. m.

 

-Hannibal… ¿te sentiste sólo…?

- Mia –el gato se acurrucó en su espalda.

 

Henmi levantó la colcha –negra, con el dibujo del Ojo de Sauron en ella (Lord of the Rings) y se acomodó. El gato se acomodó a su lado, y ambos cerraron los ojos.

 

***

Al día siguiente, cuando abrió los ojos, lo primero que vio fue su reloj: 7:30 a. m.

Recordando que tenía que ir a Japun ese día, se levantó con algo de pereza y comenzó a vestirse. Hannibal también abrió los ojos y se estaba dando su baño matutino.

Mientras anudaba su corbata no pudo evitar sonreír: el día siguiente sería su día libre. Iría de compras (tal vez comprara algunas chucherías), hornearía galletas para toda la semana, haría chocolates y haría un mini maratón de películas de horror que podía comenzar esa misma noche.

Sí, sí, sonaba muy bien.

 

Se encaminó hacia la cocina y se sirvió lo último que tenía de jugo de naranja y devoró las últimas tres galletas que tenía.

Como siempre, Hannibal lo acompañó hasta la puerta, y luego de despedirse de su gato (y de Hina-san, quien le había hecho onigiri) salió corriendo.

Al llegar a Marukawa se encaminó al piso de edición y se reportó con Kirishima, quien le sonrió.

 

-Buenos días Henmi.

- Buenos días Kirishima-san. ¿En qué puedo ayudarle?

-En esto –le pasó varios papeles- necesito que me ayudes a calcularlos. Yo haré la otra parte.

-Enseguida –sonrió. Dos editores le hicieron espacio y se concentró en los papeles.

 

 

Mientras tanto, en el Departamento de Ventas:

 

 

El temible Oso Gruñón estaba en su escritorio, con un par de venas palpitando en la sien. Varias veces había gritado un “¡Henmi!”, sólo para escuchar a alguien decir “Henmi-san no está”. Y es que, ¡¡ninguno de esos ineptos era capaz de darle exactamente lo que necesitaba!!

Odiaba tener que admitirlo, pero Henmi le había hecho falta ese día. Si bien rara vez entregaba un trabajo bien hecho, al menos cuando pedía algo le daba exactamente lo pedido y a los pocos segundos, y no tenía que esperar a que lo buscaran, y aparte de eso le entregaran lo incorrecto.

Cuando Henmi estaba alrededor, él podía quedarse tranquilamente en su escritorio trabajando. Ese día ya eran 12 veces las que tenía que levantarse para buscar una carpeta que estaba en el cajón superior, mientras el inepto la buscaba en otro archivero.

 

-Maldita sea –murmuraba- se supone que saben exactamente en dónde está cada archivo…

 

Sí, Henmi no era tan incompetente después de…

 

-¿Eh? –justo había movido toda la correspondencia (buscando otra carpeta) cuando vio unos papeles de la Imprenta. Qué raro… tenían la fecha del día anterior pero no recordaba haberlos hecho… de hecho, ni siquiera recordaba haberlos visto…

Se puso a examinarlos bien. Estaban bien llenados, todos los datos eran correctos, ¡incluso tenía el sello de la editorial en el lugar indicado! Ya estaba considerando que había tenido tanto trabajo que los había hecho sin pensar, cuando se fijó que no estaban firmados. Qué raro, él SIEMPRE firmaba todo lo que él hacía, así fuera un reporte insignificante…

Un momento. Esa letra… ¿Podría ser…?

Del cajón de su escritorio sacó los borradores de los reportes finales y revisó… hasta que…

“Kurinawa Henmi”.

¡La letra era idéntica! ¡¿Qué rayos?! ¡Henmi había hecho esos reportes! Pero ¿por qué rayos no se los había entregado? ¡¡Grandísimo idiota!! ¡¿Qué hubiera pasado si los hubiera contestado mal y hubieran sido enviados a la imprenta?!

Ah, pero no estaban mal. Recordó que Henmi le había dicho que se iba a quedar un poco más… ¿habría sido por eso? Pero, si los contestó bien, definitivamente no fue “un poco más”. Mínimo una hora había estado ahí…

Se dejó caer en su silla. ¿Por qué no se los había dado? Ya no estaba enojado… sólo curioso.

Se levantó y tomó el elevador al área de Japun. Cuando llegó vio a Henmi parado detrás de Kirishima –quien estaba sentado- explicándole algunas cosas de los documentos.

 

-Entonces, no se suma, sino que se divide entre el número de promedio de los tomos vendidos al día ¿lo ve?

-Ya veo. Entonces ¿el promedio de fin de año?

-Ése es para calcular las Ventas finales.

-Que es lo que necesitan tanto la imprenta como el Departamento de Ventas.

-Sí, así es…

-Henmi –ambos hombres se sobresaltaron al ver a Yokozawa ahí parado-. Ven conmigo un momento.

-Espera Yokozawa –dijo Kirishima- aún no terminamos.

-Está bien, no será mucho tiempo.

 

Henmi salió junto con su jefe, quien lo llevó casi hasta los baños.

 

-¿Qué pasa Yokozawa-san? –iba nervioso.

 

-¿Recuerdas esto? –le mostró los papeles, y Henmi sintió como si las piernas se le hicieran gelatina-. Ya veo que sí. ¿Puedes explicar cómo es que están llenos y listos para enviar, cuando ni siquiera sabía de su existencia?

 

-Eh… verá… es que… ehh…

Suspiró-. Henmi, están bien hechos, no hay errores… pero esto era mi trabajo, no el tuyo. ¿Por qué ni siquiera me dijiste al menos que habían llegado?

Bajó el rostro-. L-Lo lamento mucho Yokozawa-san…

-Esto fue lo que te quedaste haciendo ayer ¿no?

-Sí…

-¿Y por qué no me los entregaste?

-Es que… ayer escuché cuando Kirishima-san le dijo que una niña los estaría esperando.

- ¿C-Cómo escuchaste eso? –se puso ligeramente rojo-. ¡¿Estabas espiando?!

-¡N-No! ¡Nada de eso! De hecho estaba detrás de la puerta para entregarle los papeles cuando lo escuché… Pero no quise entregárselos porque se hubiera tenido que quedar más tiempo y hubiera desairado a esa linda niña.

-¿La conoces?

-En el evento de aquella mangaka, ¿lo recuerda? Kirishima-san la trajo.

-Ah... sí, ya lo recordé. Yo no sabía que eres capaz de llenar estos documentos.

-A-Aprendí hace tiempo.

-No es la primera vez que haces esto ¿verdad? No –se contestó a si mismo al ver el sonrojo de Henmi-. Te diré esto: esto es MI trabajo, no el tuyo. Sin embargo… en situaciones como las de ayer… supongo que puedo aceptar tu ayuda.

 

Henmi sonrió radiante.

 

-No te molesta ¿verdad?

-Para nada ¡estoy feliz con poder ayudar!

-Está bien. Pero que sea la última vez que haces esto. Las vayas a hacer tú o las vaya a hacer yo, debes avisarme ¿entendido?

-¡Sí!

-Está bien. Puedes regresar a trabajar.

-Sí –Henmi se dio la vuelta para regresar, pero Yokozawa lo llamó una vez más-. ¿Qué pasa, Yokozawa-san?

-Intenta no tardar demasiado. Aquellos ineptos ni siquiera saben en dónde están guardadas las cosas.

Sonrió de forma dulce-. Entendido.

 

****

 

Henmi tardó mucho menos de lo esperado en Japun. Para la 1 de la tarde ya había terminado –para sorpresa de Kirishima- y se dirigía a Ventas. Cuando entró, ya muchos se estaban preparando para salir a comer.

 

-Kuroda –Henmi se acercó a su amigo, que se veía pálido y cansado-. ¿Qué pasó con Ryuutaro?

-Sólo fue una descompensación –suspiró-. Fue dado de alta en la mañana. Todo estará bien –sonrió.

-Me alegro.

-Pero… -bajó la mirada- el doctor le ha prohibido las pizzas.

Henmi se puso triste. Ese niño AMABA las pizzas.

-¿Por qué?

-… Su riñón no puede procesar tanta grasa. Sólo debe ingerir lo mínimo de azúcar y lo mínimo de grasa.

-Azúcar… entonces ¿tampoco podrá comer helado?

 

Los ojos verdes de Kuroda se oscurecieron.

 

-En verdad lo lamento mucho… pero, verás que con su tratamiento se pondrá bien.

-Eso espero –le sonrió-. Por cierto, Yokozawa-san te estuvo buscando. Ya salió a comer.

-Ya veo… bien, hablaré con él. ¿Vamos a almorzar?

-Lo siento, no tengo ganas de nada…

-Ah no, eso no. ¡¡Tienes que comer algo al menos!! Mira, tengo este bento –le dio los onigiri.

-Pero ¿y tú?

-Yo iré a alguna cafetería. ¡No te preocupes! Intentaré terminar rápido para venir a hacerte algo de compañía.

-Gracias, Henmi –dijo de forma tan sincera que lo hizo sonrojar.

 

Tomó sus cosas y salió de Marukawa. Se fue directo a la cafetería Kuma y se puso a revisar los estantes. ¡¡Había tanto de donde escoger…!! Ah, ¡¡KUMASHUUS DE VAINILLA RELLENOS DE CEREZA!!

 

***


-¿Seguro que no te causó problemas?

-Es en serio. Henmi es muy buen trabajador y muy inteligente. Creí que nos iba a llevar todo el día así que en verdad me sorprendió que termináramos más temprano. Gracias a eso llevamos el resto del trabajo adelantado. ¿Sabes lo que eso significa…? –le sonrió de lado.

-Cálla, imbécil –dijo enojado. ¡¡Claro que sabía que probablemente esa noche tendría que ponerse un uniforme de estudiante de secundaria!!

-Pero, ya hablando en serio… si Henmi nos ayudó tanto, ¿no crees que deberíamos agradecérselo?

-Ya lo hice.

-No, no ese tipo de agradecimiento. Tú sabes… algo como un pastel, o unos chocolates sería bueno…

-¿Premiarlo por hacer su trabajo?

-No sigas con eso, Yokozawa –Kirishima lo miró a los ojos-. Sabes muy bien que todo esto no fue “su trabajo”.

-… Sí, tienes razón. Pero ni siquiera sé qué le gusta a Henmi… -y se quedó callado. En realidad, no sabía NADA de Henmi. En cambio, Henmi parecía conocerlo demasiado bien.

-Hace tiempo lo vi en la cafetería de Marukawa –dijo Kirishima con gesto pensativo-. Traía varios pastelillos de chocolate en su plato… creo que eso es lo más acertado ¿no?

-Pasteles de chocolate… -Yokozawa se quedó pensando. Sí, sonaba bien: si a uno le gusta el chocolate, casi cualquier cosa con ese sabor estaba bien.

-Conozco una cafetería por aquí, a Hiyo le gustan mucho los pasteles que venden ahí. Podemos pasar a ver y mañana le compras.

-Sí, vamos.

 

Caminaron hasta la cafetería, pero cuando pasaron por el cristal de la tienda, antes de entrar, Kirishima lo detuvo.

 

-Mira, ¿ése no es Henmi?

-… Sí, es él –era cara era inconfundible-. Pero ¿qué mierdas le pasa con esa expresión rara?

-Bueno –rió Kirishima divertido-. Henmi sigue siendo un niño. Podría ser tu hermano menor ¿sabes?

-¿Mi hermano menor? ¿Cuántos años tiene?

-¿Es tu subordinado y no sabes cuántos años tiene? Pobre de él, ha de sufrir mucho contigo…

-Cállate –no era necesario que se lo dijera. Él había pensado lo mismo varias veces.

-Mira… está comprando pasteles.

 

Guardaron silencio y se fijaron bien en los pasteles que Henmi estaba escogiendo. Kumashuus…

Yokozawa se sintió un poco mal. Ver a alguien como Henmi, comprando Kumashuus… Si ese era el caso, Henmi no debería ser muy mayor. Seguro que no pasaba de los 25.

Henmi parecía muy feliz cuando pagó, y de hecho una vez tuvo la caja en manos tomó un pastelillo de inmediato y comenzó a comerlo. Yokozawa no pudo evitar soltar una risita: igual que un niño.

 

-Oye, si sigues mirando a Henmi de esa forma me voy a poner celoso… -murmuró Kirishima.

-No digas idioteces… Ya viene –ambos le dieron la espalda a la puerta de la tienda cuando Henmi salió. Pero, incluso si hubieran tenido un letrero luminoso encima de sus cabezas, Henmi no los habría visto.

-Oye, tengo una idea –dijo Kirishima cuando vio a Henmi cruzar la calle-. Vamos a seguirlo.

-¿Seguirlo? ¿Qué tiene de interesante seguir a Henmi?

-Oye, si quieres darle algo como agradecimiento no siempre puedes confiarte de los pasteles.

 

Antes de que pudiera renegar, Kirishima lo tomó de la muñeca y lo arrastró a través de la calle, en dirección al parque donde habían visto a Henmi.

Ya llevaban 10 minutos buscándolo, y cuando estaban considerando el mejor darse por vencidos y regresar a Marukawa, Yokozawa lo vio, allá, sentado en una banca… su banca favorita.

Se quedó en silencio, mirándolo.

 

-Oh, ahí está –dijo Kirishima.

-… ¿Desde cuándo se ve tan solitario? –la pregunta se escapó de sus labios antes de que se diera cuenta.

-¿Qué estás diciendo? Henmi siempre se ha visto así. ¿Nunca te habías dado cuenta?

-… No…

-Tú en verdad… -suspiró- a veces me pregunto cómo no hay rotaciones de empleados en Ventas.

-Oi, ¿qué quieres decir con eso?

-Tal vez tú no te hayas dado cuenta, pero al menos todos los de la sección Manga sí lo hemos notado: Henmi es tu empleado más fiel.

-¿Eh?

-Él siempre está detrás de ti, siempre se pega a ti para aprender más, siempre está disponible para cuando lo necesitas y es quien te mantiene al tanto de lo que pasa en todas las secciones… ¿Y tú ni siquiera sabes su edad?

 

Yokozawa comenzó a sentirse culpable… y es que todo lo que Kirishima le decía era verdad. Ya que lo pensaba bien…

Ya que lo pensaba bien, aquella vez que Takano le rompió el corazón, fue Henmi el único que se dio cuenta de cómo estaba. Y él lo había tratado muy mal.

 

-Miaau…

-Miaaaw…

-Meow…

 

Levantó la mirada y no pudo evitar sonreír. Había tres gatos a los pies de Henmi, quien los acariciaba con una dulce sonrisa. Otros dos gatos se acercaban también para recibir la misma atención.

 

-Mira –dijo Kirishima- también es muy bueno con los animales.

-Eso veo.

-… ¿Sabes? Deberías hacerse su amigo.

-¿Huh?

- ¡Míralo! –la idea parecía divertirle- Te aseguro que se llevarían muy bien.

-Lo dudo. Henmi es demasiado infantil para mi.

-Creo que ése es un punto más. Tú aprendes a ser menos serio y él aprende a madurar.

-Eres idiota.

Kirishima sólo sonrió-. Vamos a regresar a Marukawa.

 

Pero mientras regresaba, Yokozawa iba pensando muy seriamente en la propuesta de Kirishima. Sin embargo ¿sería capaz de ser su amigo? Al menos… al menos ¿lograría acercarse un poco a Henmi sin asustarlo cuando dijera su nombre…?

Notas finales:

¿Les gustó? ¿O no les gustó? ¡¡Díganme!! *berrinche*

 

Como sea, les haya gustado o no, seguiré adelante... aunque me guste uwu.

 

Una curiosidad: Kuroda Ryuu (personaje original). "Ryuu" significa "Dragón" (hablando de dragones japóneses. Los otros son "DURAGON"). "Ryuutaro" significa "hijo del Gran Dragón".

 

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