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Having my baby 2MIN por minnah

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Notas del capitulo:

Espero les guste :D 

Capítulo 10

Minho y sus hermanos se reunían una vez a la semana a jugar al baloncesto en la cancha cubierta que tenía él en su casa de Busan. En aquel momento, Minho estaba debajo de la canasta y pedía la pelota… una vez más. La tenía Minki, y en vez de pasársela como haría un buen compañero de equipo, fue botando con ella hasta la línea de los tres puntos y lanzó de nuevo.

—¡Canasta! —gritó Amber.

Las dos hermanas, Amber y Sully, se habían ofrecido a cuidarle la casa a Minho mientras estaba fuera. Amber disfrutaba viendo el partido y animándolos siempre que tenía ocasión.

Minho, que jugaba de defensa, corrió hasta el otro extremo de la cancha y pidió que le lanzaran la pelota. Pero nadie le hizo caso.

Su hermano Kyuhyun , más mayor que él, un verdadero científico espacial, se hizo con la pelota y consiguió dos puntos para el equipo contrario.

Cuando Minho logró por fin tener la pelota y corrió botándola hacia la canasta, Sully entró en la cancha y gritó:

—¡El desayuno está listo!

La cancha se vació en cuestión de segundos. Minho se paró en la línea de los tres puntos.

—¡Eh! ¿Es que no podéis esperar a que termine el partido?

Minki tomó una toalla limpia de un montón que había cerca de la puerta y se limpió la cara.

—Adelante. Lanza. Yo te miro.

Minho dobló las rodillas, enderezó los hombros, y lanzó su primera canasta del día, a pesar de que había jugado durante dos horas.

Fue un buen lanzamiento. La pelota entró en la canasta.

Se volvió sonriente, pero Minki ya había ido a reunirse con los demás. Nadie había visto su magnífico tiro. De no ser porque eran su familia, habría dejado de hablarse con todos ellos.

Fue a la cocina, donde Amber y Sully hacían tortillas y cuatro de sus hermanos comían ya sentados a la mesa.

—¿Lo de siempre? —preguntó Amber al verlo. Sully y ella, aunque no las más jóvenes de todos, seguían siendo para Minho sus niñas pequeñas, las mimadas de la familia.

—Gracias, pero no quiero nada —contestó él—. He comido cereales antes de venir.

Creo que volveré a mi apartamento a buscar algunas cosas. Amber dejó la espumadera en la encimera de granito.

—No irás a volver ya a la casa, ¿verdad?

No, él no pensaba mudarse de momento.

—¿Por qué? —preguntó—. ¿Habría algún problema si fuera así?

Woohyun tomó un trago de zumo de naranja.

—Creo que Sully tiene una cita sexy esta noche con Choiza.

—Espero que no —Minho sonrió.

Todos guardaron silencio.

Su hermana arrugó la frente con preocupación. Minho se dio cuenta de que Woohyun hablaba en serio y sintió una oleada de calor. Choiza era un quarterback novato, que acababa de empezar a jugar con los Condors. Estaba esperando que Minho se rompiera una costilla o tuviera una mala caída para ocupar su lugar como quarterback principal.

—Él nunca te ha hecho nada —dijo Amber.

—Es verdad —asintió Sully—. ¿Por qué lo odias?

—¡Por el amor de Dios! Ese chico es un resentido de primera.

Sully puso los brazos en jarras.

—¿Por qué?

—Es un encantador de serpientes, una rata. No te acerques a él. Puedes encontrar a alguien mejor.

—¿Y si no quiero seguir tu consejo? —preguntó ella.

Minho estaba cansado de aquello. Había ido a su casa ese día para alejarse de todo, para darle un respiro a Taemin, darle ocasión de pasar un día con Yoogeun sin que tuviera la sensación de que él le espiaba. Sobre todo, tenía miedo de que se hiciera ilusiones si era verdad lo que había dicho Key de que sentía algo por él. Le gustaba Taemin y quería ser su amigo. Se frotó la barbilla sin dejar de mirar a su hermana.

—Ahora me voy. Choiza tiene prohibida la entrada en esta casa. Mi casa.

—Te estás portando como un crío.

Minho apuntó a Sully con un dedo.

—Lo digo en serio.

Salió de la cocina al vestíbulo y de allí a la calle, antes de que su hermana pudiera seguir protestando.

De regreso en su apartamento, eran ya las once cuando salió de la ducha. Se le dobló la rodilla, pero consiguió agarrarse a la encimera del baño y evitar caer al suelo. Decidido a ignorar el dolor, se sostuvo a la pata coja delante del fregadero y se secó con una toalla. Detectó una mancha de color alrededor del ojo y se miró mejor al espejo. El moratón de la semana pasada se iba borrando, pero todavía quedaba color suficiente para dar la impresión de que llevaba meses sin dormir una noche entera. Todos sus hermanos pensaban que se había merecido el puñetazo. Aaron les había dicho que preguntaran a Minho si querían respuestas, pero ninguno le había preguntado. Simplemente asumían que era culpable. Y él no pensaba decirles que había besado a Yuri. Su familia ya lo trataba como a la oveja negra. Era obvio que preferían a Aaron antes que a él.

Pero eso no le importaba. Volvería a hacerlo si tenía la oportunidad. Algún día, y ojalá que fuera pronto, Yuri recuperaría el sentido común y vería que estaban hechos para estar juntos. Hasta entonces, tenía a Yoogeun y a Taemin para mantenerse ocupado.

Se dio cuenta de que Taemin era todo lo contrario de Yuri… callado y tímido en ocasiones, aunque, definitivamente, tenía sus momentos. Yuri era capaz de cortar el aire con sus palabras y poner a la gente en su sitio, mientras que Taemin parecía pensar mucho antes de hablar, preocupado por no ofender. Cuando no se dejaba dominar por las hormonas, era una persona sensible y dulce. Eso lo definía perfectamente: dulce y modesto, así era Taemin.

Minho terminó de secarse el pelo con la toalla. Un pelo plateado justo encima de la oreja atrajo su atención. ¿Cuándo le habían salido canas? ¡Pero si todavía no tenía ni treinta años! Se acercó más al espejo y se arrancó el pelo. “¡Ay!”.

Comprendió que estaba nervioso. Tenía la sensación de que su vida estaba descentrada. Para empezar, Yuri lo había esquivado desde el día del beso en el tribunal. No le había devuelto sus dos últimas llamadas. Su madre estaba enfadada con él por haber disgustado a Aaron. Sus hermanos habían tomado partido por Aaron desde que este había vuelto a la ciudad. Se topaba continuamente con el nombre de Choiza, lo cual no tenía nada de divertido. Su rodilla no mejoraba. Y ahora Taemin podía estar enamorándose de él, que solo quería conocer a su hijo y ser amigo de él.

Abrió el armario de las medicinas y sacó la pomada que usaba para aliviar el dolor muscular y de articulaciones. Se frotó una poca en la rodilla. Se lavó las manos y fue cojeando a la habitación, donde se puso unos pantalones cortos de jugar al baloncesto. Su siguiente parada fue en la cocina. Llenó una bolsa de plástico con hielo, se sentó en el sofá y se puso el hielo en la rodilla. Apoyó la cabeza en el sofá y cerró los ojos.

No habían pasado ni veinte segundos cuando llamaron a la puerta.

—Adelante.

Por un momento pensó que la persona que estaba en la puerta se había ido, pero luego abrieron y Taemin asomó la cabeza.

—Hola.

Yoogeun alzó la cabeza.

—Hola.

Él le miró la rodilla.

—¿Estás bien?

—Esta mañana me he pasado un poco jugando al baloncesto con mis hermanos.

—¿Podemos entrar Yoogeun y yo?

Minho agitó una mano en el aire.

—Por supuesto —intentó levantarse del sofá.

—No te muevas —le dijo Taemin—. Ya me las arreglo.

A Minho no le gustaba la idea de no ayudarle con el bebé, pero recordó lo que había dicho Key de que se estaba encaprichando con él y decidió quedarse donde estaba.

Taemin abrió la puerta del todo y empujó el cochecito sin molestar a Yoogeun.

—Está durmiendo —dijo con una sonrisa—. Un verdadero milagro.

Minho no pudo evitar sonreír a su vez. Taemin parecía feliz y eso lo hacía feliz a él.

—Estás estupendo —dijo.

Estaba mejor que estupendo. Era la primera vez que le veía con algo que no fuera un chándal. Llevaba vaqueros ceñidos, que realzaban sus caderas y sus piernas, muy largas para tratarse de un hombre bajito. Su camisa amarilla contrastaba con el pelo, que parecía tener tres tonos de marrón, dependiendo de la luz que le diera. Era la primera vez que recordaba verle sin que estuviera despeinado. Su cabello era suave y brillante, lleno de volumen, el tipo de cabello que un hombre quiere peinar con los dedos. Minho movió la cabeza para aclarar sus pensamientos.

—Gracias —respondió Taemin—. Me siento bien —cerró la puerta y dejó el bolso en la mesita de café delante del sofá—. Por fin conseguí dormir bien ayer. Es curioso, pero desde que hablé con esas mujeres en el parque, me siento distinto. Mejor. La semana pasada llamé al doctor y la enfermera me dijo que no importaba dejar llorar a Yoogeun algunas veces, así que como esta mañana no has venido, le he dejado llorar mientras me duchaba y me peinaba. Hasta he entrado en mis vaqueros de antes del embarazo, y por eso estoy aquí.

—Esos vaqueros son geniales.

Taemin se echó a reír, mostrando sus dientes blancos y relucientes. Sus ojos adquirieron un brillo especial.

—No he venido a buscar cumplidos —dijo—. Aunque te los agradezco igual. He venido a darte las gracias y a disculparme por haber sido tan grosero ayer. No te merecías lo que te dije y me avergüenzo de ello. Y te alegrará saber que también le he pedido disculpas a Luhan y le he readmitido.

—Me alegro. Es un empleado muy entusiasta.

Taemin asintió.

—Solo quería decirte que agradezco todo lo que has hecho.

—No lo pienses más. En estas circunstancias, creo que has lidiado bastante bien con todo lo que te rodea, yo incluido.

—Pero ya estoy otra vez hablando de mí mismo cuando tú estás ahí sentado sufriendo. Es otra vez esa rodilla, ¿verdad?

—¿Cómo que otra vez? ¿Qué sabes tú de mi rodilla?

—El día que te conocí noté que te dolía. El día que rompí aguas y saliste espantado del coche.

—Desde luego, tendremos algunas cosas que contarle a Yoogeun cuando crezca, ¿verdad?

Taemin se sonrojó. Se produjo un silencio incómodo.

—¿Puedo traerte algo? —preguntó luego Tae.

—Si me acercas un vaso de agua y el frasco de ibuprofeno que hay en la encimera, te lo agradecería muchísimo.

Taemin se dirigió a la cocina y Minho le observó con ojos nuevos. Taemin era un rayo de sol. Dormir un poco le había transformado.

—Toma —Tae le pasó el vaso de agua y abrió el frasco de ibuprofeno—. ¿Cuántas quieres?

—Dos, gracias.

Taemin le dio las pastillas y esperó hasta que las tragó con agua para quitarle el vaso y devolverlo a la cocina.

—Otra razón por la que he venido es para ver si nos quieres acompañar a la primera cita de Yoogeun con el pediatra.

Minho le sonrió y se dio cuenta de lo triste que había sido su día hasta que Taemin había entrado en el apartamento. Quería pasar tiempo con Yoogeun. De hecho, también quería estar con Taemin.

—Te duele mucho la pierna, ¿verdad? —preguntó Tae.

Se inclinó y apartó la bolsa de hielo para poder verle bien la rodilla.

—Está hinchada. Creo que hoy deberías hacer reposo —dijo.

—No —contestó él—. Yo creo que acompañaros es justo lo que necesito —apartó el hielo.

—¿Estás seguro?

—Segurísimo —y era verdad.

—Ven, apóyate en mí —dijo Tae—. Te haré de muleta para que vayamos a la otra habitación y te puedas poner la camisa y los zapatos.

—Podría hacerte daño.

—Tonterías —él tenía el pecho desnudo, pero eso no le impidió a Taemin tomarle el brazo y colocárselo sobre los hombros—. Ahora camina. Apóyate en mí.

Minho hizo lo que le decía, sorprendido por la fuerza que tenía él en los brazos, y se dejó ayudar hasta que llegaron a su habitación. Entraron en el dormitorio, pero cuando avanzó hacia la cama y Taemin intentó soltarlo, Minho tropezó con la mochila que había llevado al gimnasio por la mañana y arrastró a Taemin en la caída. Aterrizaron los dos sobre la cama. Minho le abrazó instintivamente por la cintura al caer. Minho cayó de espaldas y quedaron cara con cara y nariz con nariz.

Taemin soltó una carcajada e intentó incorporarse. Su aliento olía a menta.

Un fuerte crujido le colocó de nuevo encima de él, cuando el armazón de la cama cedió y ambos se deslizaron hasta la esquina de la cama.

Los dos se habían convertido en uno.

—¿Estás bien? —preguntó Minho, con los labios pegados a la oreja de Taemin.

—Muy bien —Tae, riendo todavía; tomó una almohada y le dio en la cabeza con ella.

—Oh, conque quieres jugar duro, ¿no es así? —Minho se puso de costado y le hizo cosquillas.

Taemin rio tan fuerte que casi no podía hablar.

—Cosquillas no —gimió. Intentó apartarle el brazo y se fue enredando más con las mantas y almohadas en un su esfuerzo por alejarse.

Minho le hizo más cosquillas, pero apartó la mano en cuanto sintió una presión en la entrepierna. De repente aquello dejó de tener gracia cuando se dio cuenta de que no podía negar el calor inesperado que bullía entre los dos.

Sus miradas se encontraron y él supo que Taemin sentía lo mismo. Tenía los párpados pesados y los labios gruesos. Minho ya sabía que quería ser su amigo, pero en ese momento se dio cuenta también de que no deseaba nada tanto como inclinarse a besarlo, sentir los labios de él en los suyos y dar salida al deseo inesperado y tentador que lo embargaba por dentro.

Notas finales:

:D 

Ya esta listo el siguiente capi :D 

Adelante, pasen a leer :P


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