Capítulo 16
Taemin entró en el apartamento de Key y miró a su alrededor, atónito por los cambios en la decoración que había hecho su amigo en los últimos meses. Era normalmente Key el que iba a su casa a cocinar y trabajar, principalmente porque le gustaba llevar después a Minji al parque. Pero al ver las cortinas hechas a mano y los suelos de travertino, que daban una sensación de luz y frescor, Taemin se dio cuenta de que había pasado demasiado tiempo sin ir por allí.
—Me encanta lo que le has hecho al apartamento.
—Gracias —Key le tomó la bolsa de los pañales y la dejó a un lado. Taemin sacó a Yoogeun del carrito y lo tomó en brazos—. Me divierte decorar.
Yoogeun lloró un poco y Key se acercó a observarlo.
—A mí me parece que está perfectamente.
—No le pasa nada. Según Jinki, es normal que los bebés tengan alguna décima de vez en cuando. Dice que si pasa de treinta y siete con siete, lo lleve a que le eche un vistazo.
—Eso me parece bien.
—Tendrías que haber visto a Minho anoche. Fingía estar tranquilo cuando esperábamos la llamada de Jinki, pero si a Yoogeun se le ocurría estornudar, ese jugador fuerte y duro se llenaba de ansiedad. Empezaba a pasear por la habitación haciendo giros con los pulgares.
—¿Y cómo llegó a tu casa? —preguntó Key—. Pensaba que no querías saber nada de él.
—Me entró el pánico. Jinki tardaba en contestar y corrí a casa de Minho a pedirle una segunda opinión.
—¿Quién es Jinki?
—El pediatra de Yoogeun. El hombre del que te hablé cuando estábamos en el granero.
—A ver si lo entiendo. ¿Fuiste corriendo a llamar a Minho porque Yoogeun tenía unas décimas de fiebre?
—No era solo por la fiebre —repuso Taemin—. Yoogeun no lloraba tanto como de costumbre y no se había despertado para comer.
Key se dirigió a la cocina.
—Entiendo.
—Y Jinki dice que recibe muchas llamadas como la mía.
Key detuvo lo que estaba haciendo y miró a Taemin a los ojos.
—A mí me parece que estabas buscando una excusa para ir corriendo a buscar a Minho.
—No digas ridiculeces.
—Vamos, Taemin. Yo te vi abrazado con Minho cuando llegaron tus padres de visita y también te vi bailando con él en el granero. Se podría haber frito un huevo en el fuego que emanaba de vosotros dos.
Taemin se colocó a Yoogeun en el hombro y le dio palmaditas en la espalda.
—Yo también pensaba que podía haber algo entre nosotros, pero después del beso en su apartamento, se echó atrás e incluso llegó a disculparse y después selló nuestra amistad con un apretón de manos.
Key sacó dos vasos altos de un armario y los dejó en la isla de granito que había entre ellos.
—¿Qué quieres decir?
Taemin se rascó la nariz, recordando.
—Fue el mismo día que mis padres y tú entrasteis en el apartamento de Minho y nos encontrasteis en el suelo.
—¡Ah! Es verdad. Nunca me has contado toda la historia.
—Fui al apartamento de Minho a invitarlo a que nos acompañara a la visita de Yoogeun al pediatra. Él se había puesto hielo en la rodilla mala pero quería ir, así que le di ibuprofeno y lo ayudé a llegar a su habitación para que se vistiera. Ya sé que suena tonto, pero tropezamos en una mochila y nos caímos en la cama. Él cayó encima de mí, o yo encima de él, ya no me acuerdo…
Key agitó una mano en el aire con frustración.
—Olvídate de todo eso. Puedes saltar hasta la parte interesante.
—Luego se rompió la cama…
—Eso es lo que pasa cuando un grupo de hombres monta una cama —Key sacó una jarra de té frío del frigorífico y llenó los vasos.
—Sí, bueno, pues se rompió la cama, rodamos por el colchón y entonces hice lo que seguro que han hecho cientos de mujeres antes que yo… le eché los brazos al cuello a Choi Minho y lo besé.
—¿Y qué pasó luego?
—En ese momento llegasteis mis padres y tú.
—¡Oh!
—Cuando os fuisteis todos, Minho me ayudó a levantarme. Yo lo miré a los ojos con una expresión que decía “tómame, hazme tuyo” y con la esperanza de que continuara con el beso y él retrocedió un paso y me pidió disculpas.
Key dejó la jarra en la isla de cocina.
—No te creo.
—Pues lo hizo.
—Eso es horrible.
—Eso mismo pensé yo.
—¿Y qué hiciste tú entonces?
—Tomé mi bolso y salí pitando de su apartamento antes de que hiciera algo estúpido de verdad como echarme encima de él —Taemin gimió—. Deberías haberme visto. Estaba muy excitado cuando nos abrazamos. Fue patético.
—Tú no eres patético. Ya sé que dijiste que le gusta Yuri, pero yo habría jurado que, cuando estábamos bailando en el granero, solo tenía ojos para ti.
—Sí, bueno, ¿recuerdas la primera vez que vino a mi apartamento y tenía un ojo morado?
Key asintió.
—Le había pegado Aaron, el futuro esposo de Yuri.
—¿Y tú cómo lo sabes?
Minho y yo nos lo encontramos en la feria de arte después de la cita con el pediatra.
Key se frotó la sien, intentando asimilar todo aquello.
—Hay algo aún peor —continuó Taemin—. En el aparcamiento, antes de entrar en la consulta de Jinki, Minho hizo un aparte conmigo y me dijo que el beso había sido un error y que asumía toda la responsabilidad. Dijo que, si íbamos a ser amigos, tenía que haber cordialidad entre nosotros. Después de eso, metió su cuerpo grande en mi coche pequeño. Se veía incómodo y ridículo y yo me alegré.
Key tomó un sorbo de té.
—Eso no tiene sentido. Los hombres no se meten en coches minúsculos con una rodilla mala ni envían flores todos los días solo porque sí. Comprendo que quiera estar cerca de su hijo, pero todo esto no encaja. Minho tiene que estar enamorado de ti. Quizá no se haya dado cuenta todavía.
—Bueno, sí que se mostró celoso cuando se enteró de que Jinki, ya sabes, el pediatra, me había invitado a cenar y al cine.
—Ya sé que los dos estamos muy ocupados —dijo Key—, ¿pero por qué yo no sabía nada de todo esto?
Taemin tomó un sorbo de té.
—Creí que te lo había dicho. Jinki y yo somos viejos amigos. Es atractivo y encantador, y mucha gente lo consideraría un buen partido, pero yo solo acepté salir con él porque mi orgullo se había llevado un golpe esa mañana. Lo llamaron del hospital antes de que termináramos la cita, cosa de la que me alegré porque yo no podía dejar de pensar en Minho.
—Minho está resultando ser todo un puzle. Puede que le pregunte por él a Jonghyun cuando nos veamos el viernes.
—¿Jonghyun, el hermano de Minho? ¿Ese Jonghyun?
Key sonrió.
—El mismo.
—¿Te ha llamado?
—No exactamente. Llamé a su consulta y pedí una cita.
—Es ginecólogo.
—Exactamente.
—¿Seguro que quieres hacer eso? —preguntó Taemin, que sabía que Key tenía tendencia a hacer cosas de las que luego se arrepentía.
—Sé lo que hago.
Taemin movió la cabeza.
—Eres muy malo.
Key sonrió.
—Soy tan malo que soy bueno.