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Having my baby 2MIN por minnah

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Notas del capitulo:

Holaaa yo otra vez por aqui les traigo otra adaptacion espero les guste :D , ya se que aun no acabo mi anterior adaptacion pero no pude evitar traerles otras más :P 

Esta historia no me pertenece, es adaptada del libro Having my baby de Theresa Ragan

 

EDITADO

Choi MInho dejó a sus padres y hermanos en el jardín de atrás y entró en la casa. Quería un par de ibuprofenos y unos minutos a solas, pero en cuanto entró por la puerta lateral, lo recibió un chillido penetrante que le atravesó el cráneo y le hizo olvidar el dolor que sentía en la rodilla derecha.

Cruzó la cocina y avanzó en dirección al ruido, apoyando el peso en la pierna izquierda, ahora que no lo veía nadie. Había sido derribado por los mejores de la NFL: Hawk, Sims y Lawson. Y una lesión de nada en la rodilla no lo iba a alejar de la temporada que se avecinaba.

El terrible sonido procedía de su antiguo dormitorio. Abrió la puerta y frunció el ceño al ver una cuna portátil en mitad de la estancia en la que había planeado dormir esa noche. Se inclinó sobre la cuna. La niña parecía estar bien. No había olores horribles ni nadie que la molestara.

Observando a la pequeña llorona, se dio cuenta de que últimamente pensaba mucho en bebés. Y cuando pensaba en bebés, pensaba también en amor, matrimonio y en Yuri. Minho cumpliría pronto los treinta años y las mujeres no eran las únicas que acusaban el paso del reloj biológico.

 En aquel momento deseaba con fuerza que su sobrinita dejara de llorar. No porque le molestara el llanto, sino porque lo asustaba. ¿Estaría sufriendo la niña?

Vistos de cerca, los bebés daban miedo, sí. Eran frágiles e inquietos. Con suerte llegaría alguien al rescate. Si tomaba en brazos a la bebé, podía hacerle daño sin querer. Él sabía muy bien lo que tenía que hacer con balones de fútbol americano, pero los bebés eran otra cuestión.

—¡Buaaaaaaaaa!

¡Maldición!

Aparte de para buscar ibuprofeno, había entrado también para alejarse de su hermano adoptivo y supuesto amigo Aaron, y de la nueva prometida de este, Yuri; la chica que Minho pensaba que debía casarse con él, no con Aaron. Yuri había vivido de niña en la casa de enfrente de la de ellos. Había sido vecina de Minho, y este la consideraba su chica, su futura esposa, no la de Aaron.

Minho se había enterado hacía poco de que Yuri y Aaron pensaban casarse pronto ante un juez. Al parecer, se habían ido a vivir juntos no hacía mucho.

Había creído que sería capaz de soportar aquella fiesta que había organizado su madre para celebrar el compromiso, pero se había equivocado. Verlos juntos lo ponía nervioso, le hacía sentir cosas que no quería sentir.

—¡Buaaaaaaaaaaaa!

Siwon, el segundo de los hermanos que se había casado hasta la fecha, había sido el primero en tener un bebé. Siwon los estaba dejando mal a todos haciendo que pareciera fácil encontrar el alma gemela. Pero encontrar el alma gemela era como buscar un diamante perdido en una playa de treinta kilómetros llena de gente. Una misión imposible.

Muchos de sus amigos que creían haber encontrado a su “media naranja” estaban ya divorciados.

La niña seguía llorando. Se llamaba Bailey. Podría haber sido peor. Sus padres podrían haberla llamado Apple o Saturn. Bailey estaba tumbada boca abajo, pero eso no parecía afectar a sus cuerdas vocales. 

—Vamos, vamos —dijo Minho.  Le frotó un poco la espalda con timidez.

La niña lloró más fuerte.

—Eres una gritona, ¿eh? - Minho la miró, intentando averiguar cómo tomarla en brazos. Era el quinto de diez hijos. Había tenido bebés en brazos muchas veces, principalmente cuando era más joven. Simplemente le faltaba práctica; eso era todo.

La cabeza de la niña era del tamaño de un melocotón grande o un melón muy pequeño. Hasta tenía una ligera pelusa en la parte superior. Minho le tocó la cabeza, palpó un bulto y retiró enseguida la mano.

Los gritos de la niña aumentaron de volumen.

—Solo quería que te sintieras mejor —suspiró él—. Pero no temas, ya lo pillo. Eres una chica y eso es lo que mejor se les da a las chicas… hacer mucho ruido.

—Muy gracioso —dijo una voz femenina desde el umbral de la puerta. 

Minho miró detrás de él y descubrió que Yuri lo observaba con sus grandes ojos. Tenía los brazos cruzados y un cabello largo negro y suave. Él llevaba todo el día esquivándola y en aquel momento supo por qué. Al verla se le encogía el estómago y le dolía el corazón.

—No deja de llorar —dijo, para cambiar el rumbo de sus pensamientos—. ¿Qué le ocurre?

Yuri sonrió y la sonrisa le llegó hasta los ojos.

—¿Has probado a cambiarle el pañal? —preguntó.

—¿Quién es la graciosa ahora?

Yuri se acercó a la cuna y tomó a Bailey en brazos como si la niña no fuera tan frágil como parecía.

—Heechul me ha pedido que entrara a ver cómo estaba. ¿Quieres sostenerla tú?

Minho retrocedió un paso.

—¿Los osos quieren bailar?

 —Seguro que sí —respondió ella con una sonrisa.

—A los osos no les gusta bailar —le informó él—. Les gusta comerse a la gente.

—Muy bien —Yuri llevó a la niña a la mesa de cambiarle el pañal—. A los osos les gusta comerse a la gente. ¿Me vas a ayudar a cambiarla o vas a seguir enfurruñado en vez de estar de fiesta como todos los demás?

—Creo que voy a seguir enfurruñado, gracias —contestó él.

Observó un momento a Yuri. Recordó los buenos ratos que habían pasado juntos de niños. Sus hermanos y él solían jugar al fútbol americano en la calle y Yuri era una más de los chicos. A Minho le resultaba difícil entender que Aaron se le hubiera declarado después de que todos hubieran jurado dejarla en paz.

Los juramentos infantiles no tenían fecha de caducidad. Nadie podía llevarse a Yuri. Eso era lo justo.

Tiempo atrás, todos los varones en un radio de cinco kilómetros habían estado enamorados de ella.

Minho sabía que debía resignarse. Era un hombre adulto. Debía alegrarse por su amigo y hermano adoptivo, pero no se alegraba. Se sentía traicionado. Se dirigió a la puerta, pero no fue lo bastante rápido. Entró su madre y lo detuvo antes de que pudiera escapar.

—Estás aquí —dijo. Miró a la niña—. ¡Oh, mi tesorito! ¿Cómo está?

—Es igual que sus tías —respondió Minho—. Una llorona.

Su madre se echó a reír. Hizo ademán de ir a tomar a la niña en brazo, pero se dio cuenta de que tenía las manos ocupadas—. Toma —dijo a Minho. Le tendió un montón de cartas.

—¿Qué es esto?

—Cada vez que te mudas, tu correspondencia se las arregla para volver aquí.

Minho ojeó los sobres.

—Hay una carta de CryoCorp que llegó hace meses —dijo su madre—. Pensé que se habían equivocado de dirección y se la devolví,  pero han vuelto a enviarla hace unos días.

—¿Qué es CryoCorp? –preguntó Yuri.

Minho encontró el sobre, dejó todos los demás en un estante y abrió la carta. Estaba demasiado ocupando leyendo para responder a la pregunta de Yuri.

“Querido señor  Choi,

Como sabe, CryoCorp es un destacado proveedor de semen humano…”

Sí, Minho ya lo sabía, pero eso no impidió que le diera un vuelco el corazón.

“Nuestro personal está formado por profesionales deseosos de ayudar a nuestros clientes a cumplir su objetivo de formar una familia mediante una excelente selección de semen y asesoría personal y confidencial”.

“Lo sé, lo sé”. Minho pasó al último párrafo. Se preguntaba por qué se pondría CryoCorp en contacto con él después de tantos años. Su semen no podía estar todavía en activo. Les había enviado una carta años atrás pidiendo que lo retiraran como donante. Ir a CryoCorp había sido un gesto estúpido por su parte, algo que había hecho por dinero sin pensarlo bien.

“En CryoCorp nos esforzamos por procurar que los receptores alcancen sus objetivos. Por eso queremos darle las gracias por su donación y por haber ayudado a cumplir sueños”.

¿Cumplir sueños? A Minho le dio un vuelco el corazón. Volvió atrás en la carta.

“El receptor de su esperma cumple todas las condiciones estipuladas”.

—Esto es ridículo —dijo en voz alta—. Hace años que les envié una carta diciéndoles que me retiraran de la lista de donantes. Hasta les devolví el dinero.

Su madre estaba muy ocupada con la niña y no captó el pánico en su voz, pero a Yuri no se le pasó por alto. Se acercó inmediatamente, le quitó la carta y, cuando terminó de leerla, le lanzó una mirada que él no pudo descifrar.

—¿Tú donaste esperma? 

Él asintió, pero no le gustó la mirada acusadora de ella; lo miraba como si hubiera regalado algo que no era suyo.

—¿Tienes algún problema con eso? —preguntó Minho.

Yuri abrió la boca, volvió a cerrarla y a continuación la abrió de nuevo.

—Claro que no —dijo—. Pero es obvio que tú sí. ¿Donaste esperma en CryoCorp, sí o no?

 —Tal vez.

Yuri resopló y su aliento alborotó mechones de su pelo rubio.

—Mamá —dijo—. ¿Puedes ayudarme a arrancarle una respuesta clara?

Minho frunció el ceño.

—¿Desde cuándo la llamas mamá?

—Desde siempre —contestó Yuri, que ya estaba claramente enfadada con él.

Sus ojos se encontraron y siguió una especie de guerra de miradas hasta que él dejó caer la suya adrede por la nariz pequeña de ella y por los labios bien formados. Había besado aquellos labios. La había besado más de una vez antes de que hicieran aquel estúpido juramento. Pero el beso que recordó en aquel momento fue el último. Un beso que no olvidaría mientras viviera.

Su madre, que tenía a la niña en brazos, debió captar por fin la tensión en la atmósfera, pues se interpuso entre ellos.

—No hagas eso, Minho.

Éste alzó una mano en el aire con frustración.

—¿Qué he hecho esta vez?

—Ya estás con tus dramas —contestó Woohyun, su hermano menor, desde la puerta.

Minho lo miró de hito en hito.

—¿Quién te ha preguntado a ti?

—Llevo aquí el tiempo suficiente para haber visto que ya vuelves a las andadas. Yuri es la novia de Aaron, tu amigo y el mío. Nuestro hermano. ¿Te acuerdas de él? Están prometidos y esto es su fiesta de compromiso. Yuri eligió a Aaron, no a ti. Acéptalo ya.

—Basta —intervino Yuri. Levantó la mano con la carta de CryoCorp—. Minho tiene un problema.  

—Dinos algo que no sepamos —añadió Woohyun, arrastrando las palabras.

—Vamos, Woo. Ya es suficiente —dijo su madre.

Minho rio haciendo burla de su hermano. Sabía que era una reacción infantil, pero la achacó al hecho de estar de vuelta en casa con todos sus hermanos, por no hablar de Yuri y Aaron, de estar todos bajo el mismo techo fingiendo que aceptaban muy bien lo que había pasado. Se dijo que él no tendría que haber ido.

—¿Qué dice la carta? —preguntó su madre. Yuri miró a Minho.

—¿Te importa que la lea en alto?

—Haz lo que quieras —contestó él. Había crecido con una familia grande en una casa pequeña y estaba acostumbrado a la falta de intimidad. No tenía sentido intentar guardar secretos cuando sabía muy bien que todos se enterarían de lo que pasaba antes o después.

—Parece ser que Minho donó esperma hace años —dijo Yuri—. Y el receptor 3516A eligió su esperma.

Woohyun hizo una mueca.

—¡No me digas! ¿Cuánto tiempo dura el esperma?

—El esperma congelado no tiene fecha de caducidad —explicó Yuri, que seguía leyendo el resto de la carta por segunda vez.

Minho la miró boquiabierto.

Woohyun se echó a reír.

—Fui a CryoCorp antes de que me contrataran Los Angeles Condors —aclaró Minho —. Necesitaba dinero desesperadamente. En esa época también vendía sangre.

—¿Por qué no nos pediste ayuda a nosotros? —preguntó su madre.

—Papá y tú teníais problemas económicos y no olvides que también teníais un montón de críos por aquí.

—¿Por qué cambiaste de idea luego? —preguntó Yuri.

Minho recordaba muy bien las razones por las que había cambiado de idea, pero no sentía la necesidad de contarle a todo el mundo que ya entonces pensaba mucho en su futuro y no le había gustado la idea de tener hijos biológicos que no lo conocieran. Había llegado a la conclusión de que, si alguna vez tenía hijos propios, quería estar en sus vidas. No tenía nada en contra de las familias que necesitaban donantes; sin donantes de esperma, muchas parejas no podrían cumplir su sueño de tener una familia. Pero él, personalmente, no estaba preparado para ser donante.

—Cambié de idea —dijo al fin—. Eso es todo.

—¿Tienes copia de la carta que enviaste a CryoCorp pidiendo que te retiraran de su programa de donantes? —preguntó Yuri.

—No lo sé.

Minho pensó en las cajas apiladas en el garaje de su casa en Busan, a una hora de distancia de allí. Las probabilidades de encontrar una copia de la carta eran de una entre un millón. El ordenador que había usado en aquella época había desaparecido hacía tiempo.

—Si tienes pruebas de que enviaste la carta, tenemos opciones —continuó Yuri.

—¿Ah, sí?

Ella asintió.

Minho la había visto en muy pocas ocasiones desde que ella se había ido a la universidad. Había oído decir que había estudiado Derecho, pero le costaba imaginarla como abogada. Yuri había hecho mucho el payaso. Había sido el tipo de chica que se subía a los árboles y rodaba por el barro. Una chica muy poco seria. La miró y en ese momento, con la espalda recta, los ojos sin parpadear y la voz seria, sí le pareció la abogada perfecta.

—Llamaré a CryoCorp mañana a primera hora —dijo ella—. Les diré que tenemos una copia de la carta que enviaste y que insistimos en que no vuelvan a usar más tu esperma —se mordió el labio inferior—. El único problema será si 3516A está ya embarazado. 

Woohyun soltó una risita y, antes de que Minho pudiera empujarlo fuera de la habitación y darle buenos motivos para reír, entraron Aaron y tres hermanos más de Minho para ver a qué venía todo aquello.  

Aaron fue el primero en cruzar la puerta. Rodeó la cintura de Yuri con el brazo en un gesto protector y miró a Minho.

—¿Qué ocurre?

—Parece que es posible que tengamos otro bebé que añadir a este caos —contestó Woohyun.

Phil, el padre de Minho, fue el último en entrar en la habitación.

—¿Quién va a tener un bebé? —preguntó.

Miró a Yuri de arriba abajo y ella alzó las manos en un gesto de rendición.

—No soy yo —le pasó la carta—. Es Minho.

Todos rodearon a Phil, que leyó la carta en voz alta. Cuando terminó, hubo un momento de silencio.

A continuación empezaron las bromas y burlas. La niña se echó a llorar y un dolor penetrante atravesó la rodilla de Minho, que pensó que, si no salía pronto de allí, iba a morir sofocado. 

Notas finales:

Espero les haya gustado, nos vemos en el siguiente capi


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