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Having my baby 2MIN por minnah

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Notas del capitulo:

Holaa :D :D 

Gracias, mil gracias por sus reviews :D y gracias por leer esta historia ;D

Les dejo el capi de hoy, como pidieron que Tae ya no sufra tanto, les cuento que después le toca sufrir un poquito a Minho jeje 

Gracias en verdad por sus comentarios, y Gracias a las personitas que están esperando por cada capi :D :*

Yuli espero te esté yendo bien en tus exámenes :D Fighting!!!

 

Perdón si encuentran algún error o falta de ortografía :P

Capítulo 22

Taemin miraba el salón de baile preguntándose cuándo llegaría Kai.

Movió los ojos en dirección a la entrada, más allá de la mujer del moño francés que hablaba con una mujer escultural que llevaba guantes de seda hasta el codo. Apenas si se fijó en la rubia alta envuelta en diamantes antes de que su mirada se posara en el recién llegado que estaba de pie en la parte superior de la escalera.

En lugar de Kai, fue Minho el que entró en el gran salón de baile vestido con frac y sombrero de copa. Estaba muy elegante y todos los ojos se posaron en él y siguieron todos sus movimientos mientras el ritmo de la música cambiaba y Minho se movió con él girando las caderas y fue embelesando a las personas cuando bajó bailando las anchas escaleras y cruzó el suelo de mármol hasta quedar delante de Tae.

Una sonrisa astuta iluminó el rostro de Taemin. Chasqueó los dedos para indicar al camarero que les llevara un gran bol de cristal lleno con un chocolate espeso que se usaba para tartas, trufas y para rellenar suflés.

Minho no se contentó con sumergir un solo dedo. Tomó un puñado de chocolate, que había sido batido nada más y nada menos que por Wolfgang Puck, quien estaba al fondo, con un batidor cubierto de chocolate en la mano. Fuera explotaron fuegos artificiales, iluminando el cielo. En la distancia se oyeron campanas. Minho le guiñó un ojo y Tae rio mientras llovían minúsculas trufas de chocolate alrededor de los dos.

Taemin se incorporó de golpe en la cama y abrió los ojos.

Miró el dormitorio, donde todo estaba en su sitio. El corazón le latía con violencia en el pecho. Había vuelto a soñar con él.

****

Ese día estaban de celebración.

Luhan, Taemin y Key estaban reunidos mirando docenas de fotos e intentando decidir cuál de las tomadas en el concurso de cocina utilizarían para la portada del siguiente número de Comida para todos.

A Taemin no le costó mucho elegir su preferida.

—Esta es perfecta.

Luhan descorchó una botella de champán y se agachó cuando el corcho golpeó el techo y dio en el frigorífico antes de acabar rodando por el suelo.

—¿Quién quiere champán? —preguntó.

—Yo solo un poco —contestó Key.

Luhan llenó las copas altas con champán y dejó dos de ellas en la mesita de café.

Key examinó la foto que sostenía Taemin y arrugó la nariz.

—No sé si a la señora Murnane le gustará esa. Si la miras bien, verás que se nota que la peluca no está muy centrada en la cabeza.

—Tienes razón —contestó Taemin. Dejó la foto en el montón de las descartadas y volvió a mirar las otras.

Luhan eligió una y la sujetó en alto para que la vieran los otros.

—¿Qué os parece esta? Todas las mujeres han salido bien.

Taemin se cruzó de brazos.

—Pero la mujer del pelo plateado…

—Hyuna —la interrumpió Key—. Se llama Hyuna.

—Hyuna no está sonriendo —terminó Taemin.

—Pero es en la que mejor sale —repuso Key—. ¿Tú qué preferirías para ti, la foto en la que estás sonriendo o la foto en que más guapo sales?

—La de la más guapa —contestaron los tres al unísono.

—De acuerdo, entonces esa —Taemin colocó las demás fotos en el montón de las descartadas y alzó su copa—. Brindo por nuestro maravilloso fotógrafo y por el éxito de la revista.

Key tomó también su copa y los tres hicieron chocar el cristal antes de beber.

—¿Quién ha hecho la lasaña? —preguntó Luhan—. Está deliciosa.

—Cuando Minho me ha visto subiendo las escaleras esta mañana, ha insistido en darme la lasaña que había preparado —contestó Key—. A cambio, yo le he dado a Yoogeun y a Minji durante unas horas.

A Taemin no le había gustado el intercambio, pero se había encerrado en su dormitorio mientras Key reunía las cosas que necesitaría Minho y, cuando él ya se había ido, le había dicho a su amigo lo que pensaba.

—Ese hombre cocina y cambia pañales —comentó Luhan. Movió la cabeza—. La última vez que estuve aquí mandaba flores cada cinco minutos. ¿Le vas a pedir matrimonio o se lo pido yo? —preguntó a Taemin.

Este reprimió un gemido.

—Algunos chicos tienen toda la suerte —continuó Luhan—. Con todo el esperma que debe haber en todos los bancos de esperma del mundo y tú vas y eliges el suyo.

—Tiene muchos hermanos —comentó Key.

Justo en ese momento llamaron al timbre.

Luhan se puso en pie de un salto y fue a abrir la puerta.

—Más flores. ¿Quién lo iba a imaginar? —firmó el recibo y tendió el papel al repartidor—. Gracias —dijo, antes de cerrar la puerta y darle a Taemin la tarjeta que acompañaba a las flores.

Taemin leyó la tarjeta.

—No son de Minho. Las flores son del doctor Lee Jinki —dijo.

Aunque se sentía agradecida porque Minho le hubiera dicho la verdad sobre sus sentimientos por él, no podía evitar que le diera un vuelco el estómago siempre que pensaba en él. Choi Minho se había abierto paso en su vida. No solo era el padre de su hijo, sino que además era un hombre bueno. El instinto de Taemin le decía que él tenía buenas intenciones. Sabía que sentía algo por él, pero no quería ser segundo plato. Creía que merecía algo mejor.

Una llamada a la puerta con los nudillos hizo que se le parara el corazón.

Esa vez fue a abrir Key. Tal y como Taemin sospechaba, Minho estaba al otro lado con Yoogeun en los brazos y Minji agarrada a su pierna.

—Mamá —dijo Minji—. Mira lo que lleva Yoogeun.

Minho sonrió y alzó al niño para que lo vieran todos.

El bebé llevaba un trajecito de marinero completo, con cordón y botones de la marina, una pajarita y un dibujo de un ancla en la gorra.

—¡Tierra a la vista! —dijo Minho con voz alegre.

—¡A la vizta! —gritó Minji. Cruzó el umbral y corrió por la habitación hasta donde estaba Taemin.

Key se giró para mirar el reloj que colgaba en la pared de la cocina.

—Llegas veinticinco minutos tarde —comentó.

—La vida en el mar es dura, ¿y este es el recibimiento que nos dais? —Minho miró a Yoogeun—. ¿Qué te parece eso, amiguito?

—¡Cierren todaz laz ezcotillas! —gritó Minji.

Key sonrió.

—¿Eso es lo que te ha enseñado hoy?

Minji asintió.

Yoogeun movió las piernas y emitió un gorjeo con la boca.

—Yoogeun quiere saber por qué todavía no lo han besado —musitó Taemin.

Se levantó, fue a por su hijo y le besó el moflete.

—¿Vas a cenar con nosotros? —preguntó Luhan a Minho.

—Desgraciadamente, no puedo —contestó él—. Es miércoles y prometí a mamá que esta semana sí iría a cenar.

—Te perdonaré si me cuelas esta temporada en el vestuario de los Condors —dijo Luhan.

A Key le pareció un trato justo. Luhan y él hablaron de fútbol y comentaron que no entendían gran cosa del juego, pero a los dos les gustaban los uniformes y sobre todo el modo en que los pantalones ceñían los muslos y el trasero de los jugadores.

Minho miró las flores que había en la encimera detrás de Taemin.

—Me parece que tienes que hablar con tu pediatra.

Taemin bajó la voz.

—¿Qué parte de “no quiero ser tu amigo” es la que no has entendido?

—No quiero perderte —repuso él.

—Para perderme, tendrías que haberme tenido. Y no quiero hablar de eso ahora — susurró Taemin.

—Dile al doctor que ya no estás disponible.

Taemin lo miró a los ojos.

—¿Lo dices en serio?

—Dijiste que sentías algo por mí.

—Eso fue antes de que tú dejaras claro que todavía sientes algo por Yuri.

Minho frunció el ceño, pero no refutó las palabras de él.

—Estás confuso —comentó Taemin.

Una vez más, el cuerpo grande de él llenaba el umbral. Su proximidad hacía que a Tae le temblaran las rodillas.

—Entre nosotros está pasando algo maravilloso —dijo él—. Es demasiado pronto para rendirse.

Taemin movió la cabeza ante tanta audacia.

—No puedo hablar de eso ahora.

—Muy bien —contestó él, antes de que le cerrara la puerta en la cara. Miró su reloj—. Estaré de vuelta a las ocho. Hablaremos entonces.

****

Minho abrió la puerta de la casa de sus padres sin molestarse en llamar y entró con Haru, al que llevaba atado de una correa. El perro movió la cola, golpeando el suelo con ella. Minho cerró la puerta sin hacer ruido con la esperanza de darle una sorpresa a su madre. Aunque le había dicho que iba a ir, estaba casi seguro de que no se lo había creído. De la cocina y el comedor llegaba una cacofonía de voces, que le recordó a su infancia, cuando todos sus hermanos y algunos vecinos se reunían en la cocina a poner la mesa o ayudar con la cena, hablando también todos a la vez.

—Mirad quién se ha dignado venir —anunció Woohyun cuando lo vio.

—¿Tenías que traer a ese perro? —preguntó Sully.

Minho acarició el lomo de Haru y sujetó la correa con firmeza.

—Es un buen perro y se siente solo en la casa grande ahora que Amber ha vuelto a la suya.

—No me puedo creer que dejes entrar a Haru en tu casa y no dejes entrar a Choiza —Sully movió la cabeza—. No tiene ningún sentido.

Su madre aliñaba una ensalada en la cocina.

—¿Has llamado a los veterinarios de la zona para preguntarles si alguien ha perdido a su perro?

Sully soltó un bufido.

—Mira a ese perro, mamá. ¿Tú querrías recuperar a Haru si lo hubieras perdido? Woohyun se acercó al lado de Minho y acarició al perro en la cabeza mientras su madre miraba a Haru con adoración.

—Pues claro que querría recuperarlo. Es un animal adorable.

Haru movió la cola.

—He llamado a una docena de veterinarios —le informó Minho—. Y quería pediros que me ayudarais a hacer carteles.

Como nadie contestó, asumió que tendría que hacer los carteles él solo.

Su padre le dio una galleta al perro y luego lo tomó por la correa y lo sacó fuera.

—Le voy a presentar a Lucky y Princess a ver qué tal se entienden.

—Gracias. Te lo agradezco, papá. ¿Dónde está tu camiseta de PAPÁ ES UN SOL?

—Si hubiera sabido que ibas a venir de verdad, me la habría puesto.

Minho se echó a reír y fue a darle un abrazo a su madre.

—Eso huele muy bien.

—Chuletas de cordero con salsa de arce, ensalada de patatas con salmón y pastel de queso con mermelada de plátano.

—Una combinación maravillosa —comentó él con algo de sorna.

—¿Qué tal está tu rodilla? —preguntó su madre.

Minho frunció el ceño.

—¿Quién te ha dicho que tenga problemas con la rodilla?

—Soy tu madre. Sé esas cosas.

Minki se sentó en un taburete de la cocina.

—Todos nos hemos dado cuenta en algún momento de que cojeas y te duele. ¿Has hablado de ello con tu entrenador?

Minho se pasó los dedos por el pelo con frustración.

—La semana que viene vuelvo al campo de juego. Nadie se dará cuenta.

—No puedes jugar eternamente —le recordó Woohyun.

—Agradezco mucho vuestro interés —repuso Minho; era mentira, no le gustaba nada que metieran las narices en sus asuntos—. Pero está todo controlado —bailoteó un poco—. ¿Lo veis? La pierna está como nueva.

Su hermano Max entró desde el exterior seguido por su padre. Minho agradeció la interrupción.

—Hola, hermano, ¿cómo va eso? —preguntó Max—. Te has buscado un perro muy atractivo.

Se abrazaron y se dieron palmadas en la espalda, y Minho empezó a preguntarse por qué había tardado tanto en ir a cenar con ellos los miércoles.

—Tengo entendido que debo felicitarte —añadió Amber, que entró desde el pasillo.

—¿Por qué? —quiso saber Minho.

—Mamá nos ha dicho que por fin te has enrollado con Taemin.

Minho miró a su madre. Esta movió una mano en el aire y siguió con lo suyo. Minho recordó entonces por qué no le gustaba asistir a esas cenas.

—Taemin me cae muy bien —comentó Sully, que estaba colocando un tenedor al lado de cada plato en la mesa del comedor.

Phil entregó a Minho el salero y el pimentero.

—Ponlos en la mesa, ¿quieres?

Minho hizo lo que le decían y miró su reloj.

—Ni se te ocurra —le dijo su madre. Le dio una palmadita en el brazo.

¡Maldición! Lo había pillado.

—¿Cuándo vas a volver a tu casa de Busan? —inquirió su padre.

—Y lo más importante —dijo Amber—. ¿Cuándo se van a mudar Yoogeun y Taemin a vivir contigo?

—Lo primero es el amor —le dijo su madre. Le pasó un bol de cristal lleno de ensalada de patatas y le indicó que lo pusiera en la mesa—. Después del amor, podremos empezar a hablar de la parte de vivir juntos.

—¿Podremos? —preguntó Minho—. Nosotros no hablaremos de mi vida amorosa ni decidiremos lo que más me conviene. Taemin y yo hablaremos de nuestra vida amorosa y de nuestro futuro juntos sin ninguna ayuda por vuestra parte —¿Acaso se habían vuelto todos locos?

—Te noto muy susceptible —comentó Woohyun.

—Es muy sensible —corrigió su madre.

Pues claro que estaban todos locos. ¿Acaso tenía que molestarse en preguntárselo?

—Es obvio que está enamorado —intervino Sully, como si él no estuviera en la habitación.

Su padre se acercó a mirarlo con atención.

—¿Cómo notas eso?

—Acaba de decir que hablará de su vida amorosa con Taemin —repuso Sully—. ¿Por qué querría alguien hablar de su vida amorosa si no tuviera una vida amorosa?

—Eres una chica inteligente —anunció su padre. Le pellizcó la nariz como si ella tuviera cinco años.

Minho hizo un gesto de dolor.

—Papá huele otra vez a puro, mamá.

—Phil. Dime que no es verdad.

Este miró a Minho y achicó los ojos en un gesto de advertencia.

—Quiero seguir hablando de tu enamoramiento —musitó para vengarse por el chivatazo de él—, y de cómo vamos a pensar entre todos lo que Taemin y tú vais a…

—¡Eh! —lo interrumpió Minho—. ¿Os habéis enterado de que Jonghyun va a salir con Key el viernes por la noche? ¿Qué os parece eso?

Su madre abrió mucho los ojos y su hermana Sully le hizo señas de que guardara silencio pasándose una mano por el cuello y fingiendo que lo cortaba.

—¿Qué pasa? —preguntó Minho, genuinamente confuso.

Woohyun enrojeció. Salió por la puerta del patio y la cerró con firmeza a sus espaldas.

Amber suspiró.

—A Woohyun le gusta Key y, desde que ha descubierto que Jonghyun también se ha fijado en él, está muy disgustado.

—¿Y luego decís que yo soy sensible? —Minho movió la cabeza.

El sonido de la puerta principal anunció que llegaba más compañía. La conversación se detuvo en seco cuando entró Yuri en la cocina.

Minho no sabía si todos se habían quedado callados porque estaban esperando a ver si iba a entrar Aaron detrás de ella o si simplemente no sabían qué decirle después de que Aaron la hubiera dejado.

La última vez que Minho la había visto, ella tenía la nariz enrojecida y los ojos hinchados de tanto llorar. Esa noche, sin embargo, parecía haber vuelto a la normalidad.

Volvía a ser una mujer serena y hermosa, de piel clara y ojos brillantes.

Minho fue el primero en acercarse a ella. Le tomó una mano entre las suyas.

—¿Cómo te encuentras?

—Me alegro de que estés aquí —repuso ella—. Quería disculparme por el modo en que me comporté la última vez que te vi. Tú te molestaste en venir a ofrecerme tu apoyo y yo te traté muy groseramente y lo siento. No te merecías eso.

—Conmigo no tienes que disculparte nunca. Ya lo sabes. Estás pasando un momento difícil y quiero que sepas que siempre podrás contar conmigo. A cualquier hora del día o de la noche, solo tienes que llamar y allí estaré.

Yuri le sonrió. Todos los demás los rodearon entonces para trasmitirle a Yuri su cariño y su apoyo.

Cuando se sentaron a cenar y empezaron a pasarse la comida alrededor de la mesa, Woohyun ya había reaparecido y se había sentado entre sus hermanas. De la familia solo faltaban Siwon, Jonghyun, Kyuhyun  y, por supuesto, Aaron, y en las horas siguientes, todos rieron y charlaron. Hablaron de muchas cosas, desde deportes hasta libros, sin olvidar la política, aunque sin llegar a discutir.

Yuri estaba sentada al lado de Minho y cuando este habló de la adoración con que lo miraba su hijo, ella tendió la mano y le tocó el brazo con un gesto gentil y cariñoso.

Fue un sencillo roce de sus dedos en la muñeca de él.

Minho sintió algo muy extraño.

En aquel preciso momento, algo despertó y se movió en su interior. Fue casi como si una parte de su infancia pasara delante de sus ojos y le mostrara lo que no había conseguido ver tantos años atrás. Como si eso le revelara la verdad, la respuesta a la pregunta que lo había atormentado todos los días de su vida.

Fue algo de lo más extraño.

Había sido un gesto minúsculo. Un roce en la muñeca. Una locura, en realidad. Solo el leve contacto de los dedos de ella en la piel de él… y no había hecho falta nada más. Minho vio unos ojos cafés y una nariz pequeña. Vio una sonrisa grande y un brillo especial en los ojos. Vio unas zapatillas de andar por casa rosas y de peluche. A quien vio con los ojos de la mente fue a Taemin. Yuri lo estaba tocando y él solo veía a Taemin.

Entonces se dio cuenta de que necesitaba verlo en carne y hueso. No al día siguiente ni luego más tarde. No. Tenía que verlo en aquel mismo instante.

Apartó la silla de la mesa y se puso de pie.

—Tengo que irme —anunció.

Yuri se levantó a su vez.

—Voy a por mis cosas.

Minho enarcó una ceja con aire interrogante.

Su madre lo vio y contestó a la pregunta que él no había hecho.

—A Yuri la ha traído una amiga. Le dije que tú la llevarías a casa si venías, ya que tu apartamento es el que más cerca está de su casa.

Yuri le puso una mano en el hombro y él volvió a sentir lo de antes con la misma claridad.

—Espero que no te importe —dijo ella.

—En absoluto. Y estoy seguro de que a mis padres no les importará que les deje a Haru unos cuantos días.

Su padre abrió la boca para protestar, pero su madre fue más rápida.

—Déjalo una semana. Es un perro encantador.

Minho apuntó a su padre con un dedo y sonrió.

Cuando Yuri y él terminaron de despedirse de la familia, llegó la abuela Boa con su nuevo novio. ¿Es que nadie podía entender que él tenía prisa?

Le parecía que los minutos y las horas se sucedían a paso de caracol. Cuando llegaron a casa de Yuri, eran ya casi las ocho. Si se daba prisa, solo tardaría unos minutos más en llegar al apartamento de Taemin.

Aparcó en la acera y apagó el motor.

Salió del coche y dio la vuelta al vehículo para abrirle la puerta a Yuri.

—No sé cómo darte las gracias por traerme —dijo ella cuando estuvo en la acera—. Siento mucho que hayas tenido que desviarte. Eres un encanto.

—No te disculpes más, Yuri. Soy yo el que debería decir que lo siento. Si te hubiera dejado en paz cuando tú me lo pediste, Aaron no se habría marchado. Hay muchas cosas que quería decirte de camino aquí, pero parece que no he podido encontrar las palabras. Me ha pasado algo muy extraño. Esta noche, cuando tú…

—No puedes dejarla en paz, ¿verdad? —preguntó una voz profunda desde el porche en sombra.

La voz era pastosa pero familiar. Minho se volvió y vio que Aaron se dirigía hacia ellos.

Yuri se adelantó y lo sujetó por el brazo.

—Aaron. ¿Qué haces aquí?

—¿Sorprendida?

—En estas circunstancias, sí. Estás borracho.

—Todavía estoy consciente, lo que significa que, como mucho, estoy mareado.

—Será mejor que me vaya —comentó Minho a Yuri.

Aaron se apartó de ella.

—Tú no te muevas.

Minho alzó las manos en el aire en un gesto de rendición.

—Esto no es lo que tú crees. Yuri y yo hemos ido a cenar esta noche en casa de mamá y la he traído a su casa porque mi madre me lo ha pedido.

Aaron se echó a reír.

—¿Sabes cuántas veces he ido a cenar allí los miércoles?

Minho negó con la cabeza.

—Demasiadas para contarlas. ¿Y sabes una cosa? Tú nunca te has presentado. Ni una sola vez. Y de pronto, ahora, la única vez que yo no voy, apareces tú y se supone que yo tengo que creer que ha sido una coincidencia. ¿Te has sentado al lado de ella en la mesa?

Yuri le tocó el hombro a Aaron.

—Eso no tiene ninguna importancia…

—Para mí sí la tiene —Aaron se encogió de hombros para apartarle la mano y avanzó hacia Minho—. El otro día, la semana pasada, te vi sentado aquí esperando a Yuri. Yo había venido por la misma razón, para hablar con ella, pero tú te me adelantaste una vez más.

—Tú deberías haberme dicho que estabas aquí —intervino Yuri.

Aaron le dedicó una sonrisa tensa.

—¿Y luego qué?

Frunció los labios.

—Yo te diré qué —continuó él mismo, antes de que Yuri pudiera contestar—. Si hubiera regresado contigo, no habría salido bien, porque cada vez que salieras por esa puerta —señaló la entrada de la casa—, me habría preguntado a dónde ibas y si Minho estaría contigo. No puedo confiar en él.

—Pero puedes confiar en mí —respondió ella, claramente exasperada.

—No puedo seguir haciendo esto —Aaron negó con la cabeza—. Lo vi aquí la otra noche y ahora lo vuelvo a ver aquí —se golpeó la sien con la palma de la mano—. ¿Qué es lo que tiene que pasar para que yo lo entienda por fin?

—¿Qué tiene que pasar? —le preguntó Minho con voz tranquila—. Porque yo ya lo entiendo. Yo por fin lo entiendo, Aaron. Me mantendré alejado de vosotros dos todo el tiempo que sea necesario. Me buscaré otro abogado. Iré al juzgado y pediré una orden de alejamiento contra mí mismo y la firmaré. Haré todo lo que sea necesario porque, aunque no me he dado cuenta hasta esta noche, todo el mundo tenía razón… No estoy enamorado de Yuri.

Aaron le dio un puñetazo en la mandíbula con el puño izquierdo y a continuación le propinó un derechazo en la nariz.

—¡Basta! —gritó Yuri.

Minho, golpeado en medio de su confesión, cayó al suelo de grava del camino de entrada a la casa. Escupió algunas piedrecillas y tierra y saboreó sangre. Yuri avanzó hacia él, pero Minho la detuvo antes de que se acercara del todo.

—Creo que es mejor que nos mantengamos alejados el uno del otro.

—Hay un hospital calle abajo. Esa nariz no tiene buen aspecto —ella miró a Aaron—. Ahora voy a entrar en mi casa y tú me vas a dejar en paz. ¿Me has entendido?

Minho se sacudió la tierra de los pantalones y se limpió la sangre de la nariz con la manga de la camisa mientras esperaba a que Yuri entrara en su casa y cerrara la puerta.

—Lo siento —dijo, porque pensaba que era lo mínimo que le debía a Aaron—. He metido la pata.

—Eres un imbécil —gruñó Aaron.

—Lo sé.

—Te has estado entrometiendo en mi vida desde que yo tenía diez años.

A Minho le dolía la cabeza.

—¿Tanto tiempo? —preguntó.

—Probablemente más —respondió Aaron—, pero la primera vez que yo recuerdo fue cuando los dos ahorrábamos para comprar aquella bici roja brillante. Íbamos más o menos a la par, hasta que tú empezaste a vender besos a todas las chicas del barrio por un cuarto de dólar.

Minho sonrió a pesar de tener la cara ensangrentada.

—Me acuerdo de eso —su sonrisa desapareció cuando vio la expresión de dolor de Aaron—. Tienes razón. Soy un imbécil.

—Sí. Yo renuncié a competir contigo hace quince años.

—Fuiste tú el que me convenció de que jugara al fútbol americano —dijo Minho.

Aaron asintió.

—No me gustaba ese juego y pensé que disfrutaría viendo cómo te golpeaban. Pero el plan me salió mal, porque resultó que jugabas muy bien y te hiciste más popular que nunca.

Minho dejó de preocuparse por su nariz. Hizo tintinear las llaves que llevaba en el bolsillo.

—Nunca fue mi intención arruinarte la vida. Lo que pasa es que tengo un don para hacerle eso a la gente.

—Sí, es verdad.

Minho hizo un gesto con la barbilla en dirección a la casa.

—Creo que está furiosa con los dos.

—Y no me extraña. Yo no la culparía si decidiera que no quiere volver a hablar conmigo en su vida. He sido un idiota. Y tú también, por partida doble.

—Pues si hay algo de lo que estoy seguro después de todo esto, es de que Yuri te quiere a ti y siempre te ha querido. He tardado muchos años en entender que no siempre puedo salirme con la mía. Taemin entendió esa parte de mí a las dos semanas de conocerme.

—Es un chico listo. Ya me cae bien.

Minho abrió la puerta de su coche y señaló con un gesto el asiento del acompañante.

—¿Te llevo a algún sitio?

—Es lo menos que puedes hacer —repuso Aaron—. Estoy en el hotel que hay a tres manzanas de aquí —se acercó y subió al vehículo—. Cuando me hayas dejado, deberías pasarte por un centro médico. Esa nariz tiene mala pinta.

 

 

Notas finales:

Espero les haya gustado :D , estaré ansiosa por leer sus opiniones :D -de todo se acepta - 

Bye ;D no vemos el lunes :*  

 


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