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Having my baby 2MIN por minnah

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Notas del capitulo:

Holaa :D 

Les traigo el capi de la semana :D 

Gracias a tod@s por sus reviews :D 

Espero les guste :D 

A leer!!

Capítulo 25

Hacía cuarenta y cinco minutos que Minho había aterrizado en el aeropuerto internacional de Busan y se alegraba de estar en casa. Era viernes. Dejó las flores que había comprado en la terminal en el asiento del acompañante, puso el motor en marcha y empezó a circular en dirección a su casa. Hacía cuatro días que había dejado a Taemin y sus abogados en el juzgado. Había pasado esos cuatros días en Nueva York, a donde había ido por una entrevista de trabajo.

Después del fiasco de la mediación, había ido directamente a su casa de Busan. Se había permitido veinticuatro horas para relajarse y soltar frustraciones nadando y lanzando canastas. Estaba enfadado por las tácticas que habían usado los abogados de Taemin y frustrado por la negativa de él a ver lo que era mejor para la vida de su hijo. También se sentía mal consigo mismo por haber causado tanto dolor a su familia, primero interponiéndose entre Aaron y Yuri y después permitiendo que airearan sus vidas privadas en un tribunal. Sus padres ya habían hecho bastante. Y sin embargo, él seguía causándoles problemas. ¿Y cómo lo castigaban ellos? A las pocas horas de que hubiera regresado a su casa de Busan desde la mediación, ya lo estaban mimando con tarjetas, llamadas telefónicas y más amor del que ningún hombre merecía.

Tampoco le había ayudado darse cuenta de que su carrera en el fútbol americano había llegado a su fin. Pero no le había costado mucho concentrarse en las partes buenas. Recordar lo afortunado que era y volver a sentirse agradecido por todo lo que tenía. Cuando lo llamó Gary para pedirle que fuera a Nueva York a una entrevista para trabajar de comentarista en televisión, había dejado ya de autocompadecerse y estaba preparado para enfrentarse de nuevo a la vida.

Aunque el dolor agudo que sentía en la rodilla no era nada comparado con el que sentía en el pecho, un sufrimiento insondable que sabía que no desaparecería hasta que volviera a ver a Taemin, antes tenía que ocuparse de unos asuntos. Su deseo había sido poder ofrecerle a Taemin algo más que su corazón a su regreso a casa. Deseaba ofrecerle un futuro.

Y ahora había vuelto a casa y estaba preparado.

****

Taemin revisó la lista de artículos que habían planeado para el número del mes siguiente y continuó con la publicidad y el marketing que habían pensado. Key había hecho un excelente trabajo consiguiendo anunciantes para el número de ese mes.

Luhan ya le había comentado sus ideas para la maquetación y el diseño. En ese momento se hallaba en la cocina y miraba por la ventana del fregadero de Taemin.

—¿O sea que Minho se ha ido del edificio? —preguntó.

—No creo que se haya ido del todo —repuso Key—. He mirado por su ventana y todo parece estar igual.

—Deberías llamarlo —le dijo Luhan a Taemin.

—Lo he intentado, pero no me ha devuelto la llamada. De todos modos, da igual. Estoy empezando a pensar que no hay ningún hombre en el mundo que sepa de verdad lo que quiere de la vida.

Luhan se sentó en el sillón enfrente de Taemin. Frunció el ceño.

—Tú dijiste que habías oído una grabación en la que Minho le decía a su abogada que te amaba a ti.

—Es verdad. La oí.

—Pues quizá deberías perseguirlo un poco.

—¿Por qué? Ya sabe dónde encontrarme.

—Bueno, tú te presentaste en la mediación con tres abogados y procedisteis a destruir a todos los miembros de su familia uno por uno. ¡Ah, vamos! Todos sabemos que su familia significa mucho para él. Y si tú de verdad lo amaras, irías a buscarlo.

Taemin frunció el ceño.

—Le dije en el juzgado que no tenía ni idea de que Kai iba a hacer una cosa así —a Taemin no le gustaba la punzada de dolor que sentía por dentro, así que hizo lo posible por ignorarla—. Minho sabe que yo solo intentaba proteger a Yoogeun. Además, estoy seguro de que su familia le ha contado que rompí el contrato y eché de allí a Kai y a sus amigos abogados. ¿Qué más podía hacer yo?

Key respiró hondo.

—Nada. Hiciste todo lo que podías.

—No quiero hablar más de esto —anunció Taemin—. Esta noche tengo una cita con Jinki y no quiero estar deprimido cuando venga a recogerme.

Luhan enarcó las cejas.

—¿Tienes una cita con el pediatra? —preguntó.

—No es nada del otro mundo —le aseguró Taemin—. Jinki sabe que tengo mucho con lo que lidiar en este momento. Solo somos amigos.

Minho estaba por enésima vez de pie delante de la puerta de Taemin.

Iba vestido con traje y corbata y llevaba dos docenas de rosas rojas en la mano. En el bolsillo de la chaqueta llevaba un anillo de diamantes con una esmeralda impecable de dos quilates que había comprado después de rechazar el trabajo de Nueva York y aceptar otro en una televisión de Busan.

Cuando llamó a la puerta con los nudillos, notó que le temblaban las manos. Se echó a reír para intentar vencer los nervios. Cuando pensaba que su situación ya no podía ir peor de lo que iba, Key abrió la puerta.

Minji gritó de alegría al verlo y se abrazó a su pierna con tal fiereza que él pensó que se le derretía el corazón. Cada vez sentía más cariño por aquella niña.

Miró por encima del hombro de Key, intentado ver el interior del apartamento.

—¿Taemin está en casa? —preguntó.

—No, no está —Key se inclinó hacia él y le habló al oído para que no la oyera Minji—. ¿Por qué demonios has tardado tanto?

—Hace unas horas que he llegado en avión desde Nueva York. He venido lo más deprisa que he podido.

—¿Has estado en Nueva York? Jonghyun no me ha dicho que estabas en Nueva York.

—No lo sabía nadie.

Key se cruzó de brazos.

—Taemin te llamó el día después del desastre de la mediación.

Él se pasó los dedos por el pelo.

—Eso debió de ser cuando no contestaba al teléfono.

—¿En qué estabas pensando para no contestar al teléfono?

—Creo recordar que tuve un par de días muy malos.

—Muy bien. Pues aquí el que se distrae acaba perdiendo turno. Taemin ha salido con Jinki.

—Pensaba que le había dicho que se largara.

—Parece ser que son solo amigos.

—Genial. Sencillamente genial.

—Hollywood —Minji le tiró de los pantalones, decidida a que le hiciera caso.

Él le acarició la cabeza.

—¿Qué pasa, Minji?

—¿Quierez jugar a laz Barbiez?

Minho miró a Key y éste se hizo a un lado para dejarle pasar.

—Claro que sí —le aseguró él a la niña—. ¿Yoogeun está en su habitación?

Key asintió.

—Supongo que se despertará en cualquier momento —le dijo.

—¿Por qué no me dejas que me quede con él hasta que vuelva Taemin? —preguntó Minho.

—Oh, no sé —Key inclinó la cabeza a un lado—. A menos…

—¿A menos qué?

—Yo tenía que haber salido con tu hermano esta noche y se suponía que tú ibas a ser mi canguro.

—Es viernes. Tienes razón. Lo siento. Se me había olvidado por completo.

—Trae, dame eso —Key le tomó las flores y se dirigió a la cocina.

Mientras él buscaba un jarrón, Minji se fue corriendo a buscar sus muñecas. —Si te quedas con Minji —dijo Key—, creo que todavía tengo tiempo de ir a casa, vestirme y darle una sorpresa a Jonghyun.

—No sé…

—No pienso dejarte a Yoogeun y poner en peligro mi amistad con Taemin a cambio de nada. Por lo que a mí respecta, estás en deuda conmigo.

Minho necesitaba estar a solas con Taemin. Quería hacerle una oferta que confiaba en que él no pudiera rechazar.

—Muy bien —contestó—. Lo haré.

Minji entró corriendo en la habitación con una mochila llena de muñecos. Salían piernas y brazos por todos los huecos. Minho pensó que acababa de hacer un trato con el diablo.

—Estupendo —Key dejó las flores en la encimera sin molestarse en seguir buscando un jarrón. Se arrodilló hasta que sus ojos quedaron a la altura de los de su hija—. Minho se quedará contigo hasta que vuelva Taemin a casa. ¿Te apetece?

—¡Cí!

—Pero no comas más helado, ¿de acuerdo?

—¡Buu!

Key tardó dos segundos en recoger su abrigo y su bolso y llegar a la puerta. Miró a Minho de arriba abajo.

—Por cierto, estás muy guapo.

—Gracias.

Key no abrió la puerta, sino que siguió allí parado con la mano en el picaporte.

—¿Qué ocurre? —preguntó él.

—Una parte de mí quiere quedarse y ver lo que sucede entre Taemin y tú.

Minho frunció el ceño.

—¿Por qué? ¿Qué crees tú que sucederá?

—No tengo ni idea. Por eso siento tanta curiosidad —contestó Key.

Dejó de sonreír por primera vez desde que Minho le había dicho que se quedaría con Minji. A él eso le pareció preocupante.

—¿Está muy enfadado? —inquirió.

—No creo que Taemin haya estado nunca enfadado; quizá sí un poco triste, porque nunca le han amado como él quiere ser amado. Y desde luego, cree que tú no vas a volver nunca a buscarlo.

—Pues él tampoco está esperando precisamente al lado del teléfono.

—No, Taemin no podía volver a hacer eso. No quería salir esta noche, pero tenía que hacerlo. Era cuestión de autoperservación y todo eso.

A Minho le dio un vuelco el corazón. Tenía calor. Se quitó la chaqueta y se la colgó en el brazo.

—Tenía que ir a una entrevista o no habría tenido nada que ofrecerles a Yoogeun y a él cuando viniera.

—Taemin solo te quiere a ti.

—No creo que le importe tener algo de ayuda para llevar a Yoogeun a la universidad más adelante —Minho respiró hondo—. ¿A qué hora te ha dicho que volvería?

—No lo ha dicho.

—¿A qué hora volverás tú?

—Depende de cómo vaya todo.

Minho no podía recordar cuándo había sido la última vez que Jonghyun había salido con alguien. Pensó que iba a ser una noche muy larga.

—¿Por qué tengo la impresión de que esto quizá no vaya tan bien como yo pensaba?

Key se rio de él, se despidió de Minji una vez más y volvió a la puerta. Antes de que Minho la cerrara detrás de él, susurró:

—¿Has traído un anillo?

Él asintió.

A Key le brillaron los ojos.

—Pues buena suerte. La vas a necesitar.

—Gracias.

****

No mucho después de la marcha de Key, Minho se había llevado a Yoogeun, a Minji y los juguetes de esta a su apartamento para poder quitarse el traje y ponerse algo más cómodo. En aquel momento llevaba más de una hora viendo saltar a Minji encima del sofá, bien agarrada al respaldo. La niña poseía una energía inagotable. Él nunca había visto nada parecido. Se sentía cansado solo con mirarla desde su lugar en el sofá.

Eran las nueve.

¿Dónde estaba Taemin?

Si Jinki y él eran solo amigos, ya debería haber vuelto a casa.

—¿Hollywood?

—¿Sí, Minji?

—¿Puedo comer más helado?

—Nada de eso. Ya te he dado un poco y tu madre dijo que no te diera nada.

La niña dejó de saltar y se volvió hacia él. Lo apuntó con un dedo y entrecerró los ojos.

—Te haz metido en un buen lío, amiguito.

—Esa es la historia de mi vida —repuso él.

Minji se volvió de nuevo hacia la ventana y empezó a saltar otra vez.

—¿Ha llegado ya Taemin? —le preguntó él.

—No. ¿Quierez jugar máz a laz Barbiez?

—No. Ken está cansado. Se ha ido de vacaciones, ¿recuerdas?

La niña dejó de moverse y miró el techo.

—Creo que oigo que vuelve.

Minho la imitó y miró también el techo.

—Me parece que no. En este momento está en Hawai. Creo que ha alquilado una de esas jaulas acuáticas para ver cómo pasan nadando los tiburones.

La niña sonrió. Saltó del sofá al suelo y corrió por el pasillo. Quince segundos después volvió con Barbie y Ken. Esa vez le dio la Barbie a Minho y se quedó ella con Ken. Apretó la cara de este contra la cara de plástico de Barbie y dijo:

—Por favor, cázate conmigo.

Minho imitó lo mejor que pudo la voz chillona de una chica.

—De eso nada, amiguito.

—¿Por qué no? Yo te amo.

—Para empezar, porque eres muy delgado. Creo que comes demasiada verdura.

—Me guzta el brócoli —dijo la niña con voz de Ken.

—Se nota.

—Zoy Ken —le recordó Minji a Barbie—. Soy perfecto.

—Nadie es perfecto.

—Ci te cazaz conmigo, comeré máz helado.

—Si te doy más helado, Ken —preguntó él, moviendo los brazos de Barbie—, ¿te volverás a ir de vacaciones y dejarás de pedirme que me case contigo?

—Cí —contestó Minji.

—Trato hecho —los dos soltaron los muñecos y corrieron a la cocina riendo.

****

Era más de medianoche cuando Minho oyó por fin la voz de Taemin en la puerta de su apartamento. Se acercó a la ventana y se sintió decepcionado al ver que Jinki lo había acompañado hasta allí.

La ventana de la cocina de Minho estaba parcialmente abierta y este oyó que el pediatra decía algo.

Se encogió cuando oyó reír a Taemin y vio que él le ponía una mano en el brazo al doctor. Jinki se inclinó hacia delante.

Minho corrió inmediatamente a la puerta. Aquel hombre se iba a lanzar a matar.

Abrió la puerta a tiempo de ver a Jinki recoger algo del suelo.

—Mira eso —dijo el doctor—. He encontrado un centavo. Si lo recoges, tienes suerte todo el día —miró la puerta abierta de Minho—. Ha vuelto —volvió a tirar el centavo al suelo.

Minho no le hizo caso.

—Hace frío —dijo a Taemin—. ¿Dónde está tu abrigo?

Taemin miró en dirección a su voz.

—¿Eres tú, Minho?

—Pues claro que soy yo. Es más de medianoche —dijo él por si Taemin no se había dado cuenta.

Taemin se puso de puntillas y susurró algo al oído de Jinki.

Este le besó en la mejilla, suspiró y regresó por donde había llegado. Bajó las escaleras sin hacer ruido y desapareció en la noche.

Taemin se volvió hacia Minho. A pesar de la penumbra, él veía que le brillaban los ojos como a una bestia salvaje en plena noche.

—Acabas de arruinarme la cita —comentó Taemin.

—Según Key, vosotros dos solo sois amigos.

—Key es una bocazas —Taemin buscó las llaves en su bolso.

—Yoogeun y Minji están durmiendo en mi apartamento. Están en la habitación de Yoogeun.

—¿Y dónde está Key?

—La he sobornado para que me dejara a Yoogeun. Si te vas a enfadar con alguien, enfádate conmigo.

—De acuerdo, pues estoy enfadado contigo. No tienes derecho a aparecer cuando te apetece y llevarte a mi hijo. No me gusta eso.

—No volverá a ocurrir.

Taemin cruzó el pasillo y caminó hacia él.

Minho estaba dentro del umbral y Taemin estaba fuera. Permanecieron un momento cara a cara sin que ninguno de los dos dijera ni una palabra.

—¿Qué es lo que quieres, Minho?

Él alzó una mano y la posó en el marco.

—Te diré qué es lo que no quiero.

—Te estoy escuchando.

—La vida tiene la costumbre de pasarte de largo si no asumes el control y haces que cada momento cuente. No quiero que mi hijo llame a mi puerta dentro de dieciocho años y me pregunte por qué demonios no me importaba tanto como para formar parte de su vida. No quiero que mi hijo crea que su padre no lo quería lo bastante para luchar por él. No quiero pelear contigo, Taemin. Te amo. Me alegro de que seas la madre de Yoogeun. Tiene suerte de contar contigo. Y sobre todo, no quiero ir a juicio. No iré a juicio, y no porque no quiera a Yoogeun tanto como tú ni por el dinero o el tiempo que llevaría eso, sino porque quiero a mi familia, incluidos Yoogeun y tú, y no quiero ver sufrir a nadie.

—¿No has hablado con tu familia desde que saliste del juzgado?

—No he tenido tiempo. Me fui a Nueva York a una entrevista de trabajo.

Taemin alzó la barbilla. Pasó por debajo del brazo de él y entró en el apartamento.

Empezó a recoger las cosas de Yoogeun sin decir ni una palabra más.

Minho cerró la puerta con llave y lo observó recoger las cosas para marcharse.

—¿Dónde has estado? —preguntó.

Taemin tomó la bolsa de los pañales y metió en ella los biberones vacíos, toallitas y un chupete. Dejó la bolsa en el suelo y se acercó a la mesita de café.

—¿A qué te refieres?

—Tu cita. ¿A dónde habéis ido?

Taemin tomó una figurita de bronce que había en medio de la mesa. La figura llevaba un lazo rojo.

—¿Qué es esto?

—Sabía que te gustó cuando la viste en la feria de arte de aquí, así que busqué a la mujer cuando estaba en Nueva York.

—¿Tú has comprado esto para mí?

Minho asintió.

—¿Has recordado el nombre de la artista y te has molestado en buscarla?

Después de ver la expresión seria de él, Minho no estaba seguro de cuál era la respuesta correcta, pero decidió seguir a su instinto.

—Sí —contestó.

Taemin dio la vuelta a la mesita de café y avanzó hacia él como un tigre recién escapado de un zoológico. Por cada paso que retrocedía Minho, Taemin avanzaba uno. Marcharon así hasta que la espalda de Minho chocó con la pared.

—¿En alguna parte de ese discurso tuyo has dicho que me amas?

—Yo creo que sí.

—Y entonces, ¿por qué no me llamaste ni viniste a verme antes de irte a Nueva York?

—Porque antes tenía que ocuparme de algunas cosas. Pero si pudiera repetirlo ahora, vendría a verte antes de irme. Lo que pasa es que aprendo despacio.

—Hueles a helado y a Yoogeun.

—Gracias.

Hubo otro silencio. El silencio en un momento como aquel ponía nervioso a Minho.

—¿Qué quieres que haga, Taemin? —preguntó—. Yo quiero hacer las cosas bien entre nosotros. Te amo. De hecho, si hubieras venido antes a casa, pensaba pedirte que te casaras conmigo. Llevaba traje y corbata y un ramo de rosas rojas en la mano. No me faltaba de nada.

—Yo quiero un hombre que sepa bien lo que quiere. Un hombre que, cuando entre en una habitación y me vea, no pueda dejar de abrazarme y besarme. Eso es lo que quiero. Quiero que me besen sin ningún motivo —le puso un dedo en el pecho a Minho—. Me merezco que me besen.

—Ya lo sé —él le apartó el pelo de la cara con gentileza para poder verlo bien. Taemin tenía el rostro sonrojado y los ojos fieros. Sus movimientos eran nerviosos.

—Hace mucho tiempo que no me abrazas.

—Demasiado tiempo —Minho bajó la mano por el hombro de Tae y después por el brazo. Se inclinó a besarle el cuello—. Eres hermoso —no analizaba nada ni planeaba.

Simplemente hacía. La piel de él era muy suave bajo sus labios.

—Quiero sentirme deseado y amado y todas esas cosas— dijo Taemin.

—Yo también quiero que sientas eso —los labios de Minho subieron por la barbilla de él, hasta el lateral de la boca. Sabía que tenían mucho de lo que hablar. Que debería dejar de besarlo para que pudieran comentar lo que había sucedido. Tenían que hablar del futuro de Yoogeun y de un montón de cosas más. Pero no podía parar. No quería parar. El modo en que Taemin se estremecía en sus brazos lo volvía loco. El modo en que se calentaba la piel de Tae bajo sus labios le hacía querer más.

—Eso me gusta —dijo Taemin.

Minho le cubrió los labios con los suyos y volvió a besarlo. Esa vez el beso fue más largo y profundo. Puso la palma de la mano en la nuca de él y a continuación se apartó un poco y lo miró a los ojos.

—¿Tú también me amas, Taemin?

—Tú sabes que sí.

—¿No vas a contestar a mi pregunta?

—Hemos ido a cenar al Yang Chow, un restaurante chino, y después lo han llamado del hospital y yo lo he esperado en la cafetería hasta que ha terminado.

—Esa pregunta no, la otra.

—No sé de qué estás hablando.

—La pregunta de si te casarás conmigo —él tomó la cajita negra que había dejado en la encimera de la cocina y la abrió.

—Ese anillo es formidable.

—Tú eres una persona formidable. Me pondría de rodillas si pudiera.

—Yo creo que se le da demasiada importancia a eso de arrodillarse —contestó Taemin—. ¿Tú quieres casarte de verdad?

Minho le puso el anillo en el dedo antes de contestar.

—Casarme contigo es lo que más deseo en el mundo. ¿Quieres casarte conmigo?

Taemin miró el anillo un rato largo y después lo miró a los ojos.

—Ya es demasiado tarde —dijo Minho—. Ya está el anillo en tu dedo.

Taemin se echó a reír.

Minho lo tomó en brazos. Tuvo la sensación de que no pesaba nada. A pesar de tener una rodilla mala, sabía que podía transportarlo en brazos durante kilómetros de ser necesario, pero solo lo llevó hasta el dormitorio. Cuando lo depositó en la cama, le fue desnudando despacio, prenda por prenda, hasta que no quedó nada que quitarle, hasta que solo estaba su piel inmaculada y lechosa rodeada por las sábanas de seda e iluminada por la luz de la luna.

—Te amo —dijo Tae. Y procedió a ayudarle a quitarse la camisa.

—Yo también te amo. Solo a ti. A nadie más.

—Me alegro de saber eso.

Minho le sonrió y terminó de desnudarse. Cerró la puerta, se metió en la cama al lado de Taemin y lo estrechó contra sí. Necesitaba a Taemin mucho más que él a Minho, pero decidió guardarse esa información para más tarde. No había necesidad de confesarlo todo en aquel momento. Podía esperar hasta el día siguiente para decirle que sabía que estaría perdido sin él. Decidió que por el momento se iba a conformar con disfrutar del presente, de la sensación de tenerlo en sus brazos sabiendo que Taemin lo amaba por lo que era y confiando en que pudiera amarlo muchos años más.

Taemin, Yoogeun y él correrían muchas aventuras juntos.

Tenía que llevarlo a nadar desnudo antes de que Yoogeun fuera lo bastante mayor para darse cuenta de lo que se proponían sus padres. Pasaría el resto de su vida probando las recetas de Tae y aprendiendo a que le gustara el suflé de chocolate.

No podía haber una vida más dulce que esa.

Notas finales:

Espero les haya gustado :D 

No se preocupen que si hay Epilogo :D 

Espero leerles 

bye :* 


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