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Having my baby 2MIN por minnah

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Notas del capitulo:

Con uds el último capitulo del día, espero les guste :D 

Capítulo 12

El padre de Taemin había reservado mesa en el Sky House del centro. Cenaron costillas asadas con papas fritas, espárragos y salsa béarnaise. En el restaurante había pista de baile y, aunque ellos no, la gente sentada en el otro lado de la estancia parecía estar divirtiéndose.

Key se había ofrecido a quedarse con Yoogeun y Taemin se dio cuenta de que echaba de menos a su hijo. Era el tiempo más largo que había pasado alejado de él, descontando el día que lo habían secuestrado mientras dormía y se lo habían llevado al parque.

A sus padres no les había gustado saber que Minho cenaría con ellos, y después de una cena donde todos habían estado callados e incómodos, parecían empeñados en recuperar el tiempo perdido antes de que sirvieran el postre.

—Tu madre dijo que Kai ha intentado desesperadamente ponerse en contacto contigo.

—Hablé con él la semana pasada.

—Tengo entendido que te mostraste brusco y cortaste pronto la conversación.

Taemin se puso tenso.

—No tenemos gran cosa que decirnos.

—Quiere recuperarte.

—Quizá Tae no quiere recuperarlo a él —intervino Zelo. Se llevó su copa a los labios y terminó el resto del vino de un trago.

—Hace poco que lo han hecho socio del bufete. Lamenta mucho lo que hizo y lo que más desea en el mundo es hacer méritos para que olvides lo que pasó.

—No he venido aquí esta noche a hablar de Kai —declaró Taemin, que se esforzaba por no perder la compostura.

—Tu apartamento es pequeño y la ubicación es, como mínimo, cuestionable. Vuelve a Nueva York con nosotros. Te pagaremos un apartamento cómodo, donde tendrás ayuda para que puedas divertirte con tu proyectito.

—¿Mi proyectito?

—Sí, tu revista.

Taemin apretó los labios. Su padre siguió hablando.

—Una vez que Yoogeun y tú os instaléis como es debido, puede que al principio te miren un poco mal, sobre todo por tu decisión de ser madre soltera, pero en cuanto las demás parejas jóvenes vean que vienes de buena familia y noten que eres respetable…— La carcajada de Zelo interrumpió las palabras de su padre.

—¿Puedo preguntar qué es lo que te resulta tan gracioso? —preguntó este.

—¿De buena familia? —repitió Zelo—. ¿Te estás quedando conmigo? ¿Por qué crees que Taemin se ha venido tan lejos? Porque tú has controlado nuestras vidas demasiado tiempo —miró a su hermano—. ¿Sabías que mamá y papá desean tanto tener a Kai en la familia que intentaron emparejarlo conmigo?

Minho vio que Taemin enrojecía y sintió compasión por él.

—Y lo peor de todo —continuó Zelo— fue que yo me lo creí. Llegaron hasta el punto de intentar convencerme de que te había dejado en el altar porque se interesaba por mí.

—Ya es suficiente —dijo su padre—. Has bebido demasiado y no sabes lo que dices.

—Pues tú, padre, seguro que no has bebido demasiado, porque sigues siendo el mismo estirado de siempre —Zelo miró a Taemin, sin hacer caso de la expresión horrorizada de su padre—. La buena noticia es que Kai no me hizo el menor caso y me dijo que había cometido un terrible error al dejarte —buscó al camarero con la vista—. ¿Dónde se han metido todos? Voy a la barra a por una copa.

Se levantó de la mesa y se acercó a la barra, donde bailaban personas de todas las edades con la luz más baja que en la zona de las mesas.

—¡Pobrecito tu hermano! —exclamó su madre en cuanto Zelo no pudo oírla.

—¿Por qué lo dices? —preguntó Taemin.

—¿No es evidente? —intervino su padre—. Está muy confundido, y todo gracias a ti.

—Al poco tiempo de que tú te fueras, se volvió discutidor y desafiante —explicó su madre.

—¿Y yo tengo la culpa de eso? —preguntó Taemin.

—Pues claro que sí —musitó su padre.

Minho le puso una mano en el hombro a Taemin. Él llevaba una camiseta negra sin mangas y él rozó su piel suave con el pulgar. No sabía si la expresión atónita de él se debía a la brusquedad de su hermano o a la idea de que sus padres hubieran intentado emparejar a su exnovio con Zelo. Quería mandar a la porra a aquellos supuestos aristócratas y dedicarse a mordisquearle el cuello a él, pero, por el bien de Taemin, se guardó sus opiniones para sí y reprimió el impulso del mordisco.

La mirada pétrea de la señora Lee se clavó en la mano con la que Minho tocaba a su hijo.

—Decidme otra vez cómo os conocisteis —musitó la mujer.

—Cuando Minho estaba en la universidad —comentó Taemin—, hizo una donación a un banco de esperma. Dieciocho meses después, cambió de idea y les devolvió el dinero junto con una carta en la que les decía que había cambiado de idea y les contaba lo que pensaba.

—¿Y qué era lo que pensaba exactamente? —preguntó su padre.

Minho alzó una mano para hacerles saber a todos que era muy capaz de hablar por sí mismo.

—Aunque entonces necesitaba dinero, comprendí que no me gustaba la idea de tener hijos biológicos míos sueltos por ahí sabiendo que yo no podría tomar parte en sus vidas.

—¿Cómo encontraste a Taemin? —preguntó la señora Lee—. Se supone que esos lugares son confidenciales.

—Contraté a un detective privado.

—¿Pensáis casaros? —preguntó el señor Lee.

—Por el momento no.

—¿Por qué no? —insistió el hombre, que obviamente quería dejar en mal lugar a Minho.

—Porque hace menos de dos semanas que nos conocemos.

—Él está criando a tu hijo. ¿Eso no es lo bastante bueno para ti?

Taemin intentó hablar, pero Minho se le adelantó.

—No es lo bastante bueno para su hijo —dijo—. Taemin decidirá cuándo y con quién se quiere casar cuando llegue el momento.

—Quizá te elija a ti —comentó la señora Lee—. ¿Le has pedido que se case contigo?

Minho miró a Taemin.

—¿Quieres casarte conmigo?

—No, pero gracias por pedírmelo.

Minho miró al padre de él y se encogió de hombros.

—¿Te estás haciendo el gracioso conmigo? —preguntó el señor Lee.

—No, señor. Solo quería demostrar algo.

—¿Qué?

—Que su hijo es lo bastante mayor para tomar sus propias decisiones. Taemin sabe lo que quiere y lo que no quiere.

—Y al parecer, no te quiere a ti.

—Papá —intervino Taemin—. Ya es suficiente. Si no podemos disfrutar de la cena en paz, creo que Minho y yo deberíamos irnos.

—Kai te sigue queriendo —dijo su madre, con un deje de desesperación en la voz—. Se arrepiente de lo que hizo.

—¿De verdad intentasteis emparejarlo con Zelo? —los ojos de Taemin no podían ocultar el dolor que le producía esa traición.

—Eso carece de importancia —repuso su padre—. El hecho es que solo te quiere a ti.

Taemin se levantó y miró a Minho.

—Vamos a bailar.

Él se puso de pie sin vacilar y lo llevó a la pista. La balada de Billy Joel Just The Way You Are, sonaba en seis altavoces. Minho se alegró de que fuera música lenta, pues le dolía la rodilla de nuevo. En cuanto entraron en la pista, abrazó a Taemin y empezaron a moverse al ritmo de la música. Ninguno de los dos dijo nada. No era necesario.

****

Setenta y dos horas después de aquella cena infernal, Taemin tomó a Yoogeun en brazos y llamó a la puerta del apartamento de Minho. Eran las cuatro de la tarde del viernes y le ilusionaba la posibilidad de pasar una tarde fuera sin que sus padres cuestionaran todos sus movimientos. Estos, una vez convencidos de que Taemin no iba a regresar a Nueva York, habían dejado a Zelo en el aeropuerto sin saber que no volverían a verlo en una temporada. Luego se habían ido a Daegu, después de decirle a Taemin que volverían al siguiente fin de semana para despedirse antes de regresar a casa. Taemin no sabía qué pensar del hecho de que su hermano se fuera a ver mundo con un grupo de música, pero Zelo parecía genuinamente feliz y eso era lo más importante.

Se abrió la puerta y apareció Minho. Estaba increíblemente atractivo, como siempre. Su pelo moreno espeso se rizaba en torno a las orejas y sus ojos marrones le parecieron a Taemin más oscuros de lo que recordaba. Era difícil interpretar la expresión de su cara, y tenía un toque peligroso que siempre conseguía que él se estremeciera por dentro.

Minho tomó la bolsa del niño que llevaba él y le hizo señas de que entrara. —He pensado traerlo primero a él y volver ahora a por la cuna portátil —comentó Taemin.

—No es necesario —Minho se inclinó y, por un momento, él  pensó que lo iba a besar, pero él plantó los labios en la frente de Yoogeun.

Taemin se riñó interiormente por haber creído que lo iba a besar. Y resultaba aún más ridículo imaginar que él se lo fuera a permitir. Minho se había mostrado muy amable en la cena con sus padres; había lidiado bien con la grosería de sus progenitores, respondiendo con aplomo a sus preguntas y no dejándose afectar por sus comentarios. Se había mostrado educado y cortés. Y la mejor parte de la noche había sido cuando le había acompañado a la pista de baile sin hacer preguntas y allí lo había abrazado y había hecho que se sintiera seguro.

Y había sido en aquel momento cuando Taemin se había dado cuenta de que estaba en apuros.

Nunca había creído a las mujeres que insistían en que se habían enamorado a los pocos días de conocer a un hombre. Pero ahora sabía que podía ocurrir porque le estaba pasando a él. Se estaba enamorando de Minho.

Y tenía que parar aquello.

Minho cerró la puerta tras él.

—Ven conmigo —dijo—. Tengo algo que mostrarte.

Taemin lo siguió por el pasillo. Al pasar delante del dormitorio, miró dentro y vio que la cama ya estaba arreglada. El recuerdo de lo que había pasado allí hizo que le ardieran las mejillas y se estremeciera por dentro.

Cuando entró en la última habitación, abrió mucho los ojos, sorprendido. El cuarto de invitados había sido convertido en un cuarto de bebé. Dos franjas azules recorrían la pared. Había una alfombra azul con un dibujo de un tren y estanterías blancas llenas de animales de peluche.

—Es precioso. ¿Cuándo has hecho esto?

—Hoy.

—¿Por eso ha venido a verte Yuri? ¿Para ayudarte a decorar?

Él pareció sorprendido, e incluso incómodo.

—La he visto salir de tu apartamento —explicó Taemin.

—¿Cómo sabes que era Yuri?

—La vi contigo en el tribunal el día que salisteis en las noticias.

—¡Ah! —exclamó él—. La habitación la he diseñado yo, aunque Yuri ha sugerido que colgara el móvil de animales más alto para que Yoogeun no pueda alcanzarlo.

—¿Yuri y tú sois amigos desde hace tiempo?

—Casi desde siempre —repuso él—. De pequeños era una más de nosotros, del grupo de chicos.

La Yuri que Taemin había visto parecía demasiado seria para jugar con chicos. —Eso fue hace años —continuó él—. Desde entonces ha cambiado —se acercó a la cuna—. Esta se llama la cuatro en una. Se puede ir agrandando a medida que crece el niño. El colchón tiene una capa gruesa de espuma y es hipoalergénico. ¿Qué te parece?

—Es fantástica. Me encanta la madera de cerezo —Taemin miró la mesa de cambiar al bebé, la cómoda y el edredón, una mezcla de gamuza suave y algodón. Todo hacía juego, desde el volante de la ventana hasta la caja de guardar los pañales.

Minho abrió un cajón de la cómoda.

—Aquí hay de todo lo que Yoogeun pueda necesitar.

Taemin apretó a Yoogeun contra su pecho con la mano derecha y extendió la izquierda para tocar un suéter.

—Esto es cachemira.

Minho asintió.

—Me gustó porque era muy suave.

Había al menos tres jerséis de cachemira, además de trajes de una pieza de todos los colores imaginables. También había gorro y calcetines de cachemira, camisas de manga larga y de manga corta y pantalones de pana con camisetas a juego.

—Yoogeun va a ser el bebé mejor vestido de Corea —comentó Taemin.

—¿Tú crees?

Tae rio.

—Creo que has exagerado. Ahora es muy pequeño, pero más adelante, estas cosas podrían echarlo a perder —miró dentro del armario, donde él había guardado todos los accesorios de bebé imaginables—. Has debido gastarte miles de dólares.

—Él vale hasta el último centavo.

—Pues claro que sí, pero no se trata de eso.

Minho era un buen hombre y, naturalmente, también un buen padre. Ese día, Taemin había oído voces y, al mirar por la ventana, había visto a Minho dando un abrazo de despedida a Yuri. Inmediatamente había sentido una ola de resentimiento y envidia. No debería importarle con quién pasara el tiempo Minho. Tenía que controlar sus sentimientos, pues él había dejado claro que quería que los dos fueran solo amigos.

Depositó a Yoogeun en el centro del colchón, dentro de la cuna y sonrió cuando él movió las piernas como si montara su primera bicicleta.

—Veo que no necesitas la cuna portátil, así que me marcho.

Minho conectó el móvil musical.

—Mira eso. Le gusta.

Taemin tragó el nudo que tenía en la garganta.

—Si necesitas algo más, lo encontrarás en la bolsa de los pañales. Ahí está también el número de mi móvil por si tienes algún problema.

Minho lo acompañó a la puerta.

—Si me necesitas antes de que me vaya, estaré en casa arreglándome —dijo Taemin.

—¿Seguro que quieres hacerlo?

—¿El qué?

—Salir con Jinki.

Tae sonrió.

—Pues claro que sí. Su foto ha estado en una bolsa de la compra, ¿recuerdas?

—Esa es una razón tonta para salir con un hombre.

—Era broma. Además de eso, es un hombre maravilloso —dijo él, antes de salir—. Lee Jinki podría ser el hombre de mi vida.

****

Taemin se arregló por última vez el cabello y consideró que ya estaba listo para salir. Se volvió al espejo de cuerpo entero para echarse un último vistazo. Llevaba unos vaqueros ajustados blancos y una camisa negra con el cuello en V. Había comprado esa ropa unas semanas antes de saber que el proceso de inseminación había tenido éxito y estaba embarazado. Giró a la derecha y después a la izquierda. Entre el estrés y los cambios hormonales, pesaba un kilo y medio menos que antes del embarazo.

—No está mal —murmuró.

Jinki no tenía que recogerlo hasta las seis y media, lo cual le dejaba diez minutos más. Había llevado a Yoogeun pronto a casa de Minho para tener tiempo de echar una siesta y ducharse con calma. Su piel resplandecía y se sentía rejuvenecido.

Llamaron a la puerta. Había llegado el momento de salir. Estaba nervioso, pero le apetecía pasar algo de tiempo con Jinki para ver si así podía empezar a sacarse a Minho de la cabeza de una vez por todas. No perdió tiempo en ir a la puerta.

Pero no era Jinki.

—Estupendo. Me alegro de que no te hayas ido aún —dijo Minho—. Tenía que enseñarte esto.

Le mostró a Yoogeun.

Su pobre niño estaba cubierto de la cabeza a los pies con una especie de piel rara.

—¿De qué se supone que va?

Minho chasqueó la lengua.

—Es un puercoespín, ¿qué si no? Mira las púas de peluche —movió la piel sintética alrededor de la cabeza de Yoogeun para demostrárselo.

—No sé si le valdrá todavía cuando llegue Halloween.

—Ya veremos.

Taemin le quitó la capucha a Yoogeun para leer la etiqueta.

—Este traje es para bebés. Dentro de cinco meses llevará otra talla.

—Pero es una preciosidad, ¿no?

—Es adorable —asintió Taemin—, pero ahora tengo que irme. Voy a terminar de arreglarme antes de que llegue Jinki.

—Esa ropa es un poco provocativa, ¿no te parece?

—En absoluto.

—Se ve mucho escote —la mirada de él bajó más—. También veo que le has pedido los pantalones de cuero a tu hermano.

—Esto son vaqueros, no es cuero. Y son blancos, no negros.

—La verdad es que Yoogeun y yo lo hemos hablado y pensamos que es muy pronto para que te vayas a callejear por la ciudad. Acabas de tener un bebé, por el amor de Dios.

—Tú no eres mi padre, mi hermano ni mi novio. De hecho, me resulta difícil tenerte como amigo. Así que déjalo ya. Me niego a que me arruines la primera noche que salgo.

—Saliste a cenar hace dos noches.

Taemin rio.

—Fue hace tres noches y, si esa es tu idea de pasárselo bien, necesitas que te examinen la cabeza.

—Él llega tarde, ¿verdad? —preguntó Minho—. A lo mejor te ha dejado plantado. Supe que era un tipo raro en cuanto lo vi.

Taemin miró por encima del hombro de Minho e hizo un gesto de saludo con la mano.

—Hola, Jinki.

El doctor estaba deslumbrante con un pantalón oscuro y una camisa de rayas. La ropa le quedaba como un guante.

Taemin se esforzó por no reírse de la expresión irritada de Minho y pasó al lado de este para saludar a Jinki.

—Mira eso —dijo el pediatra después de abrazarlo—. Un puercoespín —le tocó la nariz a Yoogeun—. Es algo temprano para Halloween, ¿no?

—Eso nos han dicho —repuso Minho—. No lo traigas muy tarde. Tiene una revista que dirigir y un bebé al que cuidar.

—No le hagas caso —Taemin tomó a Jinki de la mano y tiró de él hacia el apartamento.

El doctor reconoció a Minho en aquel momento y chasqueó los dedos.

—Juega en los Condors, ¿verdad?

—Así es —contestó Taemin.

—Sabía que lo conocía de algo.

Taemin se volvió, vio que Minho seguía en el umbral, le hizo señas con la mano para que se fuera y le cerró la puerta en las narices.

****

Minho oyó otro ruido y se asomó entre las cortinas. Miró la puerta del apartamento de Taemin, pero allí no había nadie. El reloj de plástico que colgaba en la pared de la cocina le hacía burla con su tic-tac, tic-tac. Eran solo las nueve. Taemin tardaría todavía horas en volver. Se sentó en el sofá, tomó el mando a distancia y zapeó un rato. Yoogeun se había dormido una hora atrás. Minho estaba muerto de aburrimiento. Por fin oyó ruido de llaves fuera y esa vez supo que no era su imaginación. Se levantó de un salto y fue a abrir la puerta.

Taemin había vuelto y estaba abriendo su puerta.

—¿Ya de vuelta? —preguntó él.

—¿Me estás espiando?

—No, claro que no. Estaba sentado viendo la tele y he oído ruido. ¿Dónde está el niño bonito?

—Lo han llamado al hospital por una urgencia.

—¡Qué grosería! —se burló Minho.

—Es médico —le recordó él. Lo miró un momento—. ¿Va todo bien? ¿Yoogeun está bien?

—Sí.

—Fantástico —Taemin se volvió y desapareció en su apartamento.

Minho permaneció un momento en la puerta. Suponía que él regresaría, puesto que no se había despedido. Cuando vio que no volvía, cerró su puerta sin hacer ruido y se acercó a la de él. La abrió sin llamar y metió la cabeza. El bolso de Taemin estaba tirado en el suelo y, un poco más allá, estaban también el billetero y las llaves.

—¿Taemin?

El corazón le latió con fuerza. Temeroso de que hubiera habido alguien esperándolo dentro y lo hubiera arrastrado hasta uno de los dormitorios, avanzó hacia allí. La puerta de la habitación de él estaba abierta y Minho lo vio allí. Taemin llevaba solo un bóxer que se le ajustaba muy bien al trasero.

“Maldición”. Las piernas bien formadas y las curvas de las caderas harían que le resultara imposible volver a mirarlo a los ojos la próxima vez que tuvieran una conversación.

—¡Oh, Dios mío! ¿Qué haces tú aquí? —él tomó la camisa y la colocó delante de su cuerpo a modo de protección.

Minho extendió las manos como un policía de tráfico y retrocedió.

—Perdona. Solo he venido a preguntarte si querías ver una película conmigo. He visto el contenido de tu bolso esparcido por el suelo y he creído que te habían atacado.

Taemin movió la mano, haciéndole señas de que se alejara.

—¿Por qué no vuelves a tu apartamento? Yo iré ahora a buscar a Yoogeun.

—¿Y la película?

—Me parece que no.

Minho se quedó en el pasillo y siguió hablando desde allí.

—Yoogeun está durmiendo. Tardará horas en despertarse. Haré palomitas y tengo una botella de chardonnay que me gustaría compartir con alguien.

—Vete, ¿vale? Voy enseguida.

—Estupendo. Te veo en unos minutos.

Diecisiete minutos más tarde, aunque Minho se dijo a sí mismo que él no llevaba la cuenta, Taemin llamaba a su puerta abierta.

Él se acercó y le hizo señas de que entrara.

—Bienvenido.

Taemin entró muy serio y fue directamente al cuarto del bebé. Unos minutos después, volvió con las manos vacías.

—¡Es tan lindo cuando está durmiendo! —comentó.

Minho pensó que él probablemente también estaría guapo dormido. Después de haberlo visto sin ropa, solo con boxer, sabía ya que los pantalones de chándal y la camiseta suelta de manga larga no hacían justicia a su cuerpo. Solo tenía que cerrar los ojos para recordarlo en ropa interior.

—¿Qué haces?

Él abrió los ojos.

—Nada.

—Tenías los ojos cerrados.

—No es verdad —él señaló el álbum de piel lleno de DVD que había llevado de su casa de Busan.

—¿Por qué no eliges una película mientras abro una botella de vino y preparo palomitas?

Taemin se quitó las zapatillas deportivas y las dejó en la puerta. Tomó el álbum y se lo llevó al sofá. Se sentó con las piernas debajo del cuerpo y fue mirando las películas. La ciudad del pecado, Terminator, Pulp Fiction, El caso Bourne, Blade… — Oh, esta es perfecta.

Sacó un DVD.

Él le pasó una copa de vino y dejó un bol con palomitas en la mesita de café. Tomó el DVD que había elegido.

—¿El diario de Noah? ¿Cómo ha llegado esa ahí?

—Es una de mis películas favoritas de todos los tiempos. Me alegro de que me hayas invitado a venir —Tae alzó su copa en un ademán de brindis y tomó un sorbo de vino.

¡Maldición! Taemin sabía que lo tenía atrapado.

Minho introdujo el DVD en el reproductor y le dio al Play. Una de sus hermanas debía haber metido aquella película en el álbum. Se sentó al lado de Taemin en el sofá con la copa de vino en la mano. El joven miraba la pantalla y Minho lo miraba a él. En realidad le daba igual la película que vieran. Le gustaba cómo había empezado la noche. Disfrutando de una velada tranquila con Taemin y sabiendo que su hijo estaba allí al lado, se sentía como si acabara de llegar a casa después de un largo viaje.

Era extraño, pero no conseguía recordar la última vez que se había sentido tan satisfecho.

Notas finales:

El miércoles les prometo otros cuatro capis :D 

En el siguiente capi veremos si Tae va a su cita con el Dr. Jinki :D 

 

Porfa me dejan un reviewsito :( :P 

 


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