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Having my baby 2MIN por minnah

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Notas del capitulo:

Holaa :D :D 

Perdoon, sé que debí actualizar ayer, pero llegué a mi casa casi a las 9 de la U, y me quedé dormida :P 

Espero les guste este capi :D 

Mil gracias por sus comentarios :* :* 

Capítulo 23

Minho subió cojeando las escaleras. El apartamento de Taemin estaba a oscuras. Abrió la puerta del suyo y fue directamente al cuarto de baño a inspeccionar los daños que había sufrido su cara. Se subió el labio superior con un dedo para intentar mirarse los dientes. El doctor del centro médico le había dicho que tenía uno astillado. Pero los dientes frontales parecían estar bien. En la ceja izquierda le habían puesto una pequeña venda en un corte. Tenía el ojo morado e hinchado. “Genial. Sencillamente genial”.

Entró en el dormitorio y se puso un chándal y una camiseta limpios. Tiró a la basura la ropa manchada de sangre.

Esa noche estaba resultando más agria que dulce, pero seguía siendo agridulce. Quería más que nada en el mundo ver a Taemin esa noche, hablar con él y ver cómo estaba. Taemin no se había apartado de sus pensamientos desde que habían hecho el amor. Nunca había sentido aquello por nadie, ni siquiera por Yuri, y eso era lo que había comprendido aquella noche en la cena. Había querido ir corriendo a ver a Taemin y tomarlo en sus brazos y mirarlo a los ojos cuando le dijera que le había echado de menos y, lo más importante, que lo amaba a él, solo a él y a nadie más. Solo le quedaba una semana antes de que empezaran los entrenamientos. Quería aprovecharla al máximo pasando cada minuto de ese tiempo con Yoogeun y con Taemin. Haría lo que fuera preciso para convencerlo de que Taemin era la única persona para él.

Cuanto más había intentado volver con Taemin esa noche, más difícil le había resultado esa tarea. Por primera vez desde que se mudara a aquel apartamento, se sentía solo y vacío. Sacó una bolsa de guisantes congelados y se la puso en el ojo. Con el ojo bueno miró por la ventana de encima del fregadero para ver si había luz en casa de Taemin. Yoogeun solía despertarse a comer a esa hora. Al fin se tomó un par de ibuprofenos y se tumbó en el sofá. Apoyó la cabeza en un cojín y cerró los ojos.

A pesar del dolor, sentía que le habían quitado un gran peso del corazón. Llevaba muchos años pensando que estaba enamorado de Yuri y ahora se daba cuenta de que había estado obsesionado con la idea de estar enamorado. Querer a Yuri era sinónimo de competir y de acabar por “ganarla” para él. Tendría que disculparse mucho más antes de que Yuri y Aaron lo perdonaran. No tenía nada de raro que su familia no lo hubiera entendido esos últimos meses. Él tampoco se había comprendido a sí mismo.

****

Minho se incorporó sentado. El sol que entraba por la ventana le daba en la cara, cegándolo. Tardó un momento en darse cuenta de que había dormido en el sofá. Se frotó la parte de atrás del cuello y deslizó los pies al suelo. Se sentía de pena. No había ni un músculo en su cuerpo que no le doliera.

Ya era mediodía.

Miró por la ventana el apartamento de Taemin y comprendió que él probablemente habría salido horas atrás a la cita con el médico.

Se dirigió al baño con cuidado de no hacer movimientos bruscos. Se cepilló los dientes, lo cual no le resultó fácil con el labio hinchado. A continuación se echó agua fría en la cara y miró su imagen en el espejo. Ese día el ojo tenía ligeramente mejor aspecto que el labio.

Llamaron a la puerta y fue a abrir, animado por la posibilidad de tener por fin ocasión de hablar con Taemin.

Pero al otro lado de la puerta estaba Yuri, con aire fresco y veraniego, ataviada con unos vaqueros cortos y una camisa rosa. Minho intentó ocultar su decepción al verla a ella en lugar de a Taemin y la invitó a entrar con una sonrisa torcida.

—¡Oh, pobrecito! —Yuri entró en el apartamento y cerró la puerta a sus espaldas.

—¿Qué haces aquí? —preguntó él.

—Tenemos que hablar.

Por alguna razón, aquella frase concreta lo puso nervioso.

—No pasa nada —comentó ella, que seguramente había captado la aprensión que sentía él—. He venido porque no podré estar tranquila hasta que hable contigo de una vez por todas. Tengo que hacerte unas preguntas importantes.

—De acuerdo —Minho tragó el nudo que tenía en la garganta—. Adelante.

—Estás horrible.

—Muchas gracias.

—Aaron tiene un gancho impresionante, ¿verdad?

—Eso es cierto.

—¡Quién lo iba a imaginar!

—Yo no.

Ella le puso una mano en la barbilla. Minho permaneció quieto y rígido y dejó que lo tocara, ya que suponía que ella tenía algo muy serio que quería decirle. Hasta que vio una expresión extraña en los ojos de ella.

—No lo digas —le pidió entonces él.

—¿Qué es lo que no quieres que diga?

—No me digas que lo sientes porque aquí el único que debe pedir disculpas soy yo. Los dos podríamos decirnos mutuamente que lo sentimos hasta que la cara se nos ponga azul, pero eso no nos hará ningún bien a ninguno de los dos.

—Tienes razón.

Minho seguía mirando de vez en cuando por la ventana en dirección al apartamento de Taemin. Tenía la impresión de que habían pasado meses desde la última vez que lo había visto.

—¿Qué es lo que pasa, Yuri?

Ella dejó caer el brazo al costado y apoyó la mano en el bolso que le colgaba del hombro.

—Se trata de ti y de mí.

A Minho no le gustaba el rumbo que tomaba la conversación. Dos semanas atrás, dos días incluso, habría dado su brazo derecho por estar a solas con Yuri, pero ahora ya solo podía pensar en Taemin. Miró de nuevo en dirección al apartamento de éste. Tendría que haber llegado ya a casa.

¿Dónde se había metido?

De pronto se sintió muy incómodo allí con Yuri, los dos solos en el apartamento.

—¿Qué es lo que ocurre? —preguntó de nuevo.

—Últimamente he tenido mucho tiempo para pensar en cosas… en nosotros.

Siguió una pausa larga e incómoda. Minho fue a la cocina y se sirvió un vaso de agua. El dolor de cabeza se había vuelto intolerable. Tomó dos ibuprofenos más.

—¿Quieres beber algo? —preguntó.

—No, gracias —contestó ella.

—Está bien. Suéltalo de una vez, Yuri. El suspenso me está matando. ¿Qué es exactamente lo que me quieres decir?

—Te quiero —respondió ella—. Quiero pasar mi vida contigo. Fúgate conmigo, Minho. Hoy mismo. En este instante.

Él soltó una risotada ronca y el agua casi se le metió por la nariz.

Yuri lanzó un bufido.

—¿Te estás riendo de mí?

—Perdona. Es solo que todo esto no podría haber llegado en peor momento. Yo no te amo, Yuri.

—¿O sea que anoche no lo decías solo porque Aaron estaba presente?

—No. Decía la verdad. Creo que solo necesitaba que me inculcaran un poco de sentido común para que me diera cuenta de que lo que no me gustaba era perder con Aaron.

Ella le puso las palmas de las manos en el pecho y empujó con fuerza.

—¡Eh! ¿Qué estás haciendo?

Yuri volvió a empujarlo y a continuación le dio un puñetazo en el hombro. Ella era una mujer pequeña y él no sintió dolor, pero retrocedió un par de pasos por si acaso ella decidía tomar la mesita de café y lanzársela a la cabeza.

La cara de ella se había puesto muy roja.

—¿Me estás diciendo que te has interpuesto en mi vida siempre que has podido, que has arruinado mi relación y has hecho todo eso solo porque sí, porque eres un tipo grande y duro que está acostumbrado a salirse con la suya? ¿Porque te gusta ganar?

Cruzó el apartamento y abrió la puerta. Minho la siguió al exterior.

—Sé que soy terrible —dijo. Se acercó todo lo que pudo, pero no tanto que ella pudiera sacarle los ojos—. ¡Ojalá pudiera retirar todo eso! —exclamó—. ¡Ojalá hubiera visto lo que ya habían visto todos los demás hace tiempo! Te quiero como a una hermana, pero la verdad es que amo a Taemin. Hasta que lo conocí a él, no sabía lo que era el amor.

Yuri no parecía convencida.

—Es una locura, pero es la verdad —insistió él—. Creo que he amado a Taemin desde el primer momento en que lo vi.

Yuri alzó los brazos, lo que hizo que él retrocediera otro paso. Ella sonrió, se adelantó, le puso las manos en la cara, se colocó de puntillas y le dio un beso en la mejilla. Antes de que él adivinara sus intenciones, apartó las manos de la cara y simplemente lo abrazó con tanta fuerza que Minho pensó que lo iba a partir en dos. Cuando ella terminó, se subió más el bolso en el hombro. Parecía feliz y quizá incluso divertida, como si no hubiera tenido ninguna intención de fugarse con él.

—Gracias, Minho. Nos veremos el lunes en el tribunal.

Él se rascó la cabeza.

—¿Vas a estar allí? ¿Después de todo lo que te he hecho pasar? —a esas alturas, Minho ya no entendía nada de nada.

—Así es —respondió ella—. No me lo perdería por nada en el mundo.

Se dirigió a las escaleras y Minho, que tuvo la sensación de estar siendo observado, se volvió hacia el apartamento de Taemin y vio a éste a través de la ventana de la cocina.

****

Durante el viaje a casa después de la cita de Yoogeun con el doctor Lee, Taemin bajó la ventanilla y dejó que el aire cálido de Busan le alborotara el pelo mientras circulaba.

El doctor Lee Jinki había expresado su satisfacción por los progresos de su hijo. Cuando terminó de examinar a Yoogeun, Taemin le había dado las gracias por las flores y a continuación había procedido a decirle que su vida era algo caótica en aquel momento y que necesitaba poner cierto orden en ella antes de salir con nadie. Él se lo había tomado bien. Le había dicho que le avisara cuando estuviera preparado para otra cita y había prometido que, si se daba esa cita, tendría lugar en una noche en la que no estuviera de guardia.

Taemin odiaba admitirlo, pero había esperado que Minho apareciera en su casa la noche anterior, tal y como había dicho que haría, y que hubieran podido hablar. Definitivamente, se había enamorado de él. Cómo y por qué, no estaba seguro. A pesar de que él no se había presentado, había conseguido dormir toda la noche de un tirón. Yoogeun tenía ya más de un mes y había dormido seguido hasta las cinco de la mañana. Taemin se sentía descansado y deseoso de empezar el día.

Ese día era jueves. La mediación tendría lugar el lunes siguiente por la mañana. Cuando terminaran con eso, las cosas quedarían claras entre ellos y él podría seguir con su vida. No tendría que estar adivinando lo que iba a pasar. Saber que no tendría que preocuparse de que le quitaran a Yoogeun le quitaría un peso tremendo de los hombros. Entró en el aparcamiento y vio que el coche de Minho seguía allí. El corazón le latió con fuerza al pensar en verlo. No podía evitarlo.

Subió las escaleras con Yoogeun en un brazo y la bolsa de bebé en el otro hombro. Una ligera brisa le refrescó la cara. Un colibrí bebía agua en el bebedero que había en la ventana de su vecina.

Una vez en el apartamento, llevó a Yoogeun a su habitación y sonrió cuando el niño empezó a mover las piernas y estirar los brazos. Lo dejó en la cuna y fue a la cocina a prepararle un biberón. Cuando llenaba un cazo con unos centímetros de agua para calentarlo, vio que se abría la puerta del apartamento de Minho.

Salieron Yuri y él. Estaban hablando. Los dos se mostraban serios hasta que ella le tomó la cara y lo besó. Después del beso, se abrazaron durante lo que a Taemin le pareció una eternidad.

El corazón le dio un vuelco. Contuvo el aliento. El día anterior había empezado a pensar que quizá había sido demasiado duro con Minho. Que tal vez, a pesar de todo lo que había visto con sus propios ojos, lo suyo con él tuviera todavía alguna posibilidad. ¿Cómo podía ser tan espeso? Había sido un tonto. Había intentado pasar por alto el encaprichamiento de él con aquella mujer, pero ahora algo le decía que había mucho más en aquella historia. Minho alzó la vista, como si notara que lo miraba, y lo vio en la ventana. No perdió ni un instante en ir al apartamento de él.

Taemin abrió la puerta antes de que tuviera tiempo de llamar. Cuando lo vio de cerca, abrió mucho los ojos, sorprendido.

—¿Qué te ha pasado?

—Es una larga historia.

Minho intentó entrar, pero Taemin le cortó el paso.

—Antes de que hablemos, contesta a unas preguntas.

—De acuerdo. Si es por lo que acabas de ver…

—La semana pasada, cuando llevaste a Haru a tu casa de Busan —empezó a decir Taemin, interrumpiéndolo—, y luego no regresaste hasta medianoche, ¿dónde estabas?

Él hundió las manos en los bolsillos del chándal.

—Por todas partes —contestó—. Si no recuerdo mal, fue un día de locos — entrecerró los ojos y apretó los labios como si eso lo ayudara con la memoria—. A mi hermana se le averió el coche —dijo—. De eso me acuerdo.

—¿Viste a Yuri aquella noche? Ya sabes… antes de venir aquí —“antes del beso”, pensó Tae. “Antes de que me besaras con tanta pasión y después me hicieras el amor y volvieras mi mundo del revés”.

Minho asintió.

—Me parece recordar que la vi.

—¿Sí o no?

—Sí.

—Y también la viste anoche…

—Eso fue una coincidencia. Nada más que una coincidencia.

—¿Viste a Yuri anoche en su casa?

Minho volvió a asentir.

Aquello era justamente lo que Taemin temía.

—Nos veremos el lunes en el juzgado —dijo.

Intentó cerrar la puerta, pero él tenía la mano en el marco. Frunció el ceño.

—Dijiste que podríamos hablar —le recordó.

—Eso fue antes de que contestaras a mis preguntas —respondió Taemin.

Volvió a intentar cerrar la puerta.

Él se negó a moverse.

—No hagas esto, Taemin. Nada es lo que parece.

—Tú no lo entiendes —explicó Tae—. No estoy enfadado contigo, solo estoy decepcionado. Tú no me debes nada a mí y yo no te debo nada a ti. Mirándolo bien, apenas nos conocemos.

—Eso no es verdad. Sé que eres responsable y trabajador. Eres una madre fantástica y una persona muy cariñosa. Sé que te gusta el sushi y que el suflé de chocolate te gusta entero por fuera y blando por dentro. Sé que El diario de Noah es una de tus películas favoritas de todos los tiempos, sé que prefieres los gatos a los perros y sé que eres lo mejor que ha pasado en mi vida en mucho tiempo.

Él parecía sincero, pero eso no importaba. Taemin no quería estar con un hombre que podía estar mirándolo a él y pensando en una mujer. Sabía que Minho estaba confuso y que la reacción de él al verlo con Yuri podía ser injusta, pero Minho no lo quería y Taemin se merecía a alguien que le quisiera. Después de todo lo que había pasado, se merecía al menos eso.

—Y eres hermoso —continuó Minho, con una voz ronca que sonaba casi desesperada—. Lo que ves es lo que hay. No finges ser lo que no eres. Esa es una de las cosas que más me gustan de ti.

Ya estaba otra vez aquella palabra. “Gustar”. Taemin le gustaba. Le gustaba mucho. Taemin suspiró. Por eso precisamente no podía dejarle entrar. Aquello no tenía nada que ver con Yuri y sí mucho que ver con el modo en que quería ser tratado. Después de siete años, Kai tampoco había sabido lo que quería. Taemin no tenía buena mano para elegir a los hombres.

—Lo siento, pero no quiero un hombre que no consigue descubrir lo que quiere. Ya no soy el joven ingenuo de otro tiempo. Me merezco algo mejor.

****

Hacía tres días que Taemin había visto a Minho por última vez. Al día siguiente lo vería en el juzgado. Suspiró. Aquello no era cierto del todo. Lo había visto por última vez una hora atrás, cuando se había asomado por el hueco de la persiana de la ventana que daba a la calle y lo había visto caminar hacia el aparcamiento. Como siempre, estaba increíblemente atractivo, con una camisa blanca que llevaba arremangada y un pantalón de traje que se ceñía en las caderas. Y Tae se había preguntado a dónde iría y qué hacía esos días. Con la esperanza de dejar de pensar en Minho, llevó a Yoogeun a la otra habitación para darle un baño. Cuando vio que el agua tenía la temperatura que quería, lo introdujo en la bañera.

—Eres el niño más lindo del mundo, ¿verdad?

El pequeño era un verdadero milagro. Ya no lloraba siempre que lo tomaba en brazos. De hecho, Jinki había sugerido que la razón de que llorara tanto al principio podía haberse debido a que captaba la aprensión de él. Pero Taemin, en poco tiempo, había empezado a sentirse seguro para cuidar de él. Aparentemente, los bebés percibían cuándo estaban nerviosas las madres.

Tomó agua con la palma de la mano y lo aclaró. A continuación lo secó con una toalla y lo envolvió en una manta cálida. Cuando entraba en la sala de estar, captó una sombra a través de la persiana. Había alguien en la puerta. Key había dicho que tal vez se pasara con un par de artículos que había escrito para el número de ese mes de la revista. Comida para todos había sido un éxito el mes anterior y esperaban duplicar las ventas con el próximo número. Luhan había atribuido a Minho el aumento en las ventas, pero Taemin prefería creer que se habían impuesto las recetas buenas y los artículos de información competentes.

Abrió la puerta. Nunca, ni en un millón de años, habría esperado ver a Kai allí.

—Hola, Taemin.

Taemin no contestó. Lo observó con atención. Siempre le habían gustado sus trajes oscuros, sus camisas blancas impecables y su pelo perfectamente peinado, pero, por alguna razón, ese aspecto rígido ya no le sentaba bien. O quizá era que aquella imagen ya no encajaba con los gustos de él. No estaba segura de cuál de las dos cosas. Él era alto, pero sus hombros eran menos anchos de como los veía Taemin en los sueños extraños que tenía en los últimos tiempos. Y a juzgar por la palidez de su cara, pasaba mucho más tiempo en el despacho que al aire libre jugando al golf.

Kai intentó darle un ramo de tulipanes rojos brillantes, pero Taemin tenía a Yoogeun en brazos, así que hizo un gesto en dirección a la cocina con su mano libre y lo siguió allí. Sus flores favoritas eran los lirios de día, pero Kai nunca había sido un hombre que recordara esos detalles, ni siquiera después de siete años juntos.

—Gracias —dijo Taemin—. Son muy hermosos.

—No tan hermosos como tú.

Taemin lo miró con atención. Se preguntó qué se propondría, pues Kai tampoco había sido nunca hombre de cumplidos.

—Toma —dijo Taemin. Le pasó a Yoogeun y él arrugó la nariz como si sostuviera una comadreja en lugar de un bebé. Tae ignoró su expresión horrorizada y tardó un rato en encontrar un jarrón apropiado.

Le costaba asimilar el hecho de que Kai estuviera en su apartamento con Yoogeun en los brazos. Aunque sus padres le habían hablado de él en más de una ocasión, Taemin había estado seguro de que no volvería a verlo nunca. Lo miró una vez más y se preguntó si habría tomado él solo la decisión de ir a verlo. Se entretuvo cortando los tallos y después colocando las flores en el jarrón para darse tiempo a absorber la presencia de él allí.

Cuando se volvió, le sorprendió ver que estaba muy cerca de él.

—¿De qué querías hablarme? —le preguntó Taemin.

—¿No es evidente?

La mirada de perrito perdido que le lanzó entonces solía funcionar en otro tiempo, pero ahora Taemin lo encontró simplemente ridículo. Tuvo que reprimirse para no soltar una risita.

—Casi no me has dicho ni dos palabras desde que me dejaste plantado en la iglesia. Sinceramente, no tengo ni la menor idea de por qué has venido.

—Nunca he dejado de quererte, Taemin.

Él abrió la boca, sorprendido.

—¿Te estás quedando conmigo? Estuviste meses sin llamar por teléfono después de que me viniera aquí. Si me hubieras querido algo, habrías venido a Seúl hace meses.

—Tus padres me dijeron que te diera tiempo. Dijeron que volverías antes de que terminara el verano. La siguiente vez que pregunté por ti me enteré de que estabas embarazado.

Taemin lo apuntó con un dedo.

Kai sujetó a Yoogeun contra su pecho a modo de protección.

—¿Por qué me dejaste en la iglesia, Kai? ¿Cómo pudiste hacerme una cosa así?

—Porque soy un tonto.

—Dame a mi hijo —Taemin le quitó a Yoogeun de los brazos.

Kai se miró una mancha húmeda que tenía en la camisa.

—Me parece que se ha hecho pis encima de ti. Voy a ponerle un pañal y vuelvo enseguida.

Taemin regresó un momento después con el niño, ya con pañal, en los brazos. Kai estaba de pie delante del fregadero y se lavaba la mancha de la camisa con una toalla de papel mojada en agua fría.

—¿Tienes una cuna o algún lugar donde puedas dejarlo mientras hablamos? — preguntó.

—No. No es su hora de dormir y le gusta estar en brazos.

Kai señaló el sofá.

—¿Nos sentamos?

Taemin se sentó de mala gana en el sillón situado enfrente del sofá.

Kai se acomodó en el sofá y se frotó las rodillas con las manos, algo que solía hacer siempre que estaba nervioso. Por mucho que Taemin lo mirara, aún no podía creerse que estuviera allí, después de tanto tiempo, sentado enfrente de él.

Por fin había ido.

Taemin había pasado meses soñando con aquel momento y ahora que había llegado, no estaba seguro de que le gustara la presencia de él allí

—¿Recuerdas la pelea que tuvimos la noche antes de nuestra boda? —preguntó Kai.

Taemin asintió, aunque no tenía ni idea de por qué se habían peleado aquella noche. Los dos estaban nerviosos y estresados después de meses planeando el gran día.

—Cuando te dejé en tu casa, subí a mi coche y me alejé. Conduje durante kilómetros hasta que ya no supe en qué ciudad estaba. Cuando encontré un hotel, entré en el bar y bebí hasta quedarme dormido.

Hizo una pausa y lo miró. Tenía los ojos llorosos.

—Tú sabes que no soy bebedor. Cuando desperté a la mañana siguiente, era demasiado tarde. Había pasado la hora de la boda. Cuando llegué a tu casa, te negaste a hablar conmigo.

Taemin esperó a sentir algo por dentro, quizá un aleteo de mariposas en el vientre o alguna punzada de deseo, pero no sintió nada.

Kai se levantó del sofá y se dejó caer sobre una rodilla enfrente de él. Le puso una mano en la pierna.

—Nunca he dejado de quererte, Taemin. Vuelve a Nueva York conmigo, te lo suplico.

A Taemin le habría gustado que estuviera Key presente con una cámara de vídeo. Había fantaseado durante más de un año con aquel momento, con Kai suplicándole que volviera con él. En sus sueños se abrazaban y besaban antes de que él lo llevara a una capilla donde se convertían por fin en marido y mujer. A pesar de lo que le había hecho, seguía teniendo sentimientos por él… sentimientos de índole fraternal. Por primera vez en muchos meses, supo sin ninguna duda que había hecho lo correcto al mudarse a Seúl.

Sonrió. No pudo evitarlo.

Por primera vez en su vida, estaba haciendo todas las cosas con las que había soñado. Dirigía una revista propia, tenía un hijo que era solo suyo, le gustaba su apartamento y no le cabía la menor duda de que sería una buena madre para Yoogeun. A pesar de haber sufrido a causa del amor, se había vuelto a abrir a este y jamás lamentaría el tiempo que había pasado con Minho. Por primera vez en su vida, tenía la sensación de que podía tomar decisiones propias sin pedir antes opinión a sus amigos y familiares. No solo se dejaba guiar por su instinto, sino que además perseguía sus sueños y eso le producía una buena sensación.

Kai seguramente se tomó la sonrisa de él como una señal positiva, porque sus ojos se iluminaron con esperanza.

—¿Recuerdas la casa que te dije que había elegido para nosotros? —preguntó.

Taemin asintió.

—La compré. Espera a ver lo que he hecho en el despacho. Es todo tuyo. Puedes contratar una niñera y escribir artículos para tu revista, si tienes tiempo. Y más importante aún, quiero que edites el libro que he escrito. Pondré tu nombre en la página de agradecimientos.

Taemin tuvo que reprimirse mucho para no alzar los ojos al cielo y lanzar un gemido.

—Esta vez todo será distinto, Taemin. Solo dame una oportunidad, por favor.

Taemin alzó a Yoogeun en sus brazos.

—Esta es mi vida ahora, Kai. Míralo. Míralo bien. Él es mi familia, mi amor, mi todo.

Kai suspiró.

—No es sano asfixiar a un niño a base de amor, ¿sabes?

—Lo sé, pero no puedo evitarlo —Taemin sonrió—. Míralo. Es irresistible, ¿no te parece?

Kai miró bien al niño y se rascó la parte de atrás del cuello.

—¿Quieres volver a tomarlo en brazos? Ahora ya le he puesto un pañal.

—De momento no, gracias.

La sonrisa de Taemin se hizo más amplia porque había adivinado que él iba a decir eso.

—Jamás podría vivir con un hombre que no quisiera a Yoogeun tanto como yo.

—Estoy seguro de que, con el tiempo, yo llegaría a sentir lo que sientes tú por ese bebé.

—Yo estoy seguro de que no, pero esa no es la razón por la que voy a rechazar tu oferta. No te quiero —estrechó a Yoogeun contra su pecho—. ¡Vaya! Esto es increíble.

—¿Qué es increíble?

—Que pueda estar aquí sentado, mirarte a los ojos y decirte con una certeza absoluta que no te quiero. Es liberador, Kai. ¡Es tan liberador!

Kai se levantó y jugueteó con su corbata.

—Supongo que debo irme.

Taemin se puso en pie y ambos permanecieron un momento parados, mirándose. Pero entonces Tae tuvo una idea. Alzó la barbilla, cerró los ojos y juntó los labios en un beso.

—¿Qué haces, Taemin?

—Bésame —Taemin sujetó a Yoogeun con una mano y se tocó los labios con la otra—. Deprisa, Kai. Antes de que sea demasiado tarde.

Él se inclinó y lo besó. El beso duró demasiado y Taemin al final lo apartó con gentileza.

—Nada. No siento absolutamente nada.

Kai movió la cabeza y se dirigió a la puerta.

—Lo siento —dijo Tae, siguiéndolo—. Pero te agradezco que hayas venido hasta aquí.

—Estoy seguro de ello —él abrió la puerta y se volvió hacia él—. Mañana estaré en el juzgado. Tus padres también estarán allí. Tu padre ha enviado a dos de sus mejores abogados conmigo. Cuando hayamos terminado, tendrás la custodia plena de tu hijo.

Taemin suspiró. A Kai lo había enviado su padre.

—¿Cómo pensáis hacer eso? —preguntó Taemin.

—En realidad, es pan comido —contestó él—. Será un caso muy fácil, créeme.

—Pero yo no quiero herir los sentimientos de nadie. No hay ninguna necesidad de ponerse desagradables.

—¿Quieres la custodia plena de tu hijo, sí o no?

Taemin se mordió el labio inferior.

—Bueno, sí, pero…

—Déjalo de mi cuenta, Taemin. Tú no tienes que preocupar esa linda cabecita con nada.

Taemin recordó entonces claramente por qué él le ponía a menudo de los nervios.

—Solo te pido que tus amigos y tú no exageréis mucho —le dijo—. Sé lo maliciosos que pueden ser los abogados de papá. Sé que sois capaces de atacar como tiburones. Aquí eso no es necesario.

—Seré tan bueno que puede que cambies de idea y te vengas a casa conmigo.

—Adiós, Kai. Nos veremos en el tribunal.

Notas finales:

Espero les haya gustado :D 

Muy pronto veremos que sucede en el tribunal :D , quién creen que se queda con la custodia de Yoogeun? 

Espero leerles :D

Cuál de los dos quieren que gane el caso? :D :*

 


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