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Having my baby 2MIN por minnah

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Notas del capitulo:

Holaa :D 

Buaahh recien me di cuenta que les he subido el capi 16 y 17 juntos :( ese no era mi objetivo jaja

El 17 era el capi de hoy, pero como fue mi error, igual les paso el capi 18 :D 

espero les guste :D 

:* 

Capítulo 17

Choi Ailee miraba el techo, la luz de la luna que se filtraba a través de las persianas.

—Phil, ¿estás despierto?

Su esposo, que estaba de lado, se colocó de espaldas.

—Ahora ya sí.

—Estoy preocupada por Yuri y Aaron.

—Solucionarán eso. Dales tiempo –dijo él.

Volvió a cerrar los ojos y ella escuchó su respiración profunda y regular y confió en que el sonido la ayudara a volver a dormir.

No tuvo esa suerte.

—Si Minho hablara con Aaron —comentó—. Si le dijera que les desea lo mejor a Yuri y a él, estos podrían seguir adelante con sus vidas. ¿Por qué es tan testarudo Minho?

—Porque es hijo de su madre.

Ailee sonrió y se acurrucó al lado de su esposo, algo que hacía siempre que tenía demasiadas cosas en la cabeza y no podía dormir.

—¿Qué opinas de Lee Taemin? —preguntó.

Él colocó su brazo de modo que la cabeza de ella encajara en el hueco de este. —Creo que es un chico encantador. Ya te lo dije. Tenemos suerte de que forme parte de la familia.

—¿Dónde estábamos nosotros cuando Minho cobraba dinero por su esperma? ¿Por qué hizo algo así? ¿En qué nos equivocamos?

Phil estiró el brazo y le rozó la mejilla con los dedos.

—Los chicos hacen cosas curiosas e impredecibles. Estoy seguro de que tuvo sus razones, y ahora ya no puede volver atrás y no hacerlo. Además, Taemin parece un buen chico y nosotros hemos sacado un nieto estupendo de todo esto. Yo no me quejo.

—Creo que debería ir a ver a Taemin. Minho parecía confuso la última vez que hablé con él. Probablemente necesite mi ayuda. ¿Qué te parece?

—Creo que no debes olvidar lo que pasó la última vez que metiste las narices donde no te llamaban.

Ailee chasqueó la lengua.

—Jonghyun tenía que saber lo que hacía su esposa. Él se merecía saberlo.

—Pero no sirvió de nada que supiera que su esposa tenía un problema con las drogas.

—Espero que no me eches a mí la culpa de su sobredosis.

—Por supuesto que no. No digas tonterías. Solo creo que la gente tiene que averiguar esas cosas por sí sola, sin que otros se entrometan en sus asuntos privados.

Ailee se apartó de él.

—Lo siento —dijo Phil—. No pretendía herir tus sentimientos. Es solo que, después de que se lo dijeras a Jonghyun, dio la impresión de que todo se estropeaba rápidamente.

—Cuando Jonghyun supo lo que ocurría, pudo buscarle ayuda. Y Taeyeon habría vencido su adicción si ese monstruo, el traficante, se hubiera mantenido alejado de ella como le ordenó el juez.

—Las adicciones no son fáciles… principalmente porque siempre hay monstruos de algún tipo acechando, esperando un momento de debilidad —Phil tiró de su esposa hacia sí hasta que ella volvió a apoyar la cabeza en su pecho.

—¿Crees que Jonghyun me perdonará alguna vez?

—Creo que ya lo ha hecho. Simplemente aún no se ha dado cuenta.

—Espero que tengas razón.

—Llevamos casi cuarenta años casados. Sabes que siempre la tengo.

Ailee lo empujó con suavidad y los dos rieron, pero ella sabía que no iba a dormir mucho aquella noche. Su mente seguía dando vueltas y ella no podía evitar estar preocupada por Taemin, Yoogeun y Minho. El instinto le decía que Taemin y Minho estaban destinados a estar juntos. Tenía que haber un modo de abrirle los ojos a su hijo.

****

—¡Oh, Dios mío! Es Choi Minho —gritó una rubia en el extremo opuesto del supermercado.

Taemin alzó la vista de los pepinos en la sección de verduras y vio que dos mujeres, una rubia y otra morena, se acercaban a Minho. Una le sonreía y la otra buscaba en su bolso algo que él le pudiera firmar.

Minho había insistido en acompañarle a la compra. Desde que le había ayudado con Yoogeun cuando él había creído que estaba enfermo, Minho se había pegado como si fuera pegamento. Pero Taemin no se quejaba. Para cuidar de Yoogeun y cumplir con sus compromisos editoriales, necesitaba toda la ayuda que pudiera conseguir. Para empeorar aún más las cosas, su madre había llamado para decirle que iban a regresar de Daegu y pasarían a verlo. Taemin había insistido en invitarlos a cenar en su casa. Confiaba en que todos fueran capaces de enterrar cualquier mal sentimiento que pudiera quedar y pasar página. También confiaba en que una cena en casa diera a sus padres la oportunidad de estar con su nieto.

La rubia alta renunció a seguir buscando un trozo de papel y pidió a Minho que le firmara la parte de atrás de la camiseta. Se subió el pelo y se volvió para que él pudiera hacerlo. Minho hizo lo que le pedía y luego rio de algo que ella le susurró al oído. La morena, al parecer, no quiso quedarse corta. Se subió la camiseta lo bastante para mostrar el piercing que llevaba en el ombligo y le pidió que le firmara el estómago, plano como una tabla.

Minho estaba al cargo del carro de la compra y de Yoogeun, que iba atado en la sillita sujeta con hebillas a la parte delantera del carro. El bebé se mostraba más inquieto a cada minuto que pasaba. Empezó a llorar, dejando claro que había llegado al límite.

—Lo siento, chicas, pero parece que mi hijo me necesita.

—Es guapísimo —dijo la morena. Dejó caer la camiseta de mala gana—. No sabía que tenías hijos.

La rubia le metió una tarjeta en el bolsillo de los vaqueros.

—Avísame si necesitas una canguro.

—Lo tendré en cuenta —contestó Minho. Sacó a Yoogeun de la sillita y lo estrechó contra su pecho.

Taemin dejó el pepino y se acercó al brócoli. Vio que las mujeres se alejaban. Minho sonreía a Yoogeun. Lo alzó en el aire para besarle la punta de la nariz.

Taemin pensó entonces en la cantidad de años que había añorado vivir un momento así con Kai. Los habían presentado sus padres cuando él tenía dieciocho años y Kai estaba en primero de Derecho. La atracción entre ellos había sido instantánea y se habían prometido antes de que Taemin cumpliera los diecinueve. Cuando Kai terminó la carrera, el padre de Tae lo contrató como abogado en su bufete de Nueva York. Taemin había pasado muchas horas soñando con tener algún día un hijo de Kai. Siempre había querido una familia numerosa y se había imaginado compartiendo esas alegrías con un hombre al que amaba.

Minho sostuvo a su hijo con una mano y empujó el carrito hacia él con la otra. —Creo que ya controlo perfectamente esto de los ni… Lo interrumpió un eructo largo en mitad de la frase.

Taemin rio al ver la sorpresa de él. Siempre que estaban juntos, se descubría riendo.

—Es buena idea ponerse una toalla en el hombro antes de hacerle eructar.

—No me digas.

Taemin lo ayudó a colocarlo de nuevo en la sillita. Cuando terminaron, le limpió la saliva de la camisa con una toallita de bebé.

—Ya está. Como nuevo.

Minho empujó el carrito y Taemin caminó a su lado.

—¿Siempre te resulta tan difícil hacer la compra? —preguntó.

—¿Por qué lo dices?

—Por las fans que te paran cada pocos minutos para pedirte autógrafos.

—Oh, eso. Sí, lleva tiempo, pero por lo que a mí respecta, firmar autógrafos es parte del asunto —él sacó una tarjeta del bolsillo de los pantalones y la metió en la bolsa del bebé—. Por si necesitas alguna vez una canguro.

Taemin se descubrió mirando una vez más los expresivos ojos marrones de él. A juzgar por las líneas que cubrían las comisuras de sus ojos cuando sonreía, había pasado mucho tiempo al aire libre y había reído mucho. Le gustaba aquel hombre, el padre de Yoogeun, un hombre que no debería gustarle. Sus padres jamás lo aprobarían. Tenían la costumbre de encasillar a la gente.  

Consideraban que los atletas ganaban demasiado y los mimaban demasiado. No aprobarían sus vaqueros ni la camisa por fuera. No les gustaría su pelo revuelto ni su fuerza física, que para ellos era una muestra de arrogancia. No, Choi Minho no les gustaría nunca. Y aunque Taemin sabía que no era justo, eso servía para que a él le gustara todavía más.

—¿Qué vamos a cocinar para tus padres? —preguntó Minho.

—¿Vamos? ¿En plural?

Taemin empujó el carrito hacia la sección de la carne y Minho le siguió.

—¿No estoy invitado?

Taemin tomó solomillo de cerdo y lo colocó en el carrito.

—Bueno, es solo que…

—Tú crees que no tengo ninguna posibilidad de ganarme su aprobación, ¿verdad?

—¿No te bastó con la cena de la semana pasada? No son personas normales, Minho. Son muy críticos y…

Él se echó a reír. Le pasó un brazo por los hombros y lo atrajo hacia sí.

—Anímate. Solo estaba bromeando. No tengo intención de colarme en vuestra cena. Yoogeun y tú necesitáis pasar tiempo a solas con tu familia.

—Creo que alguien quiere hablar contigo —Tae señaló con la barbilla a un hombre que había detrás de él. Un hombre atractivo, algo mayor que Minho, que tenía unos ojos azules increíbles.

Minho se volvió.

—¡Max! —exclamó.

Los dos se estrecharon la mano, claramente contentos de verse.

—Taemin, este es Max Dutton, uno de los mejores linebackers de la historia de la NFL.

—Yo no estoy tan seguro de eso —comentó Max—, pero te agradezco el cumplido. Se adelantó y le estrechó la mano a Taemin. No era tan alto como Minho, pero lo que perdía en altura, lo compensaba de sobra en anchura; todo él era músculos y fuerza.

—¿Y quién es el pequeñín? —preguntó.

—Es nuestro hijo, Yoogeun —le dijo Minho.

—No lo sabía —Max le dio una palmada en la espalda—. Enhorabuena.

—¿Cuántos hijos tienes tú ahora? –le preguntó Minho—. Siempre que te veo en la prensa, es porque Kari y tú habéis tenido otro hijo.

Max sonrió.

—La mayor, Molly, se graduó en la universidad hace unos años y ahora madre e hija están ocupadas escribiendo juntas un libro sobre nutrición. El más pequeño, Austin, cumplirá un año el mes que viene. Por fin tengo un hijo. No es que no estuviera contento con las chicas, porque lo estaba. Las chicas son divertidas. Yo lo sé bien, tengo cuatro.

—Habéis estado ocupados.

—Os voy a dejar, parejita —dijo Max—. Solo he entrado a por leche, pero luego os he visto aquí, mirándoos a los ojos como si el tiempo se hubiera detenido, y me he dado cuenta de que te conocía. Tenemos que quedar algún día. A Kari le encantaría conocer a Yoogeun y a tu encantador esposo.

—Me parece un buen plan —repuso Minho. Le estrechó la mano.

Max abrazó un instante a Taemin y desapareció por el pasillo más cercano.

El joven notó que vibraba su móvil en el fondo del bolso, pero optó por no hacer caso.

—Eso ha sido interesante —comentó—. Creo que acabo de conocer a un tornado humano.

Minho rio. Lo siguió por el pasillo de las especias y las infusiones.

—Espero que no te importe que no lo haya corregido cuando ha dicho que eras mi esposo.

—No me importa —contestó Taemin—. Me han llamado cosas peores.

—Muy gracioso.

Taemin se detuvo delante de las especias e intentó recordar lo que necesitaba.

—¿Qué tal está tu rodilla?

—Va mejor —él cambió el peso de un pie a otro—. Intento no pensar en ella, sobre todo porque no voy a permitir que me frene cuando empiecen los entrenamientos dentro de unas semanas.

—¿Qué dice de eso el doctor?

—Nadie, aparte de Jonghyun, sabe lo de mi rodilla. Y espero que siga así.

—¿Eso no es peligroso?

—Los jugadores de fútbol americano jugamos a menudo con lesiones.

—Ningún juego vale que pierdas una pierna por él —repuso Taemin. Cuando él no contestó de inmediato, lo miró y vio que lo observaba con atención

—. ¿Qué? —se llevó la mano al rostro en busca de migas o algo pegajoso—. ¿Tengo algo en la cara?

La expresión de Minho le confundía. Aquel hombre era una contradicción andante. Cuando tendió el brazo para apartarle el pelo de la mejilla, Taemin no se lo impidió.

—Hay algo en ti que me hace sentir bien por dentro —comentó Minho—, algo que hace que quiera tocarte y ver si eres real —le acarició la barbilla con el pulgar y se inclinó para besarle.

Taemin le puso una mano en el pecho para detenerlo.

—No hagas eso, Minho.

—¿El qué?

—Fingir que esto que hay entre nosotros, lo que quiera que sea, es algo más que una simple amistad. Cuando me tocas así o me miras a los ojos de ese modo, me confundes. Por favor, no me engañes haciéndome creer que tienes algo más que ofrecer de lo que en realidad tienes.

Él pareció pensar un momento en aquello. Se enderezó.

—Tienes razón. Lo siento.

Una parte de Taemin esperaba que le dijera que se equivocaba al pensar que él sentía algo por Yuri, quizá incluso que le dijera que se estaba enamorando de él y no podía evitar besarlo, igual que no podía impedir que la tierra girara sobre su eje. Pero él no añadió ni una palabra más.

Taemin ignoró el nudo que tenía en el estómago y se esforzó por sonreír.

—Ayúdame a buscar las especias y vámonos de aquí antes de que ese fotógrafo nos siga haciendo más fotos.

Minho miró por encima de su hombro y vio el flash de una cámara.

Taemin decidió que no volvería a ir de compras con él. Entre las fans, los amigos y los fotógrafos, lo que debería haber durado media hora les había llevado más de una. A ese paso, no conseguiría hacer nada aquel día.

****

Cuando estaban a cinco minutos de casa, Minho se vio obligado a pisar con fuerza el freno de su SVU para no atropellar a un perro callejero.

Un coche que iba en dirección contraria se acercaba con rapidez.

—Van a matar al pobre perro —comentó Taemin.

El animal estaba en mitad de la calzada. Taemin apretó los ojos con fuerza para no verlo.

El coche giró y tocó el claxon al pasar, pero el perro no se dio por aludido.

—Se acabó —Minho aparcó su vehículo a un lado, apagó al motor y puso las luces de emergencia.

—Ten cuidado. Esta calle es peligrosa —le dijo Taemin.

Él cerró la puerta y avanzó hacia el perro, pero el animal salió corriendo calle abajo. Minho alzó la mano como si fuera un policía de tráfico e intentó parar al siguiente coche, pero el vehículo los esquivó al perro y a él y se alejó rápidamente.

—¿Está loco? Frene un poco —le gritó Minho.

El perro estaba confuso. A juzgar por su aspecto, debía de llevar días sin comer. Su piel carecía de lustre y tenía hinchado uno de los ojos. Cuando no corría, caminaba con paso irregular. Minho se identificó con él.

—Minho —lo llamó Taemin desde el coche—. Vas a conseguir que te maten.

Era la segunda vez en menos de una hora que Taemin se preocupaba por él. Primero se había preocupado por su pierna y ahora lo hacía por su vida.

—No temas, querido —le dijo—. Te prometo que volveré sano y salvo.

Taemin alzó los ojos al cielo y volvió a meter la cabeza en el coche.

Minho tardó veinte minutos en hacerse con el perro. Cuando tuvo al animal en sus brazos, esperó a que pasara el tráfico para cruzar la calle y volver a su vehículo.

Las ventanillas estaban bajadas. Taemin se había instalado en el asiento de atrás y daba un biberón a Yoogeun.

Minho se situó en la acera, al lado de la ventanilla abierta y dejó que Taemin miraba al perro.

—No debería haber perdido el tiempo ni mucho menos arriesgado la vida para salvar a este chucho. Míralo bien, por favor.

El perro movió la cabeza. Una oreja apuntaba hacia arriba y la otra caí a un lado. Tenía un ojo hinchado y cerrado. Una cicatriz gruesa le atravesaba el lado derecho del morro. Los dientes amarillos y torcidos asomaban por ella y eso hacía que pareciera que el animal estaba sonriendo. Tenía pelada la parte superior del cuerpo y el resto mostraba rodales de pelo gris áspero, que tenía más aspecto de pelo humano que de piel de animal.

Taemin arrugó la nariz.

—¿Qué clase de perro es?

—Buena pregunta. En este momento ni siquiera estoy seguro de que sea un perro.

Taemin se echó a reír.

—No veo casas por aquí y no lleva collar. Supongo que tendré que llevármelo y hacer algunas llamadas a los veterinarios de la zona para averiguar si alguien ha perdido un perro que parece un cruce de un gato siamés con un chihuahua gigante. Taemin salió del coche con Yoogeun en los brazos y cerró la puerta tras de sí.

—¿Por qué no colocamos la sillita de Yoogeun delante el resto del viaje? —preguntó Minho—

—Eso es muy peligroso —repuso Tae—. Yo me sentaré delante con el perro para que no se lance sobre Yoogeun.

Después de atar al bebé en su sillita en el asiento de atrás y de que Taemin se pusiera el cinturón en el asiento del acompañante, Minho le puso al perro en el regazo. Taemin abrazó al feo animal y arrugó la nariz cuando captó su mal olor.

Minho observó un momento al animal para asegurarse de que no iba a intentar escapar mordiéndole los brazos.

—¿Estás bien? —preguntó—. El perro parece bastante tranquilo.

—Nunca he visto a un animal más terrorífico —repuso Tae.

El perro intentó escapar de su regazo, pero Taemin lo sujetó con fuerza. De vez en cuando, el perro la olfateaba a él y después volvía a seguir olfateando el salpicadero.

Minho se sentó al volante.

—¿Estás listo para partir?

—Si quieres hacer un desvío para ir al dentista a por una limpieza, seguro que me quedan unas horas más de paciencia.

Minho lo miró sonriente.

—¿Eso que detecto es sarcasmo?

La sonrisa que le devolvió Tae consiguió que le latiera con fuerza el corazón. ¿Qué narices le ocurría? ¿Sentía algo por Taemin? ¿Pero cómo era posible? Seguro que estaba confundido. A él solo le importaba Yuri.

Sonó el teléfono de Taemin. Esta dejó un brazo alrededor del perro y se las arregló para contestar al segundo timbrazo. Cuando colgó, él metía ya el coche en el aparcamiento del bloque de apartamentos.

—¿Hay algún problema con la revista? —le preguntó Minho.

—Siempre hay algo —dijo Tae—. Todos los meses probamos algunas de las recetas principales, pero este mes hemos organizado un concurso de cocina con tres madres amas de casa. El restaurante que pensábamos usar nos ha fallado. Ya sabes que nuestra probadora principal se marchó y no he tenido tiempo de buscar a alguien que la sustituya.

—¿Puedo ayudar en algo?

—Solo si tienes una cocina tan grande como la de un restaurante.

Al perro le alegraba claramente la posibilidad de salir del coche. Taemin se esforzó por sujetarlo cuando golpeaba la ventanilla con la pata.

—¡Cálmate! —le dijo. Le acarició el lomo y el animal lo miró con una oreja apuntando hacia arriba.

Minho saltó fuera y dio la vuelta al coche para acercarse a agarrar al perro.

—Ya lo tengo —dijo—. Y también tengo una cocina grande que puedes usar. 

Notas finales:

Gracias por leer :D :D :D 

Y gracias por vuestros reviews :D me han alegrado el día :D 

nos vemos en el proximo capi 

bye 

:*


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