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Having my baby 2MIN por minnah

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Notas del capitulo:

Holaa :D 

Gracias por sus reviews :D 

Como comenté voy a continuar con las historias que dejé colgadas, primero voy a acabar en La Noche del Fantasma, que ya está avanzando de a poco jeje cuando tenga mas capis asegurados voy a subirlos a la pagina,-que ya no falta mucho-, la historia de Beautiful Disaster voy a continuarla, pido paciencia porfa... esta semana tengo libre, por lo que voy a tratar de acabar lo mas pronto posible, pero no ofrezco fecha porq ya no me acuerdo en qué quedó por lo que me tocó leer de nuevo las historias...

Espero les guste el capi 

:*

Capítulo 20

Hacía dos horas que a Minho le daba un vuelco el corazón cada vez que veía a Taemin. Sabía muy bien que haber salido de su casa en plena noche sin decir nada había sido muy zafio por su parte. Pero no había sabido qué más hacer. Sabía que tenía que hablar con él, ¿pero qué le diría? “Lo de anoche fue lo más increíble que me ha pasado en la vida. Eres fantástico y eres muy hermoso”.

“Todas las mañanas, cuando me despierto, mis primeros pensamientos son para ti. Al amanecer, al atardecer… pienso en ti. Miro a mi hijo y te veo a ti. En este momento te oigo hablar al otro lado de la habitación y quiero volver a abrazarte. Y sin embargo, no puedo decir con convicción que seas la única persona que hay en mis pensamientos”.

“¿Es posible querer a dos personas?”.

—Bien, señoras y señores, ya conocen las reglas —dijo Taemin.

La casa estaba llena de gente.

Minho veía que Taemin miraba de vez en cuando en dirección a la puerta. Esa noche prepararía la cena para sus padres, pero antes de cenar, ellos habían prometido ir a Busan a conocer a la familia de Minho y ver a su hijo en acción.

Las tres mujeres seleccionadas para tomar parte en el evento culinario Mujeres de todos los días habían llegado veinte minutos atrás. Luhan había llevado todo lo necesario para preparar la cocina para el concurso de comida.

Los padres de Minho también se habían unido a la fiesta. Habían llegado poco después de Taemin y Key. Y lo mismo habían hecho las hermanas de Minho y los mellizos, Minki y Max. Un día con la familia Choi era siempre como asistir a una celebración. Todo el mundo actuaba como si hiciera años que no se veían.

Luhan hacía fotos y enseñaba a un joven ayudante suyo cómo había que trabajar. Las tres mujeres que habían ido a cocinar tenían más de cincuenta años y llevaban delantales rojos con la frase Comida para todos en letras grandes negras. Estaban preparadas y esperando en la gran cocina de la casa.

—Tienen veinte minutos para preparar los aperitivos —les dijo Taemin—. Los jueces seremos mi madre, la encantadora señora Lee, que ha venido desde Nueva York — sonrió y señaló con la mano a su madre, que acababa de entrar por la puerta y parecía agitada—, la encantadora señora Choi, madre de la estrella de la NFL Choi Minho, a la que ya han tenido el placer de conocer, y yo. Como saben, la ganadora saldrá en la primera página del próximo número de la revista.

Una de las mujeres alzó la mano.

—Tengo una pregunta.

—Adelante, señora Murnane.

—Solo hay dos hornos y somos tres.

—Debido al cambio de lugar a última hora —dijo Taemin—, no habrá un tiempo límite para cocinar el plato principal.

—¿Quién usa el horno en primer lugar? —quiso saber la señora Murnane.

Taemin intentó ignorar el dolor sordo que empezaba a sentir en las sienes.

—Cuando terminen los veinte minutos de los aperitivos, ya no habrá más límites de tiempo —recordó—, pero si eso hace que se sienta mejor, puede usar el horno la primera. Una de las mujeres llevaba un gorro blanco alto de chef europeo y negó con la cabeza, lo que hizo que el gorro se inclinara a la derecha.

—Lo siento. Ya me lo he pedido yo.

Taemin frunció el ceño.

—¿Qué se ha pedido?

—Este horno de aquí.

—Pues la señora Murnane usará el del otro lado.

La mujer de pelo plateado recogido en una trenza negó con la cabeza, tal y como había hecho la del gorro.

—No. Lo siento. Ya está adjudicado.

Minho entregó su hijo a su madre y fue a colocarse al lado de Taemin. Señaló hacia la piscina.

—Hay otra cocina en la casita de invitados. Yo llevaré la bandeja de la señora Murnane allí cuando esté preparada.

La mujer no parecía convencida.

—La cocina incluye un horno de tecnología punta —añadió Minho—. Es uno de esos hornos Bosch de alto rendimiento de los que habla toda la ciudad.

Taemin se preguntó si se lo acabaría de inventar o si sería un entendido en electrodomésticos.

—Muy bien —la señora Murnane apretó los labios—. Por favor, vaya allí y prográmelo a 350 grados.

La mujer del pelo plateado frunció el ceño y se inclinó a mirar mejor su horno.

—¿Eso es justo? —preguntó—. Mi horno no es un Bosch.

—¿La estrangulas tú o la estrangulo yo? —le susurró Minho a Taemin al oído.

Este sonrió.

—Creo que te dejaré ese honor a ti.

—Los tres hornos son electrodomésticos de alta gama —dijo él—. El dueño anterior era chef en un restaurante de cinco estrellas.

—¿Pero esta casa no la habías diseñado tú? —le preguntó Taemin en voz baja.

—Sí.

Taemin movió la cabeza. Era evidente que Minho inventaba historias, pero lo dejó correr. Lo único que importaba era que las mujeres estaban ya satisfechas con el equipo con el que iban a trabajar. Las tres miraron a Taemin y esperaron más instrucciones.

Taemin miró el reloj.

—Muy bien, señoras. Empecemos a cocinar.

Hubo ruido de sartenes y utensilios mientras las tres ponían a trabajar su magia y todo el mundo a su alrededor hablaba a la vez. Taemin vio por el rabillo del ojo que su madre le hacía señas para que fuera a hablar con ella.

—Mamá —dijo, cuando llegó a la entrada, donde estaba su madre—. Ven a la cocina y te presentaré a la gente.

—Ahora no. Tu padre me espera en el coche y solo he venido a decirte que no podemos quedarnos después de todo. Han llamado del bufete de tu padre. Hay una urgencia que solo puede resolver él.

Aquello no debería haber supuesto ninguna sorpresa para Taemin, pero lo cierto era que había pensado que, cuando llegaran sus padres, pondría a Yoogeun en los brazos de su madre y esta se daría cuenta al instante de que en la vida había algo más que desfiles de moda y hoteles de cinco estrellas.

—¿Has visto eso? —preguntó Minho, que estaba a cierta distancia de ellos—. Yoogeun tiene la boca de tu madre.

Antes de que Taemin pudiera impedirlo, se acercó y entregó el niño a su madre. Los rasgos de esta se suavizaron casi al instante mirando a su nieto.

—Y también tiene los mismos ojos cafés —comentó la hermana de Minho. Poco después, todo el mundo menos las cocineras rodeaba a la madre de Taemin y comentaba el asombroso parecido entre Yoogeun y su abuela.

Se oyó un claxon fuera y la señora Lee miró a su hijo con ojos húmedos. —No te preocupes —le dijo Taemin—. Sé que no te irías tan pronto si no tuvieras que hacerlo.

Minho tomó de nuevo a Yoogeun y Taemin acompañó a su madre hasta el camino de entrada, donde esperaba su padre impaciente en el coche que había alquilado.

Por primera vez en muchos años, su madre le abrió los brazos y se abrazaron un momento. Sorprendido por la fragilidad de su progenitora, Taemin se descubrió queriendo decirle cuánto la quería y suplicarle que se quedara unos días, o al menos unas horas, solo para abrazarse y hablar de bebés y de la vida. Pero no dijo nada.

—Vuelve con nosotros —dijo su padre a través de la ventanilla abierta, interrumpiendo el primer momento auténtico que había tenido él con su madre en años—. Kai ha contratado a un detective de aquí y tiene información sobre la familia Choi. Si de verdad quieres proteger el interés de tu hijo, llama a Kai.

—Minho es un buen hombre —contestó Taemin—. Yoogeun estará bien.

—Kai está preocupado por ti.

Los dedos pálidos y esbeltos de la señora Lee se posaron en el brazo de Taemin en un ademán comprensivo.

—Dile a Kai que estoy bien —repuso Taemin—. Y lo más importante, dile que soy feliz.

Su madre le dio una palmadita en el brazo antes de subir al coche.

Taemin permaneció un momento en el camino viendo alejarse el vehículo. Intentó recordarse de pequeño en brazos de su madre, recordar una sola vez en la que los dos hubieran pasado tiempo juntos de verdad, haciéndose confidencias; pero no surgió ningún recuerdo.

Una mano se posó con gentileza en su hombro y, cuando se volvió, se encontró con la madre de Minho.

—¿Va todo bien? —preguntó la señora Choi.

—Todo va bien. Gracias por preguntar.

—Siento que hayan tenido que volver a Nueva York tan pronto. Yo esperaba poder invitarlos a una celebración en la granja, algo más grande y mejor que la pequeña reunión de la semana pasada.

Taemin pensó que aquella mujer era como un rayo de sol. También pensó que, si se pudiera embotellar y vender a la madre de Minho, la mujer valdría millones.

—¿Cómo lo ha hecho? —preguntó.

—¿Hacer qué?

—Criar a tantos hijos. Todos parecen llevarse bien y quererse sinceramente.

—He tenido a Phil para ayudarme. Aun así, había días en los que tenía que perseguir a algunos por la casa con una escoba.

Taemin se echó a reír.

—Y si Yoogeun se parece a su padre —añadió la señora Choi—, tendrás mucho trabajo con él.

—¿Por qué? ¿Cómo era Minho de pequeño?

—Si preguntas a sus hermanos, todos te dirán lo mismo. Que era muy mandón —a la mujer le brillaron los ojos—. También era el niño más sensible de todos. Incluso más que las chicas.

Taemin no conseguía imaginárselo de ese modo.

—¿En serio?

—Ese chico lloraba por todo. Lloraba si le quitaban un juguete, lloraba si la comida no estaba bastante caliente. Si su hermana lo miraba raro, lloraba.

Los dos se echaron a reír.

—Jamás habría adivinado que, de todos los hermanos, sería él el que acabaría jugando al fútbol americano —la señora Choi movió la cabeza, asombrada—. Nunca se sabe cómo van a salir. Lo único que puedes hacer es rezar para que sean buenas personas.

—¡Eh, vosotros dos! —les llamó Minho desde la puerta. Tenía a Yoogeun sobre el hombro y le acariciaba la espalda con la mano libre—. Las señoras han terminado los aperitivos y están impacientes porque el jurado tome una decisión. Si no entráis, empezarán a volar espumaderas.

—¿Quién será el tercer juez? —preguntó la señora Choi.

—Yo no —respondió Minho—. No hay ni un solo aperitivo que lleve chocolate.

—A ti no te gusta el chocolate —le recordó su madre.

—Ahora sí.

Taemin alzó la vista y, por primera vez ese día, se miraron a los ojos. Los segundos parecieron minutos, hasta que llegaron gritos del interior de la casa, seguidos del ruido de sartenes y utensilios que chocaban contra el suelo.

Minji apareció de pronto en la entrada. Estaba sin aliento y tenía los ojos grandes y redondos. Gritó que había un cerdo corriendo suelto por la casa.

Cuando Taemin llegó a la cocina, vio que las dos hermanas de Minho estaban fuera, en el patio, mirando hacia el interior de la casa. Dos de las cocineras se habían subido a la encimera de granito. La mujer del cabello plateado se había armado con un escurridor y una espumadera y estaba lista para atacar.

Había brochetas, gyoza, trozos de salchichas y cebolletas por todas partes. Se habían caído las bandejas y los armarios de madera estaban manchados de salsa roja y amarilla.

Los hermanos y el padre de Minho jugaban al baloncesto en la cancha, inconscientes de lo que ocurría en la casa. Key y la señora Murnane habían desaparecido. El fotógrafo al que entrenaba Luhan hacía fotos como si fuera un paparazzi y no el fotógrafo de una revista de cocina.

El concurso de cocina se estaba convirtiendo en un desastre.

—¿Dónde está tu madre? —preguntó Taemin a Minji.

—Corriendo detráz del cerdo.

—¿Un cerdo? ¿De verdad? ¿Estás segura?

Minji asintió, moviendo sus rizos.

—Gruñe como un cerdo.

Minho abrió las puertas correderas de cristal y miró a sus hermanas con el ceño fruncido.

—¿Qué hacéis aquí?

—Nos escondemos —contestó Amber.

—¿Del cerdo?

Sully asintió.

—Es la cosa más fea que he visto en mi vida. Tiene rodales de pelo blanco y cojea.

Minho se echó a reír. Se volvió a mirar el desastre.

—¿Todo esto es obra de Haru?

—¿Quién es Haru? —preguntó la señora Choi, que recogía trozos de brocheta y bolas de melón y los tiraba a la basura debajo del fregadero.

—Es un perro —le dijo Taemin, aliviado de saber que no había un cerdo corriendo suelto por allí—. Estaba en mitad de la calle y Minho lo salvó de morir atropellado.

Amber hizo una mueca de desprecio.

—¿Esa cosa ha estado toda la noche en esta casa?

—Le dejé agua y comida en la habitación de la piscina —contestó su hermano—. Pero parece que ha encontrado el modo de escaparse.

Se oyeron ruido de pies y enseguida apareció Haru. Minho puso a Yoogeun en brazos de su madre. Sus hermanas gritaron y corrieron fuera. Haru llevaba una mata de pelo en la boca. Minho corrió hacia la puerta principal y detuvo al perro cuando pasaba por allí.

—Parece que Haru se ha hecho con una peluca.

Key y la señora Murnane doblaron la esquina justo cuando Jonghyun entraba por la puerta principal y se unía a la fiesta.

La señora Murnane parecía que acabara de correr una maratón de treinta kilómetros. No solo resoplaba y jadeaba, sino que además estaba calva como un águila… o quizá más calva.

Minho por fin consiguió soltar la peluca de la boca de Haru y se la dio a la pobre mujer.

Del cuello de la blusa de Key caían grumos blancos de salsa.

Jonghyun inclinó la cabeza, miró la blusa y luego lo olfateó.

—¿Eso es queso brie? —preguntó.

—Pues sí que lo es —respondió Key—. ¿Qué haces tú aquí?

—Me he enterado de que podías estar aquí y esperaba que pudiéramos hablar.

—Estoy ocupado.

—Esperaré.

Todos se trasladaron a la zona de la cocina para decir a las demás que ya estaban a salvo de la bestia salvaje. La mujer de pelo blanco subida a la encimera de granito vio que habían detenido al animal y soltó inmediatamente el escurridor y la espumadera para agarrar su plato de aperitivos, los únicos que no habían quedado arruinados.

—Me parece que soy la única a la que le quedan aperitivos —dijo—. ¿Eso significa que he ganado yo?

—Por encima de mi cadáver —repuso la señora Murnane, moviendo la peluca.

—Gana todo el mundo —declaró Luhan—. Soy el único que ha tenido ocasión de probar los aperitivos antes de que quedaran destruidos. Estaban todos deliciosos.

—¿Quién será la que salga en la revista? —preguntó una de las mujeres.

—Las tres —Luhan miró a la señora Murnane—. El baño está por ese pasillo a la derecha. ¿Por qué no van a arreglarse y les hacemos fotos juntas al lado de la piscina?

Key miró a Taemin.

—¿Tú qué dices?

—Digo que Luhan es un genio.

****

Mientras Luhan y su ayudante tomaban fotos de las mujeres posando al lado de la piscina, Key contemplaba la sesión a poca distancia de ellos. Pero no le resultaba fácil concentrarse con Jonghyun siguiendo con la vista todos sus movimientos. Se volvió a mirarlo.

—¿Todavía estás ahí?

—No pienso irme hasta que hables conmigo.

—De acuerdo, muy bien. ¿Qué ocurre?

Antes de que él pudiera contestar, llegó Minji corriendo y se colocó entre los dos.

—¿Dónde ectá el cerdo?

—Era un perro, Minji. Ahora está en la casa de la piscina.

—Ez feo.

—La apariencia no lo es todo —contestó Key—. Es un perro bueno y de buen corazón y eso es lo que importa, ¿verdad?

Minji asintió. Se metió un dedo en la nariz y se alejó corriendo.

—¿No te he dicho que no te metas el dedo en la nariz? —le gritó Key.

—Es una niña encantadora —comentó Jonghyun.

—Gracias —repuso Key sin mirarlo.

Quería ignorarlo, principalmente porque sentía vergüenza de lo que había hecho en su consulta; pero no era fácil ignorar a un hombre como Jonghyun. Llevaba traje y corbata y Key empezaba a pensar que disfrutaba haciendo que todos los demás se sintieran pobremente vestidos a su lado. Llevaba el pelo bien cortado, un rolex en la muñeca y zapatos de Ferragamo. Su colonia exudaba un aroma provocativo y boscoso.

—¿Te importa decirme por qué te fuiste sin despedirte el otro día? —preguntó él.

Key lo miró.

—¿Por qué me dejaste sentado en la camilla haciendo el ridículo? Lo menos que podías haber hecho era meterme una de esas cosas de goma en la oreja y mirar dentro.

—Soy ginecólogo. Yo no meto nada en los oídos.

Key se cruzó de brazos.

—Ya me lo imagino.

—Además —dijo él—, tú no necesitabas una prueba médica.

—¿Cómo lo sabes?

—Lo vi en tus ojos.

—Ridículo.

—¿Necesitabas una citología? —preguntó él.

—No, pero esa no es la cuestión.

—La cuestión es que pensé que, si te iba a examinar, no sería en mi consulta.

Key alzó la barbilla.

—¿Y dónde sería?

—En tu cama, en mi cama, fuera bajo las estrellas… en cualquier parte menos allí. Key se sonrojó, principalmente porque lo había pillado por sorpresa. Él era elegante, un poco rígido, un hombre de pocas palabras. No maldecía y Key no se creía que aquel hombre hiciera el amor bajo las estrellas o en el asiento de atrás de su coche. ¿O sí lo hacía?

Jonghyun se acercó tanto que Key pudo sentir el calor de su cuerpo.

—¿Te ha mordido la lengua el gato?

—Podríamos decir que sí.

—¿Y bien? ¿Tú qué opinas?

—¿De qué?

—Si hubieras sabido que pensaba invitarte a salir cuando vinieras a mi despacho, ¿habrías venido a mi despacho o te habrías escabullido por la puerta de atrás?

—Tendría que pensarlo.

Él se metió las manos en los bolsillos.

—¿Ahora te estás haciendo el difícil?

—Podríamos llamarlo así.

—¿Cómo de difícil?

Key sonrió.

—Mucho.

—La semana que viene tengo un congreso, pero el viernes siguiente puedo.

—Falta mucho para eso. Podría tener otros planes.

—Haré que valga la pena la espera. A las siete en punto. No me falles.

—No sabes dónde vivo.

—Sé dónde vives.

—¿Y qué hago con Minji?

Jonghyun se volvió. Minho pasaba cerca. Jonghyun lo sujetó por el brazo.

—¿Puedes quedarte con Minji dentro de dos viernes a las siete?

—Sí —Minho miró a Key—. Tráela a mi apartamento a cualquiera hora después de las seis. Estaré allí.

—Gracias.

—De nada —Minho siguió su camino.

Key intentó ignorar el calor que fluía por sus venas cuando miraba a Jonghyun a los ojos.

—No sabría qué ponerme.

—Algo pegado, algo negro y tacones de cinco centímetros.

—Lo pensaré.

—Hazlo –dijo él.

Y se alejó, seguro de sí mismo y despreocupado.

Key se frotó los brazos y pensó que lo mejor que podría hacer sería olvidar todo lo que acababa de oír y darle una lección a aquel hombre. Hacerle ver que no podía acercarse a él y chasquear los dedos, esperando que Key obedeciera al instante. Pero mientras ese pensamiento cruzaba por su mente, se estremecía ya anticipando lo que pudiera haber planeado Jonghyun.

 

 

Notas finales:

Espero les haya gustado :D 

Estaré esperando leerles esta capi :D :*

 

Nos vemos el jueves :D 


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